Antonia Yudelevich Pekalok
Asesora de la Unidad 094
En 1774 sube al trono Luis XVI, nieto de Luis XV, quien recibe al país en muy malas condiciones económicas. Los despilfarros de la corte, los gastos hechos en la Guerra de Siete Años y las erogaciones debidas a la ayuda francesa para la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, habían agravado la situación provocada por la mala organización económica de Francia:
El mecanismo de la crisis política que conduce a los Estados Generales es bien conocido: todo parte de la Asamblea de los Notables, o sea de los nobles. Calonne reunió a los mayores accionistas de la sociedad del antiguo régimen para pedirles que redujeran sus beneficios; concretamente les propuso la subvención territorial, impuesto a los propietarios de tierras tan querido de los fisiócratas. Rechazo de los notables, caída de Calonne; nuevo rechazo ante Brienne, sucesor de Calonne, y el aplazamiento de la Asamblea hasta finales de mayo de 1787. Tomando el relevo de la oposición aristocrática, el Parlamento de París, seguido muy pronto por todos los tribunales provinciales reclama, a partir del mes de julio, la reunión de los Estados Generales, únicos habilitados, según él, para votar nuevos impuestos.
El 5 de mayo se inaugura la asamblea de los Estados Generales. Inmediatamente se presenta el primer conflicto: de acuerdo con la convocatoria el Estado Llano disponía de 600 delegados, mientras que los otros dos tenían 300 cada uno. Tradicionalmente, los Estados sesionaban aparte y tenían un voto cada uno, pero el Llano exigió ahora la votación personal con la que tendría mayoría en los asuntos de importancia. Algunos de los delegados de los Estados privilegiados estaban de su parte.
El conflicto no es resuelto y el Tercer Estado, considerando representar el 96% del pueblo francés, se declara Asamblea Nacional; el clero se le adhiere en su mayoría. El rey ordena cerrar el salón de actos y los diputados se reúnen en un edificio llamado el Juego de Pelota donde juran no separarse hasta haberle dado una Constitución a Francia. Finalmente y después de haber intentado anular las resoluciones del Tercer Estado, el rey acepta la situación y ordena que los diputados que no lo habían hecho aún, se incorporen a la Asamblea Nacional.
El 9 de julio de 1789 la Asamblea Nacional se declara Constituyente y empieza a elaborar una Constitución. El rey aparentemente acepta, pero con la intención de dar un golpe de estado. El 11 de julio destituye a Necker y va concentrando Tropas leales cerca de París. Esta fue la chispa que hizo estallar la rebelión. Lo que transformó una limitada agitación reformista en una revolución, fue el hecho de que la convocatoria de los Estados Generales coincidiera con una profunda crisis económica y social.
La contrarrevolución “convirtió a una masa en potencia en una masa efectiva y actuante”.12 El pueblo de París toma las armas y el 14 de julio asalta la Bastilla, prisión política del Estado y símbolo del poder absolutista. Inmediatamente después, los campesinos de todo el país asaltan los castillos feudales provocando una oleada de pánico masivo que se extendió rápidamente por todo el país. Es la época del “Gran Miedo” que va de finales de julio a principios de agosto de 1789. Al cabo de tres semanas, desde el 14 de julio, la estructura social del feudalismo rural francés y la máquina estatal de la monarquía francesa se derrumbaron: Entre mayo y octubre de 1789, poco más de una estación, se desfondó todo el Antiguo régimen francés.13 La aristocracia aceptó lo inevitable: todos los privilegios feudales se abolieron de manera oficial, lográndose esto finalmente hasta 1793.
En París y después en las demás ciudades se crea la Guardia Nacional, organización militar al servicio de la revolución triunfante. Las ciudades se organizan en “comunas” electas popularmente, siendo la más importante la de París.
El 26 de agosto de 1789 la Asamblea Constituyente aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (17 artículos) en los que se afirman varios derechos “naturales e imprescriptibles” del hombre como son: la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.
La negativa del monarca a sancionar la ley que abolía los privilegios feudales y la Declaración de los Derechos del Hombre provocó la indignación del pueblo de París, que marchó sobre Versalles y obligó al rey y a su familia a trasladarse al Palacio de las Tullerías en París. Con este acto el pueblo se convirtió en una fuerza que llegaron a temer tanto el rey como la Asamblea Constituyente.
El 12 de julio de 1790 se expidió la Constitución Civil del Clero en la cual se establecía que el clero dependería del Estado y que los obispos y párrocos debían ser elegidos por los mismos electores que nombraban a los diputados. Esto provocó un conflicto muy fuerte con la Iglesia llamando “refractarios” a los clérigos que se negaron a jurar la Constitución y “juramentados” o “constitucionales” a los pocos que la aceptaron.
La agitación revolucionaria continuaba en París a través de los clubes, las secciones y los periódicos. La noche del 21 de junio de 1791 el rey intenta escapar, pero es descubierto, apresado en Varennes y devuelto a París. Este hecho causó gran agitación política ya que de acuerdo al proyecto constitucional de 1791, el poder recaería en el monarca, pero éste con su huída estaba invalidando la monarquía constitucional establecida en dicho documento.
El 14 de septiembre de 1791 se aprobó la nueva constitución que establece una soberanía única para Francia, aboliendo los restos de las soberanías locales provenientes del feudalismo. El poder legislativo queda depositado en una cámara electa por voto censitario, es decir, en las votaciones sólo podían participar las personas adineradas, inscritas en un censo especial. El ejecutivo está en manos del rey quien tiene, además, derecho a veto suspensivo; puede impedir la entrada en vigor de una ley nueva, pero tiene que acatar al poder legislativo si éste insiste en su disposición. Se logra la descentralización administrativa dividiendo a Francia en 83 departamentos, administrados por funcionarios electos localmente. Los principios fundamentales de la Constitución son la división de poderes, la soberanía del pueblo y la legalidad de los actos del poder político.
El 14 de septiembre, Luis XVI se aviene a prestar juramento de fidelidad a un régimen que acepta menos que nunca, y la Constituyente proclama orgullosamente, antes de disolverse: ‘Ha llegado el final de la revolución’. En realidad transmite a la Legislativa un régimen que no puede funcionar.14
La Asamblea Legislativa, que derivaba su existencia de la Constitución de 1791, no duró en funciones dos años como la ley establecía, sino sólo el período comprendido entre el 1º. de octubre de 1791 al 20 de septiembre de 1792.
La composición de la Asamblea Legislativa manifestaba la transformación social y política que el país había sufrido: la nobleza había sido desplazada en su gran mayoría de los escaños, ya que a la derecha se sentaban los miembros de la gran burguesía, es decir, los fuldenses, y a la izquierda la pequeña burguesía que constituía una minoría; los burgueses se encontraban divididos en dos grupos: los “montañeses”, antiguos jacobinos radicales y los “girondinos”, que representaban a la burguesía provincial. A pesar de su inferioridad numérica, la izquierda era apoyada por el pueblo.
La situación era difícil para Francia, ya que muchas personas habían salido al extranjero y conspiraban contra el nuevo régimen en busca de una intervención militar por parte de Austria y Prusia, que restableciera sus antiguos privilegios. El propio Luis XVI y su esposa María Antonieta alentaban esas esperanzas y negociaban en secreto con las autocracias europeas.
Los girondinos decidieron desatar la guerra para controlar el poder político suponiendo una fácil victoria; el 20 de abril de 1792 se declaró la guerra con Austria, a la cual se alió Prusia; los ejércitos coaligados estuvieron bajo la dirección de Brünswick, cuyas amenazas indignaron al pueblo de París para el cual era evidente el acuerdo entre el monarca y los invasores.
El 10 de agosto la Comuna, bajo la dirección de los jacobinos, asalta las Tullerías, apresa al rey y obliga a la Asamblea Legislativa a convocar una Convención Nacional, que tendría el derecho de gobernar y también de reformar la Constitución. Se forman en toda Francia grupos de tropas revolucionarias que marchan al frente a detener la invasión enemiga. En esta época nace la Marsellesa que llega a ser el himno de la revolución antimonárquica en todo el mundo.
“El 20 de septiembre de 1792, termina sus funciones la Asamblea Legislativa. El mismo día, los ejércitos franceses, mal vestidos, mal armados, mal entrenados, pero inflamados de un gran entusiasmo revolucionario, derrotan a los prusianos en Valm”.15
El momento culminante de la Revolución Francesa es la Convención Nacional cuyo primer acto es declarar abolida la monarquía y proclamar la República.
De los 750 delegados, aproximadamente 175 eran girondinos, dirigidos por Condorcet, Brisot, Berniot y otros; unos 85 jacobinos bajo la dirección de Robespierre, Dantón, Camilo Desmoulines y Saint Just. Además, había aproximadamente 500 delegados designados con el nombre de “la llanura” o “el pantano”, quienes acostumbraban inclinarse al lado del partido más fuerte.
Por sus relaciones con el enemigo, Luis XVI es sometido a juicio y encontrado culpable de conspiración contra la seguridad del Estado y ejecutado; pocos meses después, lo sucede en el cadalso su esposa María Antonieta.
La situación de Francia era extremadamente difícil. Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia organizaron la primera coalición contra Francia tomando como pretexto la ejecución de Luis XVI. En muchas regiones, sobre todo en la Vendée, estallan sublevaciones contrarrevolucionarias. La vida económica está desorganizada y, consecuentemente, hay especulaciones y una desenfrenada carestía de la vida.
Ante esta situación los jacobinos apoyados por las masas populares (los “sans-culottes” o descamisados, toman el control de la revolución. “El 2 de junio de 1793, una gigantesca manifestación armada de la Comuna de París ocupó el local de la Convención y obligó a ésta a arrestar al grupo más destacado de los diputados girondinos. Con este levantamiento popular, los jacobinos llegan a dirigir la Convención”.
El régimen dictatorial que estableció la Convención se conoce como la Época del Terror y perduró hasta la caída de Robespierre el 9 de thermidor (27 de julio de 1794). Entre otras reformas, la Convención decidió cambiar el calendario tradicional por el revolucionario.
Para combatir los numerosos peligros que se cernían sobre la nación francesa, la Convención crea el Comité de Salud Pública, el Comité de Seguridad General y el Tribunal Revolucionario que juzgaba sin apelación a todos los acusados políticos. Robespierre, “el Incorruptible” encabezó el Comité de Salud Pública, el “más extraño grupo de hechiceros que el mundo había visto hasta entonces”. Hay sublevaciones de los girondinos en muchas partes de Francia y éstos entregan Tolón a los ingleses; la presión de los monárquicos y de los invasores aumenta. Marat, llamado “el amigo del pueblo” cae asesinado por Carlota Corday. Los jacobinos responden con el terror que tiene por fin aplastar en su cuna todo intento contrarrevolucionario.
El gobierno jacobino elaboró la Constitución de 1793 (que no se aplicó) en la cual establecía la República, gobernada por una cámara electa anualmente por voto universal; garantizaba la propiedad privada; establecía, además, la obligación de la sociedad de proporcionar trabajo y sustento a sus miembros, introduciendo así un concepto de solidaridad social en vez del anterior de caridad; los municipios tendrían funcionarios electos. Otra medida adoptada por la Convención fue la reorganización del ejército; se estableció el servicio militar obligatorio y los ascensos por méritos en las filas.
Entre tanto, el “terror económico” consiguió dominar la especulación y la inflación. También en esos meses y, a pesar de la guerra, se consiguió asegurar la regularidad de los suministros alimenticios a la población de las ciudades y se reguló el precio de los artículos de primera necesidad mediante la Ley del Máximo y se aumentaron los salarios mediante la Ley del Mínimo.
Tampoco se perdieron de vista las medidas sociales. El gobierno jacobino decretó la abolición definitiva, sin indemnización, de los derechos feudales; los campesinos pasaron a ser dueños de las tierras trabajadas por ellos y que se consideraban propiedad de los nobles. Al mismo tiempo se dieron facilidades para que adquirieran parcelas de los bienes nacionales. Se creó así el numeroso campesinado dueño de pequeñas extensiones de tierra, que todavía hoy es uno de los elementos principales de la sociedad francesa.
Las enérgicas medidas adoptadas por el régimen jacobino dieron un resultado favorable. Los campesinos se sintieron entusiasmados por la abolición de los derechos y de las propiedades feudales y el ejército estuvo animado, por ello, de un gran fervor de lucha. Los invasores fueron expulsados de Francia.
Es en este momento cuando la ola empieza a descender. Al mejorar la situación internacional vienen disensiones internas. Los elementos más radicales, los “rabiosos”, encabezados por Roux y Hébert, dirigentes de la Comuna de París, piden una política más enérgica, chocan con Robespierre y son guillotinados, con lo cual se debilita mucho la Comuna de París, principal sostén del gobierno jacobino. Por otro lado, al ver que ya no había peligro de restauración feudal, la burguesía quería tener más libertad de acción económica y política. El 9 de thermidor, según el calendario revolucionario (27 de julio de 1794) la Convención, bajo dirección jacobina, derribó a Robespierre y lo guillotinó al día siguiente, con lo cual terminó el régimen jacobino y se inició el gobierno thermidoriano: “El ‘complot’ de Thermidor saca así su fuerza de un inmenso cansancio de la opinión y reagrupa a todos los descontentos de la Convención y de los Comités: los antiguos ‘procónsules’ terroristas que se sienten amenazados, la Llanura que vuelve a descubrir su fuerza, los viejos rivales del Comité de Seguridad General”.
El año final de la Convención, bajo dirección girondina, es un aflojamiento de la violencia revolucionaria. La Comuna de París, vanguardia de la revolución, es disuelta. Quedan abolidos los precios máximos, lo que provoca una ola de especulaciones y encarecimiento de la vida y en consecuencia de descontento popular. Destaca Babeuf, continuador ideológico de los “rabiosos”, el cual “en su ‘Tribuno del Pueblo’ predicaba abiertamente el comunismo” y que finalmente fue guillotinado en 1797.
En 1795 la Convención proclama otra Constitución que restablece el voto censitario. El poder Legislativo se deposita en la Cámara de los Quinientos y en la de los Ancianos de 250 miembros. El ejecutivo quedó en manos de un Directorio formado por cinco personas, cuyas funciones duraban cinco años y se cambiaban a razón de uno por año.
El Directorio (1795-1799) se caracteriza por su moderación. El descontento de las masas populares por un lado y una nueva reacción aristocrática por el otro, hicieron ver la necesidad de un gobierno fuerte, lo que preparó las condiciones para que un joven general, Napoleón Bonaparte, llegara al poder. “Bonaparte, el amigo de Robespierre, el ‘general vendimiario’, inspiraba confianza incluso a los republicanos, y Francia, confiando en su genio, esperaba de él la victoria y la paz”.
El 9 de noviembre de 1799 (18 brumario) se establece el Consulado, órgano que gobernó a Francia hasta 1804, año en que Napoleón Bonaparte establece el Imperio, con lo cual se consolida el triunfo de la Revolución francesa sobre el Antiguo Régimen.
Uno de los efectos más importantes que tuvo la Revolución Francesa fue el cambio que se produjo en la atmósfera política, no únicamente en Francia, sino en todos los países que lucharon contra la última fase de la Revolución desencadenada por el Imperio y las guerras napoleónicas.
[La Revolución Francesa] era un acontecimiento universal. Ningún país estaba inmunizado. Los soldados franceses que acampaban desde Andalucía hasta Moscú, desde el Báltico hasta Siria,… impelían a la universalidad de su revolución con más efectividad que nada o nadie pudiera hacerlo. Y las doctrinas e instituciones que llevaron con ellos, incluso bajo Napoleón, desde España hasta Iliria, eran doctrinas universales como lo sabían los gobiernos y como pronto iban a saberlo también los pueblos.
La Revolución Francesa promovió el derecho de asociación, estimuló el ejercicio del voto y sentó los principios del constitucionalismo, el republicanismo y la democracia. Su ideario político se convirtió en modelo para que otros pueblos, como las colonias hispanoamericanas, lucharan para lograr su independencia.
En el aspecto cultural, la Revolución Francesa implantó la educación laica y obligatoria y por primera vez el Estado asumió el compromiso de suministrarla. La tarea de la Convención fue muy importante porque estimuló a las profesiones de proyección social como la medicina, enfermería, ingeniería y otras ramas técnicas, e impulso la creación de museos y el cultivo de las ciencias naturales y las artes. Creó instituciones de cultura como la Biblioteca Nacional, la Escuela Normal Superior, el Conservatorio de Artes y Oficios y el Museo del Louvre:
Fue la Convención la que, por medio de su Comité de Instrucción Pública y su Comisión Provisional de las Artes, fundó instituciones encargadas de la conservación de lo que aún subsiste del pasado: los Archivos Nacionales, el Museo del Louvre y los monumentos franceses…. Indudablemente, la nueva educación intensificó el estudio de las ciencias exactas y experimentales. No sacrificó, sin embargo, las letras y las artes.
En el campo social, la Revolución Francesa hizo desaparecer los privilegios nobiliarios y fortaleció a la burguesía. Permitió una mayor movilidad social basada en los principios de igualdad y libertad.
Desde el punto de vista económico, la burguesía, impulsada por Napoleón, consolidó su poder y Francia entró a la etapa de desarrollo industrial que dejaba de lado la producción agrícola y artesanal. La Revolución Francesa, aunada a la Revolución Industrial, llamadas por Hobsbawm “la doble revolución”, marcan el cambio a una producción industrial masiva y tecnológica que caracteriza la época en la que vivimos.
NOTAS:
11. Louis Bergeron, et. al., La época de las revoluciones europeas 1780-1848, sexta edición, México, Siglo XXI, 1980, (Historia Universal), pp. 27-28.
12. Hobsbawm, op. cit., p. 117.
13. Bergeron, op. cit., p. 30.
14. Bergeron, op. cit., p.42.
15. Juan Brom, Esbozo de Historia Universal, 6ª. reimpresión de la 13ª. edición, México, Editorial Grijalbo, 1980, p. 155.
16. Hobsbawm, op. cit., p. 121.
17. Brom, op. cit., p. 155.
18. Rudé, op. cit., p. 175.
19. Ibid., p. 179.
20. Bergeron, op. cit., p. 63.
21. Lefebvre, op. cit., p. 151.
22. Ibid., p. 169.
23. Hobsbawm, op. cit., p. 169.
24. Lefebvre, op. cit., pp. 143-144.
25. Hobsbawm, op. cit., p. 11.
BIBLIOGRAFÍA
1. BERGERON, Louis, et. al., La época de las revoluciones europeas 1780-1848,
Sexta edición, México, Siglo XXI, 1980, (Historia Universal),
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2. BROM, Juan, Esbozo de Historia Universal, 6ª. reimpresión de la 13ª. edición, México, Editorial Grijalbo, 1980, 275 p.
3. CROSSMAN, R.H.S., Biografía del Estado Moderno, Primera reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, 1978, (Colección Popular, 63), 385 p.
4. HOBSBAWM, E.J., Las revoluciones burguesas, 2 v., tercera edición, Madrid, Ediciones Guadarrama, 1974.
5. LEFEBVRE, Georges, La Revolución Francesa y el Imperio (1787-1815, Cuarta reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, 1979, (Breviarios, 151), 294 p.
6. MAYER, J.P., Trayectoria del pensamiento político, tercera reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, 1976, 346 p.
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8. RUDÉ, George, La Europa revolucionaria 1783-1815, segunda edición, Madrid, Siglo XXI, 1977, (Historia de Europa), 449 p.
9. UPN Antología: Historia de la Ideas I, v.3, Licenciatura en Educación Básica, Plan 1979, 209 p.
Articulo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 D.F. Centro, México. Se permite su uso citando la fuente. Dirección u094.upnvirtual.edu.mx