¡Adiós a nuestros alumnos! Discurso de Refugio Silva Fuentes durante la graduación de la LE'94, generación 2002-2006
Lic. María del Refugio Silva Fuentes
Asesora de la UPN 094
¡Buenos días¡ a las autoridades de esta casa de estudios que con su presencia, legitiman la solemnidad de este acontecimiento, que no sólo es importante para los egresados y sus familias, sino por lo que significa para la sociedad, contar con esta generación que se ha preocupado por abrir sus mentes con el estudio y destruir lo que había de falso en sus concepciones.
Buenos días a todos los que con su presencia serán testigos, en este 14 de junio del 2006, de estos momentos tan especiales en la vida institucional de esta Universidad y en la vida de los alumnos en esta fase de su preparación que los impulsa hacia la meta final, el título de Licenciado en educación.
Sean todos ustedes ¡bienvenidos! a este especial acto en la vida de esta generación de profesionistas.
Acto en el que presenciaremos la entrega del documento con que la Unidad 094 D. F. Centro, de la Universidad Pedagógica Nacional, hace constar que esta generación 2002-2006 que hoy egresa, realizaron los estudios con el Plan’94, de la Licenciatura en educación.
Antes que nada, quiero agradecer esta oportunidad que me brindan para dirigirles este mensaje que, para esta ocasión, en primera instancia, acudo al contenido de los viejos amoxtli, libros indígenas, en donde se guardaron testimonios que se conocen como la antigua palabra huehuehtlahtolli, vocablo que abarcaba un gran discurso y enseñanzas que eran legado de la propia cultura.
“xic-hualmocaquitican...ihuan oc xommocuiltonocan in
ica tlamacehualizitli, in ihiyotzin
cenca cualli, cenca mahuiztic.
Venid a escuchar...y todavía enriquecéos, con lo que
es merecimiento, el aliento, la palabra, muy buena, maravillosa...(Librado Silva,
1991)
Testimonios de profunda reflexión son éstos, herencia la más antigua que, en materia de educación, proviene del México indígena. En el hogar y en las escuelas se escuchaba la antigua palabra. Era ella lección atesorada de quienes ejercían el magisterio en los Telpochcalli “casas de jóvenes”, y en los calmecac, “hileras de casas” para la educación superior, con sabias palabras, “palabras que valen lo que las piedras preciosas, lo que las turquesas finas, redondas y acanaladas. Consérvalas, has de ellas un tesoro en tu corazón, has de ellas una pintura en tu corazón, con esto educarás a tus hijos, los harás hombres, les entregarás y les dirás todo esto”, mensajes de sabiduría que transmitían padres, madres, maestros y maestras, para educar a sus hijos y estudiantes, usados hace siglos en el México indígena.
En el México antiguo aparece la figura del temachtiani, el maestro, cuyos atributos coinciden en muchos aspectos con los de otro personaje cuya figura se idealiza y exalta en varios textos en náhuatl, el Tlamatini que significa: “el que sabe algo, el que conoce las cosas”, que también guarda relación con el Temachtiani que es, “el que hace que los otros sepan algo, conozcan lo que está sobre la tierra” y, en fin aquello que puede llegar a vislumbrar el hombre. (Librado Silva G., 1991)
Con justa razón, hubo algunos genuinos humanistas, Principalmente los frailes que comenzaron a darse cuenta de que en la cultura indígena había muchos elementos valiosos dignos de preservarse y aún de difundirse.
Fray Bernardino de Saghún, recoge del Códice matritense lo que pensaban los antiguos mexicanos acerca de la figura del tlamatini, definido como lo que era en verdad un maestro:
“El sabio: una luz una tea, una gruesa tea que no ahuma.
[…]
Él mismo, es escritura y sabiduría.
Es camino, guía veraz para otros.
Conduce a las personas y a las cosas, es guía en los negocios humanos.
El sabio verdadero es cuidadoso (como un médico) y guarda la tradición.
Suya es la sabiduría transmitida, él es quien la enseña,
sigue la verdad.
Maestro de la verdad, no deja de amonestar.
Hace sabios los rostros ajenos, hace a los otros tomar una cara (una personalidad),
los hace desarrollarla.
Les abre los oídos, los ilumina.
Es maestro de guías, les da su camino, de él uno depende.
[…]
Se fija en las cosas, regula su camino, dispone y ordena.
Aplica su luz sobre el mundo.
[…]
Cualquiera es confortado por él, es corregido, es enseñado.
Gracias a él la gente humaniza su querer y recibe una estricta enseñanza.
Conforta su corazón, conforta a la gente, ayuda; remedia, a todos cura.
Bien se percató de esto Fray Bartolomé de las Casas cuando dijo de los huehuetlatolli que no conocía otras mejores enseñanzas, ni entre las aportadas por Sócrates, Platón o Aristóteles.
Acaso no, ahora, las corrientes pedagógicas contemporáneas, fundamentan sus conceptos de maestro-guía, acompañante, conductor, nos hablan del aprendizaje del niño, en el devenir de la construcción del conocimiento con el que va formando su personalidad y la pedagogía crítica, resuena con la sensibilidad del símbolo hebreo tikkun, que significa curar, reparar y transformar al mundo. “Los teóricos críticos ven a la escuela como una forma de política cultural; la escuela siempre representa una introducción, una preparación y una legitimación de formas particulares de vida social”, (Mclaren, (1994), y todas las ciencias de la educación, no están bajo ese enfoque?...
Todo este universo de ideas expresado, tiene por objeto llevarlos, a nuevas
formas de valoración, en este mundo paradójico con sus falacias,
en que requerimos de la ciencia y de la sabiduría, para la toma de decisiones,
en la convicción de vivir siempre con emociones de alegría y felicidad
como lo estamos sintiendo hoy
Una emoción complaciente, por el logro de la meta trazada, demostrándose, antes que a otros, a sí mismos, que si queremos alcanzar mejores niveles de desempeño, es necesario reconocer y enaltecer los valores que nos inspiren e impulsen a actuar de una manera más comprometida para servir a los demás, estar convencido de que la calidad de lo que hacemos ha de generarse sólo a partir del interior del hombre, de su libre decisión y convencimiento, de su compromiso y de sus actitudes.
Hace cuatro años, decidieron iniciar esta carrera ahora, ya han trascendido esta fase. . . ¡FELICIDADES¡ casi puedo asegurarles, que en estos momentos, viene a su memoria ese primer día en su vida de estudiante universitario, ese tiempo pasado, convencidos que el tiempo en su transcurso es un elemento enriquecedor indispensable y que el tiempo va depositando en la historia de la humanidad el magma de sabiduría. En ustedes, ha quedado registrado en la resignificación de conceptos distintos acerca de la de vida, del hombre, de la sociedad, de la educación, del aprendizaje y de la enseñanza lo mismo que el ser profesor y el ser alumno y ese actuar en la relación pedagógica día a día en un salón de clases, probar y confirmar en la realidad que el ser no es algo fijo y material, sino que es esencialmente una relación. Una vez que ha dejado atrás lo Uno que no es, ha de hallar el camino que conduce a lo Uno que es como se concibe en la filosofía de Platón. (Jean Waihl, 1948).
Se han asomado al camino, de los conocimientos intelectuales cada vez superiores
y más frecuentes que se han convertido en la principal arma en nuestra
dialéctica cotidiana, prosigamos en él, comprobando cada vez que,
efectivamente la formación intelectual es el mejor instrumento para adoptar
una actitud crítica frente a planteamientos, posturas o teorías
que no nos convencen.
Por eso, la actitud crítica ha de echar mano de la ciencia y de la razón,
de planteamientos intelectuales serios para fundamentar su discrepancia. La
actitud crítica posibilita que las personas débiles puedan defenderse
de las actitudes prepotentes que tienden a imponer siempre su criterio, que
durante años, y por mucho tiempo, ha sido una técnica que se ha
ejercido con todo descaro.
El tiempo es memoria. Buscar ese tiempo, nuestro pasado, es hacer memoria de
mí que indefectiblemente nos incline hacia procurar ser mejor de lo que
se es, para ello hay que desarrollar las habilidades y fortalecer las capacidades
a través del estudio, imprescindible éste, para hacer algo con
seriedad en la vida. El estudio convertido en pasión, es el que hace
a los hombres singulares, dignos de ser escuchados, admirados y respetados (Martí
García).
Tomemos este paradigma representado en Don Benito Juárez, que en este año que se consagra a su memoria, y los libros que han publicado para honrarlo, sirva para conocer al Juárez de hoy que ha dejado de ser un poco el Juárez de ayer que conocemos y de quien habrá que conocer otra arista de su personalidad, la de escritor y literato como lo describe uno de sus biógrafos, Don Andrés Henestrosa, al decir,“No tendrán sus escritos el ropaje y galas que tienen los de sus contemporáneos mexicanos, puede carecer de luces estilísticas y de bellezas de expresión inesperadas. Hay en su prosa, en su pensamiento, la resonancia de los autores de la antigüedad, que el acompasa con la realidad de su pueblo y de su tiempo. Juárez no iría jamás a la tribuna a proclamar algo ajeno a la realidad y a sus convicciones o sólo por escuchar aplausos.
Juárez, decía. “La palabra, que fue dada al hombre para decir la verdad, degenera y se degrada, pierde su virtud si se miente con ella”. Palabra que no se concreta en acción, que no la anuncia, es palabra perdida. Es aire y va al aire. Es humo y en humo se convierte.
Su mejor defensa en su vida, son sus actos, son sus palabras y sus escritos. En sus palabras está, En sus actos se concreta: escueto, duro. Con palabras está hecha su estatua. Juárez sin embargo, está en espera de que se le rescate, a través de la difusión de sus discursos que transmite la verdad de su palabra. Esto lo deja ver en su primer discurso pronunciado en homenaje a Don Miguel Hidalgo para la conmemoración de la Independencia de México, en el que expresó gratitud al hombre ilustre, de quien decía, no es un capitán educado en la escuela de la guerra, El es un sacerdote humilde del clero mexicano, este es el dichoso mortal que el cielo destinó para humillar en México, la tiranía española. Este es el que osó ensayar entre nosotros aquella máxima respetable, de que el pueblo que quiere ser libre lo será. Este es el que enseñó a los reyes, que su poder es demasiado débil cuando gobiernan contra la voluntad de los pueblos. Este es el que enseñó, a pesar de su fausto y de su poder; y este es, por último el que nos trazó la senda que debemos seguir, para no consentir jamás tiranos en nuestra patria. (...) Pero ¡oh desgracia! Sus votos no han tenido cabal cumplimiento. Su patria, destrozada por la funesta guerra civil, presenta el aspecto de un campo de batalla. El edificio está levantado; pero no se ha podido consolidar. Para que la obra de la independencia que nos dejó encomendada el héroe de Dolores reciba su más perfecta consolidación, necesitamos de dos cosas: primero: imitar la resolución noble de Hidalgo, para trabajar en bien de la patria; y segunda, desechar de nuestro sistema político las máximas antisociales, con que España nos gobernó y educó por tantos años y que ahora la modernidad mal entendida, repite esa aniquilación.
El egoísta, lo mismo que el esclavo, no tiene patria ni honor. A migo de su bien privado y ciego tributario de sus propias pasiones, no atiende al bien de los demás. (...) Cuando hombres de esta clase se multiplican, la patria está próxima a la ruina.
Si no queremos ser el juguete de otras naciones; si queremos que el bien nacional se consolide, huyamos del egoísmo y de la apatía; castiguemos con el desprecio a aquellos hombres que cuando se trata de los intereses de la patria, y cuando ella reclama el socorro de sus hijos, se escudan con la ridícula frase de yo no pertenezco ni a unos ni a otros. Si el despotismo tiene aliados, y si la patria tiene enemigos feroces, lo son precisamente estos seres degradados e insensibles, que semejantes a los brutos sólo atienden al pasto que los alimenta. Purguemos a nuestra sociedad de esta raza perniciosa que le roe las entrañas, y lejos de imitar su conducta criminal, resolvámonos como Hidalgo a trabajar, no para saciar su ruin venganza. No para vivir en la opulencia a costa de la sangre de los pueblos, sino para hacer la felicidad y la gloria de la patria.
Imitemos a este personaje y preparémonos a conocer nuestras propias capacidades que es la mejor inversión que podemos hacer en la vida. Además este autoconocimiento nos lleva a la alegría. Satisface tanto sentirse útil a los demás y, contribuir a la felicidad de los otros. Nuestra inteligencia –también nuestro corazón- se crece ante nuestras conquistas. La riqueza interior a diferencia de la exterior no se improvisa, no puede conseguirse en un espacio corto de tiempo, sino que es fruto fundamentalmente de un largo acopio de lecturas, que requieren mucho tiempo. (Martí García, M. 2204)
Los libros que leemos nos marcan para siempre. Y los libros que no leemos nos marcan también para siempre dice Martí. Son muchas las cosas que denuncian esta no afición por las lecturas: desde el vocabulario hasta la misma problemática vital y su forma de enfocarla y resolverla. Quien no lee corre el peligro de estrellarse una y otra vez en sus propias obsesiones, cada vez más pobres y repetitivas.
En la lectura estriba nuestra riqueza interior. En el silencio de la lectura se va depositando en nuestro espíritu esa riqueza interior que será capaz de iluminarlo todo, como ya lo han vivido en el transcurso de esta carrera universitaria.
Conjuntamente con ustedes, los que trabajamos en la Unidad 094 de la UPN, nos
congratulamos y nos inyectamos de ánimo al verlos con la alegría
reflejada en sus rostros pero sobre todo, al pensar que se llevan con el conocimiento,
ese ideal de actuar con profesionalismo y con el empeño en dirigir con
todo el esfuerzo y capacidades personales (éticas y técnicas)
para hacer correctamente lo que se debe hacer y perfeccionar los servicios que
brindamos y con ello cubrir las necesidades de una sociedad que requiere ser
competitiva cada vez más, e iniciar con los cambios de todos los miembros
de la organización, pero antes que nada, con el cambio en uno mismo,
habilitarnos cada vez, para poder expresar ante nosotros mismos y ante los demás
con la virtud que caracteriza a los humanos, en el concepto de la raíz
de la palabra:“vir virtus” que significa fuerza, esfuerzo; así
que el que práctica diario y se esfuerza por vivir cualquier virtud tiene
la fuerza de vivir más intensamente y mejor. La virtud hace libre al
hombre lo hace señor de sí mismo y lo prepara para resistir y
acometer cuando sea necesario, en los aconteceres de la vida.
Queridos alumnos y ahora, estimados profesionistas, la profesión o la tarea que la persona escoge o toma para la forma de subsistir, representa una forma sustancial de lo que somos y el uso que hacemos del tiempo; bien que, asimismo lo son: las afinidades que se despiertan durante la vida, nuestros gustos, los pasatiempos, las devociones; del mismo modo que las frivolidades y los devaneos de cada uno.
Que su formación signifique, lo que la Universidad Pedagógica se propuso: promover el desarrollo profesional y personal, permitiendo la intervención en el ámbito más concreto del ejercicio, convertir la práctica docente en objeto de estudio, reflexión, crítica e innovación, con la idea de reconstruirla y transformarla.
México, nuestra patria, nos espera.
En un día 24 de junio del 2006, en el Distrito Federal. Refugio.
BIBLIOGRAFÍA:
Henestrosa, Andrés. Los Caminos de Juárez. FCE. COLECCIÓN POLPULAR, 119. Octava reimpresión. México, 1972.
Guarner, Vicente. El empleo del tiempo. Reflexiones y apuntes de un cirujano del siglo XX. FCE. COLECCIÓN POPULAR 668. Primera edición. México, 2005
Martí García, Miguel –Ángel. LA SENSIBILIDAD. Nada de lo humano e es ajeno. EDICIONES INTERNACIONALES UNIVERSITARIAS. Tercera edición. Madrid, 2004
SEP. HUEHUEHTLATOLLI, TESTIMONIOS DE LA ANTIGUA PALABRA. Estudio introductoria MIGUEL LEÓN PORTILLA. Trascripción del texto náhuatl y traducción al castellano LIBRADO SILVA GALEANA. FCE. Primera edición. México, 1991
UPN. CORRIENTES PEDAGÓGICAS CONTEMPORÁNEAS. ANTOLOGÍA.
México, 1991.