Florina González Camarillo
Cualquier intento por llevar a cabo un estudio de la relación entre la educación superior y el conocimiento que se genera en su interior en la era de la globalización, deberá partir del análisis profundo del contexto que rodea a nuestras universidades. Este contexto, desde mi punto de vista se caracteriza por:
1. La crisis general en el sistema social que se manifiesta en todos los ámbitos de la vida colectiva, la cual se encuentra marcada por transformaciones profundas pero contradictorias al mismo tiempo. Por un lado encontramos el impresionante avance de las fuerzas productivas a partir de las cuales se ha podido prolongar y mejorar la vida humana, pero que al mismo tiempo mutila y empobrece la vida de casi la mitad de los habitantes del planeta.
2. La crisis financiera iniciada en los años setenta, la caída del Socialismo real en los 90 y en consecuencia, el cambio del modelo económico del proyecto Keynesiano al neoliberal.
3. La organización de las economías del mundo que ha desembocado en la formación de bloques regionales con el fin de aprovechar sus ventajas competitivas en una economía cada vez más interdependiente y globalizada.
4. La mercantilización de la educación y la cultura.
5. La brecha cada vez mayor entre países pobres y ricos, así como la creciente polarización al interior de las naciones. Para Bauman, el efecto más tangible de la globalización es que divide en la misma medida en que une: las causas de la división son las mismas que promueven la uniformidad del globo, es decir, que junto con las dimensiones emergentes de los negocios, las finanzas, el comercio y el flujo de información, se pone en marcha un proceso «localizador, de fijación del espacio. Ambos procesos, globalización y localización se encuentran estrechamente interconectados e introducen una línea divisoria tajante entre las condiciones de existencia de poblaciones enteras, por un lado, y segmentos o elites en cada una de ellas, por otro. Los procesos globalizadores incluyen una segregación, separación y marginación social progresiva que se aprecia con gran nitidez en la distancia que se genera entre las elites cada vez más globales y extraterritoriales y el resto de la población, que está «localizada». Es en este sentido que la globalización y la localización no son sólo dos momentos o caras de la misma moneda, sino que son al mismo tiempo fuerzas impulsoras y formas de expresión de una nueva polarización y estratificación de la población mundial que la divide en ricos globalizados y pobres localizados. (Revista Sociológica, mayo-agosto, 2002, p. 266)
6. El esfuerzo de nuestro país por lograr la incorporación a los mercados internacionales, el aumento de la competitividad, así como el intento por alcanzar la modernización de la planta productiva.
7. El anhelo de la democratización de la vida política y del proyecto de una nación incluyente que reconozca a todos los grupos de la sociedad.
8. El impresionante desarrollo de la ciencia y la tecnología aplicados a los procesos productivos los cuales han originado importantes transformaciones en su organización, así como en las relaciones que se producen al llevar a cabo la producción.
9. El incremento del acceso así como de la distribución de la información como resultado del acelerado desarrollo de las tecnologías de la educación.
En la sociedad global se denomina sociedades del conocimiento o de la información a los países de mayor desarrollo económico o industrial, cuyo rasgo central es ubicar al conocimiento y a la información como los ejes sobre los cuales se realiza la nueva distribución del poder y la riqueza. En estas sociedades una de las transformaciones más significativas que se ha producido ha sido la introducción generalizada de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en todos los ámbitos de la vida social.
En la sociedad de la información el espacio y el tiempo ya no condicionan la interacción social, del mismo modo que las fronteras y los límites nacionales no representan barreras para la circulación del capital, de la información, de los mercados, incluso del trabajo o de las relaciones interpersonales.
Se entiende por nuevas tecnologías de la información y comunicación el conjunto de procesos y productos derivados de las nuevas herramientas (hardware y software), soportes de la información y canales de comunicación relacionados con el almacenamiento, procesamiento y transmisión digitalizados de la información.
Se pueden sintetizar las características más distintivas de las nuevas tecnologías en los siguientes rasgos: inmaterialidad, interactividad, instantaneidad, innovación, elevados parámetros de calidad de imagen y sonido, digitalización, influencias más sobre los procesos que sobre los productos, automatización, interconexión y diversidad.
La digitalización supone un cambio radical en el tratamiento de la información, permite su almacenamiento en grandes cantidades, por ello, está cambiando el soporte primordial del saber y el conocimiento, lo cual sin duda ya esta repercutiendo en el saber y el conocimiento. (Ibid, p. 269)
Los cambios que se están generando con la revolución tecnológica en los medios, canales y soportes de la información se observan claramente en las transformaciones de la estructura productiva de las sociedades. En las economías industrializadas la prosperidad se basa en su capacidad para crear ventajas competitivas, lo que a su vez depende de su habilidad para reconfigurar el conocimiento.
En la sociedad global el conocimiento formal es considerado como el recurso personal vital y como el recurso económico clave.
Estas economías basadas en el conocimiento se desarrollan sobre un paradigma técnico-económico inexplorado, que involucra la utilización de nuevas tecnologías y formas organizativas modificadas, lo cual es resultado de lo que se ha denominado la «tercera revolución industrial», que implica la incorporación de la alta tecnología en el aparato productivo, la sustitución de materiales y energías convencionales, la generalización de la información en el proceso de producción y la implementación de novedosos métodos de gestión. Cuestiones que han generado una significativa recomposición del orden económico internacional del trabajo y el mercado mundial. (Ibid. p. 270)
Este paradigma toma como base un modelo flexible de producción diferenciado e integrado, cuyos ejes fundamentales son:
1) La optimización de la producción global.
2) La integración de la investigación con el desarrollo, producción y comercialización.
3) La producción para el mercado.
4) La producción de bienes diferenciados de calidad con base en costos decrecientes.
Todo lo anterior se refleja en dos factores que intervienen cada vez con mayor fuerza en la revalorización, de las mercancías: El factor tecnológico y la formación de recursos humanos altamente calificados.
Bajo este paradigma técnico-económico, la productividad descansa fundamentalmente en la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la administración, y no tanto en la cantidad de capital o trabajo. Esto se debe a que la incorporación de conocimientos, procesos o productos científicos –mediante nuevas tecnologías, investigación y desarrollo o bien por la vía de la adaptación y la reconversión – ha situado al conocimiento en la posición de principal fuerza productiva. Desde esta lógica, el conocimiento mismo se convierte en una mercancía clave, producida y vendida en condiciones que están cada vez más organizadas sobre una base competitiva. Por lo tanto, dicho paradigma responde a las nuevas bases sobre las cuales se define la competitividad internacional que de acuerdo con el CEPAL y la UNESCO, dependen cada vez más del talento, empresarial y nacional, para difundir el progreso técnico e incorporarlo al sistema productivo de bienes y servicios. (Ibid. p. 271)
Son cuatro los puntos sobre las cuales se fundamenta la actual competitividad internacional:
Esta nueva forma de concebir el papel del conocimiento en las sociedades modernas, especialmente para su desarrollo económico tiene importantes implicaciones entre las que destacan:
Ante los avances de la ciencia y el desarrollo de la tecnología se han incrementado y transformado las formas de trasmisión del conocimiento en los diferentes centros y niveles educativos. Por ello, la educación en general y la superior en particular se ha visto en la necesidad de redefinir su papel al interior de la sociedad ante las fuertes presiones de los planes gubernamentales y la dinámica del mercado globalizado.
Tradicionalmente la universidad desarrolla tres funciones básicas: la docencia, la investigación y la difusión de la cultura, las cuales al iniciarse el siglo XXI no pueden aislarse de la economía post-industrial, en la cual la productividad descansa fundamentalmente en la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la administración, más que en la cantidad de capital o trabajo. Por eso los procesos educativos y de formación están siendo redefinidos lo que se refleja en el nuevo discurso pragmático que se maneja al interior de la UNAM, en las prácticas educativas que hacen hincapié en el valor del dinero, la responsabilidad social y la planeación.
Bibliografía
Alcántara Santuario, et. al., Educación, democracia y desarrollo en el fin de siglo, México, Siglo XXI, México.
Cárdenas Cabello, Claudia, «Sociedad del conocimiento y educación permanente; los desafíos de la educación superior pública en México», en Revista Sociológica, Universidad Autónoma Metropolitana, Año 17 No. 49, mayo-agosto, México, 2002.
Articulo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 D.F. Centro, México. Se permite su uso citando la fuente. Dirección u094.upnvirtual.edu.mx