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Breve escrito sobre Alexander Von Humboldt

Vicente Paz Ruiz

Director de la UPN 094

«Lo inaccesible ejerce una secreta fascinación, lo hermoso y prohibido exacerba la codicia por poseer aquello que no es sino de Dios»

La vida, una cosificación de un proceso, un antónimo para discernir lo inerte, ha sido estudiada en sus expresiones pero no como entidad independiente, la radiación que este fenómeno ha tenido ha maravillado a los hombres de todas las épocas, nosotros mismos somos productos de ello, los filósofos griegos como Platón, Aristóteles y Epicuro intentaron explicarla de manera racional, contraria a las ideas de su origen y destino mitológico, tal como la estricta adhesión a la Biblia lo pregona. El pensamiento medieval invocaba toda suerte de fuerzas ocultas para explicarla, este pensamiento animista y mágico fue desgastándose hasta dar paso a otra idea mecánica de la vida, Descartes fue uno de sus principales impulsores, fue quien quitó el alma a los animales y plantas, esta imagen de precisión cósmica fue completada por los estudios de Newton y Galileo. Desde Galileo hasta el siglo XVIII, se dio una lucha en Biología entre las explicaciones de la vida mecanicistas y las vitalistas, los avances en Física y Química inspiraron otro resurgimiento del fisisismo, dejando de lado el florecimiento del vitalismo que bullía en Francia y Alemania, a finales del siglo XVIII e inicios del XIX Alemania era el país donde más estudios biológicos se realizaban, ello debido en gran parte a la influencia de un naturalista, Alexander Von Humboldt (Mayr, 1995).

Humboldt pertenecía a una nueva raza de investigadores, los naturalistas exploradores de quienes se decía « jamás navegaron antes por el mar personas mejor equipadas para efectuar investigaciones de historia natural», fue estimulado a viajar por George Forster, naturalista del malhadado capitán Cook en su segundo viaje de circunavegación. Cuando falleció la madre de Alexander, en 1776 le heredó bienes propios, con ellos dedicó tres años al estudio y luego partió hacia las tierras equinotciales (América del sur , central y México) durante cinco años recogió ricas colecciones (1799-1804) como filósofo natural, era integrador del trabajo de otros especialistas, el principal ayudante que tuvo fue J. A. Bomplad, brillante botánico quien a sus 22 años se convirtió en un autoridad en la materia al delinear 3000 especies de plantas descubiertas en sus viajes (Rattray, 1964)

Alexander Von Humboldt había nacido en Berlín un 14 de septiembre de 1769, hijo segundo de un comandante prusiano, chambelán del rey, tuvo como preceptor a Cristian Kunth, quien lo crío en Tegel y despertó en el entonces niño el gusto por la naturaleza, coleccionó flores, plantas, mariposas y rocas, en 1783, cuatro años después de la muerte de su padre fue enviado a Berlín a fin de incrementar su saber y desarrolla habilidades para el dibujo, en 1789 se reúne con sus hermanos en la Universidad de Gotinga, reconocida como escuela de ciencias, sitio donde estudia anatomía, fisiología, historia natural, geología, es aquí donde conoce a Forster quien con sus relatos de tierras extrañas y costumbres paganas inspiraron al joven, quien a los 21 años publica su primer artículo sobre basaltos del Rin. No obstante, como rico heredero sigue la tradición familiar y estudia en la escuela de comercio de Hamburgo, paralelamente de manera informal se desarrolla en Botánica y mineralogía, posteriormente estudia en la escuela de minería de Friburgo, lugar que le sirvió para experimentos de gabinete y donde escribió un tratado sobre flora subterránea. De ahí pasa a Baviera a trabajar como superintendente de minas, inventó en ese tiempo un respirador de aire puro y una lámpara segura para evitar explosiones subterráneas.

En 1796 muere su madre y recibe una cuantiosa herencia, con este recurso planea recorrer el mundo en viaje de exploración, tres años después acompañado por J.A. Bompland viaja a Madrid donde Carlos IV le concede permiso para explorar, las posesiones españolas en América. Se hace a la mar en la fragata «Pizarro» rumbo a Cuba, puerto donde le es negado anclar por un brote de fiebre en su tripulación, llegando a lo que era parte de Nueva Granada (hoy Venezuela)

Las selvas Amazónicas son las galaxias de la tierra, son el arcoiris para la paleta de un pintor, son la máxima expresión de divesidad y densidad de vida, esto es lo que los asombrados ojos de Alexander no pueden creer, lo asombra la infinita diversidad de las nuevas formas de vegetación, para él desconocidas, debido a su formación en geología asocia a cada tipo de vegetación un tipo de terreno, es el primero que hace esta asociación, antes de tres meses reúne 1600 ejemplares de plantas 600 de ellas nuevas especies, no solo eso, describe el cause de los ríos que recorría, las costumbres de los nativos, los animales que veían y las formaciones y depósitos de minerales (Greene, 1992)

En 1801 llega a Perú, segundo virreinato de importancia en América, es aquí donde contempla los Andes, aunque no la descubrió hace cuidadosas mediciones y observaciones de la fría corriente peruana, llamada hoy en su honor corriente de Huhmboldt, establece una marca mundial en el Ecuador con su escalada al Chimborazo, a 5520 msnm, acompañado por Bompland y su guía Montufar, sufriendo mal de montaña, gingivitis hemorrágica y hubiese llegado a la cumbre si no encuentran una grieta del glaciar. En su asenso dibujó la cima anotando los nombres de innumerables plantas y las correspondientes alturas donde las encontró, apuntando cuidadosamente las últimas criptógamas a los 5160,6 msnm, su objetivo de averiguar el influjo del clima sobre las plantas, o como decimos ahora de la biogeografía, fue cumplido, determinando varios ecotonos, estudios como estos dieron origen al concepto de asociaciones, Humboldt observó que ciertas plantas se muestran siempre asociadas a otras, por tener ahí condiciones de suelo y/o clima similares, las variaciones de las condiciones hacen que varíe la expresividad de la planta, así a una altura, por ejemplo las hojas de una de ellas son mas grandes que las de la misma especie a otra altura o bien al haber mayor cantidad de luz predomina una que antes era poco conspicua.

Después de estudiar el guano de las aves de las costas del pacífico sudamericano, estudia la corteza de la quina y arriba a la Nueva España por el puerto de Acapulco en 1803, iniciando de inmediato varios viajes de exploración del puerto a la Ciudad de los palacios, como la nombró, ahí es atendido por el LVI Virrey, José de Iturrigaray, este gobernante es de mal recuerdo era un hombre ambicioso y sin escrúpulos, ya que desde su llegada a Veracruz introdujo un contrabando pasándolo por su equipaje, tan pronto como arribó a la capital, viajó a Guanajuato donde recibió un «regalo» de 1000 onzas de oro que le hacían los mineros de aquella ciudad. Se le condena además por su actitud represora, ya que condenó a Primo de Verdad, precursor de la Independencia de la colonia, asimismo le toco en suerte poner en estado de guerra al virreinato por la invasión napoleónica a la península, esto provocó un movimiento autonómico que fue reprimido duramente por él, lo que dio origen a su aprensión y destitución por una rebelión de españoles, él fue quién puso a los pies de el Barón Alexander toda la información económica y política que le fue requerida del virreinato así como información de la distribución de minas y yacimientos y sobre todo de la expedición científica de Sessé y Mociño, iniciada desde 1777.

Una de esas facilidades fue conocer y emplear las instalaciones del Real cuerpo de minería, con sede en el palacio del mismo nombre, aquí conoció a toda una eminencia del ramo en su época, el vasco Fausto de Elhuyar, director del cuerpo y quien diez años antes había descubierto el Tungsteno, elemento químico al que bautizó como Wolfranio, el vasco fue le primer profesor de química en México colonial su escuela era modernista ya que se basaba en los libros de Lavoisier.

Sabido el interés de Humboldt por la minería y geología recorrió las formaciones de la sierra de Pachuca y Real del Monte, aquí conoció a Andrés Manuel del Río, químico quien en 1801 descubrió el Eritronio al que hoy conocemos como Vanadio, pero su falta de roce internacional no le permitió reconocerlo sino como cromo, viajó desde Zimapán para entregarle las muestras purificadas de mineral que le permitieron llegar a su hallazgo, habremos de decir que en 1830, trabajando con «ciertas muestras» Sefstron redescubrió el metal dándole su nombre actual Vanadio, esto pudo ser por las muestras que Alexander le llevó para su análisis y que al parecer olvidó decir de donde eran y quien las había purificado.

No solo recorrió Real del Monte, sino que describió con lujo de detalle las costumbres y detalles de la vida de Guanajuato, Puebla, Veracruz entre otros sitios, realizó travesías de inspección en el Valle de México y sus alrededores, escribiendo entre otras obras «Ensayo político sobre el reino de la Nueva España», después de abandonar el país por el puerto de Veracruz, se dirige a Estados Unidos, con motivos que la historia no ha aclarado, ya que recordemos que el permiso otorgado por Carlos IV fue para explorar sus colonias no las de influencia anglo, con quién por cierto tenía una honda rivalidad, en Filadelfia y Washington conoció a Jefferson e hizo intercambio entre la comunidad científica de ese país, a quienes reveló de las riquezas de las colonias españolas, y principalmente de México, considerada la décima potencia comercial de entonces. Después cinco años y 75000 km regresa a Alemania, realizó otro viaje a Asia a los Urales por invitación del zar Nicolás, posteriormente radicó en París, su monumental obra que consta de 30 volúmenes a razón de uno por año, «Voyages aux régions équinoctiales» , escrito en colaboración con Bompland, fue editada por él mismo en la mayor parte, por lo que gastó su fortuna en ello, no obstante se convirtió en mecenas de investigadores como Agassis (Paleontólogo) y Gaus (Matemático) sus obras son importantes aún hoy por su contenido científico e histórico y se reconoce su promoción sobre América, especialmente de México, al que dedicó un apartado completo, sin embargo su obra maestra como pensador fue Cosmos editada en cinco volúmenes, donde hace gala de sus conocimientos de todos los ámbitos de la ciencia y filosofía.

El trabajo del Barón es reconocido mundialmente por su aporte en la descripción de nuevas especies, de sus ideas sobre biogeografía y las asociaciones geológicas que hacía con la flora de un sitio, el elevara a rango de ciencia a la Geografía es su mérito, además realizó estudios sobre magnetismo terrestre y vulcanismo, creo la climatología e ideó el sistema de isotermas de uso actual, si recordamos que en Alemania del siglo XIX renacía el fisisismo, entenderemos porque realizó varios autoexperimentos con electricidad y nervios. Falleció en Berlín en 1859, año de publicación de «Sobre el origen de las especies» de Ch. Darwin, quien por cierto reconoce la influencia que éste tuvo sobre él.

Si bien en general su trabajo en América fue precursor, de manera específica para la Nueva España no fue el caso, él se basó en los trabajos y hallazgos de la Real expedición botánica a la Nueva España, realizada de 1787 a 1803, de triste final. Haciendo un poco de historia sabemos que los españoles que llegaron a México aprendieron de los naturales su conocimiento sobre la flora y fauna autóctona y que antes de adecuarse a esta como base de su economía y forma de vida, introdujeron plantas domesticadas ya por ellos, por lo que perdieron poco a poco el interés por conocer más de la riqueza biótica del país. Cincuenta años después de la caída de Tenochtitlan, el protomédico del rey Felipe II, Francisco Hernández llegó a nuestro país con la intención de conocer sobre recursos naturales que esta tierra ofrecía, sus viajes prendieron el interés por conocer nuestro territorio, ya que su fama creció por sus expediciones realizadas.

El año en que Humboldt llegó a la Nueva España, 1803, los científicos de la Real expedición Botánica llevaban ya más de quince años en estos trabajos, estudiando desde Punta Nutka en Vancuver hasta la frontera entre Honduras y Nicaragua, esta expedición recorrió más de 30,000 kilómetros comprendidos entre estos límites colectando una gran numero de muestras de flora, fauna, minerales y registros de costumbres. La expedición fue coordinada desde la ciudad de México por Martín Sessé y Lacasta, español peninsular secundado por el anatomista José Longinos Martínez, los farmacéuticos Jaime Senseve y Juan Castillo, el botánico Vicente Cervantes y otros naturalistas, acompañados para el registro gráfico por Vicente de la Cerda y Atanasio Echeverría, destacados artistas de la academia de San Carlos, a ellos se unió en 1789 José Mariano Mociño, el primer botánico moderno de origen mexicano, nacido en Temazcaltepec, Edo. Mex.

Para preparar botánicos que identificara las muestras mandadas a Sessé, en 1788 se inauguró la cátedra de botánica en la Pontificia Universidad de México y en los jardines del palacio del Virrey. Con los botánicos en formación se realizaron las primeras colectas en las lejanas tierras del malpaso (pedregal de San Ángel), e inician el trabajo en tierras aledañas a la capital iniciando desde Xochimilco hasta Acapulco, terminado ahí su trabajo, se enfilan al Bajío, donde se dividen para formar tres grupos que recorrieron de Baja California a Veracruz e incluso llegaron a Guatemala pasando por las planicies del Golfo, aprovechando que la expedición de circunavegación de Alejandro Malaspina tocaba los puertos de Acapulco y Nayarit (San Blas) Mociño y Echeverría se embarcan para contribuir a los fines de la corona española.

Para 1794 Mociño viaja hasta Nicaragua, pero la diversidad de Guatemala es lo que lo prenda, ahí estudio el añil y su cultivo, registró y colectó una gran cantidad de ejemplares que envió a la capital del virreinato para publicar la Flora de Guatemala obra inédita como desafortunadamente quedaron la mayoría de los trabajos de esta expedición, cabe destacar que da nombre científico al quetzal (Pharomacrus mocinno de la Llave) y registra su comportamiento.

Después de 16 años de trabajo y por órdenes del rey, Mociño y Sessé se embarcan en Veracruz rumbo a España para editar la Magna tarea pensada para dos grandes obras: «Planta Novae Hispania» y «Flora Mexicana», los problemas de la corte y sobre todo el desconocimiento de la importancia científica de la obra dieron al traste con las buenas intenciones y años de trabajo, los que en su mayoría se conservaron inéditos.

La calidad del trabajo quedó fuera de toda duda desde su elaboración, así como los registros pictóricos de Echeverría y de la Cerda, las acuarelas del primero sirvieron incluso de guía a De Candolle, quien quedó maravillado de la habilidad del pintor llegando a decir « uno de entre ellos, Echeverría sobrepasa la precisión que logra de sus dibujos la belleza, el rigor y colorido de sus flores al de cualquier artista de Europa», ellos contribuyeron con más de 2000 láminas para referencia de la ciencia de aquella época.

Citaré aquí una nota de Gómez Vázquez « el especialista que por varias décadas se ha dedicado al estudio de esta expedición, el doctor Rogers Mc Vogh, de la Universidad del Norte de Carolina, ha consignado que si la «Flora Mexicana» hubiese sido publicada como ellos esperaban, se le consideraría, en la actualidad, como un trabajo fundamental sobre botánica neotropical, anticipándose a obras como Nova genera et Species de Huboldth, Bompland y Kunth».

Para terminar diremos que hace poco en colegio de San Ildefonso se montó una exposición sobre los viajes de Humboldt, a todas luces merecida por el auge que dio a los estudios que se realizaron posteriormente sobre América, no obstante creo que queda pendiente hacer un reconocimiento similar al menos, a los integrantes de la expedición científica más importante de su tiempo en México y de mucho tiempo después, la Real expedición Botánica de la Nueva España, ellos fueron nuestros Humboldts.

Referencias

Rattay - Taylor, G. 1964. Las ciencias de la vida. Labor, Barcelona.

Mayr, E. 1995. Así es la Biología. Sep – Biblioteca del Normalista, México.

Greene, J. 1992. 100 grandes científicos. Diana, México.

Gómez Vázquez, H. 1997. Viajeros naturalistas y científicos del siglo de las luces. México desconocido, N° 240, Febrero.

Articulo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 D.F. Centro, México. Se permite su uso citando la fuente. Dirección u094.upnvirtual.edu.mx