Me acuso adepto del positivismo

Vicente Paz Ruiz
Director de la UPN 094 D.F. Centro

 

Aún recuerdo mi ingreso a la facultad de Ciencias de la UNAM, a este sitio llegué, como la mayoría de mis compañeros, sin tener noción que ahí se enseñaba a hacer ciencia, la mayoría de nosotros veía a la Biología como una aventura, porque estudiaba a los animales y a las plantas en su entorno, era la época de J. Costeaou y su «Calypso», pero no teníamos idea de cómo se realizaba esto. Con el paso del tiempo y de muchos maestros, nos dimos cuenta de que cada área de la Biología, de la cual se nos presentaba una visión restringida, tenía una forma particular de hacer este estudio, todos, sin embargo, se parecían, tenían algo en común, todas menos una la Biología Evolutiva.

Lo común que tenían las diferentes áreas de la Biología para hacer ciencia, era que se apoyaban en conocimientos previos centrales o nucleares, a las cuales se les llamaba teoría científicas; estos, se nos decía, se derivaban de hechos, de experiencias adquiridas mediante la observación, el ver, oir, tocar, en algunos casos experimentar, es una ciencia objetiva, fiable y comprobable, una ciencia inductivista. Esto es, deriva de enunciados universales a partir de singulares. En este campo, las observaciones o enunciados observacionales que logra un hombre de ciencia, sólo se puede considerar como conocimentos conocimientos objetivos, verdaderos y válidos se dan a conocer a la comunidad científica, para ser utilizados y/o criticados por sus miembros.

Esta, es una forma positiva de hacer ciencia, los biólogos hacen ciencia positiva, casi en todas sus áreas. Para Ian Hacking (1996) son seis los instintos positivos quen nos permiten reconocer las características a partir de las cuales podemos identificar un carácter científico o positivo:

1.- Un hincapié en la verificación o alguna variable de la falsabilidad.

2.- Proobservación, lo que podemos ver, tocar y recibir por los sentidos proporciona el mejor fundamento para el resto de nuestro conocimiento no matemático.

3.- Anticausa, no hay causalidad en la naturaleza, más allá de las constancias con que los sucesos de un tipo son seguidas por sucesos de otro.

4.- Restar importancia a las explicaciones, las explicaciones pueden ayudar a organizar fenómenos, pero no proporcionan ninguna respuesta más profunda a las preguntas sobre porqués, excepto para decir que los fenómenos ocurren regularmente de tal o cual manera.

5.- Entidades antiteóricas, los positivistas tienden a no ser realistas no sólo porque restringen la realidad a lo que es observable, sino también porque están en contra de las causas y explicaciones dudosas.

6.- Los positivistas se oponen a la metafísica, esto es, lo no verificable, lo no observable, la causalidad, las explicaciones profundas, las explicaciones dudosas.

Intentaré enseguida explicar con mayor profundidad en cada uno de los puntos anteriores, dando un ejemplo que se puede reconocer en Biología y cuando sea posible en ciencia social.

La verificación

En su introducción a «El positivismo lógico», A.J. Ayer, menciona que la metafísica debe de ser eliminada de las mesas de discusión sobre la lógica y la verdad, él propone como algo contrario al lenguaje y significado el principio de verificación, esto es apoyado por Van Fraassen, al decir que «mi propia posición es que el empirismo es correcto…» y subraya que cualquiera que sea el interés de la filosofía del lenguaje, tiene poco valor para la comprensión de la ciencia. La verificación busca refutar ideas con ideas construidas a partir de experiencias, nunca sin ellas o con semántica, sino buscando un lenguaje común, el científico con amplio «significado cognitivo», lo que hará diferente una mala conversación científica de un discurso científico. Esto lo podemos constatar en al actualidad con la polémica de la clonación de humanos, un discurso metafísico como el de la secta de los raelianos, confunde por su uso de términos científicos pero alejados de un conocimiento real de la disciplina en cuestión, la Biología. Ellos buscan clonar sujetos para que perpetuen los moldes (sujetos) que le dieron origen; pretenden que los sujetos clonados sean copias idénticas, tal vez algún día lo sean físicamente (algo muy cuestionable) pero, el pensar que será una copia con la misma personalidad y conciencia está muy alejada de cualquier experiencia o teoría (aceptada) conocida, están jugando con aspectos no verificables.

La razón es básica para un discurso evolutivo, la historia de vida de una población es única e irrepetible y es la que da origen a la personalidad y conciencia de grupo, si esto lo ubicamos a un sujeto se vuelve más crítico, no puede repetirse una historia de vida, la complejidad que aducen los sociólogos al respecto es abrumador, baste decir que ellos se conforman con reconstruir una porción de ella, luego ¿cómo podríamos reconstruir y reproducir una historia de vida idéntica?, la lógica no favorece a los raelianos y su discurso se vuelve una mala conversación científica.

La preobservación

Para argumentar sobre este punto recordemos que fue A. Comte, quien sentó las bases de lo que se conoce como positivismo, él señala que el espíritu humano en su evolución pasa por etapas para explicar las cosas, primero una teológica, donde las divinidades son causas de todo, luego se pasa al periodo metafísico, en el que se sustituyen los dioses por entidades teóricas de ciencia incompleta y por último se arriba al estado de la ciencia positiva. El aporte de Comte es fundamental en el sentido de que todo conocimiento puede ser verdadero o falso, pero esto sólo es posible saber si hay una forma de indagar la «positividad» – ser candidato para verdad o falsedad – esto requiere de una nueva forma de pensar, esa nueva forma de razonamiento, es el positivismo, un nuevo dominio de discurso.

Como vemos es de raíz empirista, pero ver y sentir no es suficiente, lo realmente importante es observar con la intención de discernir entre lo verificable y lo que no lo es, esto es ver sobre la positividad. Karl Popper, y espero que no se retuerza en su tumba, busca esa positividad dándole el sentido de la falsabilidad, su similitud con la positividad de Comte es, creo, evidente.

Observar, en el positivismo, es la base de la experiencia, lo observable puede adoptar la categoría de falsable, en tanto que de lo no observable, de aquello que directa o indirectamente no deja evidencia es inútil hablar en un discurso científico. Este es un problema muy presente en la Psicología, hablar del «yo», del ego, eso que está por ahí, cerca del cerebro, que nos hace actuar, pero que no se puede ver, es lo que ha hecho que la psicología como ciencia (positiva) no sea aceptada, situación contraria de la teoría de la conducta, que lejos de preocuparse por esa cosa que está por ahí cerca del cerebro, se ocupa de las respuestas observables de los sujetos.

La anticausa

Hume lo argumenta con una lógica elegante, « decir que se observó que B siguió de A, no quiere decir que A por algún poder intrínseco causa B, sólo quiere decir que las cosas del tipo A son seguidas por cosas del tipo B de manera regular». Creer que A causa B, es una herencia Newtoniana, propia de la lógica de los físicos; por ejemplo si leemos su tercera ley «a toda acción corresponde una reacción de igual magnitud y dirección inversa …», no nos cabe la menor duda que (la acción) A, causa (la reacción) B. El poder del genio de Newton opacó cualquier luz de razón que discerniera que A no causa B, sino que es seguido de manera regular. Para un empirista puro es evidente que no debemos de buscar causas, sino regularidades; sin embargo, estas regularidades deben de ser lógicas, para no caer en los excesos que las explicaciones causales caen.

Por ejemplo, dentro de la Teoría Evolucionista, se derivó una rama causal llamada programa adaptacionista, que respondía a todo aquello que concerniera a cambios de las poblaciones con explicaciones causales de tipo evolutivo. Así, a la pregunta de por qué tenemos nariz, ellos contestaban que era para que pudiéramos usar lentes, los anteojos eran la causa de esta adaptación. No tan obvio, pero en la misma línea se puede preguntar, porqué los peces tienen aletas, es obvio, para nadar. Este punto de anticausa es relevante, ya que es común escuchar que los positivistas son causalistas y como vemos no es así.

Restar importancia a las explicaciones

Se ha discutido mucho sobre la naturaleza de la teoría y su influencia en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, se le ha divinizado tanto que se le ha querido hacer normativa, cualquier filósofo acepta que el conocimiento no es normativo, no nos dice como actuar, como sería las reglas o normas sociales, estas si le dicen a un científico como actuar. Ahora, las explicaciones, entendidas como argumentaciones teóricas, nos permiten explicarnos algo sobre un fenómeno o una causalidad construida, pero, no nos dicen por qué pasa, nos la intenta explicar, pero creer que la naturaleza se comporta según las reglas (regularidades) que les dictamos es absurdo.

Esto se puede mostrar al entender el «descubrimiento». El descubrimiento es la interpretación de una regularidad, de su construcción para explicarnos un fenómeno, por ejemplo los organismos se parecen a sus padres e hijos desde antes que Mendel lo notara, los animales no se empezaron a parecer a sus ancestros a partir de conocerse las Leyes de Mendel sobre la transmisión de caracteres, él sólo encontró una regularidad. El pudo hacer predecible una regularidad, pero la forma en que lo explicó, no hizo que la regularidad observada cambiara. Las explicaciones no modifican a la realidad.

Entidades antiteóricas

Los positivistas tienen en este aspecto la suma de su forma de pensar, sólo lo real, (sepa Dios que es realidad) es estudiable, verificable y por lo tanto confiable en acercarse a la explicación de la verdad, lo observable debe de ser tangible, no una derivación de lo primero, porque entonces se vuelve dudoso. Durante mucho tiempo, al menos del Renacimiento a nuestros tiempos, se ha partido de querer hacer que la naturaleza se comporte según las regularidades que nosotros construimos, una frase de Galileo lo resume, «estoy seguro sin observaciones que el efecto sucederá tal como lo digo, porque debe de suceder así» (Estrada-Gasca, 1991) El método de Galileo es común al empleado en la actualidad por las ciencias experimentales, muestra dos componentes, la parte matemática o racional con sus estructuras axiomáticas y la experimental, el elemento empírico que por cierto, no es la simple observación positiva del mundo, sino la instrumentación de fenómenos cuyos resultados respondan a una pregunta planteada. Los positivistas simplemente dicen que nada garantiza, para el caso descrito, que la naturaleza se comporte matemáticamente, no existe por definición, un principio de economía que rija a la naturaleza, ¿por qué la naturaleza se debe de comportar de acuerdo con leyes simples? Esos son sin duda resabios platónicos.

La situación planteada en este apartado, es lo que Reichenbah separa como juicios verdaderos a posteriori y a priori, según esto si un juicio es verdadero a posteriori entonces o está fundado en la experiencia en cuyo caso se llama a posteriori o no lo está, llamándose a priori. En el primer caso, si vemos un árbol y decimos, el árbol es verde, es un juicio a posteriori basado en la experiencia, podemos volver atrás y ver el árbol para saber si el juicio es verdadero, pero si decimos la esfera es un cuerpo perfecto porque equidista de su centro a cualquiera de sus puntos externos, realmente nunca hemos visto una esfera (¿o sí?, recuerden a Platón por favor) luego al preguntarle a un matemático, cómo sabemos que es verdadero el juicio que nos dio sobre la equidistancia de los puntos de la esfera, él trazará líneas en un papel y nos explicará relaciones en su dibujo, pero no medirá las distancias de la esfera, acude a ciertas verdades llamadas axiomas de las cuales deriva la idea lógicamente, la ventaja del método axiomático es que no recurre a la experiencia, luego no la explica. Para Platón esto está resuelto en el mundo de las ideas, pero para los positivos, las ideas nunca serán superiores al mundo físico, de ahí se deriva y reafirma el sentido del empirismo como base del positivismo, que es una forma de ver éste en un tiempo y sociedad determinada.

Se puede observar porqué los positivistas tienden a no ser realistas, no solo porque restringen la realidad a lo que es observable, sino también porque están en contra de las causas y explicaciones dudosas y los juicios a priori lo son para ellos.

Los positivistas se oponen a la metafísica

Las ideas sobre objetos concretos y observables, son la base del discurso positivo, la intervención de la mano del hombre para analogar a la realidad con fenómenos que un científico construye en su laboratorio se han ampliado en sus expectativas y método que pareciera que la respuesta de la ciencia como elemento explicativo y analítico de la realidad se obtiene de la teoría, está se ha desprendido tanto de su raíz observable que la ha llegado a negar, por ello los positivistas, buscando no perder piso de lo que es y no de lo que parece o pudiera ser, niegan como válido todo conocimiento que no sea falsable, que no se pueda observar sentir o percibir, que sea causal, que se base en explicaciones teóricas antes que en hechos y en los juicios a priori.

Se podría pensar que la metafísica es el mundo de las ideas, el idealismo de Platón, pero eso sería poner en blanco y negro un arco iris, a manera de ejemplo podemos hablar de la clasificación de los organismos por el color de su sangre, que realizaron los griegos, nos dicen que existen diferencias entre las especies, pero decirlo y argumentarlo son dos cosas diferentes, los corrimientos de proteínas y más aún las codificación del DNA de la sangre o incluso los métodos fenéticos nos llena de argumentos, que en su momento Aristóteles no tuvo, él desarrolló sólo especulaciones, no tuvo criterios para evaluar si su representación era o no la realidad.

Esta forma de pensar libremente y argumentar con lógica no con evidencias da paso a la metafísica como nos interesa, la que trata de dar visiones alternativas de lo físico, es la que trata de los criterios de la realidad, intenta distinguir entre los buenos sistemas de representación y los malos o sirve para clasificar representaciones. En todos los casos, estudia ideas que no tienen que ver mucho con lo observable, sino con cosas que no se pueden observar, argumentar con evidencias concretas o probar, y si nos apuramos, busca ordenar los sistemas de ideas que modelan la realidad. Así los positivos se oponen a esta forma especulativa de pensar, ya que no habla de lo que observa, sino de la forma en que se observa, no habla de la realidad y de la construcción de fenómenos, sino de la forma en que se validan estos, luego no es concreta, no tiene un soporte objetivo, es explicativa y generalmente se apoya en juicios a priori.

Botones de muestra de nuestro lenguaje madre

La sociología es un área que se ha desgarrado entre las tendencias positivas y las no positivas, en el primer caso se encuentran sus trabajos instrumentalistas de corte numérico o cualitativo, ambos se caracterizan por el uso de encuestas y escalas (v.gr. Likert, Gutmann) dentro de las tendencias no positivas se encuentra el trabajo con enfoque etnográfico, en esta línea se concibe a la educación «como fenómeno conformado social e históricamente, como un algo inexplicable salvo dentro del contexto social particular donde se da», la re –construcción de la escuela como objeto de estudio a partir de lo que es y no de lo que debería, requiere de una perspectiva no evaluativa, para identificar los elementos que expliquen su cotidianeidad (Ezpeleta y Rockwell, 1983) Dado el carácter de esta forma de trabajo se manejan intenciones al observar el trabajo cotidiano para su análisis, sin embargo la base de este análisis es la observación concreta del sujeto y sobre todo de sus relaciones, es interesante ver como encadena regularidades entre el contexto que le da sentido al trabajo del docente y las respuestas que el maestro tiene en grupo, si bien no generaliza, particulariza, la forma en que analiza el trabajo el investigador deja abiertas visiones alternas de lo que el ve.

No es difícil notar que esta forma de trabajo tiende a ser verificable (deja abiertas visiones alternas) se basa en la observación (observa y registra el trabajo cotidiano) y es anticausa (el trabajo educativo tiene sólo sentido en un contexto determinado) tres instintos positivos.

Otra forma de hacer ciencia no positiva es la interacción simbólica, donde el registro de lo cotidiano, tiene como intención, descubrir las interacciones entre los sujetos que al formar una serie de reglas, permiten un comportamiento particular y regulado para un sitio y tiempo determinado, al igual en la micro etnografía, se denota el peso de la observación y el encadenamiento de regularidades, dos instintos positivos.

Podríamos seguir ejemplificando como se puede notar la tendencia positiva en formas de investigación que lo niegan, negar la inducción ingenua, o las entidades anti teóricas parece algo que descartaría cualquier remanente del positivismo lógico en el trabajo llamado cualitativo, pero el desconocimiento del positivismo en sus esencias hace que ignoremos aspectos que repetimos y adoptamos, condenando así el materialismo burdo o el inductivismo ingenuo, pero ensalzando la anticausa y la pro observación como bases del trabajo de campo, luego condenamos parte del positivismo y usamos otras. Toda una paradoja, que el desarrollo de nuevas formas de hacer ciencia, sin duda alguna, algún día remediará, no teóricamente, donde ya esta resuelto, sino en la actividad real del investigador, de no ser así, seguiremos admirando la lucidez de Feyerabend, al decir que el método (científico)* es un cuento de Hadas.

* P. Feyerabend, no se refiere al método de los físicos, hipotético deductivo, sino que él abría el concepto método, como algo más incluyente, que tuviera como punto común todas las formas sistematizadas para hacer ciencia.