A propósito de incitar
Mónica
del Valle Béjar
Asesora
de la Unidad UPN 094
En este año del que ya han transcurrido ocho meses apareció la publicación de un investigador prolífico, un cuestionador, tanto de su quehacer como de su aprehensión de la realidad, el doctor Carlos Antonio Aguirre Rojas.
En Ediciones La Vasija este año apareció el título Antimanual del mal historiador o cómo hacer una buena historia crítica, que pretende cuestionar y provocar la reflexión; aunque el libro se supone que va dirigido a los estudiosos de la historia, los planteamientos involucran a todo tipo de personas que intervienen o participan dentro de una sociedad.
Pero, ¿quién es Carlos Antonio Aguirre Rojas?, si leemos lo que dice el libro es mexicano con formación de licenciado en economía, sin decir cuándo la realizó, y maestro en economía o específicamente en historia económica, orientando su doctorado en economía en la UNAM y un postdoctorado en estudios en ciencias sociales en Francia.
A partir de ese bagaje sufrió un «enamoramiento» con la escuela de los Annales y, específicamente, con la propuesta de Fernand Braudel. Actualmente tiene un interés centrado en la microhistoria italiana, como lo podremos comprobar con sus futuros trabajos publicados.
Ha sido profesor visitante tanto en Francia y Holanda, como en Lima y Michoacán. Le ha preocupado entender la historiografía contemporánea, especialmente la escuela de los Annales y en este libro enjuicia la enseñanza de la historia, como lo podemos encontrar en algunos artículos de la revista dirigida a los maestros de educación básica.
¿Qué propósito tiene el autor en este libro?
Supone que los manuales de historia, desde tiempo inmemorial, han permitido a los estudiosos de la historia seguir ciertas reglas para llegar a convertirse en «un buen historiador», objetivo que, a decir del autor de este libro, no se ha logrado, por lo que se propone presentar un antimanual para lograr que el historiador se cuestione, ya que:
«Si un manual tradicional que ayuda a formar malos historiador oficiales y tradicionales comienza siempre por ciertas definiciones, entonces, un antimanual como éste persigue abrir el espacio y coadyuvar a crear las condiciones para formar buenos historiadores críticos, debería comenzar tal vez con toda una serie de antidefiniciones. Anticonceptos y antinociones de lo que debemos entender por historia, de cuál es su objeto específico de estudio » Esto tiene como propósito practicar otra historia, no la tradicional y aburrida que todavía hoy padecen nuestros estudiantes, y también para restituirle su dimensión profunda como historia crítica, vinculada a los movimientos sociales actuales, a las urgencias y demandas principales del presente, así como para contribuir y colaborar en la construcción de un futuro diferente. Para poder ver al futuro no con aprehensión, sino con optimismo. Esto que el autor lo propone en la solapa, lo refuerza a lo largo de la introducción.
El antimanual persigue « abrir el espacio y coadyuvar a crear las condiciones para formar buenos historiadores críticos, debería comenzar tal vez con toda una serie de antidefiniciones. Anticonceptos, antinociones y antidefiniciones de lo que debemos entender por historia, de cuál es su objeto específico de estudio, de sus métodos principales y de sus técnicas fundamentales, lo mismo que de sus objetivos, sus resultados y sus modelos, teorías, categorías y problemáticas esenciales».(1)
La necesidad de una antimanual se explica, según el autor, de la siguiente manera:
«¿Por qué escribir y publicar hoy, en los inicios de este tercer milenio cronológico ? Porque estamos convencidos de que la mayoría de las instituciones académicas que hoy forman y educan a los futuros historiadores de nuestro país están educando y formando malos historiadores, y no historiadores críticos, serios, creativos y científicos. Y también porque sabemos que el propósito en general, de todos los «manuales» es simplificar ideas o argumentos complicados, con el fin de volverlos asequibles a un público cada vez más amplio». (2) El objetivo de esta obra no es el de simplificar ideas complejas, sino combatir y criticar ideas sobre lo que es y lo que debería ser la historia que se repiten desde la educación primaria hasta la universitaria y que al repetirlas son aceptadas o reconocidas.
Idea de la Historia
Para Aguirre Rojas la Historia es «una ciencia también de lo social y de lo vivo, atenta al perpetuo cambio de todas las cosas, y directamente conectada, de mil y un maneras, con nuestro presente más actual». (3)
En cambio, la historia que se produce y se publica actualmente es puramente descriptiva, monográfica, empobrecida y profundamente acrítica, pero que pretende reconfortarnos, pues al final con la idea que hoy, a pesar de todo, estamos mucho mejor que en cualesquiera de las épocas del pasado y para demostrarnos que, a fin de cuentas, hemos progresado.
Para el autor es imposible hacer una historia seria que no muestre en su análisis la necesaria finitud y caducidad de lo que se estudia. Es « la ciencia que se consagra al estudio de «la obra de los hombres en el tiempo», según la acertada definición de Marc Bloch, y por lo tanto, al examen crítico que abarca lo mismo el más pretérito de la mal llamada «prehistoria» humana, que el más actual e inmediato presente».(4)
La historia debería ser «...para restituir siempre el carácter dinámico, contradictorio y múltiple de toda situación o fenómeno histórico posible. Una historia difícil, rica, aguda, crítica, que se cultiva muy escasamente en nuestro país y que sin embargo es la única historia realmente valiosa y aceptable, si deseamos escribir y enseñar una buena historia».(5)
Siguiendo con la definición del autor «...la historia concebida como proyecto realmente científico data de hace sólo ciento cincuenta años; es una disciplina que se encuentra todavía en sus primeras e iniciales etapas de desarrollo, y por ende, en un intento y continuo proceso de crecimiento y enriquecimiento constante y aún en la búsqueda de nuevos objetos, paradigmas, modelos teóricos, conceptos, problemáticas y técnicas por descubrir».(6)
La historia « abarca la densidad misma del tejido completo de las sociedades; incluye entonces dentro de sus territorios, la historia económica y la historia cultural, las transformaciones demográficas y las grandes mutaciones sociales, lo mismo que la evolución religiosa, psicológica, artística o de la familia, entre tantos y tantos otros temas que no «ajustan» jamás sus itinerarios evolutivos a los simples cortes del «gobierno del presidente x» o del «régimen político de y».
Esto implica «...la explicación comprehensiva, la interpretación inteligente y la reinserción cargada de sentido profundo, de todo ese conjunto de hechos y fenómenos dentro de los procesos históricos globales específicamente investigados»: (7)
La historia «...es un terreno de disputa constante, donde de manera contradictoria y tenaz se enfrentan siempre varios futuros alternativos posibles, varias líneas abiertas de posibles evoluciones diferentes, donde la línea o futuro que resulta finalmente vencedor, y que se actualiza, se decide justamente desde y dentro de las condiciones concretas de ese espacio de combate».(8)
Relacionando su propuesta de manual con su definición de la historia nos dice que «...toma partido abiertamente por una historia más densa y más profunda, aunque también más difícil y compleja. Una historia que ubicándose claramente dentro de las tradiciones del pensamiento social crítico, desarrollado desde hace siglo y medio, está atenta a la teoría, la filosofía y la metodología, a la vez que se reivindica como abierta y vasta en la definición de su objeto, sus fuentes y sus técnicas, sus modelos y sus paradigmas más esenciales».(9)
Construcción de la historia
«Una historia que no se construye, además, sólo con documentos escritos». Observación acuciosa de la vida actual «...abarcan toda huella o trazo humano que nos permita descifrar y reconstruir el problema histórico que acometemos».(10)
La historia abraza todo el conjunto de lo social, en lo social-humano en el tiempo, «...lo que quiere decir que sólo puede construirse adecuadamente con el apoyo sólido e igualmente amplio de los principales aportes de todas esas ciencias que versan sobre los distintos aspectos que incluye esa dimensión de lo social-humano en su totalidad.» (11)
«Antidefiniciones de una buena historia crítica que incluyen también, necesariamente, la idea de que esta historia científica y rigurosa no puede elaborarse con seriedad si se rechaza o se ve con desprecio, incluso si se considera sólo marginal o secundariamente a todas esas dimensiones fundamentales de la filosofía, la teoría, la metodología y la historiografía.»
« es claro que con cada nueva generación de historiadores nuestra disciplina se ha ido desarrollando y haciendo más compleja en la medida que incorpora, todo el tiempo y de modo incesante, esas nuevas técnicas, nuevos problemas, nuevos modelos, teoremas, paradigmas y conceptos que antes hemos mencionado».(12)
Basándose en su propuesta de antimanual, y su definición de la ciencia histórica y cómo ésta se construye, Aguirre Rojas presenta los pecados del mal historiador:
Pecados del historiador
El primer pecado, según el autor, es el positivismo que «...degrada la ciencia de la historia a la simple y limitada actividad de la erudición», ya que « la verdadera historia sólo se construye cuando, apoyados en esos resultados del trabajo erudito, accedemos al nivel de la interpretación histórica, a la explicación razonada y sistemática de los hechos, de los fenómenos y de los problemas y situaciones históricas que estudiamos». (13) La explicación y la interpretación históricas permiten que construyamos modelos comprehensivos, que ordenan y dan sentido a los hechos y fenómenos históricos.
El segundo pecado es el anacronismo en historia, ya que las cosas se ha modificado con el paso de los siglos y es importante identificar lo que se ha mantenido, identificar cuáles han sido las direcciones o sentidos de esas múltiples «mutaciones» históricas.(14)
La noción de tiempo ha variado de un lugar y épocas históricas a otra.
El tercer pecado es su noción del tiempo.
El cuarto es su limitada idea del progreso, que está conectada a la idea del tiempo físico, único, homogéneo y lineal. Si el tiempo histórico es concebido sólo como esa acumulación ineluctable de hechos y sucesos, inscritos progresivamente en la sucesión de días, meses, años del calendario, la idea del «progreso» que desde esa noción temporal se construye es también la de una ineluctable acumulación de avances y conquistas, determinada fatalmente por el simple transcurrir temporal».(15)
El quinto pecado «es la actitud profundamente acrítica hacia los hechos del presente y del pasado y hacia las diferentes versiones que las sucesivas generaciones han ido construyendo de ese mismo pasado/presente», por ello «...es incapaz de «preguntarles a esos testimonios escritos, algo distinto a lo que ellos declaran o pretenden...»(16)
Además, la conexión del pasado con el presente lo establece de la siguiente manera: «...en la medida que cada época histórica rehace siempre el pasado, en función de sus intereses y urgencias más importantes, este historiador positivista acrítico va también haciéndose solidario con esas diferentes visiones sesgadas y sesgadoras de los hechos históricos, al recoger de manera pasiva y puramente receptiva esas distintas reinterpretaciones de las historias anteriores, codificadas en cada uno de los momentos ulteriores a su propio desarrollo».(17)
Para evitar esa posición acrítica, el historiador debe explicar « por qué la historia que aconteció lo hizo de esa forma y no de otra una tarea primordial del historiador crítico- implica demostrar las otras diversas formas en que pudo haber acontecido, explicado a su vez las razones por la cuales, finalmente, no se impuso ninguna de esas otras formas, igualmente posibles, pero a fin de cuentas no actualizadas». (18)
El sexto pecado es el mito repetido de la búsqueda de la objetividad y la neutralidad, es imposible la segunda, peor sí es posible la primera.
Sobre la neutralidad/objetividad propone que lo más honesto e inteligente consiste en hacer explícitas las específicas condiciones que han determinado su investigación, declarando sus tomas de posición determinada, sus criterios particulares, las distintas elecciones del material, de los métodos, de los paradigmas, de los modelos historiográficos utilizados.
El séptimo pecado es el postmodernismo en la historia.
Para no ser malos historiadores, el autor propone volver la vista hacia los fundamentos de la historia crítica contemporánea, hacia las primeras versiones que sentaron las bases de toda historia crítica posible, o sea Carlos Marx.
Según el autor del libro, la ciencia de la historia para Marx es «...una historia necesariamente global, que posee la amplitud misma de lo social-humano en el tiempo, considerado en todas sus expresiones y manifestaciones posibles». (19)
Siguiendo esta línea, uno de los fundadores de los Annales, Marc Bloch afirma que « la historia es la ciencia que estudia la obra de los hombres en el tiempo, sólo puede hacerlo dentro de esta declarada vocación de constituirse en un determinado y claro proyecto científico y, por lo tanto, asumiendo todo lo que este concepto de ciencia implica».(20)
Esta idea de ciencia conlleva la existencia de un aparato categorial y conceptual específico, organizado de una determinada manera, a través de modelos y teorías de orden general que busca y recolecta tales hechos y acontecimientos históricos para ensamblarlos e insertarlos dentro de explicaciones científicas comprehensivas, dentro de modelos de distinto orden de generalidad.
Para que la historia sea científica o crítica requiere que se tomen en cuenta las formas de cultura popular, los grandes movimientos sociales, las expresiones de la lucha de clases, los grandes intereses económicos colectivos, las grandes corrientes de las creencias colectivas, los diversos contextos o condicionamientos sociales de cualquier proceso.
Dicha historia crítica es social, porque involucra actores colectivos que son el entorno inmediato obligado, también porque cualquier suceso se desenvuelve dentro de un contexto social general determinado y múltiple. Tiene, según Marx, una dimensión materialista, también dentro de ella tienen relevancia fundamental los hechos económicos. Creo que debemos aclarar que el autor propone que tienen relevancia, más no los determinan, como siempre se ha supuesto que mecánicamente proponía el autor alemán.
Debemos, como exigencia, observar y explicar los fenómenos desde el punto de vista de la totalidad, tanto espacial, temporal como contextual; elemento que es sustentado por el autor del libro, con la idea de Jean Paul Sartre sobre el proceso de «totalización progresiva».(21)
El siguiente elemento de esta historia crítica es la perspectiva de la dialéctica, ya que todos los hechos históricos son realidades vivas, elementos de procesos dinámicos y dialécticos, representan un resultado abierto y en redefinición constante al partir de las contradicciones y por último, marca la necesidad de construir una historia crítica.
Una especie de conclusión sobre esta historia crítica propuesta, basada en las ideas marxistas es la siguiente:
« una historia vista desde el ángulo de la totalidad, con perspectiva dialéctica, que recorrerá ágilmente los niveles de la totalización sucesiva del tema investigado, a la vez que disolverá toda positividad o afirmación histórica en su caducidad negativa y en su lado malo, para hacer saltar siempre el carácter contradictorio y dialéctico de los problemas que aborda».(22)
Por todo ello, el autor postula que el hecho intelectual más importante del siglo XX es el marxismo, punto de vista obligado de la historiografía contemporánea y sigue con un análisis de lo que considera más importante en el desarrollo historiográfico del siglo XX, sobre el positivismo, enfocándose en el aporte de la escuela de los Annales, su aporte de ésta en relación con el estudio comparativo, su propuesta metodológica, la globalidad, la historia-problema, sobre la interpretación, que considera que es el punto de partida de la investigación histórica.
El historiador da luz a los hechos históricos construyendo los procedimientos y las técnicas de análisis, así como los objetos y los problemas que se van a analizar. Esta historia se está constantemente construyendo y, por último, la escuela de los Annales propuso la teoría de los diferentes tiempos históricos y la larga duración en la historia, desarrollada por Fernando Braudel.
Analiza lo que implicó 1968, como una contrahistoria radical y la historia que debemos hacer y enseñar hoy, donde retoma todo lo dicho anteriormente, basado en esa posibilidad de analizar permanentemente, de hacer una historia crítica, con los elementos ya mencionado s, tanto sobre la propuesta marxista como de la escuela de los Annales.
Buena suerte al acercarse a esta obra y conocer a este autor.
El autor ha publicado:
- Carlos Antonio Aguirre Rojas, Antimanual del mal historiador o cómo hacer una buena historia crítica, México, Ediciones La Vasija, febrero del 2002, 132 pp.
- «Tesis sobre el itinerario de la historiografía del siglo XX» en Correo del maestro. Revista para profesores de educación básica, Año 2, No. 22, marzo de 1998, p. 15 a 26.
Notas:
Carlos Antonio Aguirre Rojas,
1 Antimanual del mal historiador o cómo hacer una buena historia crítica , México, Ediciones La Vasija, 2002, páginas 20 y 21.
2 Ibidem, p. 17.
3 Ibidem, p. 18.
4 Ibidem, p. 21.
5 Ibidem
6 Ibidem, p. 27.
7 Ibidem, p. 28.
8 Ibidem, p. 29.
9 Ibidem, p. 30.
10 Ibidem, p. 22.
11 Ibidem, p. 25.
12 Ibidem, p. 27.
13 Ibidem, pp. 32, 34.
14 Ibidem, p. 25.
15 Ibidem, p. 38.
16 Ibidem, p. 49.
17 Ibidem, p. 41.
18 Ibidem, p. 42.
19 Ibidem, p. 50.
20 Ibidem.
21 Ibidem, p. 59.
22 Ibidem, p. 62.