Comenzando en la docencia

Manuel Campiña Roldán
Diseñador de la Revista Xictli y la página web de la Unidad Centro

El presente artículo se desprende de las experiencias resultantes del Curso de Formación de Profesores de la Escuela Nacional Preparatoria Fase I, el cual considero de relevancia comentar en este espacio debido a que el perfil de un buen porcentaje de los alumnos de la Licenciatura en Educación Plan’94, que se imparte en esta Unidad, corresponden al perfil de los destinatarios del citado curso, es decir, profesionales de algún campo de conocimiento que se incorporan a las labores docentes sin una formación exprofesa, hecho este que, a la luz del desarrollo del curso, me convenció decididamente de la necesidad que tiene un profesional de la educación de contar con los elementos teórico-metodológicos mínimos e indispensables para desarrollar esta delicada tarea, pero principalmente pienso que se debe contar con una clara conciencia psicopedagógica y didáctica de la relevancia de esta labor.

Aprender es la actividad más propia en el humano y que nos ha proporcionado la capacidad de dominio sobre la naturaleza, esto ha sido posible debido a la capacidad del espíritu humano de abarcar  y comprender su entorno, característica que, situada en el contexto actual obliga al hombre como sociedad a plantearse seriamente el cómo llevar a cabo el desarrollo del aprendizaje de la manera más eficaz, con el fin de que –en este caso– las nuevas generaciones de mexicanos accedan a los beneficios de contar con una educación integral, crítica, útil y valiosa que nos acerque como sociedad, a los ideales de desarrollo humano, que redunden en el emerger de un hombre capaz de estar bien consigo mismo y con sus semejantes.

Para el logro de esta gran meta de toda la humanidad y de la sociedad mexicana en particular, se han creado instituciones con este fin específico. La Escuela, como depositaria del delicado encargo de guiar a las personas a adquirir nuevos conocimientos y a desarrollar nuevas formas de comportamiento, se ha manifestado siempre preocupada –por lo menos en el discurso– por llevar a cabo esta meta de la manera más efectiva posible, siempre en busca de mejores vías, a través de las que pueda elevar su eficiencia. Estos planes y acciones deben al fin de cuentas ser realizadas por personas, que por lo descrito anteriormente deberán, idealmente, estar altamente comprometidos en llevar a buen puerto el logro del ideal educativo.

El maestro, agente social designado para esta difícil tarea es el motivo de análisis del presente artículo que busca apuntar algunas consideraciones que, según mi punto de vista, se deben tener en cuenta para que la labor docente sea eficaz, edificante, grata y productiva.

En primer lugar, el maestro debe estar claro de que su la labor tiene como punto de partida un objetivo educativo institucional, que él deberá de transpolar a lo personal, determinando la manera más eficaz para lograrlo, es decir, tendrá que establecer una intencionalidad en vista a un logro; ambos factores deberían estar siempre presentes, claramente delimitados y definidos, pues éstos guiarán todas las acciones que emprenderá el docente y constituirán el eje rector del tipo de experiencia educativa que proporciona la escuela, el curriculum.

Ya con la mira puesta en el objetivo, haré mención de algunas situaciones al respecto; en primer lugar hay, es necesario tener claro que no existe una sola respuesta, sino muchas, sin embargo, la pertinencia de ellas estará siempre en función de su utilidad para llegar al ideal previamente definido. Siendo el ejercicio docente una labor que requiere enfoques diferentes según el  contexto en el que se encuentre inserto, resulta de vital importancia dotar al docente de un repertorio extenso de herramientas que le permitan mayor libertad de acción y sobre todo de decisión ante las distintas situaciones y contenidos de aprendizaje a los que deberá enfrentarse. Para desarrollar con éxito esta ardua encomienda se toma como supuesto que el docente posee:

•  dominio suficiente de la materia que impartirá, pues deberá ser capaz de discernir lo importante de lo incidental y lo periférico,

•  conocimiento del sujeto de enseñanza, comprendiendo sus necesidades, objetivos y actitudes características, carencias y virtudes,

•  conocimiento del contexto que rodea a la escuela, al alumno y a la sociedad misma,

•  dominio de los procesos humanos de apropiación del conocimiento,

•  una filosofía de la educación que lo comprometa con el logro de los objetivos generales de la sociedad, de la Institución Educativa, del alumno y de él mismo como profesional de la docencia,

•  conocimiento de la creación de ambientes propicios para la interacción del grupo.

El profesor como responsable de llegar al logro de un fin, deberá antes que todo tomar las decisiones que lo lleven al logro de su misión, Esta serie de decisiones se pueden agrupar en tres tipos, mismos que corresponden a las principales funciones docentes que, vale apuntar, no se presentan como un proceso lineal, ya que en la práctica todas ellas se imbrican; asimismo, tendrán que replantearse constantemente en aras de lograr una práctica eficaz. Estas funciones docentes son: planear, implementar y evaluar.

Planear. Se refiere a determinar los propósitos y objetivos que persigue la materia a impartir, estableciendo las estrategias más apropiadas según el contenido de aprendizaje que le corresponda, estableciendo los métodos pertinentes en aras de lograr una enseñanza eficaz, que se logrará a través de una correcta estructuración de la clase, en la que se consideren factores como el tiempo, plazos a cumplir, necesidades del alumno a satisfacer, secuencia y dosificación de los conocimientos, entre los más importantes.

Implementar. Consiste en llevar a los hechos lo decidido en la planeación; esta actividad se constituye por las acciones que el docente realiza para que alumno aprenda y haga suyo el conocimiento. En este punto, resulta necesario mencionar que el aprendizaje es un fenómeno muy complejo y constituye un sistema de interacciones en el cual se busca proporcionar al alumno las condiciones más idóneas, a través del uso de diversas alternativas de enseñanza, con miras a llegar a un resultado establecido con anterioridad.

Los aprendizajes que se pretende que alumno alcance son de diversa naturaleza, podemos mencionar los conductuales, sociales, enunciativos y procedimentales.

Los conductuales se refieren a promover cambios en la conducta y actitud, los sociales persiguen ubicar e integrar al alumno como un sujeto socialmente activo y comprometido, los enunciativos o verbales se refieren a procesos memorísticos y los procedimentales se refieren a secuencias para llevar a cabo una tarea específica. Asimismo, los aprendizajes deben ser implementados bajo un enfoque integrador que los incorpore en el funcionamiento general del sistema cognitivo humano, siendo el resultado final pretendido una combinación de diversos procesos.

Para que el alumno sea capaz de apropiarse de los conocimientos, el docente tendrá que contribuir a proporcionar la necesaria motivación al estudiante, ya que aprender de modo deliberado requiere romper una inercia o sea efectuar un esfuerzo –que no siempre resulta fácil– por eso es necesario proporcionar móviles que modifiquen las prioridades del estudiante, que no siempre son las que se presupone debería tener.

Los móviles de aprendizaje pueden ser extrínsecos o intrínsecos, los primeros son obligatorios de alguna forma y están relacionados con conseguir o evitar algo de naturaleza diferente al conocimiento, para despertarlos se recurre a valores o deseos, su efectividad en el logro de la motivación depende de qué tanto el alumno considere que le son propios estos fines que se le ofrecen. Por otro lado, el aprendizaje intrínseco constituye aquel que cobra un significado propio para el estudiante y es buscado por el mismo, es decir, representa interés para el alumno, este aprendizaje es más sólido y consistente, por lo tanto es el más deseable.

Si la motivación es lograda deberá ir acompañada de la debida atención centrada en el aprendizaje, ésta es sumamente importante debido a que los recursos cognitivos con que cuenta el ser humano son limitados. Para obtenerla y mantenerla, se debe estructurar el conocimiento, teniendo en cuenta las tres funciones del sistema de atención humano: control, selección y vigilancia. En este proceso el material, los medios y los recursos didácticos juegan un papel de primera importancia, éstos deben coadyuvar al mantenimiento de la atención, para esto el docente deberá: a) hacer una selección de la información más importante que deberá presentarse de la forma más interesante y novedosa posible, b) graduar su cantidad, c) diversificar y reiterar el conocimiento a fin de que el alumno se apropie de el y pueda manejarlo y aplicarlo en la solución de problemas de su vida cotidiana.

Los aprendizajes adquiridos por el alumno se constituyen en la mente como asociativos cuando se relacionan con datos y rutinas cerrados y unívocos, o bien constructivos cuando el alumno los ha hecho propios y los ha concretado en conceptos, definiciones propias e interrelaciones de éstas.

Ya mencionadas las consideraciones anteriores y consciente de la limitación de aparato cognoscitivo, el docente deberá exponer los conocimientos en la forma adecuada y estructurada, este evento que se da concretamente en el salón de clases, deberá implementarse -según mi opinión- de la forma que sigue:

•  resumen o repaso de lo visto en la clase anterior, pues es necesario constatar la adquisición de los conocimiento previos, sin los que la mayoría de las veces, no se puede lograr un avance o éste resulta incierto e incluso se presenta el resultado contrario,

•  mención de los objetivos de la sesión, tratando de dotar al tema de interés, al relacionarlo con la importancia que tiene para el alumno,

•  exposición del tema de manera interesante, procurando en lo posible que el conocimiento se constituya en constructivo. En este punto el docente pondrá énfasis en que el tema sea comprendido por toda la clase, pues si esto no ocurre podrían presentarse resultados no deseados,

•  Se deberá ofrecer al alumno de la suficiente práctica tanto en el aula, como fuera ella, con el fin de pueda aplicar el conocimiento recién adquirido.

Sobre este último punto es pertinente abundar, pues la práctica es el elemento en el que se constata la comprensión del conocimiento. Es más fácil obtener el correcto aprendizaje; si se proporciona en pequeñas etapas seguidas de práctica controlada, orientada y supervisada por el profesor, de esta manera se pueden solucionar dudas y elaborar preguntas que tendrán el fin, de provocar la reflexión en el alumno sobre el proceso que desarrolla, proporcionando con esto, la retroalimentación necesaria para profundizar en la comprensión y apropiación del objeto de estudio, constituyendo a este aprendizaje en constructivo. Así, cuando el alumno concreta el objetivo de aprendizaje en la práctica, el docente puede estar más seguro para dar el siguiente paso.

El uso inteligente y adecuado de la práctica se efectúa cuando se emplea en la cantidad y calidad adecuada para cada tarea de aprendizaje, es decir, existen conocimientos y habilidades que resultan básicos para el avance en el dominio de la materia y cuya retención ocupa un importante espacio en la memoria de trabajo, que es limitada y de corto plazo; por lo que resulta útil hacer más permanente y automático su uso por medio de una mayor cantidad de práctica, a este proceso se le llama sobreaprendizaje y el logro de este, es que el conocimiento sea integrado de forma permanente en el individuo.

Es importante aclarar que, lo que se buscará en el desarrollo de la práctica es que el alumno la encuentre edificante, para lo cual se perseguirá que se constituya en problema, es decir le requerirá plantearse situaciones a resolver imprevisibles y novedosas, que presentarán al alumno situaciones para las que no cuenta con una solución inmediata. Aunque es importante apuntar que el ejercicio –práctica repetitiva en búsqueda de la automatización– constituye también una valiosa herramienta cuando las condiciones así la ameritan.

Los problemas tenderán a ser tareas abiertas, donde varíe el formato de su presentación y el contexto en que se presente, tendrá que ser coherente y adecuado a la situación de aprendizaje y que quede claro su fin práctico. La solución de estos problemas debe promover la discusión, la cooperación y la exploración, la toma de decisiones propias y una autonomía creciente. En la evaluación de los problemas se deberá poner énfasis en el desarrollo correcto de los procesos y la reflexión realizada.

Es importante que el docente acerque el conocimiento a las zonas de desarrollo próximo del alumno, es decir que el nuevo conocimiento tenga como base el anterior, por lo tanto es el conocimiento del cual carecen pero que ya saben está ahí. De igual forma es preferible estimular la cooperación entre los alumnos en lugar de la competencia, para esto, cuando se encarga a los alumnos alguna labor esta debería ser común y subdividida, que contribuya al rendimiento grupal del individuo, que proporcione iguales condiciones de éxito y que promueva la verificación del avance comparada con el rendimiento anterior.

El profesor debe adoptar una actitud frente al grupo que será la que corresponda a lo que el considere que más propicia el aprendizaje, estas actitudes se traducen en el asumir alguno de estos personajes: proveedor, cuando actúa como transmisor de conocimientos; modelo: cuando es el ejemplo a seguir; entrenador, cuando vigila rigurosamente y paso a paso el desarrollo del conocimiento; tutor, cuando el alumno es más responsable de su aprendizaje y el profesor supervisa este hacer; asesor, la responsabilidad del estudio recae totalmente en el alumno y el profesor sólo apoya para hacer fluido el proceso. 

Evaluar es la última función docente pero no por eso la menos importante, por el contrario constituye la culminación del ejercicio docente pues, verifica al docente el grado de adquisición de conocimientos de parte de los alumnos, es decir, el grado alcance del objetivo planteado al inicio, que constituye el fin de la educación formal. Además de ser la evaluación un paso obligado en el proceso educativo, es igualmente un instrumento para el docente reflexione sobre su labor y trate de corregir lo que considere entorpeció el logro del objetivo planteado.

Es importantísimo apuntar que la evaluación debe contribuir al logro de aprendizaje, esto se logrará si el planteamiento de los reactivos, problemas, preguntas y ejercicios hace que el alumno se autointerrogue sobre su desempeño, haciéndole consciente de la importancia de involucrarse en la consecución de la adquisición de los contenidos de las diversas materias cuya acumulación cualitativa, contribuirá al logro de su plan de vida.