ACADEMIA, POLITICA Y ESTADO... LOS TIEMPOS DE LA UNAM
Ma. Eugenia Espinosa Carbajal
Jorge E. Mesta Martínez
Docentes de la DGENAM
La
historia de la UNAM no puede ser comprendida si no la estudiamos en relación
con el entorno social, del cual es caja de resonancia. Dentro de este contexto
papel determinante juega el Estado y el proyecto de nación que se quiere
implementar. De tal manera que la Universidad, si bien sigue su propia lógica
interna, también se ubica dentro del sistema político existente.
I. La Universidad
El sistema político de la Universidad es a su vez un subsistema del sistema político nacional. Como subsistema tiene un gobierno y redes integradas de relaciones de poder; grupos que las materializan, actores que las representan, equilibrios y conflictos.
La Universidad moderna establece con el Estado diversas relaciones a través de las finanzas y los subsidios; la coordinación institucional con el sistema educativo y la vinculación de los programas universitarios -entre ellos los de investigación- a los planes nacionales; y la intervención gubernamental para mediar en conflictos políticos entre los actores universitarios, (Levy, 1987, Muñoz) Los actores universitarios: autoridades, académicos, alumnos y trabajadores, conforman una red de control social de dominación, subordinación y cooperación.
II. La periodización
histórica de la Universidad
contemporánea.1
En forma esquemática podemos dividir el proceso de la UNAM, a partir de su autonomía, en los siguientes períodos:
1. De la primera Ley Orgánica de 1929 a 1944.
2. La época dorada: de la Ley Orgánica de 1945 a la caída del rector Ignacio Chávez. (1966).
3. De ruptura y recomposición fallida: del ingeniero Javier Barros Sierra al doctor Pablo González Casanova. (1966-1973).
4. De recomposición: del doctor Guillermo Soberón a la actualidad, con diversos matices y coyunturas: "la modernización conservadora" (Kent:1990) (1973-1980); la reforma no planteada (1980-1984); la reforma fallida (1985-1989); en busca de la academización (1989-1997).
5. Hacia una nueva universidad2
Todas estas etapas han estado determinadas tanto por factores internos como externos, que interactúan con un peso específico diferente, predominando en ocasiones lo interno y en otros los factores extrauniversitarios.
1. De la primera Ley Orgánica de 1929 a 1944.
Se establecen las reglas políticas que regulan la relación entre el Estado, producto de la Revolución, y el sector intelectual proveniente de los medios universitarios. La concepción de la Universidad difería según los actores: para los universitarios se trataba de crear una institución liberal donde prevaleciera la libertad de cátedra y la pluralidad de ideas; el Estado revolucionario pretendía conformar una sistema corporativo de control político que sirviera al proyecto de la Revolución. La Universidad no forma parte del proyecto estatal. La polémica Caso-Lombardo y la Ley Bassols en 1933, la oposición a la educación socialista y la educación secundaria como obligatoria, ejemplifican bien esta contradicción.3
Internamente la Universidad, en el marco de la Ley Orgánica de 1933 y el Estatuto de 1938, se encontraba controlada por los gremios; y en la última fase del periodo predominan los argumentos de fuerza y la manipulación. El equilibrio interno de la Universidad se rompe en el año de 1944 con el conflicto que culmina con la renuncia del rector Brito Foucher y la imposibilidad del Consejo Universitario de nombrar un nuevo rector por su división interna, llegándose al extremo de tener dos rectores nombrados por diferentes grupos.4
Se necesitaba un nuevo pacto, los abogados, apoyados por el gobierno federal, serían sus promotores. Los dos rectores renuncian y se promulga una nueva Ley Orgánica.
2. La época dorada: 1945 a la caída del Dr. Chávez, 1966.5
La nueva Ley fortalece la figura del rector y la administración central; separa lo académico de lo político; crea un espacio para dirimir los conflictos y resolver el nombramiento de las jerarquías de mando; respeta el concepto de universidad liberal formadora de profesionales y forjadora de los cuadros dirigentes del país. Se establece en lo orgánico un puente entre la universidad comunitaria y la universidad plural y compleja. Nuevos organismos aparecen: la Junta de Gobierno y el Patronato Universitario.
La Universidad pasa de una organización comunitaria a una compleja. Su dirección centralizada crea la carrera de funcionario, establecida anteriormente pero acrecentada con la construcción de Ciudad Universitaria. El aumento de la matrícula favorece esta situación.
Los rasgos de este periodo son: estudiantado de clase media y alta; profesionalización y crecimiento paulatino de los científicos, gremio con gran presencia en el futuro de la Universidad; centralización política (formación de la burocracia); excelente relación con el gobierno federal y apoyo de éste a la Universidad; el monopolio casi exclusivo del proyecto cultural y de formación de élites dirigentes para la empresa privada y el gobierno. Institucionalización, vía sociedades de alumnos, de las relaciones entre autoridades y estudiantes.
En la historia de la Universidad, los estudiantes han expresado diversas ideologías sustentadas en su relación con el Estado, su origen social, las expectativas políticas y económicas de los sectores medios, y la influencia de teorías y posiciones ideológicas nacionales o internacionales.
El estudiantado se manifiesta independiente de los grupos de interés en períodos coyunturales, cuando se afectan directamente sus intereses o cuando la situación nacional repercute en el campus universitario. Sólo en estas situaciones adquiere relativa autonomía. De no ser así, los movimientos estudiantiles tienen atrás, por lo general, grupos de interés de autoridades, académicos y/o grupos políticos fuera del espacio universitario.
3. Ruptura y recomposición fallida: las administraciones del ingeniero Javier Barros Sierra y el doctor Pablo González Casanova. (1966-1973).
Esta etapa surge en el momento de la renuncia del doctor Chávez e inaugura un período largo de inestabilidad que abarca los rectorados del ingeniero Barros Sierra y del doctor González Casanova. En este trayecto se dan los conflictos de 1968, la crisis de 1971, la aparición del sindicalismo y el crecimiento de la izquierda universitaria, que hegemoniza su presencia en académicos, alumnos y trabajadores. La relación con el Estado se desgasta, continúa el crecimiento de la matrícula estudiantil y con ello la improvisación del profesorado.
Las administraciones del ingeniero Barros Sierra y del doctor González Casanova pronto tuvieron discrepancias con el gobierno, el enfrentamiento se manifestó de distintas maneras, en ambos casos las redes de poder interno se deterioraron. La figura del rector como máxima autoridad se desdibujó en el último año del doctor González Casanova, llevando a la Universidad a un proceso de ingobernabilidad.
4. De recomposicón: del doctor Guillermo Soberón a la actualidad.
Después del 68, el Estado se propone recuperar a las clases medias y a las universidades. Fomentan la creación de universidades estatales y la UNAM obtiene cuantiosos recursos que se canalizaron sobre todo a la formación de posgraduados en el extranjero, el impulso a la investigación, el manejo político y el crecimiento en infraestructura. Internamente se da una separación entre la docencia y la investigación, favorecida por la creación de la Cd. de la investigación científica y que culmina con el traslado de la investigación humanística fuera del campus tradicional durante el rectorado del Dr. Carpizo; el aumento de la matrícula y la creación de las ENEP´s aumenta la burocracia, la figura del rector concentra el poder y la dirección de la institución.
Las inquietudes del personal se canalizan hacia la cuestión sindical. Las autoridades universitarias primero se oponen a ello y después, al no poder detener el proceso, favorecen a uno u otro sindicato, las organizaciones autogestionarias y las academias pronto decaen. Los comités de lucha estudiantiles son, en esta época, membretes que no representan a la base del estudiantado. Puede decirse que en la práctica no existe un movimiento estudiantil.
Después de algunos conflictos, y de la reforma política de 1977, la Universidad entra en un proceso de calma que trasciende al rectorado del doctor Rivero, quien enfrenta la reducción del presupuesto universitario debido a la crisis económica. Enfrenta también la política gubernamental que abandona la educación pública y apoya a la privada, en especial a las universidades, muchas de ellas incorporan sus estudios a la SEP. Rivero es el primer rector al que le toca vivir el cambio del modelo económico; intenta, casi al finalizar su rectorado, llevar a cabo una reforma que se queda en el papel al no reelegirse.
El rector Carpizo propone la «Gran reforma» previo diagnóstico que señala que son responsables del deterioro del nivel académico los académicos y estudiantes. Su propuesta se dirige, en este primer momento, hacia los estudiantes. Resultado de ello es el surgimiento de un movimiento estudiantil que, se pensaba, no tenía posibilidades de aparecer, mucho menos de crecer. Este movimiento se integra al avance de las movilizaciones democráticas del momento alimentadas por el sismo del 85, el descontento por la política económica del régimen y que encuentra cauce con la creación del Frente Democrático Nacional, producto de la escisión del PRI. La reforma de Carpizo queda fallida y hereda al nuevo rector, José Sarukhán, una movilización estudiantil y una hipoteca: el compromiso de realizar el Congreso Universitario.
Estos dos elementos se suman en lo externo, a la reforma del Estado que inicia el nuevo gobierno; el informe que los expertos entregan al secretario de Educación y las recomendaciones de la OCDE, además de la firma del TLCAN ya en el segundo periodo del doctor Sarukhán.
Internamente el nuevo rector paga la hipoteca al realizarse el Congreso Universitario y la comunidad universitaria no aprovecha lo suficiente esta oportunidad. Acuerdos del Congreso fueron: la creación de los consejos académicos por área que vincularon horizontalmente a las facultades, escuelas e institutos y la integración de los investigadores al Consejo Universitario, entre otros.
Durante esa administración se reforman los planes de estudio en casi la totalidad de las escuelas y facultades6, se desarrolla una política para fomentar los lazos entre las facultades, los institutos y el bachillerato, y entre la docencia y la investigación.7 Se dota de laboratorios al bachillerato y de computadoras a escuelas y facultades, se fortalecen las bibliotecas. La reforma al posgrado es de las más significativas, se hace efectivo el sistema tutorial para el doctorado aprobado ya desde 1987 y se aprueba, en la última sesión de Consejo Universitario de ese rectorado, la unidad de la investigación con la docencia en la formulación de los posgrados. Se trataba de poner en las mejores condiciones a la universidad pública más importante del país para formar los cuadros que pudieran competir en la globalización.
En lo administrativo el cambio más importante es la creación de la Secretaría de Asuntos Estudiantiles. Por primera vez en la historia de la UNAM se creaba una dependencia para atender específicamente al sector al cual van dedicados en gran medida los esfuerzos de la institución. La Universidad continuaba así sus proyectos académicos, lenta y firmemente.
Sarukhán enfrenta casi al final de su rectorado el conflicto de los "excluidos" quienes asaltan la rectoría, y el cierre parcial del CCH por la reforma al plan de estudios. En ambos casos la Universidad continuó trabajando.8
5.- Hacia una nueva Universidad
El doctor Barnés propuso el 11 de febrero de 1999 el aumento de las cuotas estudiantiles.9 La crítica mayoritaria que vino de la comunidad no fue por el aumento de las cuotas, sino por la premura en su aprobación, generando un movimiento que por sus expresiones, movilizaciones, recursos y alianzas resulta inédito y asombroso en el ámbito universitario, aunque el asalto a la Rectoría en septiembre de 1995, es ya el antecedente de esta forma de lucha.
Una de las características de este movimiento que aparece casi desde su inicio, es el de impedir la participación de la comunidad universitaria. A diferencia de otras movilizaciones, la de 1986-87 y sobre todo la de 1968, la Universidad estuvo en huelga, pero no estaba cerrada, el libre acceso a las instalaciones siempre existió, especialmente a las asambleas, donde se discutía y tomaban decisiones. Precisamente la enorme participación de la comunidad universitaria en 1968 impidió las maniobras gubernamentales y minimizó la acción de provocadores y convirtiéndolo así en un auténtico movimiento democrático, con la trascendencia moral, política e histórica que tuvo.10
Las diferentes propuestas de los académicos: el manifiesto firmado por Pablo González Casanova y otros universitarios pidiendo tanto a la rectoría como al CGH flexibilizar sus posturas, en junio de 1999; la propuesta que fue conocida de los "eméritos", así como otras de diversos grupos de académicos universitarios, fueron siempre rechazadas tajantemente por el CGH y no valoradas suficientemente por el entonces rector. Lo cierto es que las torpezas, mal entendidos y posiciones extremas de ambas partes, llevaron al alargamiento del conflicto y a la renuncia del Dr. Barnés. 11
El nombramiento de Juan Ramón de la Fuente generó esperanzas de una pronta solución al conflicto, esperanza que se reforzó cuando abre, a diferencia del rector anterior, al mismo tiempo el diálogo con el CGH y con la comunidad universitaria; sin embargo, al entramparse el diálogo de Minería por la insistencia del CGH de incluir en las pláticas a la Prepa Popular y a CLETA –organismos que nunca han formado parte de la UNAM- lleva a la ruptura de las negociaciones, haciendo entonces el rector una propuesta al Consejo Universitario donde están incluidas las demandas del CGH, las cuales son aprobadas y avaladas por el plebiscito del 20 de enero de este año. Lo que parecía nuevamente una salida al conflicto pronto es agotada y los acontecimientos de la Prepa 3 llevan de nueva cuenta a impedir su solución por la vía del diálogo. No obstante la rectoría hizo un último esfuerzo al convocar al CGH al diálogo del viernes 4, se agotaba el tiempo y los márgenes de negociación, la entrada de la Policía Federal Preventiva, después del fracaso de esa negociación, era la consecuencia lógica.
Todo indica, hasta el momento, que lo que se quería era demostrar que la comunidad universitaria no tenía capacidad para reformarse a sí misma y por lo tanto dejar a otras instancias (el Congreso de la Unión) la refundación de la UNAM. Este peligro subsistirá si la comunidad universitaria no entiende la gravedad del momento y no hace suya plenamente la defensa de la institución.
Epílogo: reforma o fast track.
La imagen que se ha querido dar de la Universidad –casi desde el inicio de la huelga- es que era una zona de desastre, donde nada funcionaba, donde no existía ningún ámbito democrático, donde la academia no tenía presencia y dónde sólo llegaban los grupos más privilegiados de la sociedad, no por sus méritos académicos sino por su posición de clase. Y en los últimos días, afirmar incluso que se vivía un ambiente de represión policíaca a su interior. Tal apariencia llevaba inevitablemente a que la comunidad universitaria exigiera una reforma de la UNAM.12
Quienes conocen la situación interna de la UNAM pueden afirmar por un lado que existía una reforma lenta, discreta, sustentada en las formas, espacios y tiempos de la propia institución, reforma que quizá no concordaba con los tiempos y proyectos de quien administra la globalización en México y por lo tanto se requería un fast track, experiencia que ya los mexicanos habíamos vivido no hace mucho con la firma del TLCAN, en donde lo preocupante no son las reformas ni la globalización, sino la forma en que se llevan, a quién benefician y las consecuencias que traen.
Es obvio que existía ya por parte de quienes dirigen este país el proyecto de reforma de la educación superior, expresada claramente en varios documentos: el informe del CIDE de 1991 presentado al entonces secretario de Educación; las propuestas de la OCDE y la UNESCO, y la del Banco Mundial sobre la educación superior y más recientemente el diagnóstico de la ANUIES.
En ese contexto el movimiento actual, independientemente de sus actores y sus intenciones, logró lo que estos organismos habían propuesto: poner al orden del día la necesidad de refundar a la UNAM para adecuarla a las nuevas condiciones de la globalización. Lo importante no es rechazar a priori esas propuestas, sino discutir si son las adecuadas para nuestra universidad y nuestro país. Lo lamentable ha sido generar un conflicto artificial, afectar a cientos de miles de estudiantes y radicalizar a un sector social que aún no sabemos cuales serán las consecuencias de esta radicalización, para poner al orden del día la reforma de la UNAM.
Un breve análisis de lo acontecido desde el inicio de la huelga sustenta esta afirmación. Muy pronto, apenas a un mes del estallamiento de la huelga se habla de reformar a la universidad, algunos hasta de refundarla. Esta intención no estaba en la agenda cotidiana de la comunidad universitaria. Krauze propone entregar la docencia al populacho y separar la investigación descentralizándola a la provincia, propuesta que coincide con la del Banco Mundial en la reunión de la UNESCO realizada en París en noviembre de 1998, cuando señala que las universidades tradicionales ya no deben existir, que la docencia y la investigación deben estar separadas y que deben "democratizarse", dándoles a los alumnos, a quienes define como "clientes" el derecho a decidir lo que más les convenga. En esa misma semana, el diputado Pablo Gómez propone reformar la Ley Orgánica de la UNAM.13
Poco después coinciden en el planteamiento de reformar profundamente a la UNAM, lo mismo desde posiciones como las de Luis Villoro hasta las del Secretario de Educación y el Presidente de la República, pasando por la COPARMEX. Actualmente en los debates se considera que un logro del CGH es haber propuesto la realización del congreso para la reforma de la Universidad.
Hoy podemos hacer un balance del actual conflicto universitario. Si para abril los académicos y estudiantes, así como la sociedad tenían la sensación de que atrás del movimiento había algo más de fondo, hoy la mayoría puede afirmarlo. El objetivo era la refundación de la UNAM.
Resultados inmediatos
Nueve meses de huelga han logrado más de lo que una lenta reforma hubiera conseguido: privatizar la educación, pero no la de la UNAM, sino la de toda la educación superior: crecimiento de las escuelas privadas y aparición de muchas más, algunas de ellas de dudosa calidad académica; emigración de enormes contingentes de estudiantes, no los "burgueses" ni los "ricos", sino aquellos que ven en el estudio y en la preparación la única manera de sobrevivir en una sociedad despiadada y brutalmente competitiva, ello ha implicado para muchas familias enormes sacrificios e hipotecar su futuro y economía por muchos años; el abandono de los estudios, quizá para siempre, de quienes ni con sacrificios pueden pagar una escuela particular. Impedir el ingreso de dos generaciones a la UNAM, la del bachillerato y la de licenciatura en 1999 y hundir en la frustración, la impotencia, y la desesperación a muchos jóvenes más que iniciaban su carrera, estaban por terminarla a medio plan o perder una promoción o una beca para estudios posteriores. Al día de hoy, 6 de febrero, 800 jóvenes, algunos de ellos menores de edad, en la cárcel y el uso de la fuerza pública como solución.
Y en cuanto a sus otras funciones, la investigación trabaja parcialmente y su tarea cultural de calidad y económica que ofrecía en el Centro Cultural de Ciudad Universitaria está suspendida. La Hemeroteca y Biblioteca Nacional, están cerradas también. El daño físico, material, presupuestal, pero sobre todo intelectual y moral, es inimaginable. Su balance está aún por hacerse.
Lo cierto que la reforma está al día, hacia el interior la recomposición de fuerzas, de proyectos académicos, de reestructuración orgánica y quizá el cambio de su ley orgánica; hacia el exterior sus relaciones con el Estado y la sociedad. El tipo de reformulación no sólo depende de los propósitos de quienes generaron el movimiento, sino de la participación consciente y democrática de la comunidad universitaria.
La palabra la tiene la comunidad: ¿tendrá la voluntad, la inteligencia e imaginación para restablecer la concordia, la tolerancia y el respeto que se deben los universitarios? ¿sabrá defender la vinculación entre la docencia y la investigación así como a su mutua y necesaria retroalimentación a una y otra? ¿podrá modernizarse tomando como centro las necesidades nacionales? ¿estará en capacidad de hacer investigación productiva, redituable, para las necesidades inmediatas, sin menoscabo de aquellas de mediano y largo plazo, que producen nuevo conocimiento? ¿estará dispuesta a defender el concepto de universidad: el conocimiento universal, lo mismo de las ciencias exactas que las humanidades, el conocimiento artístico y el social, el pensamiento crítico? ¿tendrá la voluntad para organizarse internamente abriendo nuevos espacios de participación? ¿sabrá defender el nivel académico que exige trabajo, disciplina, esfuerzo y responsabilidad o caerá en la simulación de la solución fácil y demagógica? ¿contará con los académicos suficientes y bien preparados, la infraestructura y el presupuesto suficiente para atender a sus estudiantes? ¿sabrá exigir al gobierno federal el cumplimiento de su obligación de sostener y apoyar económicamente a la institución? Estas y muchas más cuestiones tendrán que responderse los integrantes de la comunidad de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Notas
1. Cfr. Espinosa y Mesta, 1997.
2. En la ponencia presentada en el Encuentro, este capítulo lo habíamos puesto entre interrogaciones, hoy es una afirmación.
3. En la defensa de su proyecto de Universidad, diversas generaciones se enfrentaron al Estado.
4. Lic. Manuel Gual Vidal, quien sería el secretario de Educación durante el sexenio de Miguel Alemán y el Dr. José Aguilar Alvarez. (Oropeza, 1980: 38ss)
5. Años antes las relaciones entre la UNAM y el gobierno habían mejorado: llegan rectores menos "conflictivos" (Chico Goerne, Gustavo Baz y Mario de la Cueva) y el gobierno cardenista a partir de 1938, modera su política agraria, laboral y educativa (Medina, 1978; Arnaut, 1998: 91) lográndose con el Dr. Baz (1938) un apoyo financiero que a partir de entonces se fue incrementando y alivió su situación económica. La Universidad adquiere un papel relevante en el proyecto nacional. La Ley de Profesiones (1944) la creación de los premios nacionales al mérito intelectual, artístico y científico, durante el gobierno de Ávila Camacho, fortalecen este papel. (Guevara, 1990)
6. La Facultad de Filosofía y Letras fue una de las pocas –parece ser que las única- que no cambió sus planes de estudio.
7. El programa "Jóvenes a la investigación" desarrollado primero por la Coordinación de la Investigación Científica y después por la de Humanidades, son parte de este proyecto.
8. Cfr.. Ramírez García, Erik. El conflicto de los excluídos en la UNAM, 1995. Tesina Licenciatura en
Ciencia Política, FCPyS/UNAM, 1997. 104p.
9. Art. 6 Los montos de las cuotas semestrales serán los siguientes: bachillerato o técnico 15 días de salario mínimo y licenciatura 20 días. Art 7 Los alumnos cuyo nivel de ingreso familiar mensual sea igual o menor a 4 salarios mínimos tendrán derecho a la exención de la cuota semestral. Para obtener la exención bastará que los alumnos que la requieran formulen bajo protesta de decir verdad la solicitud correspondiente. Los alumnos podrán solicitar la renovación de la exención si persistiera el nivel de ingresos familiares." Reglamento General de Pagos aprobado por el H. Congreso Universitario en su X sesión ordinaria del 15 de marzo de 1999.
10. "Hemos demandado la democracia porque la hemos practicado irrestrictamente" Manifiesto a la Nación 2 de octubre CNH en R. Ramírez p.505.
11. El análisis del conflicto y de sus actores: autoridades universitarias, partidos políticos, gobierno federal y local, organizaciones sociales está por hacerse, mucho se ha escrito más con el tono de la pasión y la justificación de cada actor que con la objetividad y frialdad necesaria en un conflicto de tal complejidad y saber si en realidad lo que aparece como aceleres, torpezas y omisiones son tales. La premura para probar el RGP, el alambrar y cercar la universidad por parte de los paristas, marginar y balconear a los sectores moderados, no oír la voz de los sectores académicos cuando se pidió servir de mediadores y que se respetara la legalidad, con fundir represión con la aplicación del Estado de Derecho. Y el ejemplo más reciente: la "escapatoria" de Mario Benítez. Cfr. Milenio. El acento en política y mil cosas más. Revista semanal, núm. 126, febrero 7 del 2000. p. 26 y 27.
12. Sería importante que el congreso que se avecina iniciara con un diagnóstico de la situación que privaba en la universidad antes de la llegada del Dr. Barnés.
13. E. Krauze. "Por mi raza hablará la huelga" Reforma, 22 de mayo 1999.; "Unesco 0 Banco Mundial 4" Semanario Masisrare, La Jornada, 30 mayo 1999 p. 6 . P. Gómez. La Jornada 28 mayo de 1999
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