LA POLÍTICA EDUCATIVA Y LA FORMACION, CIVICA Y ETICA EN MEXICO

Profr. Antonio Meza

Asesor de la Unidad UPN 094 D.F., Centro

Coordinador del Área de Filosofía del CAMDF

Quiero a través de este artículo, expresar algunas de las reflexiones que he estado haciendo a propósito de la "FORMACIÓN CÍVICA Y ETICA" que recientemente se introdujo en el nivel secundario o de la llamada "EDUCACIÓN EN VALORES" que se maneja, por cierto no de forma oficial, en el nivel de preescolar y primaria. Reflexiones también en torno a las Publicaciones de Pablo Latapí aparecidas en el No. 1187 de la Revista PROCESO de fecha 1º de agosto del año pasado, y en el Suplemento del Periódico Reforma de fecha 4 de septiembre de 1999, quien aborda este importante tema a propósito de los libros de texto editados –por editoriales particulares– como apoyo didáctico para esta asignatura, puntos de vista con los que estoy medularmente de acuerdo.

Latapí tiene razón en preguntarse acerca de cuál será el criterio con el cuál se eligirán los libros de texto editados para la enseñanza de esta asignatura, y sobre todo, quiénes los eligirán. ¿con qué intereses, bajo que determinaciones?; sin embargo, este análisis debe empezar por el principio, con los motivos, la necesidad o las justificaciones de un programa tal; es decir, los motivos explícitos u ocultos del curriculum. ¿Existe verdaderamente algo novedoso desde el punto de vista de los contenidos y de la metodología? o ¿es algo que se saca en una actitud demagógica, sólo para aparecer como "muy preocupados" por la llamada crisis de valores que vive la sociedad mexicana o por la educación de los mexicanos.

Aquí yo agregaría que quienes finalmente elegirán los libros de texto serán los maestros, ya sean los directivos del plantel o los profesores frente a grupo, ya de forma individual o como grupos colegiados. Si esto es así, entonces las preguntas que se plantea Pablo Latapí siendo básicamente adecuadas deben extenderse al quehacer y responsabilidad que el magisterio tiene en esta introducción. ¿tienen los maestros de Educación Básica la formación, la capacitación, la actualización o la preparación para poder elegir un recurso didáctico de esta naturaleza? ¿qué o quién determinará su criterio?, ¿Desde qué perspectiva lo hará?, ¿tienen los fundamentos teórico-metodológicos y prácticos para hacerlo?

Seguramente esta elección será desde la experiencia de los docentes, desde su particular perspectiva ideológica, desde su perspectiva política, desde su preparación; pero también, desde sus limitaciones humanas y profesionales. Es aquí donde radica el verdadero problema de cómo elegir un texto con una temática tan trascendente dadas las circunstancias de la realidad actual, ¿cómo elegir entre decenas de textos que van desde una concepción tradicional autoritaria y normativista hasta un punto de vista más abierto histórico-social y dialéctico-reflexivo.

Estamos de acuerdo con el miembro del CESU (Centro de Estudios Sobre la Universidad de la UNAM), cuando señala que esta formación debe partir del análisis crítico de la realidad del alumno, pero también de la de los docentes y de la realidad social toda. Para ser consecuentes con esto, tenemos que reconocer que la verdadera motivación por la que se introduce esta asignatura, es porque al gobierno y a la sociedad misma, ya nos llegó "la lumbre a los aparejos" , porque existe una enorme crisis que ya no es –como señaló equívocamente en algún momento el otrora presidente de la República Miguel de la Madrid– sólo de carácter económico.

El factor que pretende justificar –y lo hace en alguna medida– este repentino interes educativo-oficial por los valores y la mal llamada Formación Cívica y Ética, es sin duda alguna la CRISIS crónica e integral, ahora específicamente MORAL, que padece nuestra sociedad, caracterizada entre otras cosas por la pérdida de los valores "tradicionales" y por la primacía y exaltación de los antivalores, por la falta de compromiso social, por la valoración exacerbada de lo material sobre lo humano y lo espiritual, por la ausencia de valores morales positivos en el quehacer político, el doble, triple y hasta múltiple ejercicio de la moral en los diversos ámbitos de la sociedad, etc.

Por supuesto, reconocemos que no es tarde para introducir este importante aspecto de la formación omnilateral de los niños y jóvenes mexicanos, tampoco lo es para reconocer que la crisis social –ya recurrente y crónica– que vivimos en nuestro país, desde la década de los 80’s, no es solamente económica –como se sostenía desde el discurso oficial– sino integral, particularmente moral y que sólo desde la Filosofía, desde la ÉTICA en especial, podremos hacer un análisis crítico y serio del origen, desarrollo y consecuencias de la crisis mexicana y mundial que nos agobia, así como de vislumbrar el camino (uno de ellos la Educación) para una nueva Formación Cívico-Moral, que sin dejar de estar al ritmo de los tiempos, no olvide la rica tradición de los valores humanos que nuestra historia y la historia del hombre han generado.

Empero lo anterior, y siendo congruentes con la realidad, tenemos que decir que una región superestructural como la educación, por si misma, no podrá por más que así lo queramos, revertir esta situación crítica, no se puede cambiar a través de la educación un problema que existe en la naturaleza y en la entraña misma del sistema y de la estructura social. Recordemos que aunque la Educación sea uno de los caminos para lograr la transformación, ella no puede lograrla por sí sola. Una asignatura por más bien pensada diseñada y realizada, con los mejores materiales y contenidos, con los mejores maestros y autoridades –que no es el caso por supuesto– no puede cambiar, ni acabar con los vicios morales y cívicos engendrados a lo largo de nuestra historia y particularmente en los últimos 20 años.

Por todo lo anterior, es que no se llegan a tocar temas tan importantes como el de la moral y su relación con la política y con la religión. Por esa razón se negaron a poner el nombre correcto a la asignatura que debiera ser el de FORMACIÓN MORAL-CÍVICA Y ÉTICA, por temor a la relación que de suyo se hace de la palabra moral con la religión, particularmente con la cristiana, ignorando que existen morales religiosas y laicas y que es necesario acabar con esas confusiones conceptuales y afrontar la realidad histórica de nuestra moral, determinada por la religión, para poder acceder a una nueva moral cualitativamente superior y no necesariamente religiosa. Esto es lo que Latapí llama correctamente "el umbral prohibido", no sólo de los libros de texto que se han presentado con tanta alharaca, sino los límites del propio programa de la asignatura y de las acciones de capacitación y actualización de magisterio, a las que por cierto no se refiere el Dr. Pablo Latapí. No podemos, como él señala, sólo "confiar en que el maestro, en su trabajo cotidiano siempre ha ido e irá más allá del programa y del libro." (Proceso 1999) Afirmamos por el contrario, que el maestro requiere de una permanente, sería y profesional capacitación y actualización, sobre todo en materias novedosas, con elementos nuevos, a los que de común no tienen acceso los profesores y la sociedad en general, me refiero a la reflexión ética en torno al comportamiento moral del hombre en una sociedad determinada, en torno a nuestro comportamiento en nuestra sociedad.

A lo largo de la historia de la educación en México, se ha demostrado que todo cambio, toda reforma o revolución educativa ha fracasado (la Educación Socialista, la Reforma Educativa, la Revolución Educativa, la Modernización Educativa entre otros proyectos educativos para la nación) y fracasará, si no pasa en primer término por la capacitación y actualización profesional del magisterio, por la interiorización y manejo experto del docente de los elementos conceptuales, metodológicos y prácticos del campo del saber que se desea introducir, ya que es precisamente el maestro frente a grupo el que a fin de cuentas se tendrá que enfrentar al gran reto de formar cívica y moralmente a sus alumnos en un entorno social contrario y hostil para esta formación, nada cívico y mucho menos moral y ético. El maestro tradicionalmente es el que tiene que ir a la guerra sin fusil o con uno muy viejo y desvencijado, tiene que impartir una materia en la que no ha sido capacitado de manera adecuada; pero esto a las autoridades no les interesa. La política educativa de naturaleza pragmática y utilitaria, neoliberal y eficientista, plantea en voz de sus altas autoridades –como un ex-rector de la UPN y el propio subsecretario González Roaro y su coordinadora de la Capacitación del Magisterio para este proyecto– que el maestro no necesita aproximarse al conocimiento y análisis de las diversas concepciones teóricas de la educación y de la formación cívico-moral. Según ellos, el maestro no necesita profundizar tanto, hay que darles cualquier cosa para salir del paso, Esta concepción encierra una subestimación y una falta de respeto hacia el magisterio que no se puede aceptar, es un insulto por parte de nuestras propias autoridades educativas hacia las posibilidades humanas, intelectuales y profesionales de los maestros mexicanos En mi experiencia como actualizador, efectivamente a la mayoría de los maestros les cuesta mucho trabajo –como a cualquier profesionista– acceder a contenidos teóricos de cierta profundidad; sin embargo, a través de un esfuerzo, acaban por superar las dificultades y agradecen las nuevas experiencias filosófico- epistemológicas, siempre y cuando sean de calidad y les aporten algo positivo en su superación profesional y humana.

La política de las autoridades gubernamentales en general y específicamente en materia de educación y de superación profesional del magisterio, se encuentra impregnada de lo que Charles Taylor denomina, en su obra "La Ética de la Autenticidad", la primacía de la racionalidad instrumental y que al manifestarse en el ámbito de la educación y de la actualización de los maestros, consiste en mantenerlos presos dentro de su aula, con lo práctico, con lo inmediato, él no debe preocuparse de "rollos". Está claro que la actitud de la política educativa quiere impedir que los mentores mexicanos tengamos el referente teórico que le de y que le da de hecho sentido a esa práctica docente cotidiana que también, estamos de acuerdo, debe ser enriquecida. El maestro debe volar intelectualmente más allá de su aula en beneficio de ella misma y de los niños y jóvenes que está educando. Su superación profesional debe fundamentarse en el principio filosófico y epistemológico de la unidad indisoluble entre la teoría y la práctica, entre el proyecto de vida y la vida misma.

Convencido de todo ello, propuse en su momento al "equipo técnico" de la Subsecretaria de Servicios Educativos para el D.F., que la actualización de los maestros –y no se necesita ser genio para entenderlo– debiera iniciar a través de algunos cursos, sobre todo de Ética, ya que el propio nombre de la asignatura (Formación Cívica y Ética) así nos lo indicaba de manera precisa. Este curso nos llevaría a la reflexión en torno a tópicos y categorías de la Ética, tales como la delimitación conceptual entre ÉTICA y MORAL, LA RESPONSABILIDAD MORAL, LOS VALORES Y EL PROCESO DE VALORACIÓN MORAL, LA RELACIÓN ENTRE ÉTICA Y EL PODER POLÍTICO Y LA RELIGIÓN, ETC.

La coordinadora del llamado equipo técnico de la mencionada Subsecretaría, en una reunión de trabajo comentó acerca de mi propuesta que "no se trataba de hacer filósofos a los maestros, que lo que se requería era algo más práctico, útil e inmediato para los maestros". En el libro de Ética para Amador, Fernando Savater, tan caro, tan difundido y tan poco comprendido por la propia SEP, señala que la reflexión ética o moral no es exclusiva de los doctos o especializados, de quienes quieren dedicarse o nos dedicamos a la filosofía, sino que es "parte esencial de cualquier educación digna de ese nombre" (p.10). Lo mínimo que podríamos esperar de la SEP, son acciones congruentes con las ideas de este autor, cuyo texto reparten entre los maestros sólo por repartirlo; además, es necesario aclarar -como lo hice en su momento- que nadie se hace filósofo, ni un "maestro ético" (sic) ni con uno, ni con dos cursos de ética o de filosofía.

La enseñanza de la Filosofía no es algo común y cotidiano en la educación en general y mucho menos en la educación básica, a pesar de que existe una necesidad histórica de ella. Esta subestimación u olvido le ha dado a la educación un perfil y una función más bien pragmático –utilitaria que al propio tiempo nos ha llevado a una educación deshumanizada y deshumanizante y todo esto, a la crisis integral (fundamentalmente axiológica, cívica y moral) que hoy padecemos.

La existencia de esta crisis, obliga hoy día a volver los ojos a la reflexión filosófica como un elemento indispensable para la comprensión, de las causas originarias, del desarrollo y de las determinaciones del hombre y de su mundo. La historia de la humanidad nos avala, revisemos todas las épocas críticas del devenir humano y veremos que cada vez que se generó una crisis profunda, los hombres acudieron a la revisión y a la búsqueda de si mismos, al análisis de las diversas circunstancias de hombre y del mundo, para tratar de entender la crisis, para superarla y para dar el brinco dialéctico hacia el futuro.

La necesidad de la Filosofía, no necesariamente entendida como un quehacer esencialmente especulativo, al margen de la realidad, se torna una exigencia no sólo por la crisis de referencia, sino porque aunque tarde, en los últimos meses se ha reconocido la importancia de la FORMACIÓN CÍVICO-MORAL en la Secundaria, al introducir la asignatura: "Formación Cívica y ÉTICA" y en PREESCOLAR Y PRIMARIA, al darle, aunque de manera aislada, una gran importancia a la "EDUCACIÓN en VALORES".

Hablar de una Formación Cívica y ÉTICA, implica obvia y necesariamente introducir a los profesores y luego éstos a sus alumnos –aún cuando sea de manera germinal– al campo de la praxis filosófica y en especial a los contenidos y categorías, métodos, conceptos y recursos de la reflexión filosófica en torno al comportamiento moral del hombre, es decir, a la ÉTICA, sin olvidar que la misión fundamental del quehacer educativo es formar, es lograr formar hombres que manifiesten su educación a través de actitudes cualitativamente superiores, diferentes; es decir, con una nueva y superior manera de ser y de comportarse; es decir, con una nueva y superior moral.

La reflexión crítico-filosófica en torno a la moral; es decir, al comportamiento humano sujeto a normas, principios, leyes y códigos, resulta necesaria para una formación adecuada y cualitativamente superior del magisterio, particularmente para los que afrontan ya, oficial, obligatoria y formalmente la Formación Cívica y ÉTICA en la Educación Secundaria.

La ÉTICA es la segunda ciencia filosófica que tiene como objeto de estudio el origen, desarrollo, determinaciones y fines del comportamiento humano en relación directa con el conjunto de normas y códigos que al interiorizarlos, lo guían y lo orientan dentro de una sociedad dada.

La ÉTICA así entendida, no debe confundirse con las diversas clases de moral, particularmente con la cristiana que tradicionalmente, durante más de 500 años, ha formado a millones de mexicanos, ni con la que se ha dado y se da en algunos centros escolares privados y confesionales, en los que se concibe a la ÉTICA como una ÉTICA normativista ajena a la realidad. En abono de este tipo de educación debemos reconocerles que son honestos en tanto asumen que la concepción filosófica y moral de la que parten es la Cristiana, aun cuando sea en contra del artículo tercero constitucional.

La ÉTICA que propongo para la capacitación del maestro de educación básica, asume al hombre y a su moral en permanente devenir. Como un sujeto y un fenómeno sociales, por cuanto no sólo crecen y se desarrollan en un grupo social, sino porque estos responden a necesidades sociales puntuales, porque determinan a la sociedad y al propio tiempo son determinados por ésta y al hacerlo de esta manera, reflejan de alguna manera a la sociedad misma.

A la luz de esta concepción de la ÉTICA, es que sugiero introducir a los maestros de la educación básica en general y a los de educación secundaria en particular, en la reflexión de tópicos y temas tan cruciales como la delimitación conceptual y praxiológica del campo y de los problemas de la ÉTICA y de la MORAL, a fin de establecer los diversos campos en los que se habrá de mover la Formación Cívico-Moral, que tanta falta hace, ya sin imprecisiones y manejos conceptuales inadecuados como los que ahora caracterizan el proceso de introducción de la signatura y el de capacitación del magisterio que lleva a cabo la SEP, particularmente la Subsecretaría a cargo de González Roaro.

Todo maestro, pero en especial el que se encargará de una Formación Cívica y Ética, o de una "Educación en Valores", tiene que profundizar en tópicos tan necesarios como el de la responsabilidad moral y su relación con el problema de la conciencia y el de la libertad.

Dilucidar y discutir las preguntas acerca de si ¿somos en verdad tan libres que podamos hacer lo que queramos?, o ¿tan determinados que somos verdaderos esclavos de las circunstancias?, es obligado para todo educador que tiene como telos fundamental, la formación integral del educando, para librarlo del inadecuado manejo del término RESPONSABILIDAD y para hacerlo consciente de las determinaciones y potencialidades de su comportamiento moral en una sociedad determinada.

¿Se actúa bien o mal?; ¿cómo saberlo?, ¿quién otorga el valor?, ¿cómo se lleva a cabo este proceso?, ¿qué son los valores?, ¿cómo los expresamos?, son preguntas que requieren respuestas, y para hacerlo, el docente requiere de introducirse en el campo de la reflexión filosófica de la moral, más aún cuando en los programas de la Educación Básica y en el de Formación Cívica y ÉTICA de la Educación Secundaria, se hace énfasis especial en los valores y se establecen una lista de ellos, sin profundizar, por desgracia, en el PROCESO DE VALORACIÓN MORAL.

En una sociedad como la nuestra, el comportamiento humano se ve evidentemente determinado por dos regiones de la cultura decisivas de nuestra historia, a saber: LA RELIGIÓN Y LA POLÍTICA, es por ello que en la actualización y/o capacitación de magisterio propongo abordar NECESARIAMENTE la relación de la política y de la religión con la moral; es decir, la relación que existe entre el tipo de comportamiento político y religioso con el ámbito del comportamiento moral en lo general.

Esta reflexión resulta ser una exigencia de hoy si tomamos en cuenta que una influencia religiosa significativa ha caracterizado nuestra historia y que no existe día en el que no haya una noticia que tenga que ver la religión y con los religiosos, con la política y con los políticos o con ambos. Ejemplo de lo anterior es el caso de Miguel Hidalgo en 1810 y Vicente Fox en 1999 con el estandarte de la Virgen de Guadalupe que tanto escándalo ha causado sobre todo en los círculos priístas y religiosos del país. Los políticos, con o sin cargo, han manifestado, por cierto, una conducta moral no muy digna de alabanza y de ejemplo, por ello, la política, los políticos y su conducta moral, se han convertido en un verdadero obstáculo para que el maestro lleve a cabo la Formación Cívica y Moral de sus alumnos.

Esta es la principal dificultad a la que se enfrenta el docente: La contradicción entre el deber ser de la escuela, y lo que de hecho ve en su casa y en la realidad cotidiana, entre el hablar en su aula de honestidad, y ver en su realidad la más alta corrupción de la clase política y de la sociedad en general. Hablar de lo positivo que es decir la verdad y constatar que la mentira es algo ya común y que su padre le ordena que le diga al cobrador que no está, aunque si esté en casa. Como decirle que no se inicie en el consumo de drogas, cuando las autoridades llamadas formalmente a su erradicación y ataque, resultan ser frecuentemente narcotraficantes o protectores de éstos. ¿Cómo vamos a educar en valores, cómo vamos a formar cívica y moralmente en estas condiciones concreto-materiales tan contradictorias al espíritu educativo de una nueva y superior formación cívica y moral, en una sociedad de consumo ideológico que hipostasia y hace estrellas de la TV, precisamente los antivalores y a las actitudes más delesnables del ser humano?

Así pues, introducirnos al campo de la ÉTICA y discutir y dilucidar estas concepciones teóricas, metodológicas y prácticas, resulta ser trascendente y de la mayor importancia en nuestros días y en nuestra sociedad, ya que de no hacerlo, nuestra crisis se puede agravar hasta niveles de lesa humanidad.

Por todo ello, es exigible que se actualice y se capacite a todo maestro, en especial al de Educación Básica en servicio, a través del análisis y la reflexión críticas de diversas fuentes y concepciones filosóficas, sociales y educativas, para que el docente de Civismo y de Orientación Educativa de la Enseñanza Secundaria, así como los profesores del nivel preescolar y primario, puedan introducirse al conocimiento y comprensión del campo, las categorías, temas y concepciones básicos de la ÉTICA, como disciplina filosófica que reflexiona críticamente sobre el origen, desarrollo, determinaciones y fines de la Moral, a fin de que pueda identificarlos como los fundamentos necesarios de la temática, metodología y orientación de sus respectivos programas que hoy se introducen en la EDUCACIÓN BÁSICA y como fundamentos orientadores imprescindibles para la autoconciencia crítica de su práctica docente cotidiana en el ámbito de la formación cívica-moral y axiológica.

Es de vital importancia que se establezca una seria y fundamentada capacitación y actualización del magisterio y no sólo acciones de baja calidad que pretendan sólo salir del paso, subestimando las necesidades y capacidades del magisterio en servicio.

Es necesaria y urgente una superación profesional seria, científica y humanística de los docentes de la educación básica que les permita entre otras cosas:

1. Comprender los aspectos más importantes que dan origen, caracterizan y determinan la conducta humana dentro de un grupo social y con relación al conjunto de normas, reglas leyes y principios vigentes en esa sociedad y época.

2. Reflexionar acerca de los fundamentos filosóficos de la educación en general y de los de la Formación Cívico-Moral y Ética en particular.

3. Precisar y manejar de manera adecuada la terminología filosófico – educativa implicada en la Formación Cívica y ÉTICA de la Secundaria y en la Educación Valoral de Preescolar y Primaria, con el propósito de no confundir - como de común se hace – ÉTICA con moral, Axiología con ÉTICA , etc.

4. Conocer, analizar y comprender las diversas concepciones que se dan respecto a los temas éticos fundamentales tales como: La Responsabilidad, el Problema de la Libertad, Estructura del Acto Moral, La Valoración Moral, entre otros.

5. Identificar la presencia implícita o explícita de las diversas categorías filosóficas y éticas estudiadas y comprendidas durante su capacitación y actualización, en cada una de las unidades temáticas de los programas de Formación Cívica y ÉTICA de la Educación Secundaria y los de Civismo en Preescolar y Primaria.

6. Comprender que la Filosofía en general y de manera particular la ÉTICA, no son algo ajeno a la vida cotidiana del hombre y mucho menos, a su proceso formativo formal y sistemático.

7. Identificar a la crisis integral, específicamente moral, axiológica y teleológica, que hoy vive nuestra sociedad, como el resultado del abandono sistemático que la formación cívica-moral ha sufrido en las últimas dos décadas, a fin de no volverla a subestimar.

8. Analizar críticamente, con base en los elementos adquiridos y a través del planteamiento, discusión y solución de dilemas y de otras muchas estrategias y recursos, la realidad ético-moral de la sociedad en que vivimos, así como el papel que jugamos dentro de ella ya como ciudadanos, como miembros de una familia, como estudiantes, como miembros de un colectivo social, etc. con la finalidad de comprender sus fuerzas motrices, y en la medida de nuestras posibilidades, transformarlos.

9. Conocer, comprender, manejar y dominar (y en su caso crear) las metodologías, estrategias y los recursos didácticos necesarios para lograr la Formación Moral-Cívica y Ética.

10. Conocer, comprender y manejar las principales concepciones éticas del pensamiento filosófico-moral de los grandes filósofos y corrientes filosóficas que se han dado desde la antigua Grecia, hasta nuestros días, con el objeto de poseer un marco teórico referencial que permita al magisterio orientar sus concepciones y práctica docente, su discurso y su quehacer educativo en general y en especial lo que se refiere a la formación moral, cívica y ética de sus alumnos y de sus hijos.

En virtud de que los medios de información masiva han tenido y tienen una gran responsabilidad en la crisis que vivimos hoy día, deseo sugerirles muy atentamente que se profundice aún más en los temas señalados o en aquellos de vital importancia para el país como el educativo, que no nos quedemos en la superficialidad de difundir sólo los puntos de vista de los "famosos", de los altos funcionarios, de los "líderes de opinión" o los que les convienen como emisoras comerciales. Es necesario dar mayor espacio –como atinadamente Pedro Ferriz de Con señaló en una de sus recientes emisiones– a la OPINIÓN PÚBLICA, ya que en ella podremos encontrar de seguro, muchas y agradables sorpresas, incluso puedo apostar, lúcidas e imaginativas soluciones a los grandes problemas nacionales.

Los medios –en especial la TV– tienen la obligación de hacer una autocrítica profunda, honesta y racional. Es necesario que ajusten cuentas con ellos mismos, es necesario reconocer el papel o la responsabilidad que han tenido en el orígen, desarrollo y estímulo de la crisis integral, específicamente moral que hoy vive la sociedad mexicana. Tienen que reconocer su frecuente complicidad con el poder y su manejo deshonesto de la verdad para los mexicanos y en la exaltación y estímulo de los antivalores y de los sujetos antisociales que los encarnan, en detrimento de la armonía y la paz sociales.

Sólo un nuevo mexicano, con una formación moral, cívica y ética cualitativamente distinta, formará a los hombres que se requieren para remontar el horizonte paradigmático de la crisis y este hombre sólo será posible mediante una educación omnilateral de alta calidad, misma que será una realidad en la medida que se transformen las estructuras sociales viciadas en las que vivimos, una sociedad en la que educación sea realmente importante y no sólo tópico del discurso demagógico de los políticos, en la que la formación de los niños y jóvenes, así como la de los maestros mexicanos sea nuestra máxima, nuestra preocupación y nuestros reales y efectivos logros en pro de la sociedad misma.

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