Raúl Calixto Flores
Investigador de la UPN Ajusco*
La educación ambiental es una real posibilidad de revertir el proceso hegemónico de la cultura del consumo, a partir del desarrollo de procesos generales de concientización, referidos a saberes, actitudes y valores.
Aspectos que se reflexionan y teorizan en la Pedagogía del medio ambiente y que se traducen en prácticas en la educación ambiental. Prácticas que proponen una relación diferente entre los seres humanos y con el medio ambiente.
En el ámbito de la educación formal de nuestro país, donde el sistema educativo propone formas y contenidos de enseñanza, se hace necesario contar con profesores que observen a la educación ambiental, como una posibilidad real de propiciar un cambio en las relaciones de los seres humanos con el medio ambiente.
Las instituciones formadoras de docentes requieren promover, además de cambios curriculares que incorporen en sus planes de estudio a la educación ambiental, fomentar y desarrollar programas que tiendan no sólo al conocimiento y divulgación de la información, sino también en la forma de investigar a la educación ambiental.
En el análisis del aspecto social es determinante comprender que las injustas relaciones sociales prevalecientes explican la crisis ambiental contemporánea.
En este artículo se describen algunas reflexiones en torno a la importancia de incorporar en la formación de los docentes, la educación ambiental; a través de la revisión de la formación que las educadoras de preescolar del Distrito Federal tienen en este campo.
El acelerado proceso de urbanización y el crecimiento industrial de la Cd. de México, propiciado por el modelo de desarrollo adoptado en el país, después de la Segunda Guerra Mundial, contribuyó de forma significativa al crecimiento urbano, así en 1940 la Cd. de México contaba con un millón 760 mil habitantes, en 1960 con 5 millones y en 1996 con más de 18 millones de habitantes. «Actualmente se concentra en la ciudad de México más de una cuarta parte de la población del país, y continúa siendo la sede de los poderes políticos y económicos del país» (Izazola,1996).
A partir de la década de los 50’s. aumentó considerablemente el número de las industrias y los servicios urbanos proporcionados, convirtiéndose la ciudad de México en la «tierra prometida» para muchos campesinos, en busca de mejores condiciones de vida. Promesa que se hizo realidad durante algunos años, pero que en la actualidad se ve revertida por la «pauperización urbana» que sufren más de la mitad de las familias habitantes de la ciudad. Situación muy similar para las demás ciudades de la república mexicana.
El medio ambiente se ha visto impactado desfavorable-mente, se ha originado un grave deterioro, al ocupar tierras de cultivo, bosques y lechos de antiguos lagos. No se dio una prevención ecológica adecuada, por ejemplo existe una deficiente red de captación en los grandes centros habitacionales, centros educativos, hospitales, zonas industriales y centros comerciales.
Los patrones de consumo son uno de los principales factores que originan los problemas ambientales. La población de la ciudad de México, como la gran mayoría de los habitantes de la república, han modificado sus patrones de consumo, como resultado de la enorme penetración cultural de otros pueblos. Para muchos el «american way of life» es el modelo a imitar, la sociedad de consumo donde todo es desechable. Gracias al enorme poder de influencia de los medios de comunicación, donde todos los días a través del cine, la televisión y otros medios de comunicación, se pregona la importancia de poseer bienes que satisfagan necesidades suntuarias o economicen el tiempo a costa de la destrucción del medio ambiente y el agotamiento de los recursos naturales.
En nuestra sociedad esta forma de vida sólo puede ser practicada a plenitud por las minorías dominantes, a costa del trabajo explotador de la mayoría de la población, que sin embargo también aspira a esta forma de vida. En efecto el consumo del 10% de los hogares con menores ingresos sólo representó el 33% del consumo básico requerido para satisfacer sus necesidades esenciales. En el otro extremo, el 10% de los hogares con mayores ingresos efectuó un consumo 408% mayor que el considerado básico. Alrededor del 50% de los hogares del país no alcanzó en 1988 a cubrir con sus ingresos el costo de los satisfactores esenciales, en tanto que los hogares más ricos gastaron un consumo cuatro veces más de lo que se considera esencial: buena parte de su consumo es suntuario.
La sociedad de consumo además de aumentar considerablemente la producción de desechos, contribuye a la destrucción incesante del medio; por ejemplo, en cuanto a los desechos sólidos, los tiraderos a cielo abierto contribuyen a elevar los niveles actuales de contaminación, ya que los desechos en descomposición generan gases flamables y la reproducción de insectos y animales nocivos a la salud, además son altamente contaminantes de los mantos acuíferos por el proceso de lixiviciación.
La educación ambiental ha de ser vista como un continuo cuestionamiento de las formas como se desarrollan las relaciones sociales, la percepción que se tiene sobre el ambiente y el papel que se asume ante la realidad cotidiana. Por lo cual a la educación ambiental le interesa no sólo explicar el ambiente natural, sino también el social y el construido, en el que se manifiestan con toda claridad las distintas responsabilidades de los distintos sectores sociales en la crisis ambiental. Crisis ambiental que hace evidente la necesidad de tomar decisiones y actuar sobre los problemas inmediatos, sin perder de vista las acciones de un espacio mayor que es necesario tomar. Por ello entre los fines de la educación ambiental, están la de fomentar una conciencia ambiental comprometida con la realidad social, la de formar actitudes y valores congruentes con un estilo de vida que propicie el desarrollo de relaciones equitativas con el entorno natural y social. Y desarrollar una forma de observarse a sí mismo, en relación a la totalidad de acontecimientos que orientan nuestra forma de sentir y pensar, como ciudadanos de un país y habitantes de un único planeta.
Se plantea el reto de considerar a la educación ambiental de una forma interdisciplinaria, que atienda por igual aspectos de las ciencias naturales como la ecología y geografía física, de las ciencias sociales como la sociología y el derecho, de las ciencias humanas la estética y la ética, y entre éstas de una forma especial a la pedagogía y gestión escolar.
La educación ambiental es el producto de la interacción y contribución de varios campos del conocimiento, tanto en las ciencias naturales como de las ciencias sociales, que se concretan en propuestas, proyectos o programas didácticos, curriculares, pedagógicos o de intervención.
La educación como proceso socializador que pretende como aspiración universal la formación integral de los individuos, comprende una Pedagogía del medio ambiente. La educación ambiental puede generar y mantener nuevos valores, usos y creencias que impulsen el desarrollo social, productivo y creador; y como consecuencia puede ser el medio para el logro de nuevas relaciones entre los hombres, entre las mujeres y entre los hombres y las mujeres.
La educación ambiental comprende la formación de sujetos críticos de la realidad socioambiental y participativos en los distintos espacios y procesos sociales. Ello plantea una Pedagogía que se oriente hacia el análisis de contenidos, actitudes y valores ambientales. Lo que representa incidir en la formación de una cultura ambiental. Por lo que la Pedagogía del medio ambiente tiene que comprender el análisis de todas aquellas manifestaciones de carácter artístico, religioso, ético o moral; a los hábitos educativos, a las formas de interacción entre las personas y sectores sociales y en las relaciones de jerarquía.
La situación ambiental de la ciudad de México no ha pasado desapercibida para la educación básica, es así como se han originado diversos proyectos educativos al respecto, o los originados a partir del Programa de Modernización Educativa (1988-1994) y del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (1994), con los propósitos de concientizar a los alumnos y alumnas en torno a la importancia de conservar el medio ambiente y de incorporar a la comunidad escolar en tareas concretas para el mejoramiento ambiental. En educación secundaria, en los planes de estudio de la zona metropolitana se ofrece a partir de 1994 la materia optativa de educación ambiental en el tercer grado, (materia que se ha incluido para 1996, también en 12 estados de la República) y al mismo tiempo incorporando contenidos al respecto en Biología, Química y Civismo.
En educación primaria se integra la dimensión ambiental a los programas de estudio (a partir del ciclo escolar 1993-94), con lo cual se abordan en distintas materias contenidos relacionados con el mejoramiento del medio ambiente. En educación preescolar, se implanta un nuevo Programa de Educación Preescolar (1992) que comprende actividades de juegos y cantos de Ecología, en el bloque de relaciones con la naturaleza y a partir del ciclo escolar 1995-96 se trabaja con la agenda del Club Ambiental, que constituye un proyecto escolar anual en donde las educadoras proponen y desarrollan actividades relacionadas con la educación ambiental. Entre otras propuestas, que si bien no han tenido los resultados esperados, ni la participación deseada han incidido en la importancia de abordar a la educación ambiental.
La educación ambiental es un camino que recién se inicia y que no corresponde a la realidad de la problemática socio-ambiental que se vive en las escuelas. La educación actual se desarrolla, como si no existiera la crisis ambiental.
La formación de los profesores de educación básica, es una de las tareas que en el discurso el Estado ha asumido como prioritaria. Pero la realidad es que la formación de los futuros profesores de preescolar, primaria y secundaria, ha estado sumergida en decisiones políticas, que han repercutido en pocos cambios en la forma tradicional de formar a los profesores.
Con el Acuerdo Presidencial del 22 de marzo de 1984, se estableció el nivel de licenciatura para los estudios realizados en las escuelas normales, en cualquiera de sus tipos o especialidades con lo cual se estableció la obligatoriedad del bachillerato como requisito de ingreso y se diseñó y aplicó un nuevo plan de estudios.
Sin embargo, ¿qué ha ocurrido en la formación de los futuros profesores respecto a la educación ambiental?, ¿se ha tomado a la educación ambiental, como un aspecto relevante?
Edgar González (1993) señala que la educación ambiental constituye un espacio necesario para el establecimiento de una nueva actitud, de una nueva relación sociedad-naturaleza. Por lo que la educación ambiental debe ser tomada como un aspecto relevante en la formación de los futuros profesores de educación básica, quienes trabajarán con niños en sus primeras etapas formativas.
La práctica de la educación ambiental en las instituciones formadoras de profesores tiene grandes dificultades, en la incorporación de una dimensión ambiental, como un eje articulador transversal de medio ambiente-población-desarrollo. No se han obtenido los resultados deseados, se debe de impulsar la integración de la educación ambiental en el currículo de formación de los futuros profesores.
La práctica de la educación ambiental en el contexto de las escuelas de educación normal, tienen grandes dificultades en la incorporación al currículo del eje conceptual medio ambiente-población-desarrollo. Lo logrado hasta el momento se reduce a la incorporación de una asignatura y la posibilidad de cursos optativos.
Un enfoque fundamental de la dimensión ambiental es su interdisciplinariedad, y en tal sentido la educación ambiental es todavía una aspiración deseable en el currículo en las escuelas de educación normal.
La educación ambiental no es una materia suplementaria que se adiciona a los diseños curriculares, requiere de la interdisciplinariedad, y el reconocimiento de la emergencia de una Pedagogía del medio ambiente. Es en la formación de los profesores, donde la Pedagogía, cumple un papel importante, ya que posibilita el análisis y reflexión, en temas que requieren de un profundo conocimiento pedagógico.
Como un ejemplo de la situación actual de la formación de las educadoras en educación ambiental, se comenta el caso de la formación de las futuras educadoras. En 1992 se incorpora al plan de estudios de la licenciatura en educación preescolar la materia «Ecología y Educación Ambiental» en el campo de trabajo de las ciencias naturales, dentro de las disciplinas llamadas de apoyo psicopedagógico y como derivación del aspecto biopsíquico , es un curso de 30 hrs., en el penúltimo semestre de la licenciatura. «. De acuerdo a Tamayo (2001) los contenidos sobre medio ambiente en la formación de estas educadoras se encuentran reducidos a lo elemental, limitando el acervo cultural y práctico a generalidades sobre ecología y estudio de los recursos naturales. En esta materia a las futuras educadoras se les proponen actividades prácticas (como la elaboración de germinadores, trabajo en parcelas, etc.) para que las desarrollen en el bloque de naturaleza. Así adquieren una mínima formación en educación ambiental, carente del aspecto social, que sin embargo representa una ventaja con relación a las educadoras en servicio, ya que éstas tienen casi una nula formación al respecto.
En el cuarto y quinto semestre en el nuevo plan de estudios, de 1997, de la licenciatura de educación preescolar se incorporan las asignaturas del «Conocimiento del medio natural y social I y II», lo cual es sin duda muy significativo. Se reconoce al aspecto social como componente del medio, sin embargo la dimensión ambiental aún no se contempla en las demás asignaturas.
Un aspecto que debe de tomarse en cuenta en una propuesta de formación de educadoras en educación ambiental, son los formadores de las educadoras ¿qué sucede con su propia formación ambiental y su papel ambiental en la institución?
Estas interrogantes, se pueden plantear también para las otras licenciaturas de la educación normal. La educación ambiental es un aspecto que no se ha valorado y ha permanecido al margen en las últimas reformas.
La postura que se plantea en este escrito es la incorporación de la educación ambiental en la curricula de las escuelas formadoras de profesores, por medio de la inclusión de la educación ambiental como un campo problemático, factible de investigar en las escuelas de educación básica.
Existen diversas posturas en cuanto al papel de la investigación en la formación de los profesores. Desde aquéllas que la observan como una actividad exclusiva de los investigadores , y que los profesores pueden recurrir a los resultados ya obtenidos. Y otra perspectiva en la que los profesores no son solo usuarios, sino que participan activamente en la investigación. hasta aquellas en las que forma parte de la actividad cotidiana de los profesores.
Es esta perspectiva que se asume en este escrito y se plantea a la educación ambiental como un campo problemático que puede ser investigado por los profesores.
En este sentido Hugo Zemelman (1988) delimita a un campo problemático como aquel espacio de articulación y delimitación de niveles de realidad, donde la construcción de los objetos de estudio se propone dar cuenta del movimiento de interacción y contradicción de los elementos básicos que los constituyen.
En esta delimitación se plantea la existencia de varios niveles de la realidad, por lo que la realidad puede ser vista desde diversas perspectivas y en distintos planos.
Coexisten una pluralidad de paradigmas de investigación educativa, que enfatizan distintas características del objeto, lo construyen a partir de ciertos referentes, lo explican y le dan significados. En este sentido la elección del campo problemático se basa fundamentalmente en los datos empíricos que dispone y de la elección de los referentes teóricos que explicará la naturaleza del objeto de estudio y los distintos niveles de análisis que se pretenden realizar.
Se ha de reconocer que los sujetos son los constructores de su historia, por lo que pueden incidir en ella, transformarla dentro de un marco ético y político. Los comportamientos no se explican en sí mismos sino dentro del contexto sociocultural en que se producen. Con lo cual es posible identificar las oportunidades que ofrece la interacción y el trabajo escolar, como también los tipos de restricciones que impone, con su clasificación y rango social escolar.
Se determinan con ello, las cualidades y limitantes existentes para la investigación educativa, y las posibilidades de un desarrollo subsecuente.
El campo problemático se analiza para delimitar el problema o situación, con su contexto, con el propósito de construir el objeto de estudio y la vía de acción más adecuada para investigar.
Esta delimitación plantea una revisión de la propia experiencia, la lectura de trabajos de investigación, el análisis y la reflexión constante en la construcción del conocimiento.
La realidad no es fragmentable, se expresa en distintos niveles y aspectos, los cuales se pueden aprehender a través de asumir una actitud crítica, indagadora y participativa, se trata de aprehender al objeto de estudio en toda su riqueza conceptual
El acercamiento definición y construcción del objeto, se da desde varios planos, en este marco la educación ambiental puede ser investigada desde su historia, desde los sujetos, desde el tiempo o del espacio entre otros aspectos; o bien desde la pedagogía, sociología, biología, arte entre otras áreas del conocimiento; o desde un enfoque especifico como actitudes, percepciones, representaciones entre otros más.
La investigación en educación ambiental posibilita entender el trabajo que se realiza en las escuelas a través de los sujetos involucrados en el desarrollo de la práctica. Lo que implica tratar de comprender complejas relaciones, identificar procesos, resignificar saberes y prácticas culturales. Se ha de dar mayor importancia en conocer la estructura de los significados y significantes de los protagonistas, analizar sus interpretaciones, conceptualizaciones, motivos e intenciones. Lo cual implica observar y registrar paralelamente, seleccionar lo significativo del contexto en relación con la elaboración teórica que realizan al mismo tiempo, se construyen conceptos iniciales, no los presupone.
A modo de conclusiones , de las reflexiones realizadas en este escrito se plantean las siguientes ideas:
En el jardín de niños la educación ambiental juega un papel importante en la formación de los valores ambientales en los niños. «La edad de los niños en el nivel preescolar corresponde con la instauración intrapsíquica de los patrones morales y valorativos respecto al mundo...desde lo psicológico este período es capital en el devenir del sujeto» (Chamizo, 1989). En este sentido la educación ambiental se relaciona directamente con la percepción y papel ambiental de las educadoras, con los valores que ha incorporado respecto a su relación con el medio ambiente. El papel de educadora ambiental en el jardín de niños es trascendental, como mediadora entre los contenidos del programa, sus propias percepciones ambientales y las percepciones ambientales que van formando los niños. «La calidad del ambiente creado por el profesor, así como las relaciones niño-niño y niño-profesor, es lo que, en resumidas cuentas, favorecerá o retardará el desarrollo» (Kamii y de Vries, 1984). Con lo cual se favorece la autonomía del niño/a y puede tomar sus propias decisiones respecto al medio ambiente.
Es de especial importancia el trabajo en educación ambiental con los niños que se encuentran en el jardín de niños porque «Desde que el niño se pone en contacto con la naturaleza, después de nacer, aprende primero a observarla y luego a admirarla. Entre los tres y seis años de edad la mayoría de los párvulos no sólo admira la naturaleza sino que también aprende a quererla» (Saldes,1993). En estas edades la consolidación del desarrollo afectivo hacia el medio ambiental es fundamental, para que no se pierda en las otras etapas de vida del ser humano.
El papel ambiental de las educadoras, como el papel ambiental de cualquier ciudadano del Distrito Federal, tiene que ver con la cultura ambiental que se forma desde la infancia. La educación ambiental no es una nueva asignatura, sino una nueva dimensión en el sistema educacional. La educación ambiental va de la mano con la cultura ambiental, donde no se puede explicar una sin la participación de la otra.
El proceso de formación de una cultura ambiental ha de ser incluyente para no dejar fuera a ningún grupo social, en donde se ha de reconocer la importancia de incorporar los valores en la educación ambiental, sobre todo con los niños de edad preescolar, donde se construyen o se afirman estos valores.
En este sentido resulta fundamental formar a las futuras educadoras en una cultura ambiental, a partir de la educación ambiental, que no se restringe a la incorporación de uno o dos asignaturas, sino conlleva una forma diferente de definir el papel de las educadoras en el jardín de niños. A partir de la incorporación de la dimensión ambiental en la curricula de la licenciatura en educación preescolar, al plantearla como un campo problemático, que permita articular los distintos contenidos en torno a los problemas socioambientales.
Se plantea el reto de considerar a la educación ambiental de una forma interdisciplinaria, que atienda por igual aspectos de las ciencias naturales como la física, química, ecología y geografía, de las ciencias sociales como la antropología, sociología y derecho, de las ciencias humanas como la estética y la ética, y entre éstas de una forma especial a la pedagogía, la planeación educativa y la gestión educativa. De las ciencias biológicas la ecología, biología, física y química.
La investigación educativa en educación ambiental, es una opción factible en la formación de las futuras educadoras.
Bibliografía
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Tamayo, Esperanza (2001). Formación docente y educación ambiental en Escuela y ambiente, (Calixto Flores coordinador), Limusa-UPN, México.
Zemelman, Hugo (1988). Uso crítico de la teoría, El Colegio de México.
* Cuerpo académico: Los valores en la educación
del siglo XXI: ambiente, derechos humanos y sexualidad, UPN-Ajusco