Elvia Pacheco Mora
Asesora de la Unidad UPN 094
Hola ¿Cómo estás? Quizá tú me dirías que no es la manera correcta de dirigirme a alguien de tu edad y yo en ese momento no entendería los formalismos que me planteas pero después de diez años de ausencia te valoro y entiendo como nunca lo hice cuando estabas a mi lado. Como dice un poema que escuche en una conferencia impartida en la Universidad Pedagógica Nacional: «tan cerca te tuve y no te vi, tan cerca te tuve y no te reconocí, tan cerca te tuve y no te valoré, tan cerca te tuve y no aprendí de ti, y ahora que te busco ya no estás». Cuanta sabiduría encierran estás palabras y al paso del tiempo adquieren diferentes significados al menos para mí. Cada vez que el Día de Muertos se avecina la nostalgia me invade, pues nuestros seres queridos no se mueren a tiempo siempre se van a destiempo, porque tu me vas a hacer falta siempre así yo tenga diez, veinte, cincuenta ocien años, y al final de mis días me seguirás haciendo falta, llorar ya no puedo, el corazón se me ha secado de tanto llanto, además no quiero detenerte en tu camino, sé por tus mensajes que estás bien pero no es tan fácil aceptarlo y asimilarlo, te extraño como nunca imagine, es como si mi corazón tuviera un hueco que se rompe cada vez más, ante la menor provocación como pasar cerca de Centro Médico y no puedo borrar los lugares de mi vida y es como si yo hubiera muerto contigo, busco respuestas que me devuelvan la paz y le preguntó a Dios ¿por qué tú? Y ¿en ese momento? ¿Por qué no compartir conmigo mis triunfos y fracasos?, sabías que con tu presencia los problemas eran menores porque siempre tenías palabras de aliento y como dice la canción: «aunque tengo tranquila mi conciencia se que puede haber hecho más por ti». Lo que consuela es que a pesar de que habitemos dimensiones distintas, tu no has roto los vínculos afectivos que te unen conmigo, a ti acudo cuando necesito paz, esperanza y consuelo y aunque te debo dejar tranquilo no puedo por más que me digan que algún día nos volveremos a reunir. Quien ha visto la muerte tan de cerca jamás vuelve a ser el mismo y si la muerte no te humaniza ninguna situación lo hará. Sé que la manera de recordarte es siguiendo tu ejemplo pues tu me enseñaste a disfrutar de la vida y a asumirla con valentía, entereza y tenacidad tratando de ser mejor cada día y recordándote cada día cuando tus raíces me llevan a Oaxaca la tierra que tanto quiero, cuando veo la Lucha Libre por televisión y te ubico junto a Enrique Llanes, cuando paso por General Motors y recuerdo tu respeto al trabajo, cuando oigo la canción de Ana María González «La zarzamora», cuando me tomo un mezcal o un compuesto de Oaxaca, cuando recuerdo tus palabras de quien te saludaba con mucha familiaridad y tu les decías: «que dormimos juntos» para demostrarles que tenía que haber un poco más de respeto pues tu eras una persona mayor, cuando decías que a una mujer no se le ofende ni con el pensamiento, cuando con tu comportamiento nos mostrabas que lo mejor que le puede dar la vida a un ser humano es la familia, tantos recuerdos se agolpan en mi interior que me llevaría toda una vida traerlos a mi mente, por ello también te escribo y aunque no entienda porque se nos va lo bueno, sé que eres feliz y te recuerdo con nuestra canción : «viejo mi querido viejo», sé que yo soy tu orgullo y que soy parte de ti no sólo en mi físico, sino en mi carácter, y ese lado humano que no siempre muestro a los demás, también quiero que sepas que nunca te olvidaré y en nuestra casa siempre habrá un lugar para ti en el altar y en mi corazón. Tu ofrenda te esta esperando y a compartir con los demás pues te gusta compartir lo que posees. Se despide con cariño tu hija.
Elvia.