ANTERIORHOME SIGUIENTE

El hombre magnificado

Biól. Césari Rico-Galeana

Dirección de Actualización. SEP.

Realmente no se porqué será, quizá porque pertenecemos a la especie humana o porque realmente somos mejores, pero la mayor parte de los humanos, consideramos ser lo mejor de lo mejor. El pensamiento antropocéntrico extraña a muy pocos, es más raro escuchar a alguien disertando a favor de otra especie, incluso -y más raro aun- por encima de la nuestra.

Estamos acostumbrados a pensar que los humanos (hombres y mujeres) somos lo más alto en la escala evolutiva, que todos los demás seres vivos son inferiores y que están para que los utilicemos, es decir existen en función de nuestros intereses. Y la prueba más obvia es la dominancia que hemos ejercido sobre las otras especies, sobretodo contra los posibles competidores carnívoros, como los grandes felinos.

Lo anterior, es válido para quienes consideran que existe la evolución de las especies, pero otro gran número de personas, consideran que las especies son producto de una creación divina, por un ser todopoderoso, metafísico y extraterrenal. Para ellos, la cuestión es aún más sencilla, ya que dicho ser, nos creó a su imagen y semejanza y nos dio al planeta para que lo dominemos.

No sé su opinión, pero si le damos a escoger a una persona común, lo más probable es que le gustara sentirse parte de un plan supremo; el mejor de los productos de un ser perfecto que lo protege y le brinda seguridad, y no como parte de una evolución de la materia por mecanismos comunes a todos los seres vivos que comparte tantas características con los demás primates que resultan prácticamente iguales.

El asunto es complejo, pero es comprensible que si somos los humanos quienes estamos estudiando a la naturaleza y por ende a nosotros mismos, nos autoubiquemos en una categoría no solo alta, sino ¡la más alta en el mundo! en un ejercicio de prepotencia y falta de humildad.

Es probable que la falta de conocimientos biológicos haya sido una buena razón para que se actuara antropocéntricamente durante la necesidad de clasificar a los seres vivos, pero conforme se avanza en el estudio de las leyes naturales que rigen a la vida, cada vez hay menos elementos para seguir considerándonos los reyes de la creación. Por el contrario, a cada momento nos reconocemos como integrantes de un intrincado orden natural en el que desempeñamos funciones importantes para la misma naturaleza.

Tal vez, si analizamos algunos aspectos lo anterior se perciba con mayor claridad.

De los últimos años particularmente el de 1997, fue muy triste para quienes admiramos la obra científica, pues nos enteramos por los medios de información de la muerte de Isaac Asimov, Jackes Ives Costeau y de Carl Sagan, tres de los científicos que investigaron y divulgaron la ciencia por todo el mundo (y para el caso de Sagan, quizá también fuera del planeta).

Entre los conocimientos que divulgaron, se encuentran los referentes al universo. Ahora se sabe que el universo no es estático, sino que está en expansión; que tiene una edad aproximada de 15 X 109 años. Este universo, según los cálculos, contiene alrededor de 10X109 (10,000,000,000) de galaxias, de las cuales la nuestra (acúsome de referirme a ella como si nos perteneciera) es una de las denominadas espirales, la hemos llamado Vía Láctea por que a los griegos al mirarla por la noche les parecía un camino de leche.

Es una galaxia espiral, por que las estrellas que la conforman están dispuestas partiendo de un centro de forma lenticular hacia fuera formando un par de brazos laterales que rodean al centro.

El sol, una de las 150 X 109 estrellas de que consta la vía láctea, no es una de las estrellas grandes, es una estrella mediana. Tampoco es de las más brillantes y ni siquiera está ubicada al centro de la galaxia sino hacia uno de los brazos laterales.

En el sistema solar, la Tierra no es de los planetas mayores, por el contrario, es de los más pequeños y en él existen masas continentales, de las cuales América es una de ellas -pero no la mayor- y allí existe un territorio que llamamos México (y dicho sea de paso tampoco es el más grande del continente). En México hemos hecho 32 divisiones arbitrarias, de las cuales una es la entidad en la que usted se encuentra, como el artículo lo escribo yo y para ser fiel a mi naturaleza humana debo ser egocéntrico, hablaremos del Distrito Federal que es por cierto una de las entidades más pequeñas, y allí estamos muchos humanos entre los que me encuentro a mí mismo y si es su caso, pues usted también.

Cuando pienso en la masa corporal que tengo en comparación con lo que hemos descrito, me invade una rara angustia. Comparada mi masa corporal con la entidad en la que vivo, pues es francamente pequeña, ¿pero, si la comparo con la República?, ¿y con el continente...; con el planeta...; con la galaxia...; o de plano con el universo? queda una sensación de insignificancia que motiva esa rara angustia que decía.

Recordando que ese ser –quién dada la magnitud del universo es insignificante- en algún momento de su limitada historia se autoerigió como centro del universo, pues no queda más que reconocer muy a mi pesar que nosotros mismos nos vemos magnificados y exageradamente sobrevalorados.

Pero el asunto no para allí, pues nos queda una última réplica ¡los seres humanos somos la especie dominante en el planeta! Analicemos este punto a ver que resulta.

El planeta tiene según los estudios científicos una edad aproximada de 4 600 millones de años, y los seres humanos tenemos solo 250 000 años de haber aparecido y eso considerando al homo sapiens neanderthalensis, pues si consideramos únicamente al homo sapiens sapiens (a estas alturas ya no sorprende que si el hombre es quien clasifica, nos autonombremos hombre sabio-sabio ¿cierto?) hablaríamos de escasos 40 000 años. Como sea, el tiempo que tenemos como especie sobre el planeta es relativamente corto. Cuando aparecimos la vida llevaba muchísimo tiempo sin nuestra especie.

Además, cuando investigamos sobre los datos actuales de la biodiversidad encontramos que hay varios millones de especies diferentes en el planeta, de los cuales el ser humano conoce tan solo 1.6 millones. Cerca de millón y medio de especies conocidas sobre la tierra ¡y nosotros somos solo una de ellas!

Estas 1.6 millones son a su vez tan solo el 1% de las especies que han poblado a la tierra en toda su historia. El ser humano como especie es una de las millones que han existido y que van a existir.

Por si aun no se convence estimado lector de que el humano se ha magnificado, piense en lo siguiente, los datos indican que de todas las especies actuales más de la mitad son insectos, (si hubo una creación, ¡alguien era entomófilo!).

Los humanos somos vertebrados, de los cuales se han registrado cerca de 42 700 especies, y la mayoría (44.5%) son peces, les siguen las aves (21.3%), los reptiles (14.8%) y los anfibios y mamíferos (cada uno con un 9.5%). De lo anterior se desprende que las especies de mamíferos no somos precisamente las que más existen.

Y dentro de los mamíferos, los primates con su 5% no somos tampoco los más representados, ese lugar le corresponde a los roedores con el 40% y después los murciélagos (quirópteros) con el 23%.

Los vertebrados compartimos gran cantidad de características, todos tenemos más o menos las mismas funciones, pero los mecanismos evolutivos han actuado diferente entre nosotros. Todos tenemos órganos visuales, pero en el águila por ejemplo, están más desarrollados, todos tenemos la capacidad de oír, pero en los murciélagos está más desarrollada, todos tenemos cerebro, pero en el humano está más desarrollado.

¿Puede o debe un águila o el murciélago sentirse superior a los demás por que a su manera son mejores en algunas características?

¿Es acaso correcto que el humano llegue a creer que los demás animales no piensan, solo por que él tiene un desarrollo mayor en alguna característica? en ese caso, el águila pensaría que los humanos estamos ciegos a comparación de ella o los murciélagos que estamos sordos o los perros que somos inferiores por que no podemos apreciar tanto como ellos mediante el olfato, y así, tantos otros ejemplos.

Es un hecho que todas las especies que existen han demostrado ante la selección natural ser aptas en muchos aspectos y por lo tanto cada especie por el solo hecho de haber sobrevivido es en cierta medida igual a las demás.

Adicionalmente, las estrategias que se han seleccionado como mejores para solucionar los múltiples problemas que imponen la sobrevivencia y la reproducción, son tan variadas e ingeniosas que sorprenden por su exquisitez y sin duda dan la impresión de que algo o alguien las hubiera diseñado.

A la luz de la teoría actualmente más aceptada, ese algo han sido la variabilidad, la selección natural y las mutaciones.

Dentro de estas soluciones, muchas veces las mismas estrategias han sido seleccionadas en sitios diferentes y se presentan convergencias evolutivas como por ejemplo el Tucán en América y el Calao en otras partes del planeta.

Otras veces, las estrategias son totalmente contrarias, así tenemos el caso del topo que tiene una visión poco desarrollada e incluso puede prescindir de ella para sobrevivir, mientras que las aves de presa dependen mucho de ella. O el perezoso quien debe su nombre a la lentitud con que se mueve contra los felinos quienes sobreviven en función de su velocidad y agilidad.

Los anteriores ejemplos, muestran que la sola presencia o ausencia de una o varias características no son parámetros para determinar la supremacía de una especie sobre otra.

El hecho que los humanos tengamos más desarrolladas las funciones mentales, no nos hace superiores, simplemente muestra una estrategia seleccionada para sobrevivir y aunque una lombriz de tierra carezca de cerebro, no la hace menos, pues en su medio bajo las circunstancias que vive y con los problemas que debe enfrentar para sobrevivir, la selección natural no ha favorecido el desarrollo del sistema nervioso. Pero qué tal con la reproducción, la lombriz es hermafrodita y es (en este aspecto) más completa biológicamente hablando que los organismos con un solo sexo.

Sin embargo, cuando pensamos en una lombriz, nos parece insignificante (comparado con el universo, el tiempo, o el número de especies), lo cual muestra la relatividad de las ideas.

Ahora bien y antes de que se me tache de homofóbico, debo aclarar que por el contrario hay que reconocer algunas peculiaridades de ese ser insignificante que se encuentra en una galaxia como miles más, en un planeta menor atraído por una estrella mediana, que no es más que una de las miles de especies, que han poblado a la Tierra y cuya historia es extraordinariamente reciente. Ese ser, ha sido capaz de comprender lo que existe a distancias y tiempos extraordinariamente lejanos para su ciclo vital; ese ser que ha logrado dominar muchos fenómenos naturales; poseedor de una inteligencia y de una conciencia que por una lado lo lleva a niveles insospechados de productividad y desarrollo, y por otra parte es capaz de destruir de forma implacable.

Este ser ha marcado la historia del universo, lo encontramos a nuestro alrededor, comprando, vistiendo, aprendiendo, investigando, creando, destruyendo, engañando, creyendo, escribiendo, leyendo, naciendo, muriendo, aniquilando, conservando, sufriendo, gozando. En fin haciendo todo lo que usted y yo hacemos por que hoy por hoy, estas características han sido favorecidas en la evolución (natural, cultural o ambas) de nuestra especie.

Este ser humano, lo encontramos en condiciones tan variadas, que lo mismo hay quien emplea sus facultades para librar a los demás de padecimientos que generar dolor y muerte, que quien las emplea para diseñar artefactos que producen dolor y muerte no solo a los demás seres vivos, sino también a sus congéneres.

Hay humanos dedicados a cultivar y mejorar el conocimiento y quienes pasan mucho tiempo de su vida frente a un televisor sin preocuparse por aprender, innovar, desarrollar, crear y emplear las características cerebrales que lo distinguen, pero si no las emplea, ¿lo distinguen?, ¿deja de ser humano?, por supuesto que no, por que ésta persona ha encontrado una estrategia de vida que le permite sobrevivir y reproducirse de manera diferente de aquel que sí desarrolla, crea, innova, etc.

Espero que lo anterior, pueda servir para que revaloremos nuestra autoconcepción de la especie humana, para que dejemos de mirarla como única en el universo o como la más importante. Para que dejemos de sobre valorarnos y nos reconozcamos como un integrante más de la naturaleza, que como los otros, hemos evolucionado a partir de formas menos especializadas.

En concreto, el ser humano es admirable en muchos aspectos, comparte gran cantidad de características con los demás seres vivos y sí es diferente, pero no tanto como él ha creído, lo cierto es que no es ni mejor ni peor. Es relativamente mejor comparado en pocas características con algunos otros seres, pero es inferior comparado en otras características o con otros seres.

En relación al universo es insignificante pero es el único de quien tenemos noticia que ha podido diseñar y construir naves espaciales o sistemas sociales tan complejos, lo que nos habla de su enorme capacidad de organización

Es decir, la mayoría de los humanos somos admirables, pero también hoy por hoy muchos carecemos de humildad y respeto hacia los cohabitantes del planeta y mientras no nos consideremos parte de la tierra y continuemos creyendo que la tierra nos pertenece; en tanto nos sigamos separando a propósito de las demás formas de vida y sigamos creando justificaciones a nuestro gusto y conveniencia para renunciar a nuestro origen, seguiremos siendo una especie que se ha magnificado a sí misma.

Bibliografía consultada

Asimov, I. (1971). El universo De la Tierra plana a los quásars. Alianza editorial. España.

Dobzhansky, T. F. J. Ayala., G. L. Stebbins., J. W. Valentine. Evolución. Omega, España.

Gamow, G. (1993). La creación del universo. Biblioteca de divulgación científica. Tomo 1. RBA editores, España.

Hawking, E. W. (1988). Historia del tiempo. Del big bang a los agujeros negros. Grijalbo, México.

Johnson, K. D., D. L.. Rayle. y H. L. Wedberg. (1984). Biology. An introduction. The Benjamin Cummings Publishing Co., Inc. USA.

Léveque, C. (1994). La biodiversidad. Colección: conocer la ciencia. Fundación «La caixa» Museu de la ciencia. cite des sciences et l’ industrie. París.

Marov, M. (1985). Planetas del sistema solar. Mir, Moscú. URSS.

Moutou, F. Y C. Bouchardy. (1922). Los mamíferos en su medio. Plural. España.

Sagan, C. (1977). Los dragones del edén. Especulaciones sobre la evolución de la inteligencia humana. Planeta. México.

Sagan, C. (1980). Cosmos. Una evolución cósmica de quince mil millones de años que han transformado la materia en vida y consciencia. Planeta. España.

Ville, C. A., E. P. Solomon,. C. E. Martin., L. R. Berg., P. W. Davis. (1992). Biología. Interamericana, México.


Articulo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 D.F. Centro, México. Se permite su uso citando la fuente. Dirección u094.upnvirtual.edu.mx