La Salud: un reto educativo

Ma. De Lourdes Adriana Del Val Salas.
Supervisora de Jardínes de Niños y Estudiante de la Maestría en Educación Preescolar de la ENMJN.

 

Mucho puede decirse acerca de la función de la escuela: algunos la consideran eminentemente socializadora, otros le atribuyen fines preparatorios para niveles subsecuentes, también se le considera como un sitio ideal para la transmisión de conocimientos y, tal vez los menos, la vean como un espacio adecuado para la reflexión, Sin embargo, si nos preguntaran sobre su función, muy pocos, -inclusive los docentes- consideraríamos en nuestras respuestas su potencial como promotora de la salud.

Los profesores hemos abordado tradicionalmente con nuestros alumnos temas relacionados con la salud: la higiene personal, la necesidad de proporcionar al organismo una alimentación balanceada y de practicar ejercicio, los efectos del deterioro ambiental en la calidad de vida del ser humano y las consecuencias por el consumo de las drogas y el alcohol, entre otros; empero, una nueva realidad y una perspectiva reclama nuestra atención como docentes: la necesidad de promover la salud desde la escuela en todas y cada una de sus actividades.

La escuela puede y debe tener un rol activo en la promoción de la salud en el aula y en la comunidad, debe intervenir en la resolución de los problemas prioritarios que la afectan.

En un contexto de búsqueda de justicia social y como medio importante para instaurar la salud para todos mediante la educación, es indispensable que los educadores nos ocupemos de intensificar, de todas las formas posibles, la adquisición de conocimientos y prácticas relativas a la salud del niño de hoy, adulto del mañana.

 

Salud

La salud constituye para el ser humano uno de los principales enigmas de su vida, su conservación una de las más apasionantes y difíciles tareas que debe enfrentar.

Actualmente, un alto porcentaje de la población por diversos factores se encuentra en franja de riesgo; nuestra salud y por lo tanto nuestra vida, se ven amenazadas por problemas ligados a la alimentación, a la violencia que enferma las relaciones humanas, por fenómenos como la drogadicción y el SIDA. Nos ponen a prueba también las enfermedades que nos acompañan desde la infancia o los problemas de la vejez cada día más larga, las enfermedades neurológicas como el Parkinson y el Alzheimer, el fenómeno de los emigrantes buscando salir de la miseria en tantos países empobrecidos, los accidentes de tránsito y la automedicación, cada día más practicada. Los hombres y las mujeres ejercen su poder sobre la salud, en forma similar como lo hacen con su dinero: la invierten, la consumen y la derrochan.

En los albores del siglo XXI nos encontramos frente a la constante lucha por conseguir que todos los seres humanos vivamos con dignidad y que podamos desarrollar la vida en condiciones objetivas de libertad y paz, condiciones básicas para una vida saludable. La Educación para la Salud (EpS) constituye una posibilidad para contribuir a ello.

"La EpS es más que una información de conocimientos respecto a la salud. La enseñanza pretende conducir al individuo y a la colectividad a un proceso de cambio de actitud y de conducta para la aplicación de medios que le permitan la conservación y mejoramiento de la salud. Además, es una acción que tiende a responsabilizarlos tanto de su propia salud, como la de su familia y la del grupo social al que pertenecen." 1

Ante los retos de una sociedad nueva, la EpS tiene como finalidad analizar el significado y evolución de los acontecimientos en materia de salud, subrayando aquellos elementos que influyen en ella de forma positiva y negativa.

Los riesgos para la salud que se presentan en una población exigen de una intervención cuidadosamente planeada y basada en los valores de la sociedad. Se trata de un pedagogía actual que estimula prácticas que conduzcan al ser humano a descubrir día a día un modo de vida saludable.

La EpS es una tarea difícil, cuyo resultado debe ser un cambio en las conductas de salud de las personas, pero éste no se obtiene de manera inmediata. El desarrollo de una propuesta en EpS es compleja y con frecuencia puede enfrentarse a diversos obstáculos que interfieren en su desarrollo y en el logro de sus objetivos.

La salud de las personas se relaciona con su capacidad productiva, su habilidad para incorporar nuevos conocimientos y adaptarse fácilmente al cambio tecnológico, lo que le da acceso entre otras cosas a remuneraciones más elevadas, mejorando así sus niveles de vida, educación y salud. A la inversa, la mala salud se relaciona con la pobreza, el menor nivel de productividad, el ausentismo y los bajos ingresos.

 

La educación para la salud en las escuelas

La escuela es una institución llamada a participar en la EpS, sus características abren las posibilidades de logros en su acción; los requisitos de asistencia para los involucrados y las posibilidades de espacios y materiales contribuyen a que los programas de la salud en las escuelas vayan más allá de la mera difusión, de la sola información y ayuden a los estudiantes a la adquisición de hábitos saludables.

Si se pretende que las nuevas generaciones adquieran valores, conocimientos y prácticas indispensables para preservar y mejorar la salud, es necesario que la escuela promueva actividades creadoras, debidamente planeadas, que exijan la intervención de todos los partícipes del proceso educativo y que respondan a las características del contexto social en el que está inmersa la escuela.

La educación para la salud que necesitan los miles de alumnos de hoy es un proceso dinámico que les dará aliento y les ayudará a desempeñar las funciones que les corresponden, en esa acción en la que todos deben unir sus fuerzas y su voluntad.

Tradicionalmente, en muchas escuelas la enseñanza de la salud está fragmentada en multitud de conocimientos que se imparten con otras materias. En algunos sistemas la EpS se considera como una materia distinta o separada de las demás. La escuela es responsable de diseñar estrategias que respondan a las condiciones reales en las que se desarrolla el alumno y en donde él pueda atribuir un significado a los conocimientos que adquirió.

Para convertirse en una verdadera promotora de la salud, la escuela debe partir de un conocimiento de los grupos sociales que la conforman, de sus problemas educativos, sus carencias y sus necesidades, ya que no podríamos desarrollar un programa en salud, si no partimos de un diagnóstico que oriente adecuadamente la intervención. La investigación educativa en este ámbito deberá apegarse a un rigor metodológico para garantizar la obtención de resultados deseables.

 

Enfrentando el reto de la educación para la salud en el nivel preescolar

Al abordar el tema de la educación para la salud en el nivel preescolar, es conveniente recordar que desde sus inicios, la educación preescolar se ha preocupado por integrar dentro de los aprendizajes el fomento de conductas y hábitos que permitan la promoción y conservación de la salud en los niños y niñas, así como en la comunidad.

Desarrollar proyectos de educación para la salud en el nivel preescolar, implicaría renovar la concepción de la salud en los responsables del proceso educativo. Si tradicionalmente la definición de la salud ha sido asociada con la ausencia de la enfermedad, una nueva óptica, arraigada en los docentes desde su formación e implantada en sus procesos de actualización, les permitiría concebirla como un estado indispensable para la vida, como un derecho y un valor.

La participación de los especialistas en salud debe ser considerada como un aporte más en el desarrollo de los proyectos destinados a generarla; es necesario que las educadoras, desde una visión multidisciplinaria, analicemos la responsabilidad y compromiso compartidos que los integrantes de una comunidad educativa adquirimos en la promoción de la salud de todos.
El Jardín de Niños, al igual que toda institución educativa, debe tener siempre presente que el estado de salud alcanzado por un individuo está en estrecha relación con factores tales como la educación, la vivienda, el ingreso, los estilos y modos de vida.
Las acciones promotoras de salud desde el Jardín de Niños, ya no pueden verse como acciones separadas de programas específicos; una perspectiva diferente exige considerar los contenidos educativos como ejes transversales que respondan a una visión globalizadora.

Para docentes, padres de familia y seguramente para los alumnos, el papel de la escuela como promotora de la salud aún no es muy claro, la confusión conduce a otorgar a la familia la responsabilidad total en la atención sanitaria de los niños, en especial cuando se trata de alumnos de corta edad. Sin embargo, es necesario tener presente la estrecha vinculación que debe prevalecer entre ambas, de tal forma que el Jardín de Niños con sus características propias, genere el cambio de conductas y el rescate de valores que promuevan la participación de la comunidad para lograr un óptimo estado de salud.

La escuela es corresponsable, con la familia, de desarrollar en los niños y niñas, un pensamiento crítico que le permita discernir entre aquellas conductas desfavorables que atenten contra su salud y las de su comunidad, de aquellas que son deseables. Vale la pena recordar que es precisamente a partir de la acción de los docentes que se iniciará la cultura de la salud.

Si en un mundo como en el que vivimos actualmente, caracterizado por los avances científicos, no se ha podido contener la enfermedad, es necesario que los educadores nos preguntemos: ¿en qué forma hemos actuado en la formación de las nuevas generaciones, desde sus primeros años de vida, para que todos podamos gozar del valioso derecho a la salud?

Una actitud favorable hacia la educación para la salud, por parte de los docentes, contribuirá a integrar progresivamente éste tipo de formación a la educación integral de sus educandos y a su práctica docente cotidiana, sin que ello represente un carga extra para los profesores.

 

Consideraciones Finales

No es sencillo tratar de definir el papel de la escuela como promotora de la salud; el desarrollo de este artículo sólo pretende señalar algunas líneas generales para reflexionar sobre posibles caminos que nos conduzcan a todos a vivir en mejores condiciones. La definición de etapas de cambio, la reestructuración de conceptos, la colaboración de los integrantes de un equipo multidisciplinario, la organización de los contenidos, la planificación de actividades, la investigación educativa, son, desde mi punto de vista, algunos indicadores hacia los cuales debemos dirigir nuestra atención quienes estamos interesados en heredar a las futuras generaciones una vida digna y llena de salud.

Si estamos preocupados por contribuir a educar en materia de salud, desde los años preescolares, debemos enfrentar el reto reflexionando sobre nuestra propia formación como docentes, sobre los aciertos y desaciertos de nuestra práctica profesional y afrontar la tarea con las armas suficientes que nos proporcionan diversas disciplinas.

Los variados problemas de salud que en la actualidad flagelan a la humanidad, demandan una intervención educadora. Los profesores, desde nuestras aulas, debemos buscar alternativas para contribuir a la construcción de un mundo mejor en el que todos los seres humanos tengamos una calidad de vida cualitativamente distinta y superior, salud física y espiritual.

1.- ALVAREZ, Alva Rafael. (1998) Educación para la salud. Manual Moderno. México, p. 45.