Desarrollo humano y calidad de vida

Jorge E. Mesta Martínez

1. Los conceptos y la globalidad. La globalidadad, ese proceso de mundialización en que nos encontramos inmersos, cuyos cambios en lo económico, social, político y cultural son tales que hacen de la realidad un momento tan fugaz, tan inmediato y efímero, donde lo estable y permanente aparecen como las reliquias del pasado y los momentos del presente son lo único real, en donde el futuro, ese posible, sólo se construye con los esfuerzos cotidianos, cuya proyección y planeación en la vida puede ser constantemente trastocados y cuyos objetivos vitales pueden dar resultados inesperados, hoy más que nunca recordamos aquella frase de Heráclito el filósofo presocrático que en sus fragmentos nos decía «nadie se baña en el mismo río dos veces».

Este cambio tan vertiginoso va acompañado de un cúmulo de imágenes, informaciones, explicaciones y justificaciones, que llegan a nuestra conciencia y entendimiento como una masa informe que tiene a su vez que ser interpretada y decodificada, parecen más un mezcla de lo inentendible, semejante a aquello que en la mitología griega al tratar de explicar el origen del mundo, denominaron caos, concepto inicial de la reflexión de los griegos, entendiéndolo como un todo desordenado al que Cronos, el tiempo, ordenó para formar lo armonioso y bello: el cosmos.

Lo mismo que esa realidad cambiante y efímera, los conceptos y el lenguaje que la expresan o tratan de expresar, se adecuan, se refuncionalizan y tienen que adquirir nuevo status en el intelecto. Parece que la realidad que llega a nuestros sentidos es la imagen dando la impresión de que lo que parece es, o que es más importante parecer que ser, la apariencia por lo tanto suple o intenta suplir la realidad.

Los conceptos por lo tanto deben, en un esfuerzo intelectual serio, reflejar lo que son las cosas, no lo que parecen ser, sin dejar de captar los cambios que pueden dar lugar a nuevos significados, tal es el caso de los conceptos de desarrollo humano y calidad de vida.

2. Desarrollo humano y calidad de vida. El témino desarrollo, como muchos de los conceptos de nuestro tiempo fueron extraídos del herramentaje de la economía, concibiéndolo como crecimiento económico y unido a él, el de progreso económico, explicándolo con índices estadísticos de ingreso per capita, producto interno bruto (PIB), balanza de pagos y balanza comercial. Parecía que si íbamos bien en estos renglones los países iban bien, tenían resultados, estaban desarrrollándose.

Sin embargo, hace 36 años aproximadamente se publicó en nuestro país el libro de Pablo González Casanova La democracia en México, donde en una explicación amplia, con datos y reflexiones demostró que crecimiento económico no era lo mismo que desarrollo. Por esas mismas fechas la CEPAL también se sumó a la clarificación y precisión del concepto. Desarrollo para ellos no sólo era crecimiento, sino sobre todo bienestar económico-social, que se demostraba en más y mejores empleos, mayor acceso a bienes materiales, a servicios como la salud y la educación, entre otros.

En esa rectificación desarrollo se identificaba con progreso económico, no sólo con índices globales del país, sino por los alcances que éste traería para la población. En ese contexto conceptual calidad de vida se entendía como progreso material.

En torno a esas polémicas y concepciones, al sujeto humano se le vía como un homo economicus, como creatura y no como creador, como un ser que recibía y no un ser que construía, parecía que lo determinante, el sujeto que hacía la historia, era el Estado o las instituciones con siglas rimbombantes, FMI, OCDE, BM, HDA, SEP, cuya existencia es jurídica en lo que se denomina persona moral, donde no existen personas con mayúsculas, sino funcionarios, administradores, ejecutores e implementadores de órdenes y planes; el ejemplo más palpable es la Sociedad Anónima, figura que esconde apellidos, nombres, intereses y ganancias.

Tenía por lo tanto que buscarse una nueva significación de desarrollo humano y de calidad de vida, máxime en un mundo tan materializado, tan consumidor, tan económico como el nuestro.

Ante esa necesidad en la UNESCO se reflexionó y refuncionalizó el concepto de desarrollo humano, que se difundió en el informe de la Comisión presidida por Jacques Delors titulado La educación encierra un tesoro, donde menciona:

El concepto de desarrollo humano es mucho más amplio que el dimanado de las teorías convencionales del desarrollo económico. Los modelos de crecimiento económico se refieren al aumento de PNB, en lugar del mejoramiento de la calidad humana. Al considerar el desarrollo de los recursos humanos, se trata a los seres humanos como un insumo en el proceso de producción: un medio antes que un fin. En los enfoques del bienestar social se considera a los seres humanos como beneficiarios y no como agentes de cambio en el proceso de desarrollo. El enfoque de necesidades básicas se centra en proporcionar bienes y servicios materiales a grupos de población que padecen privaciones, en lugar de ampliar las opciones en todas las esferas.

Y continúa:

En cambio, en el concepto de desarrollo humano se reúnen la producción y la distribución de productos y la ampliación y aprovechamiento de la capacidad humana. El desarrollo humano incluye los enfoques mencionados, pero los supera. En el desarrollo humano se analizan todas las cuestiones sociales- sean éstas el crecimiento económico, el comercio, el empleo, la libertad política o los valores culturales- desde la perspectiva del ser humano. Por ende, el desarrollo humano se centra en ampliar las opciones humanas y se aplica por igual a países en desarrrollo e industrializados.

Definiéndolo:

El desarrrolllo humano es un proceso conducente a la ampliación de las opciones de que disponen las personas. En principio, esas opciones pueden ser infinitas y pueden cambiar a lo largo del tiempo . Pero a todos los niveles de desarrollo, las tres opciones esenciales para las personas son: poder tener una vida larga y saludable, poder adquirir conocimientos y poder tener acceso a los recursos necesarios para disfrutar de una vida decorosa. Si no se dispone de esas opciones esenciales, muchas de otras oportunidades permanecen inaccesibles.

E insiste:

Pero el desarrollo humano no termina allí. Otras opciones, sumamente preciadas por muchos, van desde la libertad política, económica y social hasta las oportunidades de ser creativos y productivos y de disfrutrar del autorrespeto personal y de derechos humanos garantizados.

3. Desarrollo humano y educación. Pero el desarrollo humano no se logrará si no establecemos una sociedad políticamente más participativa, más justa, más democrática, entendiéndola, como lo entiende el art. 3ero constitucional, no sólo como participación en procesos electorales, sino sobre todo, como una forma de vida que impregne la familia, el salón de clases y las organizaciones sociales, es decir la sociedad plena. Donde haya un justo equilibrio entre la responsabilidad de la sociedad con cada uno de nosotros, pero también la responsabilidad de nosotros con la sociedad, donde nos consideremos parte de un todo y entendamos que calidad plena de vida es ejercer nuestra libertad, nuestros derechos, pero también nuestra responsabilidad y obligaciones.

Como maestros nuestra responsabilidad es tanto mayor porque en nuestras manos está la conducción y la formación de valores, conductas y creencias para las nuevas generaciones, conservando lo que hay que conservar y cambiando lo que se debe cambiar. Enseñando y trasmitiendo no sólo con el discurso, sino sobre todo con nuestra conducta, que sólo con el concurso de todos, podremos lograr que este país, que esta nación, lleve y conlleve el tránsito de una sociedad con problemas de justicia, de equidad y de incipiente democracia a otra donde florezcan los ideales, proyectos e inquietudes de generaciones pasadas y presentes para obtener una sociedad con mayores oportunidades y mayor calidad de vida y que con orgullo en este siglo podamos afirmar que hemos dado y aportado al mundo un espacio donde se está construyendo un verdadero proyecto humano.

Bibliografía

Delors, Jacques. La educación encierra un tesoro. Informe de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI presidida por Jacques Delors. México, Correo de la UNESCO, 1997 (1996). 302p.

Fuentes, Carlos. Por un progreso incluyente. México, Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América. 1997. 126p. (Diez para los maestros del SNTE)

González Casanova, Pablo. La demoracia en México. México, ERA, 1965. 333p (Serie Popular ERA, 4)

Maggi Yáñez, Rolando Emilio. Desarrollo humano y calidad. Módulo I Valores y actitudes. 2ª ed. México, SEP/Conalep, 1997. 223p

Savater, Fernando. El valor de educar. México, Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América. México, 1997. 244p. (Diez para los maestros del SNTE)

SEP. Formación Cívica y Etica. Plan y programas de estudio. Educación básica Secundaria, México, SEP, 1999. 24p

Notas

 1.- Pablo González Casanova. La demoracia en México.

 2.- Jacques Delors. La educación encierra un tesoro, p. 81.