ALGO SOBRE EL ADULTO

G. Lourdes Mondragón Pedrero.

Asesora de la Unidad 094, Centro.

 

Nadie se declara adulto a sí mismo, se da cuenta de que lo es...

Si es que el término adulto quiere decir algo, su significado puede estar ligado a una concepción social.

Se suele adjudicar cualidades que denominamos adultas, a aquellas que están de lado de la cordura, la normalidad y la sabiduría las cuales tienen sus raíces en la religión, la ley, la ética humanística, el arte, la raza, o la etnia... Entonces más personas de las que probablemente quieren admitirlo se encuentran en los andamios que sostienen la vida adulta.

Encontramos ideas de adultez tan diversas y en ocasiones tan contradictorias, que tal vez este concepto se encuentre limitado a la evolución misma de la sociedad, donde los modelos de ésta surgen de manera tan diferente como profusa e intensa.

Sabemos que crecemos en un mundo que atribuye valores diferenciados a nuestras cualidades por una especie de consenso.

¿Son la estabilidad y el compromiso social ante la visión personal de la verdad y la justicia social y el propio talento, los que dan forma a una idea de adultez? Creo que la aceptación sumisa e indolente de obligaciones y deberes sociales, lejos de constituir un signo de madurez, es la clase de sometimiento más lamentable de una persona.

Es tan difícil definir a alguien como adulto, salvo que no sea a partir de los indicadores del talento o la virtud... pero tal vez, en estos casos sólo se trata de visiones elitistas o particularizadas.

Más probablemente encontraremos en esa colección de cualidades, a veces contradictorias, a ese hombre a quien mediante un proceso de envejecimiento se le denomina adulto.

Son más las preguntas que se suscitan cuando se trata de conceptualizar a la adultez, que las respuestas, sobre todo aquellas que se asocian con la declinación de las facultades, la aspiración de lo imposible y la aceptación de la imperfección.

¿Será la adultez considerada como el producto ganado arduamente por la edad, el pensamiento y la experiencia y casi inevitablemente vinculada a la resignación o a la cautela?

O bien se trata de una etapa en el camino a la senilidad, o de un momento de ensayo medio temido, medio esperado, para explotar un talento que cruelmente puede ser arrebatado en cualquier momento de la vida.

No pienso que sea posible definir de manera simplista a la adultez, como una etapa de la vida del hombre, ni siquiera como un conjunto de cualidades... " el concepto de adultez, siempre será una aproximación".

Ahora bien, encontramos dentro del estereotipo social que se le concibe como una etapa de declinación y decadencia o, como la consecuencia natural dentro de una perspectiva organísmica.

En el ámbito de la psicobiología, se deja ver como un modelo de competencia, al cual se le aplican determinados parámetros, para evaluar las funciones mentales superiores del individuo.

A partir de las ideas sociales, organísmicas y psicobiológicas han surgido perspectivas con una orientación diferente como lo es, la desarrollista en la que se considera a la adultez, como la transferencia de habilidades y capacidades del niño y el adolescente; por tanto el pensamiento maduro es un retroceder y regresar a formas cualitativamente más estructuradas de pensamiento.

Otros, como los contextualistas, indican que los cambios en el hombre se producen bajo la influencia de los ámbitos social e histórico que se dan de manera natural y personal. Su indicador de referencia es la temporalidad (recuerdos y acontecimientos del pasado). Al parecer, no considera en su estudio al ser humano como parte sustancial e inmerso en una matriz de cambios y transformaciones constantes.

Al retomarse las orientaciones esenciales de la desarrollista y la contextualista se crea el Modelo de Plasticidad mediante el cual se determina a la adultez como una etapa de desarrollo potencial y crecimiento cognitivo atribuibles a las cualidades de los factores centextuales (educación, salud, familia y otros).

En 1972 Riegel da a conocer su teoría de las operaciones dialécticas, argumentando que es más adecuado para entender el tipo de pensamiento del adulto, a aquel que se caracteriza por el descubrimiento de preguntas y problemas importantes, más que la determinación de respuestas, que genera el despliegue de una gran cantidad de razonamientos, que poseen vías de pensamiento cualitativamente más avanzadas y que sus ideas y conceptos se reúnen con la realidad.

Las orientaciones de Riegel principalmente han dado sustento a la teoría de la andragogía, bajo cuya consideración expresa que el adulto cuenta con un potencial de desarrollo constante a más de diferenciarlo del que se origina en el niño o el adolescente.

Dos son los supuestos que enmarcan la teoría de Riegel en cuanto al proceso de aprendizaje en el adulto: 1. El acto de aprender en el adulto se produce a través de su intervención personal en los diversos roles sociales, 2. Su autoconcepto se desliga de la dependencia, para tornarse en autodirección y trabajo en grupo, la reserva acumulativa de experiencia se constituye en el motor de su actividad.

Por lo anteriormente expresado, es de entenderse que este pensador destierre completamente la idea del "adulto decadente", y que conciba su aprendizaje como aquel que se centra en el descubrimiento, planteamiento y resolución de problemas, que se da mediante una negociación continua, que se opera mediante el diálogo, que se asocia a sentimientos, pensamiento e interés personal.

En consonancia con los planteamientos de la teoría de las operaciones dialécticas podremos suponer que una pedagogía basada en la mera transmisión de conocimientos siempre redituará en el olvido o el desinterés, a la desarticulación del conocimiento con situaciones prácticas, a la obediencia intelectual, a la autodevaloración, a confiar en el pensamiento ajeno y no en el suyo propio e irremediablemente a crear superestructuras artificiales en el pensamiento adulto.

Bibliografía

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MORENO, MONTSERRAT, y el Grupo del IMIPAE, "La Pedagogía Operatoria". Edit. Fontamara, México, 1997.

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