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Año: 2013 Mes: ENERO-MARZO Número: 67
Sección: INVESTIGACIÓN Apartado: Pedagogía
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LAS COMPETENCIAS, TORNILOS EN SERIE O ALUMNOS EN SERIO
María de la Luz Martínez Hernández

Resumen

En este escrito abordamos la cuestión de la intromisión de las competencias en el ámbito educativo como eje del modelo actual en el nivel básico en nuestro país. Damos sus características y los problemas, que a nuestro entender traen adheridos, tales como la prioridad de lo individual sobre lo colectivo (atomismo de Hayeck) y un darwinismo social manoseado. Establecemos una relación entre el mecanicismo y el conductismo como fuentes de inspiración de un modelo educativo basado en competencias, que se propone como la panacea para nuestro sistema educativo. Asimismo se habla de la resistencia que de manera continua ha opuesto el magisterio al no ser tomado en cuenta como parte activa del proceso educativo.

 

PRI, ¿dónde te habías metido?

Para iniciar este tema, citaremos los proyectos educativos que, según Pablo Latapí, guiaron las políticas educativas del siglo XX. El autor cita cinco de ellos: el original de Vasconcelos en las postrimerías de la revolución de 1910, el técnico impulsado por Narciso Bassols y Moisés Sáenz a finales de los veinte y durante la década de los treinta. El Socialista, imaginado por Lombardo Toledano e impulsado por Cárdenas en su sexenio, el proyecto de Unidad, surgido ante la amenaza de la II Guerra mundial y que tuvo continuidad hasta 1970 y el modernizador, cuyo fin coincide con la muerte de la hegemonía priista en el gobierno del país. A esto nosotros agregaríamos que se vislumbra un nuevo modelo, que a falta de mejor nombre llamaremos neoliberal, que emerge con el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB, 1993) y madura con las dos gestiones panistas al frente del ejecutivo.

Los proyectos educativos mencionados por Latapí, nos hablan de un esfuerzo constante del estado mexicano para establecer una política educativa, que tuviese como finalidad civilizar, tecnificar, socializar, unir y modernizar, pero en común buscaron ofrecer a la población un poco de la justicia que la revolución prometió. El legado constituyente del 17, con su artículo tercero dio pie para que los proyectos educativos fueran punta de lanza en el desarrollo del país. Por ello en el siglo veinte se tuvo un crecimiento constante del sistema educativo mexicano ya que se ambicionaba dar la cobertura universal en nivel primaria para sentar una base sólida para ir en pos de metas más ambiciosas.

La infraestructura educativa, así construida por el pueblo mexicano, ha servido para lograr la añeja ambición dar cobertura universal en el nivel primaria; pero ahora no basta con dar cobertura, ahora se aspira a la educación de calidad.

El modelo educativo emergente de los sexenios panistas en la educación básica se centra en competencias, en él la calidad se iguala al saber hacer, no solo saber decir. El pragmatismo inmerso en esta propuesta, quita las vendas de la mortaja de Dewey, la moderniza y trasmuta con un discurso eficientista.

 

La eficiencia es lo que se busca en la actualidad en la educación, si entendemos eficiencia como la aptitud, competencia, eficacia en el cargo que se ocupa o trabajo que se desempeña y a su vez a la eficacia como la virtud para obrar, caeremos en cuenta de que la competencia y el hacer vienen de la mano, de hecho se presentan como causales.

La política educativa actual busca que la educación sea eficiente, que el sistema educativo mexicano lo sea, así como sus maestros, para que redunde en sus alumnos. Históricamente se ha querido civilizar, tecnificar, socializar (comunitarismo), unir y modernizar a partir de la escuela, ahora la tendencia es eficientizar, una docena de años presididos por representantes de líderes empresariales y políticos que no sabían hacer política, dieron luz a esa reforma, pero el PRI con su discurso nacionalista y popular ¿le dará continuidad?

 

Juntos hasta que el atomismo nos separe

El hombre moderno, es producto de la transición del renacimiento hacia el modernismo. Las ideas del orden mecánico del universo lo llevan a un racionalismo, del cual Newton, su paladín, emerge como el gran descubridor de las leyes naturales. Según esto el hombre y la naturaleza están determinados, siguen un rígido plan celestial como las piezas de un gran reloj mecánico. El hombre no solo tiene un sino determinado, también debe de luchar por tener un lugar en ese orden, lo cual sólo se puede entender al poseer algo, ese algo es la propiedad.

La propiedad privada es la que le dará el lugar y el espacio que ha de ocupar en la sociedad el hombre, es una aspiración que ha de llevarlo a realizar contratos con su monarca, para que a cambio de ese espacio ceda derechos a favor de éste como señala Hobbes, creador por cierto de la idea del atomismo.

El movimiento de las piezas (individuales) en la naturaleza garantizan el buen funcionamiento del plan celestial, así como los corpúsculos (partículas) de luz crean los colores en su conjunto, la sociedad está formada por individuos, la analogía corpúsculos – hombres es a lo que se llama atomismo - mecanicista.

Pero el atomismo no alcanzó para argumentar porqué las sociedades son tan desiguales; en el siglo XVIII y XIX los teóricos de la economía y lo social voltean los ojos nuevamente hacia las ciencias naturales en busca de argumentos, que frescos como una tortuga Galápago se los ofrece Charles Darwin. La biologización de la sociedad, como principio explicativo, surge en la época moderna.

Darwin nos habla sobre la evolución de las especies, explicándola con mecanismos particulares y usando el tiempo geológico como sustrato. Los economistas y sociólogos toman esa teoría y la retuercen hasta construir algo que llamaron darwinismo social, dirigido por un mecanismo, la selección natural que simplificaron hasta eliminar su esencia, con ello nos explicarán por qué hay pobres (menos adaptados a la sociedad) y ricos (especies exitosas) como una lucha natural donde el más fuerte prevalece. Seguramente Herbert Spencer reprobó Biología en sus pasos por la escuela, porque sus analogías son bastante desafortunadas en la interpretación biológica, aunque no en su aceptación en la sociedad.

Von Hayek se ha convertido en un teórico del neoliberalismo y apoyado en las ideas evolucionistas propone que la economía liberal debe de buscar su  inspiración en la biología; ésta y la economía estudian procesos de cambio en el tiempo, utilizan mecanismos para explicarlos que se ven reflejados de manera concreta, uno en la naturaleza otros en la sociedad. Hayek pregona que la sociedad no se puede entender si no es a través de la evolución, la evolución social es un hecho, lo discutible es el mecanismo que menciona para explicarla, la economía de mercado.

La economía de mercado entendida como la libre competencia y supremacía del más fuerte o mejor adaptado (al mercado), nos ofrece una analogía inmediata con la biología. Los mecanismos que dan origen y lo rigen se difunden (irradian). Gracias a la selección natural, se tamizarán las especies triunfadoras, tal vez no a las más fuertes pero si a las más exitosas, de ahí que merezcan por ley natural su expansión. Por alguna razón, el uso que se da aquí a la teoría de la evolución nos da a entender que la economía de mercado es algo natural, pero es artificial, no es ni natural ni universal, de hecho es producto de una cultura específica.

 Hay dos variables que usan en común pero con fondos diferentes en la evolución biológica y su manoseo en teoría económica, el tiempo y las poblaciones. Darwin usa el sustrato del tiempo geológico para explicar un proceso biológico natural: la evolución. En tanto que Malthus y Spencer, usan un tiempo ontológico (el de una vida o/y sucesión parental) para explicar un fenómeno económico.

Por otro lado Von Hayek y sus seguidores del individualismo metodológico, caracterizan el neoliberalismo con una visión individualista de la persona y por ende se vuelve subjetiva, más bien borrosa su postura en lo moral y ético, así su mecanismo de libre mercado funciona con sujetos que disputan un recurso común, como sucede en la naturaleza, y a partir de ello establece una selección y el éxito de los triunfadores. En Biología, cuando se habla de evolución, esta no se entiende si no se habla de poblaciones, el individuo no evoluciona, se adecua cuando más; las poblaciones son las que evolucionan. Más trastocado no puede estar un concepto.

De ahí que a Von Hayek no se le da cómo explicar la sociedad y su legado a partir de individuos, ya que, desde su visión cada uno de ellos tiene una mirada y un linaje propio, su referente moral deberá de ser único, por lo que entra en un relativismo moral y ético donde no puede haber un marco común.

En contraste Etzioni (1999) reafirma que las acciones, los aprendizajes y los valores no son individuales, sino fundamentalmente relacionales o sociales, o dicho de otra manera, como sujetos estamos vinculados dentro y fuera de nuestras comunidades con firmes sustratos morales y emotivos, que terminan por configurar nuestra identidad. Abogar por una sociedad neoliberal con libre mercado de por medio, con una idea atomista de la sociedad nos llevará necesariamente a la atomización, el individualismo que genera la disolución de lazos sociales.

Las formas de ver al mundo incluyen en su menú inculcador un modelo educativo y este a su vez se forma de varias fuentes, la psicológica es una de ellas. Una de las teorías psicológicas más influyentes es el conductismo, con vigencia en su aplicación en el ámbito educativo. Al respecto Hormigón (1997) señala que el conductismo es la expresión máxima del pensamiento mecanicista aplicado al hombre, nos dice que el interés del sujeto es tan poderoso que apelando a él, sobre todo en la forma de que el medio recompense al individuo por obrar en el sentido deseado, puede determinarse cabalmente su comportamiento. Desde esta simplicidad (Fromm, 1987) dice que en el conductismo prima el egotismo y el interés personal sobre todas las demás pasiones humanas.

El modelo educativo que la cultura neoliberal en expansión propone es individualista, fomenta el egoísmo y se basa en competencias. Éstas encajan en un modelo antropológico unido al concepto mecanicista del hombre desarrollado en la escuela conductista, donde el hombre responde racionalmente a los estímulos externos, Fromm va más allá y nos dice que hay una relación entre el neoliberalismo y el conductismo.

 

PISA (callos)

Algo ocurre en el entorno latinoamericano, que propicia que numerosas reformas educativas en marcha en América Latina, se vengan realizando centrando el saber hacer entendido como competencia. Es al parecer una respuesta en bloque al endurecimiento de la política exterior estadounidense, de las restricciones al flujo de capital de las instituciones de financiamiento mundial y de las políticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Con ello se ha priorizado el seguimiento de un modelo económico y su propuesta educativa.

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Lo sombreado señala a los países participantes en el examen PISA, los 30 del OCDE y 27 asociados

 

El modelo por competencias ya tiene muchos años en la Cuba libre. Las competencias también tienen ya un camino andado en la tradición empirista de los anglo, principalmente en Estados Unidos con el informe SCANS. Para los primeros el concepto de competencia es polisémico pero equivale a llegar a donde lo nuclear es el conocimiento (como forma de saber para reflexionar). En tanto que los segundos entienden por competencia el saber hacer.

En Europa es todo un suceso el modelo de competencias donde chocan de frente dos corrientes, el empirismo anglo y el racionalismo galo, lo que se denota en el proyecto Tuning, un modelo experimental piloto de cien universidades europeas, donde se da una mezcla de las dos visiones y donde entienden por competencias conocimientos, actitudes y responsabilidades (Perrenoud, 1997).

En nuestro país, el modelo de las competencias se ha impuesto en la educación técnica en todos los niveles. En el medio superior con la reforma del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP), en el nivel superior los casos de la Universidad tecnológica  y la reforma del Instituto Politécnico Nacional, donde se ve con claridad que este modelo educativo es un planteamiento que liga a la educación con los fines de una sociedad industrial, priorizando el reduccionismo de responder a la producción de mano de obra calificada, lo que nos aclara que aquí la corriente imperante es la anglo.

En los modelos educativos renovados del IPN y del CONALEP, se desarrollan al menos dos tipos de conocimientos: el de las herramientas para aprender conceptos y para aplicarlos. Es transparente la preocupación por crear un perfil profesional como un conjunto de competencias, no solo en el nivel profesional sino también en nivel secundaria. Esta instrumentación no ha acabado de instalarse aún a la educación primaria en nuestro país.

La lógica que prevalece en los exámenes del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes, en sus siglas inglesas (PISA), destacan que lo nuclear de una competencia, es una capacidad (y también un valor) que debe desarrollarse por medio de un contenido (forma de saber) y un método (forma de hacer). Con este planteamiento PISA evalúa los contenidos (formas de saber) y los métodos (formas de hacer) en función de las capacidades, por medio de la comprensión de la escritura, la cultura matemática y la científica. Utilizan exámenes pensados para aspectos basados en competencias que no son fomentadas en nuestro país. El ejemplo más claro es el examen ENLACE, que no prepara a los alumnos para resolver problemas, sino premia la memorización pasiva.

 

Cómo enredar la noción de competencias

Hasta el momento en México se han elaborado modificaciones a los planes educativos de Secundaria (Reforma de la educación secundaria, 2006) y al de preescolar (PEP 2004), primaria (2009), y toda la educación básica con el Acuerdo para la articulación de la educación básica (592), una renovación de la propuesta educativa basada en el modelo con enfoque de competencias, que ya impera en la educación media y superior.

Desde hace un tiempo no muy lejano, que coincide con el fin de siglo XX, nos aturde como mosquito en noche de verano la palabra competencias, se habla de competencias para relacionarse, competencias profesionales, competencias educativas, competencias del docente, vaya, para ser incluyente, competencias para la vida, pero ¿qué son las competencias?

El término polisémico de competencias tiene distintos significados acudiendo a su etimología, a la semántica y a lo histórico, actualmente se le reconoce dentro del lenguaje de lo educativo. En lo etimológico viene de competere, que quiere decir ir al encuentro, encontrarse, coincidir; a partir del siglo XV competencia adquiere el sentido de pertenecer, incumbir, que al hacerlo sustantivo da lugar a competencia y al adjetivo competente, es entonces cuando se le usa como rivalizar, contender, de donde derivan los sustantivos competidor, competitividad y el adjetivo competitivo. En el siglo XVII se le utiliza como área de influencia dentro de lo jurídico, así como el aludir la atribución de una autoridad para el desahogo de un caso.

En el ámbito de lo económico laboral adquiere el sentido de eficiente, eficaz para realizar una serie de actividades propias de un oficio, profesión o arte, aludiendo al adjetivo competente y relacionándolo con eficiencia y calidad.

En biología nos remite a la disputa por recursos que se da entre dos poblaciones, la lucha por los insumos será más fuerte mientras sean más similares los requerimientos, por ello la competencia se da básicamente en miembros de una misma especie y se observa en otros casos con especies diferentes y nichos ecológicos similares.

En lo psicológico, contiene desde el punto de vista teórico encaminándolo a lo relacionado con la formación de capacidades humanas, al entenderlas como particularidades psicológicas individuales de la personalidad, que son condiciones para realizar con éxito una actividad dada y revelan las diferencias en el manejo de los conocimientos, habilidades y hábitos necesarios para ello; es decir que el ser humano tiene la potencialidad de combinar características psicológicas de su personalidad, como condición necesaria y suficiente para el logro de altos resultados, educativos y/o profesionales (González, 2003).

Una revisada a la literatura nos abruma de las definiciones que se encuentran formadas en inmensa fila esperando ser tomadas en cuenta, donde se funde de manera indiscriminada lo histórico, lo semántico, lo etimológico y psicológico.

Un conjunto de comportamientos sociales, afectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un papel, un desempeño, una actividad o una tarea (PEP 2004). A partir de las teorías de lenguaje, instaura el concepto y define competencias, como la capacidad y disposición para el desempeño de la interpretación, Chomsky (1985). Se centra en necesidades, estilos de aprendizaje y potencialidades individuales para que el alumno llegue a manejar con maestría las destrezas señaladas por la industria. Formula actividades cognoscitivas dentro de ciertos marcos que respondan a determinados indicadores establecidos y asientan que deben quedar abiertas al futuro y a lo inesperado. Según Holdaway  (1997), la competencia es una capacidad laboral, medible, necesaria para realizar un trabajo eficazmente, es decir, para producir los resultados deseados por la organización. Está conformada por conocimiento, habilidades, destrezas y comportamientos que los trabajadores deben demostrar para que la organización alcance sus metas y objetivos. Son capacidades humanas, susceptibles de ser medidas, que se necesitan para satisfacer con eficacia los niveles de rendimiento exigidos en el trabajo, Marelli (2000).

Como algo común se entiende que el aprendizaje a través del desarrollo de habilidades obliga a los estudiantes a adoptar un estilo de aprendizaje activo que favorece su capacidad para autoevaluarse, afrontar riesgos, autodescubrirse y un comportamiento competente para tratar con situaciones difíciles, por ejemplo, situaciones que requieran de descubrir soluciones, saber escuchar, manejar conflictos, dar retroalimentación y saber delegar, Bigelow  (1996). Una característica subyacente de un individuo, que está causalmente relacionada con un  rendimiento efectivo o superior en una situación o trabajo, definido en términos de un criterio,  Spencer y Spencer (1993). Conjuntos de conocimientos, habilidades, disposiciones y conductas que posee una persona, que le permiten la realización exitosa de una actividad, Rodríguez y Feliú (1996).

Una habilidad o atributo personal de la conducta de un sujeto, que puede definirse como característica de su comportamiento y bajo la cual, el comportamiento orientado a la tarea puede clasificarse de forma lógica y fiable, Ansorena (1996). Una dimensión de conductas abiertas y manifiestas, que le permiten a una persona rendir eficientemente, Woodruffe (1993). Conjuntos de patrones de conducta, que la persona debe llevar a un cargo para rendir eficientemente en sus tareas y funciones, (Trujillo, 2004). Una competencia es la destreza para demostrar la secuencia de un sistema del comportamiento que funcionalmente está relacionado con el desempeño o con el resultado propuesto para alcanzar una meta, y debe demostrarse en algo observable, algo que una persona dentro del entorno social pueda observar y juzgar, Richard Boyatzys (1982). En todas ellas hay un trío indivisible, conocimiento – desempeño - integración.

Las competencias se están proponiendo como un modelo educativo para la educación básica, pero modelo educativo no es sinónimo de modelo social, éste nos da la orientación de un proyecto educativo, pero la idea de hombre, implícito en todo proyecto educativo es un producto del trabajo en la escuela.

Desde 1887 en la letra y durante casi todo el siglo XX los modelos educativos oficiales en México han ambicionado la integración de lo científico y lo humanístico, han creído que el hombre no puede prescindir de uno u otro aspecto, deben de ser complementarios. Esa integración, se ha manejado en los planes de estudio como una disgregación que permita tratar de manera racional y efectiva una porción de la realidad y del sujeto. Se ha dividido para su trabajo aquello que es un todo integrado, el sujeto.

Se habla del sujeto desde lo afectivo, lo social, lo motriz, lo genético, lo cognitivo, se ha tomado al sujeto como un rompecabezas, cada pieza fue estudiada a conciencia por un especialista en esa fracción, pero, ¿el todo? el conjunto, el sujeto de todos tan temido no puede ser comprendido desde un reduccionismo psicológico, biológico o moral, es algo complejo.

Al fragmentar al individuo se fragmenta lo que es integral, las competencias ambicionan lograr esa integración a partir de una mirada de conjunto, ya no se verá lo cognitivo solamente, o lo psicomotriz, ahora se han de integrar, verlo el todo junto para poderlos comprender, ver al sujeto como un ente complejo difícil de asir, es una bella idea, pero difusa en su entendimiento.

Una antinomia en las competencias es el juego analítico  - sintético, donde lo analítico (los contactos unidimensionales) y lo sintético (lo multidimensional) se vuelven antípodas. Una ambición de los analíticos es encontrar patrones comunes, constantes que se puedan extrapolar a toda una población, los sintéticos en su origen hasta en eso son diferentes, buscan contextuar y particularizar. Las competencias sólo se entienden para un tiempo, un espacio y una actividad en particular, no puede haber competencias genéricas (ni intercambiables), son específicas y contextuadas. De ahí que un modelo educativo basado en competencias, sólo se puede entender a partir de un currículo flexible y abierto, que permita regionalizar e incluso particularizar un patrón de comportamiento buscado, pero la política educativa del país fomenta lo contrario, el currículo único marco nacional que impone por medio de la SEP, lo que hace difícil pensar en un cambio tan radical.

Las competencias, con cuna en los campos de la producción, que es el modelo que impera en los niveles educativos en México actualmente, son una realidad en lo laboral donde muestran su eficacia, ahí se califica de exitoso a alguien que es capaz de realizar una actividad productiva específica. Pero lo educativo y lo laboral tienen orígenes y fines diferentes, unirlos por un aspecto común, las competencias no los iguala en destino y nicho social. La aplicación del conocimiento es lo que se ha igualado con la tecnología, al pensar que nuestro conocimiento debe de ser aplicado estamos pensando en una educación tecnológica, a eso se debe que se piense que la educación por competencias es un retorno hacia la tecnología educativa y el activismo con influencia conductista.

 

Educación por competencias como una propuesta oficial

Pareciera que las competencias son la única alternativa viable para que nuestro sistema educativo mexicano, sobre todo en su nivel básico pueda levantar vuelo. Los políticos de la educación nos han dicho que nuestros alumnos de éste nivel no son competentes para responder pruebas de la OCDE como el PISA, el sistema educativo mexicano, según PISA, no es bueno para formar niños que respondan a estos exámenes basados en competencias, por ello la urgencia de educar en ellas.La educación basada en competencias no tiene como propósitos educativos en el nivel básico las competencias específicas, mismas que son tan apreciadas en lo laboral, serán las genéricas que le permitan un desarrollo para la vida, concretizando una forma de llegar a unos propósitos preestablecidos, de forma objetiva y palpable para su valoración (estándares).

No es difícil darse cuenta de que un docente no es una máquina de enseñar, al cual se puede programar con el software de moda para que haga cosas novedosas, afortunadamente el maestro de verdad, desarrolla con el tiempo una experiencia concretada en una serie de estrategias que representan la personalización que cada docente hace de su trabajo, esas estrategias son al mismo tiempo una muestra de la resistencia que opone su yo profesional a ser parte de un modelo hegemónico.

La educación básica es donde la ideología del Estado se percibe más crudamente. Ahora con este relevo en el gobierno necesariamente se dará un bandazo hacia rumbos más afines a los gobernantes, al menos en su discurso nacionalista y popular dando fin a la mirada reduccionista del proyecto panista. Pero no, la educación basada en competencias es el caballo de Troya que como regalo, dejóel foxismo – calderonismo a las puertas del nuevo sexenio. Al igual que todo modelo del nuevo presidente, en lo educativo el AEB (592) se auto erige como la única opción viable que ha de llevar al país a alturas insospechadas en su desarrollo tomándolo como palanca.

No creemos que lo central del aprendizaje sean las competencias según el modelo Anglo, nosotros creemos en las capacidades a desarrollar y utilizar en la vida cotidiana y en un centro escolar. Las capacidades no pueden quedar aisladas porque le roban sentido al aprendizaje, deben de tener núcleos u organizadores que den sentido al mismo. No estamos hablando de conceptos ni de técnicas, sino de las capacidades que nos permitan razonar lógicamente, expresarnos gráfica o simbólicamente, solucionar problemas, observar nuestro entorno entre otros muchos desarrollos.

La integración de la información que viene del exterior no se pasa libremente y queda marcada como una copia de la naturaleza, sino que se modifica acorde a nuestros referentes. Algo fundamental para construir estos referentes y compartirlos es el que somos animales sociales y nuestro cerebro está configurado para relacionarse con nuestros semejantes de manera compleja, nuestras respuestas no son solo razón, sino también emoción que se mezcla con la primera de manera muy diversa, resulta algo más complicado que seguir una prescripción lineal.

Si esto se busca por medio de las competencias, que tienen aspectos positivos, habrá que esperar a que las competencias profesionales se impartan en las normales, se enseñen a los maestros en servicio y a los formadores de docentes, no en cursos de tres días, o en los TGA de media semana, no debe de ser una formación seria, constante, este será un intento por romper con esa vieja tendencia de cambiar de modelos antes de preparar a los maestros para entenderlos, lo que de manera constante ha producido desfases entre los saberes del magisterio y las peticiones del currículo oficial, abonando para que florezcan viejas prácticas con discursos nuevos. Pero esas viejas prácticas condenadas por los discursos nuevos son los saberes que hacen del trabajo docente algo propio y personalizado, enraizado en la defensa de su dignidad y autonomía laboral, esas viejas prácticas que tanto se reprueban son las evidencias de lo que es realmente un maestro, un sujeto falto de actualización, renuente al estudio, creyente de la práctica intuitiva, confiado en sus capacidades de improvisación, pero a pesar de todo ello, un ser pensante y reflexivo que históricamente se ha resistido al control institucional.

Las competencias siguen siendo la propuesta oficial en la educación básica, se diseñó toda una serie de estrategias que las acompañan, pero es el maestro el que decide en el reducido margen de su autonomía que ha de hacer en su grupo, cómo ha de interpretar los consejos y recomendaciones de aquellos que alejados de lo cotidiano del aula creen saber cómo enseñar, sin tomar en cuenta los tiempos y problemas reales del aula, esas “minucias” que sólo el maestro sabe y habrá de resolver.

En contraparte el orientador de una labor productiva es la economía, en tanto que el de una labor educativa es la sociedad, la economía es un aspecto de la sociedad pero no toda ella. Responder a una tensión de la sociedad o a uno de sus componentes en detrimento del conjunto es reducir la riqueza de lo educativo a fines económicos. La educación es cierto, debe de estar ligada al sector productivo pero no restringida por ella.

Eso es lo que notamos como insano en el modelo educativo por competencias, reducir lo educativo para responder a una directriz economicista de la sociedad. Lo económico como pauta de un modelo educativo, nos establecerá criterios para saber de los logros de la misma a partir de la eficiencia y eficacia,de los estándares de calidad, tan comunes en las líneas de producción de lo laboral. Los maestros no forjan tornillos en serie, se ocupan de la particularidad de sus alumnos, esa es la apuesta y es la voz que no se quiere escuchar.

 

Bibliografía

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Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

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