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Año: 2020 Mes: SEPTIEMBRE-DICIEMBRE Número: 88
Sección: PRÁCTICA DOCENTE Apartado: Lenguaje y Comunicación
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MIRAR MÁS ALLÁ DE LAS PALABRAS: EL LENGUAJE NO VERBAL DEL DOCENTE DENTRO DEL AULA
Mtra. Evelyn Noemí Sánchez-Somera

Palabras clave: lenguaje no verbal, docente, alumno, proceso enseñanza-aprendizaje, corporalidad.

 

Introducción

El proceso de enseñanza- aprendizaje se da gracias a la interacción entre docentes y alumnos, sin embargo, dicho proceso no podría ser posible si se prescinde del lenguaje. Tradicionalmente, la relevancia que se le ha dado al lenguaje verbal ha sido en un mayor porcentaje, en comparación con el lenguaje no verbal (gestos, miradas, silencios, movimientos corporales), es decir, la importancia del qué se dice ha predominado sobre el cómo se dice.  

En efecto, el propósito de este trabajo está centrado en el lenguajear del docente durante el proceso de enseñanza-aprendizaje, reflexionando sobre el papel del lenguaje no verbal durante el ejercicio de su profesión. Partiendo de la idea que la comunicación en el aula de clases involucra una serie de diversos elementos que influyen en lo que se dice, el cómo se dice y lo que se entiende, es importante vislumbrar el componente relacional en esta interacción docente-estudiante. Es en este punto que el proceso enseñanza-aprendizaje se ve interrelacionado en las relaciones sociales, en donde, en palabras de Halliday (2004), son dichas relaciones cotidianas las que permiten transmitir los elementos esenciales de la sociedad y la naturaleza del ser social, a través del lenguaje.

Siguiendo en la línea se puede afirmar que la interacción pedagógica que existe entre docentes y alumnos se posibilita gracias a la comunicación, siendo este un elemento esencial para promover el aprendizaje. Empero, existen diversas formas de concebir el proceso comunicativo, y el lenguaje en sí mismo; es por ello que resulta imperante clarificar el marco de referencia desde donde se posiciona el presente trabajo.

El arte de lenguajear

Desde la visión de Humberto Maturana (2002), el lenguaje es considerado como un fenómeno biológico, sin embargo, éste no ocurre en el cuerpo de los seres humanos sino en la afluencia de las relaciones humanas, es decir, que no surge en el cerebro o de forma aislada, sino que surge a partir de coordinaciones de acciones humanas (biopraxis). En este sentido Maturana y Varela (1984), especifican la interacción multidimensional que tiene la comunicación humana a través de diversos espacios: biológico, físico y psicológico, por ende aunque los seres humanos estamos constituidos genéticamente no estamos determinados sólo por ello, se puede modificar la vida a través del lenguaje, del diálogo, así que ontológicamente hablando, se puede afirmar que la identidad de una persona es un modo relacional de vivir que se mantiene o cambia en las relaciones interpersonales en el lenguajear (Maturana, 1992).

Partiendo del punto anterior, Maturana (2009) menciona que los seres humanos configuran el mundo en el que viven mediante el lenguaje. Es por ello que se puede afirmar que cuando dos seres humanos lenguajean no sólo transmiten y comparten conocimientos e información, sino que al existir en el lenguaje configuran la relación misma.

Tomar en cuenta las anteriores ideas sobre el papel que tiene el lenguaje como proceso relacional y no sólo como un producto biológico, permite ampliar la mirada y trazar otros horizontes, en los cuales los actores tienen un papel imprescindible en el acto comunicativo, en palabras de Maturana, en el conversar. Llegados a este punto, parece imperante dirigir la mirada a ¿cómo se lenguajea? ¿a través de qué? ¿Al hablar de lenguaje sólo se encuentra involucrado el lenguaje verbal?

Perspectiva Multimodal: distintos modos en la comunicación

Como se mencionó en un inicio, es a través del lenguaje que se transmiten modelos de vida como miembro de una sociedad, sin embargo, se debe considerar que no es el único medio que se encuentra presente durante las relaciones personales. Kress y Van Leeuwen (2001) proponen reconocer la unión de distintas formas de construcción de significados, observando otras formas semióticas presentes en las prácticas sociales. Asumir la perspectiva multimodal implica ampliar el espectro de modos a través de los cuales se construyen significados en los diversos contextos en los que los seres humanos se desenvuelven. 

Desde dicha perspectiva Krees y Van Leeuwen (2001) proponen diversos elementos a tener en cuenta para la descripción semiótica, no obstante, para el presente trabajo se profundizará solamente sobre los modos y medios. Por modo se entiende cualquier recurso o vía disponible que se emplee con el propósito de crear significados, y por su parte el medio es considerado el recurso material donde se representa el modo, es decir el material físico a partir del cual se crearán significados. Por ejemplo, en el aula de clases cuando el docente escribe en el pizarrón, la escritura representa el modo y el pizarrón el medio. 

Trasladar la mirada multimodal al contexto pedagógico permite ampliar el panorama de la comunicación en la escuela, en ese sentido Mangui (2011) recalca que dicho proceso implica observar las complejidades de la enseñanza y el aprendizaje, desafiando al docente en pensar en los diversos modos y medios que se pueden utilizar para facilitar los aprendizajes.

“…tener más conocimiento sobre lo que potencialmente es posible de representar y comunicar mediante diversos recursos semióticos (imágenes, movimiento, lengua oral, escritura, gestos, etc.) hace más visible la forma de experienciar el mundo de diversas comunidades que se valen de recursos basados en convenciones diferentes…” (Mangui, 2011, p.11)

Considerar al aula de clases como un contexto de aprendizaje multimodal permite vislumbrar la influencia que tienen los diversos modos de comunicación en el aprendizaje, de tal forma que el lenguaje no verbal del docente cobra un lugar como modo en la construcción de significado dentro del aula.

 

Lenguaje verbal y no verbal

Cuando usted se comunica con otra persona,

 todo su cuerpo habla”

(Urpí, 2004, p. 82)

 

El lenguaje, es uno de los múltiples modos a través de los cuales los seres humanos asignan significados al mundo que los rodea, esto se logra a través de expresiones orales (lo hablado) y representaciones gráficas (lo escrito); dichas formas se conocen como Lenguaje Verbal. Empero, dicho lenguaje suele ir acompañado de expresiones no verbales que pueden reforzar o contradecir lo expresado verbalmente. Respecto al lenguaje no verbal Sierra (2015) aclara que existen dos grupos: el lenguaje icónico, que hace referencia a aquellos códigos como clave morse o lenguaje de señas; y el lenguaje corporal, que implica gestos, espacio y movimientos corporales.

Ahora bien, ambos lenguajes (verbal y no verbal) suelen ir en conjunto, sin embargo, Meharabian (1971) realizó diversos estudios en los cuales afirmó que de los mensajes que se transmiten en los actos comunicativos, aproximadamente el 55% está integrado por expresiones corporales, como la postura corporal, el contacto visual y los gestos, el 38% por el tono de voz y el porcentaje restante corresponde al contenido del mensaje. En ese sentido, Goffmann (1994) sostiene que el cuerpo habla por sí sólo incluso antes de emitir una palabra.

“…La expresión corporal, el gesto, crea las pausas cuando hablamos y transmite intenciones. Hablar es una acción de todo el cuerpo. La mayoría de las veces, incluso, dice más el cuerpo que las propias palabras…” (Del Barrio y Barragán, 2011, p. 21)

 

Lo dicho hasta aquí supone que, frente a la existencia de incertidumbre en cuanto al contenido de la expresión verbal de un mensaje, el receptor se quedará en su mayoría con el mensaje no verbal. Es en este punto en donde se revela significativamente la importancia que puede alcanzar el lenguaje no verbal en el ámbito de la comunicación en el aula.

Por otro lado, resulta imperante resaltar que Poyatos (1994) menciona que el lenguaje no verbal involucra tres aspectos: la kinésica, la proxémica y el paralenguaje.

La kinésica (kinesis en griego significa movimiento) hace referencia a la capacidad de efectuar un acto comunicativo mediante gestos, expresión facial, postura corporal, movimiento ocular, movimientos corporales (manos, brazos, dedos, caderas, piernas, pies), entre otras formas. Así mismo, Cestero (1998) afirma que cuando se habla de kinésica también se deben tratar las maneras, es decir, las posturas que se toman y la forma de hacer algunos movimientos.

Por ejemplo, en relación con la kinésica, es común ver a alguien hablando y simultáneamente moviendo sus manos para tratar de darse a entender mejor, ya que son de gran apoyo al momento de emitir un mensaje. Con las manos se puede mostrar el tamaño de algo, dar indicaciones de direcciones, señalar estados de ánimo, etc., tal como lo menciona Kendon (2004) cuando las ideas a transmitir son más difíciles de conceptualizar, la producción de gestos aumenta considerablemente. En ese sentido ratifica las expresiones faciales y los movimientos de las manos son las acciones que más significado añaden a las conversaciones (Pease y Pease 2006)

Por otra parte, el intercambio de miradas ha sido estudiado por Erving Goffman (1967) y ha señalado que la mirada se convierte en un instrumento de comunicación expresa para salvaguardar una distancia de diálogo entre los interlocutores, cuando no existe una relación de proximidad que permita una posición de cercanía afectiva.

Por su parte, Hall (1972) propuso el termino de proxémica para describir las formas no verbales que involucran las distancias corporales y el espacio en el que se desarrollan las interacciones. En ese sentido, al hablar del uso del espacio, entendido como el territorio, Edward Hall propuso distintos espacios (fijo, semifijo e informal) y distancias zonales (íntima, personal, social y pública).

Por último, el paralenguaje estudia las características relacionadas con la voz (tono, timbre, tempo, ritmo, intensidad, resonancia), elementos cuasi léxicos (ay, ah, aja) onomatopeyas, e incluso el silencio mismo.

En conclusión, el lenguaje no verbal se suma como modo en la construcción de significados en la interacción, teniendo un lugar predominante sobre el lenguaje verbal. En este punto, se consolida la importancia de centrar la atención en el lenguaje no verbal del docente, al ser el docente un elemento clave en la construcción de conocimientos dentro del aula de clases.

El papel del lenguaje no verbal del docente en el aula de clases

“No se trata de establecer una oposición entre

la comunicación verbal y la comunicación no verbal:

la comunicación es un todo integrado”

(Bateson, 1987, p. 23).

 

Visibilizar al proceso de enseñanza-aprendizaje como un lugar donde se construyen significados a través de distintos modos y medios, permite expandir la mirada hacia otros elementos que no han sido abordados desde los modelos tradicionales. En ese sentido, como lo mencionan Castro y Castro (2018) cuando se considera el tema de la educación, el acento se puede poner en una variedad de aspectos, como lo son el currículum, la didáctica, la formación docente, etc., dejando de lado muchos aspectos influyentes en la formación humana y el aprendizaje. Es por ello que afirman que la comunicación en los contextos educativos va más allá de que el maestro hable y el estudiante escuche, es decir, es más que el simple intercambio de palabras entre personas, empero, Cantillo y Rojas (2019) afirman que en el contexto educativo se suele dar relevancia a la habilidad verbal del docente, es decir, para evaluar el desempeño del docente dentro del aula de clases, tradicionalmente se ha enfocado en que posea un buen manejo de grupo, que enseñe a través del lenguaje verbal o escrito, que tenga buena dicción, entre otros elementos administrativos como realizar planeaciones, sin embargo, hasta apenas hace unos años el foco se ha ampliado a considerar el lenguaje no verbal del docente como elemento que tiene influencia en la enseñanza.

Por otro lado, es importante no perder de vista que a la par de lo académico (lo que se dice y cómo se dice) se encuentran las interacciones entre docentes y estudiantes, que como menciona Álvarez (2012) dada la diferencia de poder existente en las aulas, los docentes tienen un lugar privilegiado. De tal forma que el lenguaje no verbal que utilice el docente ejerce funciones tanto a nivel emocional (aprobación, o desaprobación, apoyo o rechazo, interés o desinterés, reconocimiento o ignorancia) como conductual (responder, atraer la atención, enfatizar, señalar algo, etc.).

Aunado a lo anterior cabe señalar que la influencia del lenguaje no verbal en el proceso de construcción de significados, así como de su utilidad y pertinencia, es evidente en cualquier nivel de enseñanza (Kendon, 2004), debido a que es común encontrar en diversas situaciones que los gestos y movimientos corporales contextualizan lo que se va a decir. Al respecto Poyatos (1994) afirma que la comunicación no verbal ayuda a descodificar plenamente los mensajes codificados verbalmente.

De tal modo que enfocarse en el lenguaje no verbal en el aula, implica en palabras de Shablico (2012) considerar la capacidad expresiva del cuerpo, la kinésica y el paralenguaje del docente, contemplando todos los medios por los cuales puede transmitirse el mensaje. Por ejemplo, el lenguaje no verbal se encarga de marcar el ritmo y regular la participación en una clase, a través de las miradas y/o movimientos de cabeza o manos (Kendon, 2004; Cantillo y Rojas, 2019).

 “…la mayoría de los comportamientos no–verbales de los profesores están orientados al control del comportamiento del alumno, a centrar su atención y a conseguir la cooperación del mismo…” (Cuadrado, 1992, p. 165)

Respecto a los elementos del lenguaje no verbal (kinésica, paralenguaje y proxémica) Sierra (2015) hace un listado de algunas manifestaciones que tienen lugar en el aula y que son influyentes para mejorar el ambiente relacional. Respecto a la kinésica menciona el tener un rostro relajado, al realizar la clase no fruncir tanto el ceño, no apretar mucho los labios, sonreír en parte de los diálogos, al dirigirse a los estudiantes mirarlos directamente a los ojos, asentir a los comentarios correctos, usar las manos para confirmar si algo es correcto o para promover la participación. En cuanto al paralenguaje, el manejo de la voz clara y el uso de diversos niveles de tonalidad permite mantener la atención, así como mantener en general una intensidad media. Además, respecto a la proxémica se debe resaltar el valor de moverse en toda el aula de clases, no mantenerse en un solo lugar y además alternar las distancias con los estudiantes (personal y social).

Aunado a este último punto Álvarez (2012) menciona que el docente puede jugar con la elección de la distancia para facilitar el desarrollo de un clima más cordial, permitiendo mostrar interés y/o preocupación. Cabe resaltar que el uso del espacio funciona para atraer la atención de los estudiantes y brindar al discurso más variedad, por ejemplo, desplazándose en el aula de clase y no quedándose solamente detrás del escritorio o sólo frente al pizarrón.

Reflexiones

El uso del espacio, la modulación en la voz y los contenidos del curriculum son un todo integrado que forma parte de la docencia, a cualquier nivel de enseñanza. Si bien el uso de los diversos modos y medios en el proceso de enseñanza-aprendizaje se adquiere con el tiempo y la práctica, es importante constantemente realizar una reflexión sobre el ejercicio de la profesión y así poder quitar o agregar elementos. Actualmente, el mundo en el que se desenvuelven docentes y estudiantes es predominantemente visual, de tal forma que las imágenes fijas y en movimiento, pasan a un primer plano, dejando a las palabras en un segundo término.

 

Dada la estrecha relación entre los diferentes modos y medios que los docentes utilizan al momento de enseñar, es fundamental que exista una congruencia entre las diversas construcciones que se realizan desde cada modo, es decir, lo que se dice no se contradiga con lo que se hace, o viceversa. Empero, no hay que dejar de lado que se puede convertir en un problema el exceso o nulo uso del lenguaje no verbal, por ejemplo el constante uso de las manos o movimientos del cuerpo en el mismo lugar, podrían ser un obstáculo más que una ayuda.  En ese sentido, si es muy poco el uso del lenguaje no verbal, el discurso resulta monótono y por el contrario si es excesivo puede provocar distracción.

Indudablemente el lenguaje no verbal del docente tiene un papel en el proceso de enseñanza-aprendizaje, debido a que puede influir a niveles emocionales y cognitivos, logrando captar la atención e interés de los estudiantes, influyendo para que este comprenda mejor ciertos contenidos del curriculum. Es aquí en donde el conocer de qué forma el docente visibiliza el uso de la kinésica, proxémica y paralingüística en su dirección de las clases cobra un papel predominante en su enseñanza, lo cual no quiere decir que deba dejar de centrarse en qué enseña sino también el cómo enseña y con ello tener nuevas herramientas para la enseñanza, como el uso del espacio y las diversas entonaciones que se puede dar al discurso, entre otros.

Referencias

Álvarez, Q. (2012). La comunicación no verbal en los procesos de enseñanza – aprendizaje: el papel del profesor. Innovación Educativa, 22,23-37.

Cantillo, M. y Rojas, J. (2019) El uso de las manos del docente en el aula universitaria y sus implicaciones en los procesos de aprendizaje. Editorial Universidad Santiago de Cali. https://repository.usc.edu.co/handle/20.500.12421/3163

Cuadrado, I. (1992). Implicaciones Didácticas de la Comunicación no–verbal en el aula. (Tesis) Universidad Extremadura. España.

Del Barrio, J. y Barragán, A. (2011). Cómo atraer la atención hablando. Un reto para la enseñanza. Bordón 63 (2), pp. 15-25.

Goffman, E. (1994). La presentación de la persona en la vida cotidiana. Buenos Aires: Amourrutu,

Hall, E. (1972). La dimensión oculta. Madrid: Siglo XXI

Halliday, M. (2004). The Language of Science. En J. J., Webster (ed.), The fifth volume of a series of the Collected Works of M.A.K. Halliday. New York: Continuum.

Kendon, A. (2004). Gesture: Visible Action as Utterance. Cambridge: Cambridge University Press.

Kress, G. y Van Leeuwen, T. (2001). Multimodal Discourse. The Modes and Media of Contemporary Communication. Londres: Arnold.

Maturana, H. (1992). Emociones y Lenguaje en Educación y Política. Santiago de Chile: Pedagógicas Chilenas, S.A.

Maturana, H. (2002). La objetividad. Un argumento para obligar. Santiago de Chile: Dolmen

Maturana, H. (2009). La realidad: ¿objetiva o construida? I. Fundamentos biológicos de la realidad. Barcelona: Anthropos.

Maturana, H. y Varela, F. (1984), El árbol del conocimiento: las bases biológicas del entendimiento humano. Chile: Editorial Universitaria

Mehrabian, A. (1971). Silent messages. Belmont California: Wadsworth.

Pease, A. y Pease, B. (2006). El Lenguaje Del Cuerpo. Cómo interpretar a los demás a través de sus gestos. España: Editorial Amat.

Poyatos, F. (1994). La Comunicación no verbal II: Paralenguaje, kinesica e interacción. Madrid: Editorial Istmo

Sierra, A. (2015) La comunicación pedagógica no verbal: Lo que el docente expresa y fomenta con su cuerpo (Tesis de Magister en educación). Universidad Pedagógica Nacional, Colombia.

Shablico, S. (2012). La comunicación no verbal en el aula, un análisis en la enseñanza disciplinas. Cuadernos de Investigación Educativa, vol. 3, 18.


Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

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