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Año: 2020 Mes: SEPTIEMBRE-DICIEMBRE Número: 88
Sección: PRÁCTICA DOCENTE Apartado: Investigación Educativa
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APRENDER EN LA PANDEMIA: RE-PENSAR LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS CON TECNOLOGÍAS DIGITALES
Claudia Patricia Valdivia Sánchez
APRENDER EN LA PANDEMIA: RE-PENSAR LAS PRÁCTICAS EDUCATIVAS
CON TECNOLOGÍAS DIGITALES
Claudia Patricia Valdivia Sánchez[1]
Resumen
El ámbito educativo es un sector que se ha visto altamente influido por la inserción de las TIC. Se ha apostado a estas herramientas la calidad y la excelencia de la educación; sin embargo, aún se requieren de elementos que las integren pedagógicamente a los procesos para enseñar y aprender con tecnologías digitales. En este contexto de pandemia, donde la casa se convirtió en escuela y la computadora en profesor; es necesario re-pensar en elementos que posibiliten integrar las tecnologías digitales a los procesos educativos. Mediante la exposición y descripción de un caso, invito a profesores, pedagogos, psicólogos y a todos aquellos interesados en la educación, a reflexionar sobre su papel frente a la extenuante exhortación de usar las TIC en las prácticas educativas. Desde la teoría sociocultural, propongo superar la visión instrumentalista de las TIC y en su lugar, pensar en usos situados de estas herramientas para la colaboración y construcción de conocimientos que posibiliten anclar aprendizajes, experiencias y contextos.
Palabras clave: Pandemia, TIC, tecnologías digitales, educación, aprender, enseñar.
Introducción
Durante mucho tiempo la escuela ha sido la institución encargada de la formación de los individuos y de prepararlos para vivir en sociedad (Barroso y Cabero, 2013; Cornejo Martín del Campo, 2011). Se le ha adjudicado el progreso y desarrollo de los países (UNESCO, 2005). A mediados de 1980, se comenzó a enfatizar la incorporación de recursos digitales en este ámbito pues se consideraban herramientas potenciales que podían influir positivamente en los procesos de enseñanza y aprendizaje (Blázquez, 2001; Cornejo Martín del Campo, 2011). Se construyeron diversos planteamientos que vinculaban la educación y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC[2]). Por recomendación de organismos internacionales y agencias de gobierno (Comisión Europea, 2010; CEPAL, 2005; OECD, 2000; UNESCO, 2005; UNICEF, 2017; World Bank Group, 2016), en México se comenzaron a desarrollar políticas educativas para lograr ese enlace: el programa Red Escolar (De Alva-Ruiz, 2004), el programa Enciclomedia (SEP, 2004; 2006), el programa Habilidades Digitales para Todos (SEP, 2009), la propuesta de MiCompu.mx, el Programa de Inclusión y Alfabetización Digital y la propuesta del programa @prende.mx (Gobierno de México, 2013), la versión 2.0 del programa @prende.mx (SEP, 2016) y la actual Agenda Digital Educativa (ADE.mx) (SEP, 2019).
Una de las principales discusiones en estas propuestas se ciñe en mejorar la calidad de la educación, transformar la enseñanza, innovar los aprendizajes, facilitar el acceso universal a la educación, apoyar las prácticas docentes e integrar la gestión y administración de la educación con TIC (UNESCO, 2019). Sin embargo, el coronavirus (COVID-19) cambió drásticamente la forma de impartir la educación con TIC a nivel mundial. La casa se convirtió en escuela, la sala en patio, la recámara en salón de clases y la computadora o televisión en profesor. Tras las regulaciones impuestas, según la UNESCO (2020), más de 861.7 millones de niños y jóvenes en 119 países se han visto afectados al tener que reaccionar a la pandemia. En el caso de México, la Secretaría de Educación Pública—SEP—(2020a) inicialmente extendió el período vacacional desde el 23 de marzo al 17 de abril del año en curso, posteriormente alargó el periodo al 30 abril y finalmente lo amplió indefinidamente.
Esta pandemia y su efecto inmediato de la suspensión de clases que provocó la virtualización de la educación (Dussel, 2020) hizo necesario re-pensar la integración de las tecnologías digitales[3] a las prácticas educativas. En este contexto actual donde nos quedamos en casa y no sabemos hasta cuándo tengamos que hacerlo, implica también cuestionar este derrumbe en la diferenciación de espacios, de esta casa multifunción que nos lleva también a lidiar no solo con las cuestiones profesionales y educativas sino con nuestras propias demandas domésticas y familiares.
En este sentido, las reflexiones van encaminadas no en la calidad ni en la innovación. Nos empezamos a cuestionar ¿Qué significa enseñar con tecnologías digitales? y sobre todo a preguntar ¿Cómo enseñar con tecnologías digitales desde casa? Es decir, la educación con TIC, me atrevo a decir, era un escenario que en ocasiones se había esquivado. Sin embargo, este contexto nos orilló a concretar esa idea sin haberla previsto y sin haberla planeado. Nos obligó a todos a actuar, a echar mano de lo que sabíamos y de lo que teníamos. Hicimos uso de nuestros recursos, de nuestros conocimientos y nos movilizamos a investigar, a indagar cómo puede ser posible una educación con tecnologías digitales, y como poder darle continuidad al trabajo docente desde casa.
Autoridades educativas, profesores y alumnos restringieron su comunicación a los medios digitales (redes sociales, computadora y teléfono celular). Se pusieron en confinamiento y desde ahí empezaron las clases en pantuflas (Dussel, 2020). Es de reconocer cómo la Secretaría de Educación Pública (SEP) al frente de Esteban Moctezuma Barragán hicieron frente al aislamiento; proponiendo clases por televisión e internet en horarios específicos bajo la premisa de Aprende en casa I y II (SEP, 2020b), construyendo fichas de trabajo dependiendo del nivel educativo y grado escolar[4], por módulos, haciendo también programas de radio; además de las propias estrategias que promovieron los profesores de cada institución y que a continuación voy a señalar.
Hacer escuela en la pandemia: el caso de Diego[5]
Diego es un joven de 14 años que estaba en su último año de secundaria, apunto de transitar al nivel Medio Superior y estaba preocupado por la situación del país. Cuestionaba esta situación de aislamiento y de cuidados a la salud, tenía miedo al contagio de él y de sus papás que trabajan en la Secretaría de Salud y para el Gobierno de la Ciudad de México, y por las consecuencias que esto podía acarrear. Aunado a eso, estaba perturbado por la cantidad de tareas que sus profesores le estaban solicitando y a través de los cuales lo iban evaluar.
Él tenía 9 materias que cubrir, y de las 9 asignaturas le estaban solicitando responder guías tipo cuestionarios. A grandes rasgos, consistían en contestar preguntas de forma escrita y en algunos casos haciendo cuadros, mapas mentales o diagramas. Era inmenso el trabajo que tenía que cubrir. Sus padres como trabajadores de la salud solo tenían periodos cortos para estar en casa. Eso limitaba sus posibilidades para pedir ayuda y claro, le dificultaba tomar la decisión de realizar sus trabajos por sí solo. Sumemos a esto el estrés que el examen COMIPEMS[6] le estaba generando, pues estaba asistiendo a cursos que también, por la situación de salud mundial, fueron cancelados y un mes después, trasladados a la modalidad virtual.
Al observar su situación, decidí auxiliarle en sus tareas escolares. Experimenté ese escenario estresante al tratar de contestar guías de 400 preguntas de química, otras de historia, otras de matemáticas, de inglés y así con las asignaturas restantes. Con esta dinámica de trabajo ambos generamos sensaciones de frustración y agotamiento físico y mental por varias razones que a continuación describo.
Es cierto que las guías que le enviaban a Diego eran archivos digitales, que fueron subidos a un blog de la escuela secundaria, que tuvo que descargar e imprimir. En ese sentido, sí se utilizaron las TIC, pero solo como instrumentos. Con esto no quiero evidenciar a nadie, pero la intención de mencionarlo es para incitar a los lectores a la reflexión y a re-pensar estas prácticas educativas con tecnologías digitales.
Dejar que los estudiantes contesten una serie de preguntas de una guía, viendo un video, viendo los programas de televisión o escuchando secciones de radio significa hacer más de lo mismo. Diego no solo resolvió las guías, a parte tuvo que escanear cada una de ellas. Es decir, para que el producto llegará a los docentes, Diego ingresó al blog, descargó e imprimió las guías; también se vio obligado a responderlas a lápiz y papel porque así lo solicitaban sus profesores—en este paso no se permitió el uso de tecnologías digitales—. Además, tuvo que fotografiar y escanear cada página de sus guías, cargar los archivos a cada correo electrónico de los profesores o a la plataforma de Google Classroom[7] que algunos de sus profesores comenzaron a utilizar.
Lo que quiero ejemplificar con esto es que difícilmente hay tareas que son potentes por sí mismas utilizando tecnologías digitales, y no digo que no existan o que no puedan construirse. Detrás de estas actividades propuestas por los profesores en formato de guías o cuestionarios hay muchas razones para proponerlas a los alumnos, quizás porque se piensa que son más fáciles de resolver, de revisar y de calificar. Sin embargo, son actividades con pocas o nulas posibilidades de retroalimentación pues la mayoría de ellas recaen en decir si la pregunta se respondió bien o mal.
Es necesario pensar que hay ciertas actividades, como las que acabo de mencionar, que legitiman las prácticas que queremos eliminar ahora desde esta noción de “aprende en casa” pero también desde la modalidad presencial. El problema no es la tecnología en sí misma, el problema está en querer sustituir lo que se hacía ya en los salones de clase; donde las Tecnologías de la Información y la Comunicación eran eso, solo información y comunicación; se reducían a la parte transmisiva, que claro es buena, pero me parece que no es la única propiedad que se puede aprovechar. Y aquí hay, por lo menos dos elementos. Uno, es a empujar la idea de que hay prácticas educativas que solidifican el aprendizaje y, por otro lado, que tenemos la posibilidad de sacar provecho de estas herramientas digitales para los procesos educativos e ir más allá de una idea condensada del aprendizaje.
Hablaré del primero. Si seguimos pensando que el aprendizaje es algo medible y cuantificable estaremos reduciendo las posibilidades de hacer y conocer. En este sentido, comparto la invitación que ya en su momento hizo Judith Kalman, de pensar el aprendizaje como un verbo y no como un sustantivo (Kalman, 2019). Pensar en términos de “aprender”, nos lleva a pensar en algo que se hace, y que se construye todos los días en nuestras actividades diarias; en el que involucramos emociones y motivaciones; que se comparte y sobre todo que se vive. Pensar de esta manera, se puede romper la barrera dentro/fuera de la escuela.
Para ejemplificar aún más esto, quiero retornar a la experiencia de Diego, y con ello voy a plantear el segundo elemento sobre aprovechar las propiedades de las tecnologías digitales. A Diego le solicitaron hacer un mapa de su escuela, y a pesar de las restricciones de sus profesores, le propuse emplear su computadora y PowerPoint para diseñarlo. Cuando abrió el software en su laptop, la respuesta de Diego claramente fue ¡No sé qué hacer! ¡No tengo idea de cómo hacerlo! Después de mirar la pantalla por un par de minutos, decidió dejar la hoja del software en blanco, acto seguido de tomar lápiz y papel y comenzar a diseñar el mapa a mano.
Mi sorpresa fue grande al ver la postura que tuvo Diego al no saber cómo operar ni manipular PowerPoint para diseñar un mapa. Pero mi asombro se acrecentó cuando horas más tarde lo vi vincular su laptop a la televisión, encendió una bocina, conectó su bajo a la bocina y empezó a buscar en la computadora tutoriales para aprender a tocar el bajo. Después de buscar y ver varios videos, él se sentó frente a la televisión, y después de un par de horas, ya había aprendido a tocar una canción. Él, no ha ido a cursos para instruirse a tocar el bajo y todo lo que sabe ha sido por cuenta propia, viendo tutoriales en su computadora o incluso, en su celular (Ver Ilustración 1). Entonces, me pregunto ¿Por qué él, y seguramente otros estudiantes, niños o jóvenes, se dan la oportunidad de aprender algo fuera de la escuela y porque no utilizan eso que hacen, en la escuela? ¿Por qué Diego no hizo un intento por buscar un tutorial en internet de “cómo hacer un mapa en PowerPoint” y decidió dejar la página en blanco?
(foto-1)
Ilustración 1. Diego viendo tutoriales en su teléfono celular para aprender a tocar el bajo.
Fuente: Propia. Tomada el 05 de mayo de 2020.
Detrás de este tipo de eventos y cuestionamientos, hay muchas líneas de discusión. No obstante, desde la teoría sociocultural, que pone la mira en las formas en las que los seres humanos aprendemos, donde el aprender es situado dentro de las actividades sociales y donde los saberes se construyen socialmente y en colaboración con otros (Lave, 2011; Cole, 1985; Rogoff, 1993, 2008; Wertsch, 1998), un problema era —y es— que pensamos que la escuela en tiempos de pandemia se cerró y entonces había que migrarla a la casa y colocarla donde se pueda, en la sala o en la cocina; y no nos hemos puesto a pensar que la escuela y la casa siempre han estado unidas. No hay barreras entre una y otras, las prácticas educativas y las prácticas digitales son prácticas sociales situadas (Reckwitz, 2002, Schatzki, 2002; Street, 1984, 1995)
Los jóvenes seguramente están aprendiendo muchas cosas en estos momentos de distanciamiento social que los docentes nos estamos perdiendo; y viceversa, seguramente los profesores están aprendiendo múltiples cosas que los alumnos desconocen. Si ambos abriéramos canales de comunicación, no solo entre la escuela y el hogar; sino también entre maestros y alumnos estoy segura de que habrá resultados interesantes. Hablo de fragmentar la jerarquía profesor/alumno, que como maestros podamos establecer una relación distinta, que reconozcamos que aprender a ser docente es un proceso con carácter relacional que tiene que ver con las relaciones que establecemos con colegas, autoridades, padres de familia y con alumnos.
También se trata de retomar las propiedades posibilitadoras de las tecnologías digitales (Guerrero, 2002); todas esas propiedades que los alumnos han descubierto, que se han apropiado y que en algún momento han conjugado para sus propios intereses. Recuperemos la creatividad que tienen y que tenemos para establecer ciertos arreglos materiales digitales (Rendón, 2019) de los que nos valemos para resolver inconvenientes que se nos presentan o que construimos para participar en prácticas sociales. En pocas palabras, hablo de pensar, el aprendizaje como verbo y el uso de las tecnologías digitales en actividades sociales situadas.
En este sentido, hay que darle al alumno la oportunidad de ser agente activo en su proceso de aprendizaje, y a nosotros los profesores de quitarnos la camisa de agente conocedor y tener la posibilidad de aprender el uno del otro. Pienso en esta idea de Kalman, Guerrero y Hernández (2013) de que los profesores dejen de coordinar, administrar y regular contenidos, clases, respuestas y deben dejar que los alumnos se involucren de forma activa en la construcción de sus conocimientos.
Conclusiones
Roger Chartier (1984) decía que la apropiación de la cultura escrita está en el uso. En ese marco, propongo utilizar las tecnologías digitales porque es ahí donde tenemos la posibilidad de aprender. Estos artefactos digitales son un medio, por sí solas no garantizan ni obstaculizan el aprendizaje. Es en el uso donde nosotros les damos significado y donde tenemos la posibilidad de abrir mayores oportunidades de aprender. El propósito está en sumar alternativas y en pensar cómo podemos incorporar tecnologías digitales en las prácticas educativas.
Casos como el de Diego ilustran que un uso situado de las tecnologías digitales y de los contenidos, abre mayores oportunidades para aprender. Se trata de construir actividades que tengan un propósito palpable y que los alumnos puedan vivirlo directamente. Son los profesores y demás agentes educativos quienes creamos las condiciones necesarias para que los alumnos puedan apropiarse de los recursos tecnológicos y participar en actividades sociales.
Tiempos como los que estamos viviendo son una oportunidad para ensayar nuevas alternativas. Es una invitación a re-pensar la educación que ofrecemos y de convertir la escuela en un espacio de conversación y de interacción. Hay mucho qué reflexionar de la pedagogía, de las formas de enseñar con tecnologías digitales y de lo que nos toca hacer como docentes. El punto está en hacer e intentar, si fallamos, habrá que hacerlo una vez más, pero esta ocasión, hacerlo diferente; porque practicar es mejorar y aprender es hacer.
Referencias
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Blázquez, F. (2001). La Sociedad de la Información y de la Comunicación. Reflexiones desde la educación. En Blázquez, F. (coord.), Sociedad de la Información y Educación. Junta de Extremadura. Consejería de Educación, Ciencia y Tecnología. Dirección General de Ordenación, Renovación y Centros.
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[1] Claudia Patricia Valdivia Sánchez es licenciada en Psicología por la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde hace seis años colabora con el Grupo Interinstitucional de Investigación Educativa (GIIE-LETS) https://lets.cinvestav.mx/Inicio.aspx en el Departamento de Investigaciones Educativas (DIE) del Cinvestav. Actualmente es estudiante de la maestría en Ciencias con especialidad en Investigaciones Educativas en el mismo departamento.
[2] La representación en cursivas tiene la intención de no dar por sentado el concepto y alejarme de una visión homogénea del uso de estos recursos digitales promovida por agencias, organismos internacionales y gubernamentales.
[3] Para separarme de la visión dominante y homogénea que promueve el hablar de TIC, a partir de ahora utilizaré tecnologías digitales para resaltar la diversidad de artefactos (computadoras, tabletas, teléfonos celulares, internet) y su uso situado en las actividades sociales de las personas.
[5] Para la exposición y descripción de este caso, se cuenta con el consentimiento informado de la madre de Diego.
[6] El COMIPEMS es el Concurso de Asignación a la Educación Media Superior. En este proceso se selecciona a aspirantes de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México y de 22 municipios conurbados del Estado de México por medio de una sola convocatoria, un mismo registro y un solo examen. https://www.comipems.org.mx/
[7] Google Clssroom es una plataforma educativa gratuita integrada a la paquetería de G Suite for Education. La plataforma fue lanzada por Google en 2014 pero su uso en México se impulsó en el contexto de la pandemia por COVID-19. https://classroom.google.com/u/0/h
Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx