Hemos señalado reiteradamente que uno de los fines principales de la revista Xictli, órgano de difusión y comunicación de la Unidad 094 D.F., Centro de la UPN, es generar, entre su comunidad académica y sus lectores, a partir de sus artículos, el análisis, discusión y propuestas de importantes y trascendentes temas educativos, la reflexión crítica acerca de sus fuerzas motrices, evolución, fines, determinaciones y sobre todo el impacto que estos tópicos tienen en el hecho educativo nacional, para mejorar de forma cuantitativa y cualitativa a la sociedad mexicana y mundial.
En ese sentido es que en el contenido de Xictli número 55, encontrarás trabajos tales como: Una interpretación del currículo de la enseñanza de la Biología en Primaria de Luz Martínez, Didáctica de las ciencias naturales de Raúl Calixto Flores, Los nahuas después de la Conquista de Luis Meza, Un acercamiento a la estructura familiar a través de la producción cinematográfica de Ismael Rodríguez de Elvia Pacheco, La evaluación en el ámbito educativo de Teresita Maldonado, Imagen corporal: ¿necesidades reales o ficticias? de Antonia Yudelevich, La Educación en el Virreinato de la Nueva España de Cuitláhuac Hernández y con motivo del CXCIV aniversario del inicio de la lucha de independencia, presentamos Hidalgo y la independencia de Arturo Corzo Gamboa.
También en ese tenor es que la presente reflexión editorial se dirige hacia un tema que ha impactado la realidad educativa mexicana en los últimos días, me refiero a la reforma curricular que se propone para la educación secundaria.
Por su puesto reconocemos que es necesario y deseable el cambio en todos los órdenes de la estructura y quehacer educativo nacional, ya que un sistema educativo nacional (SEN) tiene como primera obligación, ser capaz de responder a las necesidades y requerimientos de una sociedad con tantos rezagos como la nuestra, pero también con muchos retos, dinámica y cambiante, más aún hoy en el contexto globalizador casi obligado en el que vivimos.
Esta necesidad se manifiesta en una revisión y reforma permanentes de los currícula que orientan la formación de los mexicanos en cada uno de los tipos y niveles de educación que imparte el SEN, a fin de establecer los ejes fundamentales de formación, los contenidos, la metodología y las estrategias necesarias para lograr los perfiles de ingreso y egreso de cada uno de estos niveles, con el objeto de contar al final de ellos, con los cuadros de profesionistas en las ciencias, las humanidades, las artes y la tecnología que requiere el país, siempre con una visión estratégica y equilibrada que permita afrontar los retos económicos, políticos, sociales, culturales, tecnológicos, nacionales e internacionales a los que el futuro nos enfrenta.
Aun cuando el tema de la reforma curricular que se propone para la educación secundaria requiere de una reflexión más profunda y seria; materia de un artículo futuro y especial, debemos tener algunas previsiones, reflexionar y establecer los principios generales que debe observar toda reforma curricular tendiente a lograr una formación integral de los educandos en este nivel, con miras a prepararlos para estudios superiores o para la vida.
Por lo que toca a las previsiones, debemos señalar que en forma general, pero particularmente por lo que toca a lo educativo y específicamente al diseño de planes de estudio, existe una corriente de pensamiento de raigambre pragmático-utilitaria que obedece a la razón instrumental, a la visión «cientificista» y «tecnologizante»; que defiende los postulados capitalistas de la productividad como única razón de ser de los sistemas educativos en las diversas sociedades contemporáneas.
Esta visión sostiene –como Andrés Openheimer lo hizo en su programa de televisión en el «canal de las estrellas»– que no es necesario formar psicólogos, sociólogos y mucho menos filósofos porque no son productivos. En cambio si hay que formar científicos, pero al servicio de la tecnología y más propiamente de la productividad; en consecuencia, se sigue afirmando que en los diversos currícula del SEN es necesario privilegiar la enseñanza de las matemáticas, la física, la química, así como profesiones en estas disciplinas en detrimento de las humanidades, las artes y la formación filosófico-axiológica. Formar en valores sostienen, es improductivo. Esta concepción de que es necesario privilegiar la formación tecnológica sobre la educación formativo-propedéutica la encontramos no sólo en los medios audiovisuales, sino también en al prensa en la que, dice el Dr. Adolfo Sánchez Vázquez (2004) que se leen encuestas con preguntas orientadas a obtener la respuesta deseada: que la filosofía «no sirve de nada». No podemos ignorar que esta percepción negativa de la filosofía se da, sobre todo en los amplios sectores sociales que se alimentan ideológicamente de los medios audiovisuales de comunicación. Pero hemos de reconocer que esta actitud, que se extiende también a las ciencias sociales y a las humanidades en general, no es nueva, pues en verdad la idea de la inutilidad de la filosofía es tan vieja como la filosofía misma.1
En esta visión lo práctico … el filósofo, el sociologo, el psicologo, los humanistas son los más imprácticos del mundo y efectivamente lo son en este orden de ideas, pero son los más productivos desde punto de vista espiritual y humano, que al fin de cuentas es lo más importante.
Una posición distinta –que según mi punto de vista se debe seguir– plantea fundamentalmente, la búsqueda de una formación humana, integral y equilibrada en las ciencias, las humanidades, las artes y la técnica, que no fragmente al hombre, que vea al alumno como a un todo y desarrolle cada uno de los aspectos de su ser, que los asuma no como un ser dado de una vez y para siempre, sino como un ser con enormes y omnilaterales posibilidades de ser. Que vea el conocimiento como un pretexto privilegiado para la formación de hombres La educación es un proceso de antropogénesis y esto, es la misión más alta de todo sistema o institución educativa.
La otra previsión se refiere a la relación entre la cantidad y la calidad de los planes de estudio. Está de moda criticar los planes de estudio «enciclopédicos» que nunca profesor alguno termina y, propone en cambio, «volver a lo básico». ¡Cuidado! con estas dos formas extremas de pensar el currículo, la primera privilegia la enseñanza libresca con gran cantidad de contenidos que por supuesto es inaceptable y que ha probado su fracaso en la historia de la educación en México; empero, no debemos olvidar que la adquisición de contenidos adecuados, pertinentes y trascendentes es necesaria sobre todo si consideramos que desde el preescolar hasta la educación media superior, el objetivo es formar a los alumnos de manera integral y los contenidos, junto con el cultivo de hábitos, habilidades y actitudes, constituyen esta formación que consagra el artículo 3°. La formación integral, además, está constituida no sólo por una formación intelectual que permita al alumno conocer, comprender y aplicar los resultados de la hazaña epistemológica, científica y cultural de la humanidad, sino por una formación ético-moral que forme hombres con principios, que les permita manifestar conductas distintas y cualitativamente superiores en la sociedad misma, por una formación física que le permita conservar su salud, mantenerse sano, respetar y cuidar su cuerpo como condición necesaria para resistir el esfuerzo físico y mental que significa no sólo vivir, sino educarse y aprender. Además por una formación estética que desarrolle su sensibilidad y su libre creatividad, actividad esta que se exprese en todos los órdenes de la vida para tener individuos y grupos de ellos, capaces de crear en la ciencia, en lo político, en lo económico, y dar soluciones a todos los problemas que la vida nacional e internacional nos plantea.
En una concepción de esta naturaleza, integral, equilibrada y humana no se desprecia la dimensión tecnológica de la educación por considerarla necesaria para el desarrollo material y económico, pero no reduce todo el proceso formativo a esta formación, ni a ninguna otra; todas ellas son necesarias para el logro de una formación integral y total de los educandos. Esta es la misión de la educación básica y preuniversitaria que constituye el proceso formativo omnilateral antes de la especialización; la educación media superior y la enseñanza de contenidos en ella constituye la última oportunidad de que los alumnos sean cultos, antes de ser personas que sepan cada día más y más, acerca de menos y menos al ingresar a estudios profesionales.
La tendencia contraria a establecer una educación con contenidos básicos corre el riesgo de que en aras de evitar el enciclopedismo, se quiera dar sólo una educación limitada, de subsistencia intelectual y educativa. Así como se da al trabajador el salario «mínimo», básico, sólo para obtener los elementos económicos que garanticen que se levante y siga trabajando, así también se pretende dar la educación básica y mínima que permita sólo una subsistencia educativa. Esta concepción también ya ha demostrado su rotundo fracaso, quizá más que la enciclopedista, pues a lo largo de siglos, las clases en el poder económico y político pensaron y piensan, que mantener al pueblo en la ignorancia era y es, lo mejor para sus intereses, ya que una sociedad sin educación no sería crítica, ni reflexiva, mucho menos subversiva, no pondrá en peligro el statu quo de dominación y privilegio social, político y económico de las clases dominantes y de los gobiernos que dóciles a estas, implementaron las políticas educativas orientadas a este fin y diseñaron los currícula, limitados a no trasgredir sus intereses y por el contrario a cuidarlos y enriquerlos, ejemplo de esto fue el interés del Sistema Educativo Cristiano de enseñar a leer y escribir al pueblo, no como una acción producto de la caridad cristiana, sino porque ello era necesario para enseñar la religión y con ello garantizar el dominio y poder ideológico sobre la grey o el consabido interés y desarrollo que se dio y se da hoy día al avance de la ciencia y la tecnología, no por una buena y filantrópica razón, sino sólo para mejorar los procesos productivos y en consecuencia la plusvalía de los dueños del capital. Esta actitud y política educativas se convirtieron en un boomerang que fue lanzado con todo desparpajo, pero que con el tiempo regreso y golpeó la nuca de sus creadores, ya que ahora, en tiempo de crisis, nos quejamos de que no existen los hombres preparados para brindar soluciones, en el pecado está la penitencia. Debemos aprender de la historia y no repetir el error que estamos a punto de cometer por que la historia lo cobra.
Uno de los pretextos que arguyen los defensores de esta posición curricular pragmático-utilitaria, es que «la educación debe preparar para la vida» y efectivamente, esta afirmación del filósofo estoico Séneca desde el siglo I d.C. no está equivocada, pues como dice el propio Lenin que educación que no trasciende las cuatro paredes de un aula o de una escuela está destinada al fracaso; sin embargo, lo anterior no justifica la posición de que en virtud de las actuales condiciones del país, preparar para la vida es hacerlos técnicos, e incluso convertir a los bachilleratos propedéuticos en tecnologizantes. Por supuesto que quien opte de forma libre y consciente por una formación de esta naturaleza lo puede hacer, e incluso el gobierno y el estado todo, están obligados a crear las condiciones necesarias para que esto pueda ser posible, creando un subsistema de educación tecnológica eficiente y eficaz; lo que no es válido, es querer volver a toda educación en tecnológica, con el pretexto de aumentar la productividad. La vida es más que ciencia y tecnología.
Preparar para la vida significa desarrollar, desde la educación preescolar primaria, secundaria, media superior y superior incluso, los ocho ejes fundamentales de formación humana:
Con estos ejes fundamentales de formación, desarrollados desde los primeros grados en el SEN, tanto en la educación tecnológica –como en la propedéutica– afirmados y manejados permanentemente por todos y cada uno de los docentes en todo tiempo y asignaturas, con independencia de su disciplina, lograremos una verdadera revolución en la educación, con los beneficios consiguientes para los mexicanos y para la humanidad.
Así pues, siendo necesaria la investigación científica y tecnológica, las reformas o nuevos diseños curriculares tienen que ser equilibrados, que no ignoren las necesidades sociales y económicas y que sean factor detonante del desarrollo integral de la sociedad; esto es, económico y material si, por supuesto, porque es necesario generar riqueza material para tener que repartir. Marx nunca propuso repartir la pobreza, sino la riqueza, riqueza que se tiene que producir, pero no a cambio de la pobreza espiritual y humana.
1. Adolfo Sánchez Vázquez, «Reconocimiento a la filosofía en tiempos diversos» en La Jornada, México, 12 de junio de 2004, pp. 36-37.
Articulo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 D.F. Centro, México. Se permite su uso citando la fuente. Dirección u094.upnvirtual.edu.mx