La globalización y el surgimiento de las ciencias sociales

Florina González Camarillo

Asesora de la Unidad UPN 094

 

En los umbrales del siglo XXI, todo parece indicar que asistimos al triunfo de un solo discurso hegemónico y modelo civilizatorio: el proyecto neoliberal vinculado al proceso de globalización económica. «El orden capitalista aparece en el nuevo milenio como la única forma de sociedad viable y por lo tanto como el horizonte posible para sueños de realización personal y esperanzas de redención colectivas». (F: Coronil p.88)

En este contexto surge la imagen de una aldea global popularizada por las corporaciones, los Estados metropolitanos, los medios de comunicación y la homogeneización cultural.

La globalización también va acompañada de transformaciones en la geopolítica del poder mundial al mismo tiempo que evoca la imagen de un proceso no diferenciado, sin agentes geopolíticos claramente demarcados o poblaciones definidas como subordinadas por su ubicación geográfica o su posición cultural.

¿De dónde surge esta visión del mundo? y ¿Cómo logró imponer su hegemonía?

«La naturalización de la sociedad liberal como la forma más avanzada y normal de la existencia humana no es una construcción reciente que pueda atribuirse al pensamiento neoliberal, ni a la actual coyuntura geopolítica, sino que por el contrario tiene una larga historia en el pensamiento social occidental de los últimos siglos». (E. Langer p. 12)

En este proceso podemos identificar dos dimensiones constitutivas de los saberes modernos:

  1. Las sucesivas separaciones o particiones del mundo de lo «real» que se dan históricamente en la sociedad occidental y las formas como se va construyendo el conocimiento sobre las bases de este proceso de sucesivas separaciones.
  2. La forma en la que se articulan los saberes modernos con la organización del poder.

Una primera separación de la tradición occidental es de origen religioso. Aquí se presenta un sustrato fundamental de las formas particulares del conocer y del hacer tecnológico de la sociedad occidental que desemboca en la separación judeo-cristiana entre Dios (lo sagrado), el hombre (lo humano) y la naturaleza.

A partir de la Ilustración y con el desarrollo de las ciencias humanas se sistematizan y multiplican estas separaciones ontológicas entre el cuerpo y mente.

En la autoconciencia europea de la modernidad estas separaciones se articulan con aquellas que sirven de fundamento al contraste que se establece, a partir de la conformación colonial entre Europa y el resto de los pueblos del planeta.

«La conquista ibérica del continente americano es el momento fundante de dos procesos que articuladamente conforman la historia posterior: la modernidad y la organización colonial del mundo. Con el inicio del colonialismo en América comienza no sólo la organización colonial del mundo sino —simultáneamente— la constitución colonial de los saberes, de los lenguajes, de la memoria y del imaginario». (E. Lander p. 16) Así comienza el proceso que culminará en los siglos XVIII y XIX, en los que por primera vez se organiza la totalidad del espacio-tiempo para todas las culturas y territorios del planeta, y en el cual Europa se presenta como el centro.

Aníbal Quijano considera que América se constituyó como el primer espacio/tiempo de un nuevo patrón de poder de vocación mundial y «como la primera id-entidad de la modernidad». Dos procesos históricos convergieron y se asociaron en la producción de dicho espacio-tiempo, estableciéndose como los ejes fundamentales del nuevo patrón de poder. Por un lado, la codificación de las diferencias entre conquistadores y conquistados a partir de la idea de raza, la cual desemboca en una situación natural de superiores e inferiores, supuestos sobre los cuales fue clasificada la población de América. De otra parte la articulación de todas las formas históricas del control del trabajo, de sus recursos y de sus productos en torno del capital y del mercado mundial.

La modernidad y la racionalidad entonces fueron imaginados como productos y experiencias exclusivamente europeas.

Es precisamente «este el contexto histórico-cultural del imaginario que impregna el ambiente intelectual en el cual se da la constitución de las disciplinas de las ciencias sociales. Esta es la cosmovisión que aporta los presupuestos fundantes a todo el edificio de los saberes sociales modernos». (E: Lander p.22)

Esta cosmovisión tiene como eje articulador central la idea de modernidad, visión que captura complejamente cuatro dimensiones:

  1. La visión universal de la historia asociada a la idea del progreso que implica jerarquización de pueblos y continentes.
  2. La «naturalización de la sociedad liberal-capitalista».
  3. La ontologización de las múltiples separaciones de la sociedad.
  4. La necesaria superioridad de los saberes que produce la sociedad.

Las ciencias sociales, señala Wallerstein, se constituyen como tales en un contexto espacial y temporal específico, en cinco países liberales industriales: Inglaterra, Francia, Alemania, Italia y los Estados Unidos, en la segunda mitad del siglo XIX. Ahí es cuando se establece una separación entre pasado y presente. La historia se encargará de estudiar el pasado, mientras que las disciplinas restantes el presente.

De aquí se deriva la existencia de un metarrelato universal que lleva a todas las culturas y a los pueblos de lo primitivo o tradicional a lo moderno o actual. La sociedad industrial-liberal es la expresión más avanzada de este proceso histórico y por lo tanto el único futuro posible.

Paralelamente, las formas del conocimiento desarrolladas para la comprensión de esa sociedad se convierten en las únicas formas válidas, objetivas y universales del conocimiento.

«Esta es una construcción eurocéntrica que piensa y organiza a la totalidad del tiempo y del espacio, a toda la humanidad, a partir de su propia experiencia, colocando su especificidad histórico-cultural como patrón de referencia superior y universal». (E. Lander p.23).

El conjunto de separaciones sobre el que se sustenta la noción del carácter objetivo y universal del conocimiento científico, se encuentra vinculado a las separaciones que establecen los saberes sociales entre la sociedad moderna y el resto de las culturas». Con las ciencias sociales se da el proceso de cientifización de la sociedad liberal, su objetivación y universalización y por lo tanto su naturalización. El acceso a la ciencia y la relación entre ciencia y verdad en todas las disciplinas, establece una diferencia radical entre las sociedades modernas occidentales y el resto del mundo». (E.Lander p.24).

Bibliografía

Lander, Edgardo (compilador) La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Consejo latinoamericano de ciencias sociales, Venezuela, 1998.

Wallerstein Immanuel. Abrir las ciencias sociales, México, Edit. Siglo XXI, 1999, pp 114.