EDITORIAL
Al tener el número 40 de la Revista Xictli oportunamente en tus manos amable lector, estamos cumpliendo el objetivo planeado para el año 2000, de diseñar, imprimir y distribuir entre la comunidad de la Unidad 094 D.F. Centro y entre las personas que nos hacen el favor de leernos más allá de este nuestro círculo inmediato, los cuatro ejemplares de la revista en tiempo y forma, habiendo superado los impedimentos administrativos y burocráticos provenientes de la administración central y que no permitieron la puntualidad de nuestro trabajo en años anteriores.
Esperamos que esto no vuelva a ocurrir, en beneficio de la Difusión de la Cultura, actividad sustantiva de nuestra Unidad, como entidad educativa de educación superior.
Estamos llegando al final de un año y con él llega la reflexión que de suyo solemos hacer cada 365 días; pero esta reflexión tiene una dimensión distinta, ya que, ahora sí, coincide con el final del siglo XX y del segundo milenio, muy a pesar de los intereses comerciales y económicos difundidos a través de los medios de comunicación para hacer creer a la población mundial que esos finales ocurrieron en diciembre de 1999.
Es tiempo propicio para preguntarnos qué hemos hecho como individuos, como seres sociales, como miembros de una familia, como maestros, como país; pero, sobre todo, es necesario preguntarnos ¿qué o quiénes somos?, ¿hacia dónde vamos?, ¿hacia dónde llegaremos como país y como mundo?
La expectativa de estos finales de siglo y de milenio, coincide en nuestros días y en nuestra realidad con una transformación radical en la vida política y social de México. Cambios drásticos y profundos afectan nuestra vida como individuos, como mexicanos y como ciudadanos del mundo; así que el asombro, la reflexión, el shock es sumamente importante y trascendente, porque de como reflexionemos y como actuemos dependerán el futuro del país todo y todos los aspectos de la vida cotidiana, uno de ellos el de la educación, para el cual esperamos nuevos y mejores desarrollos, cualitativamente superiores en pro de la formación de los hombres –hoy niños y jóvenes mexicanos–. Fox cuenta con la esperanza, esperamos que no defraude las expectativas. Educar es formar, de cómo eduquemos dependerá el México que queremos para el futuro, para el siglo XXI, para nuestros hijos y para nuestros nietos, para la generación del mañana.
A estos cambios se agrego otro que atañe directamente a nuestra comunidad educativa de la Unidad 094, me refiero al relevo de director, tras el retiro de nuestro compañero y amigo Miguel Ángel Ibarra Hernández, a quien le reconocemos y apreciamos su esfuerzo y trabajo entregados a esta institución durante diez años. Con su don de gentes, Miguel Ángel le dio un sello especial a la dirección y a la actividad de esta unidad. Muchas gracias, Miguel, te deseamos lo mejor en tu vida; que tengas la fuerza de espíritu para superar las adversidades y obstáculos que has encontrado en tu camino y la posibilidad de gozar todas las cosas buenas que se te presenten.
El pasado día 11 de noviembre los trabajadores académicos y administrativos de la Unidad nos reunimos, a iniciativa de la Rectora de nuestra institución, para poder elegir –por primera vez en la historia de las Unidades del D.F.– al nuevo director, estableciéndose por consenso el proceso de postulación y método de selección. Hubo tres candidatos, a partir de los cuales elegiríamos –según acuerdo– un sólo nombre de consenso y unidad, con el compromiso de que quien saliera elegido, sería respetado y apoyado por todos los demás, a fin de lograr la UNIDAD de todos en favor del logro y superación permanentes de la misión, objetivos y metas de la UPN en la Unidad 094.
La responsabilidad de la dirección recayó en el Maestro Juan Bello Domínguez, a quien le deseamos todo género de éxitos en su gestión al frente de nuestro centro de trabajo. Sabiendo que el logro de nuestros propósitos no es y no puede ser producto de una sola persona, esperamos el apoyo en el trabajo de todos aquellos que votaron por él. De aquellos que apoyaron otra candidatura, no pedimos más que una actitud profesional y coherente entre sus deseos y su práctica, respeto a su palabra y, en consecuencia, entrega al trabajo, pues independientemente de quien haya quedado al frente, todos somos responsables de que el cambio sea para bien de todos y de la educación de los maestros que atendemos y de los niños y jóvenes que éstos educan.
Felicidades a todos con motivo de estos cambios y de las fiestas navideñas y de fin de año. ¡Enhorabuena para el mundo, para el país, para la educación, para la Unidad y para todos y cada uno de nosotros!