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Año: 2014 Mes: JULIO-SEPTIEMBRE Número: 73
Sección: PRÁCTICAS DE CLASE Apartado: Enseñanza de la Ciencia
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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA CATEGORÍA DE RACIONALIDAD AMBIENTAL
Jorge Arturo Granados Mendoza

Jorge Arturo Granados Mendoza

UPN Hidalgo

 

 

Resumen

Considero que para que la educación ambiental pueda alcanzar los objetivos que se ha propuesto a lo largo de su historia es necesario que los educadores ambientales y los diversos actores sociales involucrados en el campo de la educación ambiental consideren realizar un análisis sobre la categoría de racionalidad ambiental propuesta por Leff (1998), la cual pudiera orientar o complementar las prácticas que realizan en su relación con el ambiente. Así mismo al tener este elemento estaríamos teniendo la posibilidad de repensar y reconstituir nuestras nociones sobre el mismo. En virtud de lo anterior, en esta ponencia presentaré una reflexión teórica sobre el concepto de racionalidad ambiental planteado por Leff (1998), para lo anterior en un primer momento retomo algunos momentos históricos del desarrollo de la educación ambiental como Estocolmo (1972) y el Plan ANUIES/SEMARNAP (2000) con el objetivo de justificar cómo se hace necesaria la noción de una categoría que pueda dar respuesta a las propuestas y compromisos planteados históricamente, en este caso la Racionalidad Ambiental. Por otro lado como complemento o antecedente a la noción de Racionalidad Ambiental de Leff (1998), hago algunas puntuaciones sobre la categoría de Racionalidad planteada por Giroux (1992).

 

Momentos históricos del desarrollo de la educación ambiental

Alrededor de los últimos cuarenta años la preocupación por los temas ambientales ha estado presente, tanto en el ámbito internacional, como en el ámbito nacional. Desde la reunión internacional de Estocolmo (1972) se comienzan a bosquejar los efectos que tiene la acción humana sobre el medio natural y sus posibles consecuencias negativas sobre el planeta. En ese sentido se plantean las bases y las estrategias para llevar a cabo una educación ambiental que permita al ser humano desarrollarse plenamente sin alterar el equilibrio del planeta, así lo establece el principio 19: “Es indispensable una educación en labores ambientales, dirigida tanto a las generaciones jóvenes como a los adultos, y que preste la debida atención al sector de la población menos privilegiada, para ensanchar las bases de una opinión pública bien informada y de una conducta de los individuos, de las empresas y de las colectividades, inspirada en el sentido de su responsabilidad en cuanto a la protección y mejoramiento del medio en toda su dimensión humana. Es también esencial que los medios de comunicación de masas eviten contribuir al deterioro del medio humano y difundan, por el contrario, información de carácter educativo sobre la necesidad de protegerlo y mejorarlo, a fin de que el hombre pueda desarrollarse en todos los aspectos.” (Estocolmo, 1972)

A partir de Estocolmo la educación ambiental comienza a estructurarse y a ocupar su propio espacio dentro de los planes y programas de los gobiernos del mundo.

Sin embargo es hasta Yugoslavia en 1975 cuando se lleva a cargo la carta de Belgrado donde se establece la meta de la educación ambiental:

“Formar una población mundial consciente y preocupada con el medio ambiente y con los problemas asociados, y que tenga conocimiento, aptitud, actitud, motivación y compromiso para trabajar individual y colectivamente en la búsqueda de soluciones para los problemas existentes y para prevenir nuevos”. (Carta de Belgrado, 1975).

Desde de la Carta de Belgrado la educación ambiental puede establecer objetivos concretos para su puesta en práctica, se puede decir que una de las principales tareas de la Educación Ambiental a partir de Belgrado es fomentar la toma de conciencia de las personas y los grupos sociales sobre el medio ambiente y las problemáticas ocasionadas por su acción sobre el planeta. Igualmente trascendente se vuelve fomentar la participación de los individuos para que desarrollen un sentido de responsabilidad hacia los problemas ambientales.

En esta línea en México en el año 2000 la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) y la Secretaría del Medio Ambiente Recursos Naturales SEMARNAT llevaron a cabo el Plan de Acción para el Desarrollo Sustentable en las Instituciones de Educación Superior, ahí se menciona que “El proceso de desarrollo implica actuar sobre la naturaleza de la que depende la vida de las sociedades. Sin embargo, el deterioro ambiental que se ha venido produciendo pone en riesgo la posibilidad de sustentar a largo plazo este proceso. La indiferencia hacia la naturaleza ha llegado a ser de tal  magnitud que hay evidencias claras de las alteraciones al ecosistema planetario.

El agotamiento de los recursos naturales, la liberación al medio de sustancias tóxicas, las alteraciones en los ciclos biogeoquímicos, el cambio climático global, la destrucción de la capa de ozono y la extinción de especies animales y vegetales, son algunos de los indicadores de la crisis ecológica mundial de la que la población del país es testigo.”

Sin embargo,  a pesar de los esfuerzos realizados históricamente en favor de la Educación Ambiental, la toma de conciencia de las personas, el desarrollo de valores como la solidaridad, el respeto hacia la diversidad, la adopción de una perspectiva crítica ante los acontecimientos socioambientales, la orientación hacia un desarrollo regional, etc., siguen siendo una situaciones donde hay mucho camino por recorrer.

Actualmente, se puede observar la existencia de dificultades para poder formar a los ciudadanos que integren sociedades más justas y ambientalmente responsables. En este sentido, se puede suponer, que esto deriva principalmente a que todas estas recomendaciones, se generan en un marco de tensión entre las prácticas hegemónicas y los nuevos paradigmas presentados por los enfoques de la Educación Ambiental.

De esta manera al platear la consideración de la categoría de Racionalidad Ambiental, se puede desarticular esta tensión e incorporar las diversas propuestas que impulsen a la educación ambiental en un marco de referencia en el cual puedan dar mejores resultados.

 

Algunas puntuaciones sobre la categoría de racionalidad desde Giroux

Una primera aproximación al concepto de racionalidad podría limitarse a la capacidad que tenemos para pensar, evaluar y actuar de acuerdo a ciertos principios. Sin embargo, está definición es insuficiente ya que no somos seres que existen aislados, ni tampoco nos encontramos regidos por los mismos universales, necesariamente nos encontramos inmersos en un proceso de socialización constante, determinado por las conjeturas históricas de cada sociedad, la socialización en este orden de ideas es entendida como medio para la reproducción económica, política y cultural que se da en las sociedades para mantener el dominio de una cierta clase social, la cual sirve como modelo (a veces inconscientemente) al resto de la sociedad.

Con lo anterior, quiero decir que la racionalidad puede ser entendida como los principios o supuestos a partir de los cuales los miembros de una sociedad interpretan y piensan la realidad, y además la racionalidad incorpora las prácticas sociales o culturales que permiten a los individuos interactuar. Lo anterior implica que la racionalidad se da en una sociedad, y es a partir de la racionalidad existente, que los individuos pueden legitimar sus experiencias, creencias, conocimientos y comportamientos.

Para Giroux el conocimiento, creencias, expectativas y tendencias que definen una racionalidad condicionan y son condicionados por las expectativas en las que cada uno de nosotros entramos.

Giroux (1992) plantea que la racionalidad puede ser entendida como un conjunto específico de supuestos y prácticas sociales que median las relaciones entre un individuo o grupos con la sociedad amplia.

Más adelante incorpora un concepto que complementa al de racionalidad, el concepto de problemática. La problemática pasa a ser el marco de referencia teórico que nos aporta tanto las preguntas que plantea, como las preguntas que es incapaz de platear.

Para Boyne, citado por Giroux (1992): “Una palabra o concepto no pueden ser considerados aisladamente; sólo existen en el marco de referencia teórico o ideológico en el cual es usado; su problemática está centrada en la ausencia de problemas y conceptos dentro de la problemática, tanto como en su presencia La noción de ausencia indica que lo que la problemática excluye es tan importante como lo que incluye.”

El concepto anterior funciona como complemento al concepto de racionalidad y nos permite comprender como los modos de racionalidad presentan límites. A partir de la problemática se encuentran los límites de una racionalidad, lo que en un momento era visto como la solución, incluso puede convertirse o plantearse como un problema. Esto nos permite ver como los modos de racionalidad son cambiantes y se presentan de diferente manera de acuerdo a las circunstancias y contingencias que se dan en las sociedades donde se presentan.

Finalmente y no profundizando mucho en los tipos de racionalidad planteadas por el autor (Técnica, Hermenéutica, emancipatoria). Otro aspecto importante a mencionar sobre la racionalidad es que siempre debe ubicarse en un momento histórico social, donde coexisten diferentes tipos de racionalidad y en el cual existirá necesariamente una racionalidad dominante. De esta manera al tratar de comprender una racionalidad determinada debe tomarse en cuenta de qué forma está relacionada con la racionalidad dominante. A esto precisamente es a lo que Giroux (1992) le llama, politizar la racionalidad.

 

La racionalidad ambiental

El actual sistema de vida en las sociedades se basa en una racionalidad capitalista y técnica fundamentada en el neoliberalismo y en el positivismo, estos elementos han propiciado una sobreexplotación de los recursos naturales a tal punto que nos encontramos en una de las mayores crisis de la humanidad.

Para Leff (1998) la racionalidad ambiental cuestiona la racionalidad científica como instrumento de dominación de la naturaleza y su pretensión de disolver las externalidades del sistema a través de una gestión racional del proceso de desarrollo. Desde una racionalidad ambiental el desarrollo sustentable podría mirarse como una tarea en común de la humanidad para asegurar el mayor beneficio para el hombre y la naturaleza con las bases de la solidaridad, la democracia, el respeto a la diversidad.

Es decir, la construcción de una racionalidad ambiental implica la constitución de nuevos actores sociales que impulsen prácticas y saberes ambiéntales desde sus diferentes situaciones pero con el objetivo en común de formar sociedades más justas y ambientalmente equilibradas. Los principios de la racionalidad ambiental constituyen una estructura de conceptos, y principios diferentes a los establecidos por la racionalidad neoliberal imperante. Esta estructura de alguna manera ha estado perneando y orientando aunque no de forma integral las políticas y los proyectos relacionados con las Educación ambiental y el Desarrollo Sustentable.

Para Leff (1998) la racionalidad ambiental se construye mediante la articulación de cuatro esferas de racionalidad, la racionalidad sustantiva, la racionalidad teórica, la racionalidad instrumental y la racionalidad cultural.

La racionalidad sustantiva está constituida por un sistema axiológico, es decir, formada por valores, principios, actitudes y normas que darán los fundamentos para que la sociedad pueda reorientar su proceso de desarrollo hacia un camino sustentable, equitativo, justo, democrático y no seguir el camino del egoísmo, la lucha por el poder y la indiferencia ante el mundo. En este sentido, la construcción de una racionalidad sustantiva resulta muy difícil ya que nuestras sociedades según Fromm (1987) tienen como base de su estructura la propiedad privada, el lucro y el poder. Adquirir, poseer y lucrar son los ideales que el individuo tiene actualmente.

Los cimientos que fundamenten la racionalidad ambiental sustantiva deben estar encaminados al sacrificio por el otro, la libertad, la solidaridad y sobre todo la toma de conciencia.

Es decir, los educadores ambientales debemos promover nuevas formas de racionalidad sustentadas en valores que necesariamente rechazan las formas de individualidad que nos han sido impuestas por la sociedad capitalista neoliberal, cabe mencionar, que para Leff (1998) estos principios deben ser sistematizados y operacionalizados con el fin de ir construyendo nuevas relaciones de producción y nuevas fuerzas productivas para un desarrollo sustentable.

A partir de aquí, es donde se empieza a bosquejar otra esfera de la racionalidad, la cual se define como la racionalidad teórica. La racionalidad teórica implica la construcción de conceptos sobre los cuales se pueda dar orden a los principios axiológicos que la racionalidad sustantiva presenta. A la racionalidad teórica le corresponde la constitución de la realidad mediante sistemas teóricos que den cuenta de ella como un todo ordenado según sus principios y leyes. La racionalidad teórica ambiental da pauta a proyectos alternativos de desarrollo. (Leff, 1998) Es así como, a partir de la racionalidad ambiental teórica se puede ver el camino hacia una racionalidad de mercado diferente, la cual integre el desarrollo económico, social, político y cultural de los pueblos sin desatender al ambiente.

La racionalidad instrumental se articula a partir de instrumentos técnicos, tecnologías, ordenamientos jurídicos, etc., los cuales conforman los medios eficaces para la gestión ambiental (Leff, 1998). De alguna manera a partir de la racionalidad instrumental se operacionalizan los elementos de la racionalidad ambiental. El problema con la racionalidad instrumental es que muchas veces se le ve como la racionalidad ambiental en sí misma, es decir, se puede confundir a la racionalidad ambiental con acciones aisladas para preservar los recursos naturales, para reciclar o para reforestar por citar algunos ejemplos. Este sistema de medios y técnicas articula a la racionalidad sustantiva y teórica con la realidad inmediata y práctica. Se puede decir que la racionalidad instrumental igualmente permite a los sujetos la posibilidad de saber hacer sobre lo ambiental.

Por último, la esfera de la racionalidad referente al componente cultural tendría que ver con la diversidad y la organización multicultural de los estados, la racionalidad ambiental debe pensar en cómo integrar y respetar los diversos procesos de socialización y fomentar una participación desde los diferentes niveles que estructuran la sociedad. Para Leff (1998) la racionalidad cultural deriva del principio de diversidad que plantea la racionalidad ambiental sustantiva y de su coherencia teórica, pero al mismo tiempo es un elemento de su eficacia técnica. Es decir, las comunidades cuentan con elementos a través de los cuales han sido capaces de conservar sus recursos y satisfacer sus necesidades sin tener que incorporar modelos del sistema globalizado neoliberal, estos elementos o modos de acción son derivados de las prácticas culturales tradicionales que se han desarrollado en la región. Por esta razón la racionalidad ambiental necesariamente debe incluir la racionalidad cultural en su intención de ofrecer modelos alternativos de desarrollo.

 

Conclusión

En este momento se hace necesario no solo analizar nuestras nociones sobre la actual sociedad sustentada en una racionalidad económica y capitalista, sino el proponer formas diferentes de desarrollo las cuales integren el desarrollo de las potencialidades humanas, la búsqueda de sociedades más justas, así como el cuidado del ambiente.

Al pensar en la alternativa de la construcción de una racionalidad ambiental se debe considerar que dicha racionalidad se encontrara politizada dentro de la estructura social, de esta manera al estar conscientes sobre esta dinámica se puede entender que elementos de la racionalidad dominante pueden favorecer o cuales pueden obstaculizar nuestros proyectos o construcciones sobre la educación ambiental.

La racionalidad ambiental en lo que sea posible debe oponerse a la racionalidad dominante actual. De ahí que ser, desde la racionalidad ambiental, no sólo implica introyectar los valores de solidaridad, respeto por la diversidad, equidad.

También implica una constante lucha en el marco de la globalización, el sistema neoliberal, la indiferencia, la obsesión por el poder y todos las demás situaciones que aparentemente son inherentes a la naturaleza humana.

Finalmente una de las alternativas (sin pensar que sea la única posible) ante el deterioro ecológico, ambiental y social que se presenta cada día es encaminarnos a la construcción de una racionalidad ambiental que trasmine a todos los niveles de la sociedad y nos lleve a reformular la manera de entender lo ambiental y el desarrollo sustentable así como promover nuevas formas de subjetividad sobre lo que nos han dicho que somos.

 

Referencias

 

ANUIES/SEMARNAP (2000) Plan de Acción para el Desarrollo Sustentable en las Instituciones de Educación Superior. http://www.complexus.org.mx/Documentos/ANUIESPlandeAccionSemarnat. pdf

Declaración De La Conferencia De Las Naciones Unidas Sobre El Medio Ambiente Humano (Estocolmo, Junio de 1972) http://www.jmarcano.com/educa/docs/estocolmo.html

Fromm, E. (1987) “¿Qué es el modo de tener?, ¿Qué es el modo de ser?” en: Tener o Ser. México: FCE

Giroux, H. (1992) “Teoría Crítica y Racionalidad en la Educación Ciudadana”, en: Teoría y Resistencia en educación, México: Siglo XXI.

Leff, E. (1998) “El concepto de Racionalidad Ambiental”, en: Saber Ambiental, Sustentabilidad, Racionalidad, Complejidad, Poder. México: PNUMA, CIICH, Siglo XXI


Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

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