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Año: 2014 Mes: ABRIL-JUNIO Número: 72
Sección: INVESTIGACIÓN Apartado: Historia de la Educación
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HISTORIA, CIVISMO Y FORMACIÓN CIUDADANA EN LOS LIBROS DE TEXTO DE LA EDUCACIÓN BÁSICA EN MÉXICO
Vicente Paz Ruiz

Las ciencias sociales, como ha dicho Wallernstein, es un conjunto indiviso de formas de ver al mundo social, por ello no debe de separarse una de la otra fragmentando el saber como en las ciencias duras. Tal vez esa ha sido la idea que los distintos planes de estudio que históricamente han sido implementados en el sistema educativo mexicano, ha tenido, ya que la formación del sujeto social  siempre ha estado adherido a la historia, la geografía, el derecho, la economía y  ahora la interculturalidad. La formación del sujeto histórico, es en la actualidad una prioridad en una sociedad cambiante, ajena a esquemas únicos y rígidos. En los planes actuales de educación básica, la forma en que se interpreta es por medio de la integración (transdisciplinariedad) de las diferentes formas de entender al mundo, pero con una tendencia a dejar el espíritu legal, normativo que lo ha caracterizado, pero sin omitir la ambición de crear una noción de “moral de estado”, a la que todo grupo hegemónico aspira.

En esta compilación de fragmentos de artículos sobre el desarrollo de la enseñanza del civismo y la formación ciudadana, se hace un recorrido histórico, mínimo sobre el tema, en el que se puede apreciar cómo ha ido evolucionando la idea de formar sujetos antes que súbditos y ciudadanos. Inicia con algunas ideas del siglo XIX y revisa el siglo XX a partir de los contenidos curriculares de las disciplinas afines a la temática de nuestro interés. ¿Qué es historia, qué es civismo? ¿Qué es formación ciudadana?

 

Al principio de los tiempos de México

Los contenidos escolares, razón de ser de la enseñanza básica, constituyen un importante indicio de la manera en que la sociedad mexicana daba sentido a su vida. Si durante los tres siglos que duró la Colonia, el mundo se interpretaba a través de las verdades religiosas y la lógica de la salvación, correspondientes a la enseñanza de primeras letras que se realizaba a fines del XVIII, paulatinamente se introducen un sentido de utilidad en el aprendizaje integrando rudimentos de lectura, de escritura y de cálculo, así como aquello que tuviera que ver con el comportamiento moral y civil (1826, 1827), con la costura y el bordado para las niñas y el dibujo para los niños. 1857, con el triunfo de los liberales, marca un parte aguas en el que la historia sagrada y el catecismo religioso desaparecen como contenidos escolares.

La percepción del mundo a través de la ciencia y de las verdades positivas que poco a poco se irían imponiendo, así como el desarrollo de una conciencia cívica y nacional, que tendía al amor a la patria y a sus instituciones, y una concepción integral del desarrollo humano, amplió el espectro de materias de estudio entre las que se introducirán la instrucción moral y cívica, lengua nacional (escritura y lectura), lecciones de cosas, aritmética, ciencias físicas y naturales, geometría, geografía, historia, dibujo, canto, gimnasia, labores manuales, como quedó establecido para el plan de estudios de la escuela básica primaria en el Primer Congreso Pedagógico de fines del Porfiriato.

Durante todo el siglo XIX, a través del recurso de maestros particulares en calidad de institutores y preceptores, tuvieran particular interés en introducir, sobre todo a sus hijas, en los comportamientos más refinados que comprendían desde normas de urbanidad hasta "idiomas, pintura, dibujo, baile y música [...] caligrafía (Aguirre, 2007).

La disciplina resulta ser una de las prácticas de tal manera inherentes a la vida escolar, que es difícil pensarla fuera de este contexto que le da un sentido educativo; sin embargo, ésta nace en el espacio de las órdenes religiosas y las prácticas de los conventos, como un instrumento para dominar las pasiones y los pensamientos. En sus inicios es un instrumento hecho de cuerdas y a veces con alambres, se empleaba para azotarse, como penitencia. La disciplina escolar también nos remite al sometimiento del comportamiento de los escolares a las normas establecidas, a la sanción de todo lo que se considerara una falta, al estímulo de lo que se tenía por conducta valiosa y deseable (Aguirre, 2007).

 

Vasconcelos escuela nacionalista

El proyecto nacionalista de educación impulsado por José Vasconcelos, tuvo como ambición, dotar a las personas de razón y de humanismo, de ciencia y arte para formarlos íntegramente. Dentro de su plan educativo figuraba con especial relevancia el civismo, ya que era la piedra en la que se apoyaría la formación del nuevo ciudadano que emergiera de la revolución.

Circularon dos libros con la aclaración: “aprobado por la Dirección de Educación Pública para que sirva de texto en las Escuelas Primarias”, cuyos objetivos fueron “amar a la patria”. El Niño ciudadano da a conocer las leyes a las que deben sujetarse las personas, las obligaciones de unos hacia otros y de todos con la nación, que es, en este caso, el gobierno. Poseer estos conocimientos es ser un buen ciudadano y un buen mexicano. La obra de Sherwell repasa una historia de México a partir de “Las Razas Primitivas” hasta la Colonia, para terminar con el inciso de “Los Mestizos”. Para definir la ciudadanía mexicana, el libro nos explica: “Todos los que aquí nacimos, aquí vivimos y aquí estudiamos, somos mexicanos, tenemos como símbolo la misma águila y estamos amparados por el mismo pabellón tricolor,” y el país se ha formado “como se forma un hombre: primero crece, adquiere robustez y experiencia y cuando puede guiarse por sí mismo, busca su libertad.” El futuro ciudadano, en esta etapa, se educa en la literatura y práctica el arte, no hace historia ni practica la política (Espinoza, 2008).

A la caída de Vasconcelos y enemistado con Calles dadas sus ambiciones presidenciales, el país entra en una fase de inestabilidad, reflejado en lo político con el maximato, que tuvo en un breve lapso a cuatro presidentes y con ellos a siete secretarios de educación. La idea de organizar e institucionalizar la vida del país, se refleja en la idea de orden que pregona la primera cartilla moral editada desde la SEP. El “Código de moralidad de los niños que concurren a las escuelas primarias” tiene como objetivo enseñar a los niños y niñas a ser buenos mexicanos. El niño que recibe un Código, debe comprometerse, con su firma, a obedecer las 11 leyes siguientes:

Ley del dominio de sí mismo, Ley de la buena salud, Ley de la bondad, Ley del deporte, Ley de la confianza en sí mismo, Ley del deber, Ley de la confianza, Ley de la veracidad, Ley del trabajo ejecutado, Ley de la cooperación, Ley de la lealtad.

Posteriormente aparece un cuestionario donde el niño puede autoevaluar su constancia en “las virtudes practicadas”.

La norma vinculada con el derecho es lo que se puede apreciar en este intento civilizador de los presidentes callistas, incluido él (Espinoza, 2008).

 

Cárdenas, la escuela socialista

La escuela socialista, es una etapa de la historia de México que pretendió hacer justicia a los que hicieron la revolución, ya fuera en el campo o en las ciudades, su ideología, forjada por Vicente Lombardo Toledano, no era necesariamente lo que se buscaba, empero un país justiciero y un reparto equitativo del trabajo y de sus bienes se le igualó con el socialismo.

La escuela socialista se proponía fomentar la unidad familiar, el maestro procuraría realizar excursiones y actividades donde convivieran los alumnos, maestros y padres de familia. La coeducación era fundamental para impulsar en los niños la igualdad de hombres y mujeres. Debía ser desfanatizante, para que el pueblo se librara de cualquier forma de idolatría y superstición, debía basarse en la ciencia, desechando todo dogma y verdades absolutas venidas de la autoridad, cualquiera que esta fuera. Los niños tenían sus propios derechos, y también sus obligaciones, se fomentaba el amor, respeto y ayuda a los padres y mentores

La diferencia entre la educación burguesa y la socialista, se afirmaba, es que aquella enseñaba para el éxito individual de acumular riquezas, mientras que la segunda educaba para “el beneficio propio pero, al mismo tiempo, en insoluble colaboración y armonía con los demás...La escuela rural, con más de dos lustros de existencia, constituía el ensayo previo de la escuela socialista, que no era sino la escuela rural perfeccionada y llevada a su plenitud transformadora La educación socialista planteaba un modelo de desarrollo distinto, pero la práctica de la enseñanza cívica y política se basó una vez más en los “qué” y no propuso los “cómo”. Jorge Cuesta señala que “la tendencia comunista de la escuela (no representaba) un “quiero ser” sino apenas el “querría ser”

El plan de estudios estaba formado por “áreas”,

A conocimiento de la naturaleza (Cosmografía, biología, física, química y geografía)

B Conocimiento de la sociedad (Historia, civismo, lengua, y literatura)

C Enseñanzas y actividades (dibujo y modelado, prácticas manuales, educación física)

1) Buscaban aportar en  un carácter productivo y socialmente útil

 2) acrecentar la capacidad productiva mediante la técnica

3) preparar práctica e ideológicamente a las masas populares para defender sus intereses, conforme a los principios básicos que rigen el proceso de evolución histórica y la estructura y funcionamiento de la sociedad actual

 4) Capacitar al pueblo práctica y culturalmente para conocer, disfrutar y fomentar la vida civilizadora contemporánea

La primaria se dividió en primaria rural (cuatro años) y urbana (seis años).

La rural trataba de apoyar la vida económica y social; mejorar las técnicas agrícolas; organizar los sistemas de producción colectiva; fortalecer la campaña contra el alcoholismo; y promover el respecto a la mujer. Las materias eran: lectura y escritura; aritmética, técnicas agropecuarias, artesanías y conservas.

En cambio las escuelas urbanas se proponían lograr de sus alumnos: adquirir una sólida moral socialista, así como formar un verdadero carácter y alcanzar los ideales que les permitieran actuar como factores dinámicos de la integración gradual de un nuevo orden. Las materias eran: lengua nacional; observación y estudio de la naturaleza; actividades artísticas; educación física, cálculo aritmético y geométrico; geografía, historia y civismo; enseñanzas manuales y economía doméstica…los programas han de contener suficientes elementos para orientar el trabajo en forma tal, que los niños adquieran una recia conciencia moral socialista, defiendan las conquistas de la revolución, se formen un verdadero carácter y adquieran los ideales que les permitan actuar como factores conscientes y dinámicos de la integración gradual de un nuevo orden social.

La aspiración de hacer un hombre socialmente responsable fue lo que guió al proyecto educativo en su formación de hombre.

 

Escuela de unidad (Ávila Camacho)

Al término del mandato del presidente Cárdenas, la repulsa del grupo económico dominante, así como las presiones de EU para no tener en su patio una vecindad comunista hicieron que el proyecto socialista se demoliera desde sus bases.

El secretario de educación de Ávila Camacho, Octavio Véjar Vázquez ofreció como sustituto a la escuela socialista la escuela del amor. El amor eliminaría el conflicto de clases, triunfaría sobre todos los obstáculos [...] El problema de la educación tanto rural como urbana era un problema de moral [...] Para él, educar era reconocer la personalidad individual y capacitarla para realizar ‘su posición jerárquica en la creación’, ya que existía, según él, un lugar propio y bien definido para cada ser humano, una especie de predestinación

  1. Materias instrumentales (básicas: lenguajes, aritmética y geometría dibujo, trabajos manuales; y complementarias: música y canto, y educación física).
  2.  Materias informativas (ciencias naturales y ciencias culturales o sociales [historia, civismo y geografía]). Las niñas llevaban economía doméstica.

Los objetivos de la educación pública coinciden con la tesis que México sustentó ante la Conferencia Educativa, Científica y Cultural efectuada en Londres en 1945, y responde a los principios solemnemente proclamados allí, en nombre de sus pueblos, por cuarenta y tres gobiernos de las Naciones Unidas. [...] Educación integral. [...] Educación para la paz, para la democracia y la justicia social [...] Lucha contra la ignorancia..., bases que hicieron del ideario de Torres Bodet, el presidente de la UNESCO.

 

(Adolfo Ruiz Cortines)

La política de Miguel Alemán, presidente de 1946 a 1952, de impulsar el modernismo, dejó de lado el desarrollo de la persona para centrarse en el desarrollo de la economía, se borró el principio humanista en los hechos, de la educación mexicana para transformarla en una propuesta pragmática de preparar hombres para producción.

La gestión de Miguel Alemán, llena de acierto al encauzar a México hacia su incorporación en un mundo moderno, estuvo plagada de corrupción y “disolución” moral, su época es sinónimo del inicio de percibir al gobierno como el gran negocio sexenal.

Por ello cuando su paisano, Adolfo Ruíz Cortines asciende al poder se da a la tarea de iniciar (una de tantas) reformas morales del país, por ello se interesó vivamente por la educación cívica y nacionalista.

La “honestidad” y el “civismo” eran lemas sin contenido de la Secretaría de Educación Pública, “ello implicaba que los funcionarios educativos actuales no pasen a la historia de la educación en México como realizadores brillantes”. En busca de una política educativa nacional se encontró que la tolerancia sería la  base de la unificación nacional. Así se invitaba a campesinos, obreros, ricos, todos iguales, a participar de:

Una doctrina educativa que, en forma insospechable, sea de auténtica mexicanidad, no por despreciar los valores universales, sino a la inversa, por tratar de incorporarlos a la propia tierra mexicana en un feliz equilibrio de lo universal y lo nacional.

La honestidad se traducía en equilibrio y tolerancia y el civismo en participación en los “actos conmemorativos del primer centenario de la Leyes de Reforma y de la Constitución de 1857 [...] para que desde la niñez procuremos emular esos esfuerzos de los antepasados”. La SEP publica cantos patrios, a la bandera, para México y el himno nacional. Los libros “de acuerdo con los programas oficiales” cambian la estrategia anterior de los decálogos morales para memorizar y proponen temas históricos y geográficos mezclados con literarios, artísticos y cívicos. Se presentan textos informativos “y amenos que dejen en el espíritu del niño la dulce impresión de una leyenda

En Civismo de segundo año, el autor expone la importancia de obedecer en la familia, en la escuela, en la calle y las leyes. La única ventaja de conocer las obligaciones ciudadanas es que es más económico que no conocerlas: “Conocer las leyes tiene la ventaja de que no habrá persona que constantemente esté diciendo: Haz esto, haz lo otro. Al conocer las leyes, cada persona sabe lo que debe hacer.” Para ser “hombre de verdad” se ofrecen siete reglas, todas sin excepción tienen que ver con higiene y limpieza (en la ropa, el lenguaje, los trabajos, el juego, conducta, etcétera). La Nación Mexicana también presenta un cambio en la enunciación de las actividades, en lugar de resumir, repetir, contestar, propone buscar información, examinar estadísticas, localizar en mapas, calcular porcentajes, observar y analizar imágenes, hacer relatos, sin embargo, para el caso práctico la situación no ha cambiado, la lectura ofrece los “qués” y los ejercicios no ofrecen los “cómos”. El ciudadano ideal en este periodo se imagina participando en conmemoraciones patrióticas, inflamado de fervor cívico, entonan- do himnos a la patria. De acción política, nada, y menos “brillante”.

I Materias instrumentales (los instrumentos propios para el manejo de las demás): lenguaje, aritmética y geometría.

II Materias aptas para conocer y aprovechar la naturaleza (Se relacionan con los hechos y los fenómenos de la naturaleza inorgánica y viva y, sobre todo, del hombre), las ciencias naturales: física, química y biología (botánica, zoología, anatomía y fisiología humanas).

III. Materias encaminadas al conocimiento y mejoramiento de la sociedad (implican las creaciones del espíritu humano y la organización, fines y resultados de la vida social): geografía e historia; y educación cívica y ética.

La geografía ocupa un puesto intermedio o de enlace entre el grupo II y III, pues la geografía física pertenece al grupo de las ciencias naturales y la geografía humana, económica, social y política, corresponden a las ciencias de la cultura.

IV Materias para conocer, encauzar, estimular y aprovechar, por medio de actividades especificas, las aptitudes de los alumnos: 1) educación física; 2) trabajos manuales (con la variedad de las labores relacionas con la vida del hogar, para las niñas); 3) dibujo y artes plásticas; y 4) música y canto.

La enseñanza de la historia, que como se recordará tuvo un cambio radical con respecto a la educación socialista, en esta ocasión se incrementaron de siete a 14 las finalidades, sobresalen entre las nuevas:

Crear en el alumno sentimientos de amor y actitudes de respeto hacia las distintas culturas autóctonas; ayudar a los alumnos a percatarse de la necesidad de que México logre su independencia económica; afirmar en los alumnos los ideales democráticos de México.

 

(Adolfo López Mateos)

El plan de 11 años, diseño y obra de Jaime Torres Bodet, como secretario de educación pública, fue una respuesta a las demandas internacionales de incrementar el nivel de educación de la población mundial y de lograr universalizarla, según se acordó en 1948, señalándola como uno del os derechos del hombre. Por ello al iniciar su segundo periodo como secretario de la SEP, se dio a la tarea de hacer ese mandato realidad, para ello implemento una estrategia transexenal que buscaba renovar el sistema educativo, dotarlo de infraestructura y elaborar materiales para el trabajo escolar, a cago del estado.

Se pretendía que, en los diferentes momentos del proceso educativo, la enseñanza resulte más objetiva, que responda de manera más adecuada a los requerimientos del país y que dé al educando mayor confianza en su propio esfuerzo, mayor gusto por el trabajo y mayor sentido de su responsabilidad nacional e internacional. [Se trata de] relacionar al alumno con el ambiente en que habrá de desenvolverse y la insistencia con que exhortamos a los maestros y padres de familia a fin de que colaboren en la instalación de pequeños talleres donde los escolares del quinto y del sexto grados adquieran destrezas prácticas, capaces de confirmarlos en las verdades trasmitidas por el maestro, pero capaces asimismo de irlos acostumbrando a las tareas elementales del campo o de la ciudad

 Las características de la educación mexicana eran: democrática, antiimperialista, antifeudal, progresista, de unidad nacional, pacificista, orientadora de la comunidad, gratuita y obligatoria en el grado primario, activa, científica, laica, mexicana e integradora de la nacionalidad. 

El 12 de febrero de 1960 se realizó la primera entrega formal de LTG al presidente

López Mateos. Estos textos correspondían a cinco materias: Estudio de la naturaleza, Historia y Civismo, Lengua Nacional, Aritmética y Geometría, Geografía. Para cada asignatura se publicaron dos volúmenes: el libro de lecturas y un cuaderno de trabajo que pretendía hacer activa y práctica la lectura del libro (Martínez Moctezuma, 2002). Así, en el cuaderno de trabajo, se incluían ejercicios y breves textos de los contenidos programáticos; mientras que, en el libro de la asignatura, se recopilaban lecturas cuyo contenido estaba más o menos relacionado con los ejercicios del cuaderno de trabajo.

Los libros de historia y civismo editados entre 1960 y 1970 tenían una alegoría de la patria mestiza. Cumplieron el papel de ser potentes difusores de símbolos que representaban la realidad básica y el carácter del país. Fueron aprovechados asimismo para prescribir un modelo de sociedad fundado en ciertas normas y valores. Una característica importante de estos libros fue que la enseñanza del civismo no se presentaba en lecciones, separadas, sino derivaban de acontecimientos históricos. Se colocó a la familia en el centro de la vida social y se aprovechó la imagen de la patria para mostrar una aparente sociedad igualitaria, donde todos los miembros tenían un lugar siempre y cuando cumplieran con su deber personal. A las virtudes del ahorro y del trabajo, se le relacionaba con el asenso social y el servicio a la nación.

En 1970 se completó la serie de libros que muestran una homogeneidad en lo que a educación cívica se refiere, durante los dos sexenios. La producción y distribución de libros de texto gratuitos es sin duda un acontecimiento singular para un país con serias deficiencias educativas y es una iniciativa que debe permanecer. Sin embargo, en relación con el tema que nos concierne en este momento, la educación cívica y política de los mexicanos, podemos afirmar que la política educativa y los libros que surgen de este periodo son de la más clara concepción totalitaria de la ciudadanía.

Los libros de Historia y Civismo, conscientemente se busca educar al futuro ciudadano. Aparte de fomentar los mitos patrios, venerar a héroes rígidos, identificar patria y gobierno, se busca inducir a la obediencia al sistema político- social. El Cuaderno de Trabajo de sexto año45 dedica 98 páginas a ejercicios sobre la historia universal y 22 al civismo. Los ejercicios del Cuaderno son similares a los propuestos por los libros de texto anteriores: repetir la información, copiar dibujos o pegar estampas, iluminar, resumir. En cuanto a la sección de “civismo” del Cuaderno encontramos que el alumno tendrá que servirse de un ejemplar de la Constitución de la República Mexicana o usar los textos de los artículos que se resumen en dos hojas, al final del libro.

Después de advertir a los escolares de que conocer la Constitución es “darse cuenta” de la organización de nuestro país y de nuestros derechos y obligaciones se entiende que el contenido del libro rechaza la idea de participación política en favor de informarse (“o darse cuenta”) de ella. En relación con “la ciudadanía”, el ejercicio consiste en leer los artículos 35 y 36 constitucionales y copiar en las rayas las prerrogativas y obligaciones. Se menciona en cinco palabras la forma de alcanzar la ciudadanía “basta tener la edad necesaria”, pero amenazantemente se ofrecen 15 renglones para copiar los “actos que acarrean la pérdida de la ciudadanía” y otros 11 para “las causas por las que puede perderse la nacionalidad mexicana”, según el artículo 37. Se da amplio espacio para copiar también las formas de adquirir la nacionalidad por naturalización (¿cuántos niños o sus familias estarán en estos casos?)

El texto señala que México es un país democrático, “o sea, que todos los habitantes participen en el gobierno de la nación”. Aquí el único ejercicio de opinión: “¿Cómo te parece que participa y puede participar un simple ciudadano en el gobierno de México?” Sin recibir orientación alguna, la respuesta queda a la imaginación del alumno de sexto año de primaria

Ciudadano es así un sujeto miembro de una nación que se iguala con gobierno y donde sólo actúan los presidentes, senadores y diputados. Los “simples ciudadanos” repiten, acatan leyes y no se les enseña “cómo” participar en el gobierno de México.

 

(La docena trágica)

Para los 70, en respuesta a los sucesos de 1968 e incluso de 1971, la educación se convirtió en la responsable de procrear sujetos que disgregaban a la sociedad como producto de sus instintos más básico y ambiciones personales, ajenas al bien de la nación y la patria. Por eso los libros de ciencias sociales de la reforma educativa de Echeverría buscaron desdibujar la importancia de las ciencias sociales y dar prioridad a lo técnico científico e instrumental. Los libros de ciencias sociales (eran integrados, incluían geografía, historia y supuestamente civismo), se dedicaban a dar una noción de sociedad producto de fuerzas sociales y alejado de los paladines. En los hechos el civismo como asignatura o contenido desaparecía, ya que se desdibujaba en los relatos de la historia y del espacio geográfico.

 

Modernidad educativa

Los contenidos de civismo como tal se recuperan en el proyecto de modernidad educativa,  buscaban ser “neutro” ideológicamente, destacando hechos ejemplares en la vida de la nación y se fomentaba el sentimiento de unidad nacional y formar una moral ciudadana. Se busca reconocer que México es una nación pluricultural, y por ende con reconocimiento de sus pueblos originarios,

El libro de la SEP de Historia 6º grado 65 que circula con tirajes millonarios, oculta el carácter político de la nación, no permite entender la nación como un pacto entre hombres diferentes entre sí, que deciden convivir en el espacio público, y acordar por el discurso y la acción concertada las formas de convivencia. Encubre tras el mito de la “patria” como un pacto “sagrado” entre hermanos, iguales, reunidos todos en torno a la “madre”, la voluntad como ciudadanos. El eje cívico que atraviesa este texto, no es la educación de la ciudadanía, sino una condición innata que se expresa en los rituales (las fiestas patrias) y los mitos (los héroes y sus hazañas) en torno a los cuales se ha construido la memoria colectiva y la “identidad” nacional. La historia de México se plantea como un proceso, una línea de continuidad, en la cual los “buenos mexicanos” han ido preservando los “principios” como “herencia” en los cuales se funda y encuentra legitimidad la identidad nacional.

La característica general de las actividades incluidas enseñan al niño el “saber qué” pero no el “saber cómo”. Al niño como futuro ciudadano se le enseña a conservar pasivamente la herencia de sus antepasados y amar a la patria, para lo cual sólo tiene que conocer sus héroes y rituales.

 

Modernidad y principio de siglo

Para el año 2002, se da inicio a una nueva forma de ver a la educación, ya no más integral, sino restringido a desarrollar una de las dimensiones del desarrollo humano, el económico – laboral. El enfoque por competencias abusa del término creando incluso aberraciones como el término competencias para la convivencia, como si convivir fuese algo que se puede emplear de forma pragmática. La formación ciudadana aparece repentinamente, muta del civismo para convertirse en el campo de formación Desarrollo personal y para la convivencia, que en pocos años, no más de 10 ha variado en su enfoque más de tres veces, esperaremos a que se estabilice para abordarlo más ampliamente, pero se deja en claro que cambiar de forma no es cambiar de fondo, la persecución de una homogeneización y una moral de estado es la consigna, de este y de los planes educativos por venir, así lo dice la historia.

 

Referencias

Aguirre, M. (2007) La escuela primaria, un invento del siglo XIX. Diccionario de la historia de la educación en México. http://biblioweb.tic.unam.mx/diccionario/

Corona, S. & Peza de la C. (2000) La educación ciudadana a través de los libros de texto. Sinéctica, enero, junio, 16.

Espinoza M. (2007) La escuela primaria en el siglo XX, consolidación de un invento. Diccionario de la historia de la educación en México.  http://biblioweb.tic.unam.mx/diccionario/

Torres-Barreto, A. (2008) Los libros de texto gratuito de historia en México. Revista electrónica Multidisciplina, FES Acatlán. UNAM. 


Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

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