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Año: 2014 Mes: ENERO-MARZO Número: 71
Sección: INVESTIGACIÓN Apartado: Investigación Educativa
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LA ESCUELA SECUNDARIA, UN ESPACIO PARA LA MEDIACIÓN
María Teresa Figueroa García
María Teresa Figueroa García
Licenciada en Educación Secundaria con especialidad en Psicología Educativa.
Estudiante de postgrado y Orientador educativo y vocacional de secundaria
Los repentinos cambios sociales en los que estamos inmersos sugieren reorientar el actuar y sentir de las instituciones educativas, que desde antaño han ido gestado en sus aulas las transformaciones necesarias para poder entender e interpretar su realidad, que en nombre del progreso y avance tecnológico, demerita la importancia de las interacciones entre los individuos, como una forma de trascendencia humana.
La escuela secundaria es un espacio propicio para fortalecer las relaciones interpersonales entre sus protagonistas, a través de las múltiples actividades de aprendizaje que en su interior se desarrollan cotidianamente.
Sin embargo, en ocasiones éstas se ven deterioradas ante la presencia de conflictos, como el resultado de una inadecuada forma de convivencia basada en el diálogo y la comunicación.
Una mirada a través de los pasillos de la escuela secundaria, me lleva a compartir el actuar de los docentes, ante situaciones que cotidianamente limitan la convivencia entre la comunidad educativa, hechos que en ocasiones consideramos poco relevantes, pero cuyo impacto es decisivo en la conducta de una persona.
El pesimismo y la negatividad de algunos docentes a participar en las diversas actividades que permiten fortalecer la identidad y sentido de pertenencia hacia la institución, es notoria, desde la forma en que asumen su práctica pedagógica (con molestia o desagrado), puesto que no se conciben como profesores de vocación, sino de imposición.
En contraste observamos docentes cuya función no se limita al desarrollo de la clase frente a grupo, sino que visualizan un mar de posibilidades y espacios de participación para la mejora de los ambientes de aprendizaje.
La convivencia fortalece las relaciones interpersonales entre sus protagonistas
Esta actitud alude a la adquisición de capacidades dialógicas para comunicarse abierta y efectivamente. (AGUIRRE, 2005) Un claro ejemplo de ello es el trabajo colaborativo, como una forma de organización institucional que permite compartir la responsabilidad de los compromisos adquiridos, visualizando la credibilidad y proyección social de la escuela como elemento transformador y dinámico en las nuevas generaciones.
Por otra parte, cuántas veces dentro del salón de clases nos ha molestado la actitud del alumno que constantemente se para de su lugar y no atiende las indicaciones, es tanta la apatía por el estudio que “relaja la disciplina”. Sin embargo, el docente comprometido entiende que sus alumnos se encuentran inmersos en un proceso de cambio, que se expresa a través de conductas enfocadas a la redefinición de la identidad y la pertenencia al grupo de pares. (Aguirre, 2005)
Aprender a escuchar, a ser empático, a respetar la opinión del otro y a hacerse presente cuando es necesario, implica valorar las capacidades y condiciones particulares de los involucrados en el aprendizaje, generando sentimientos de autonomía y respeto por su individualidad.
Otra situación presente al interior del plantel, es la asimilación de las reformas educativas que actualmente sugieren la transformación de la práctica docente a través del aprendizaje de las competencias básicas que no reclama del profesorado un proceso de conversión (abandono y sustitución de una metodología por otra), sino de construcción consciente y deliberado de la propia práctica (MOYA, 2011). Expresado como uno de los retos del nuevo milenio.
La mediación escolar, una alternativa para el manejo de los conflictos
Como Moya menciona “si queremos que el docente sea un profesional, dejemos que actué como tal”, en efecto permitirlo implica hacer un autoanálisis de la práctica docente, en función de propiciar el pensamiento reflexivo, creativo y crítico que permita identificar las barreras para el aprendizaje y la participación, que están contenidas en ella.
Es común observar escenas conflictivas entre alumnos, que no están en la disposición de escuchar y aclarar malos entendidos, surgidos al interior de los salones de clase. Percibir a la mediación como una alternativa para el manejo de los conflictos, permite aprender de ellos al hacerlos evidentes dentro de los contextos escolares. Sin embargo su papel fundamental de la mediación es fomentar un estilo de vida que permita la manifestación de actitudes dirigidas a la conciliación, respeto y dignificación de la presencia y participación del otro.
Cuando un conflicto estalla, podemos optar por ignorarlo o sancionarlo, pero difícilmente esto contribuirá a mejorar las relaciones entre los involucrados. Simplemente se aprende a reaccionar de forma violenta ante todo aquello que implica diferencia de pensamiento, sentimiento y actuación. Es decir, que genera un proceso de fragmentación en la convivencia exaltando actitudes excluyentes y ausencia de vínculos afectivos entre la comunidad escolar.
Pero esta propuesta no sería funcional si los docentes no asumimos el compromiso y generamos actitudes mediadoras para mejorar las interacciones tanto dentro como fuera de la comunidad educativa. Situación que implica repensar la forma de hacer educación.
Referencias
Aguirre, Amaia. (2005) La Mediación Escolar. Una estrategia para abordar el conflicto. Barcelona. GRAO
Moya, J. (2011) Teoría y práctica de las competencias básicas. España. GRAO.
Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx