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Año: 2014 Mes: ENERO-MARZO Número: 71
Sección: INVESTIGACIÓN Apartado: Pedagogía
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EVALUACIÓN: 10 ¡EN MEMORIZACIÓN! EL RESPONSABLE ES EL PROFESOR
Araceli García Guevara

Araceli García Guevara

Licenciada en Educación Primaria Estudiante  de posgrado.

 

“Dime qué y cómo evalúas y te diré qué y cómo enseñas

 (y qué y cómo tus alumnos aprenden)”

Sanmarti, 2007

 

En la institución donde laboro  se ha implementado la evaluación formativa; cuando recibimos la indicación sin duda todos nos sentimos frustrados y sin saber exactamente qué hacer, pues se nos pedía que al comunicar a los padres de familia los aprendizajes esperados del bimestre también especificáramos el producto con el que se evaluaría; así lo hicimos, pero cada quién a su manera, ejemplo: el aprendizaje esperado es realizar una entrevista para conocer más sobre un tema, producto a evaluar: un guión de entrevista o un informe de entrevista.

Al hacer lo anterior me pude dar cuenta de que era más fácil que los alumnos cumplieran con los productos a evaluar, pues ya estaban programados y sólo tenía que incluirlos en mi planificación y orientar las actividades a la elaboración de los mismos, después siguió la elaboración de rúbricas, mismas que debían establecer los criterios  de evaluación; al principio fue  difícil, pero sólo había que tomar en cuenta los aspectos que cada producto tenía que cubrir, ante esto se hizo a los alumnos sabedores de lo que debía contener cada trabajo y los puntajes que obtendrían si es que alguno faltaba, así no hubo problemas o quejas, también ellos poco a poco comenzaron a inferir los criterios en las actividades y en acuerdo comenzaron a construir conmigo esas rúbricas, pues ya sabían qué esperaba de ellos o inferían qué aspectos debían cubrir sus productos, ahora la evaluación era un acto consensuado entre ellos y yo.

Así mismo durante la presentación de los productos, los alumnos tenían oportunidad de revisar los de otros compañeros y hacer “sugerencias” para “mejorar”, el dueño del producto las anotaba y hacía una reflexión de qué es lo que necesitaba hacer para reforzar sus aprendizajes, de esta forma, todos participábamos, así mismo cuando llegó el momento de asignar una calificación final, cada uno sabía el puntaje obtenido, sin embargo lo importante no  fue el número, sino las sugerencias de lo que tenían que mejorar o reforzar.

Por otro lado los docentes del mismo grado, nos dimos cuenta, que podíamos trabajar en colegiado, pues los aprendizajes esperados por bloques o bimestres eran los mismos, los productos coincidían así como algunos criterios de evaluación al elaborar las rúbricas, por último, todos esos productos, eran guardados por el alumno en una carpeta (portafolio), misma que, en caso de tener dudas sobre la calificación obtenida, los padres observaron para saber el desempeño de su hijo y eso a la vez que era un amparo sobre el trabajo que día a día realizamos en las aulas, hizo transparente la rendición de cuentas.

La verdad es que parecía ser difícil, porque cada docente se aislaba en su aula con sus dudas e incertidumbres, pero al abrirnos y expresarlas, concluimos que todos teníamos algo que aportar, no estábamos solos, además somos compañeros ¿Por qué no ayudarnos?

Con el paso del tiempo, se volvió un hábito y se fortaleció el trabajo colaborativo entre nosotros y aún más entre padres de familia y alumnos, que comprendieron que la evaluación, no consistía en memorización, sino en todo un  proceso para llegar a un resultado, y sobre todo, que el único responsable, no es el profesor.

¿Evaluar?

A 2 años de la RIEB y después de conocer el Plan de Estudios de Educación Básica 2011, los docentes aun enfrentamos interrogantes sobre el proceso de evaluación, actividad que es percibida en la mayoría de los casos como una de las áreas menos fortalecidas.

“Evaluar para aprender” es un principio pedagógico propuesto en el Acuerdo 592 que  articula la Educación Básica y presente en el Plan de Estudios 2011, necesario y primordial para la implementación de las prácticas educativas  y el desarrollo del currículo. Pues bien, en él se refiere a los docentes como los principales encargados de la evaluación de los aprendizajes del alumnado, además  de la responsabilidad de crear ambientes de aprendizaje  y a partir de la evaluación, hacer los cambios necesarios en las prácticas pedagógicas para el logro significativo  de los aprendizajes y  ofrecer  calidad educativa.

 

Las dos caras de la evaluación

Evaluar ya supone emitir un juicio valorativo sobre los resultados obtenidos, sin embargo se puede caer en distintos  errores dentro de las aulas, que nos muestran su cara no amable, frases como: “si se portan mal les bajo un punto por conducta”, “reprobó el examen, es de los niños que tiene problemas”, “es un burro”, nos remiten a la evaluación como un sufrimiento,  un mecanismo para etiquetar, adjetivar o sancionar al alumno por “no haber aprendido” o mostrar conductas “inadecuadas” para nosotros; mismas que hacen que dicho proceso sea un verdadero  sufrimiento para el alumnado y toda la responsabilidad recaiga sobre nuestra decisión, paradójicamente también nos atormentamos con el veredicto.

Por el otro lado está  la  evaluación de carácter pedagógico o reguladora, también conocida como formativa, aquella que nos sirve para aprender, misma en la que la intención es identificar cuáles son los cambios que debemos hacer en nuestras prácticas educativas para el logro de los aprendizajes. Aquella en la que todos participamos. Así, evaluar es recoger datos, reflexionar sobre ellos y establecer líneas de acción para mejorar los  resultados, lo cual nos llevaría no sólo a aprender, sino como consecuencia: mejorar.

Evaluación formativa vs evaluación de la memorización.Generalmente cuando evaluamos el principal instrumento es el examen, que en la mayoría de los casos es tomado como el único referente de lo que se aprendió o no; sin embargo esto puede generar que los alumnos copien o memoricen sin comprender  los contenidos porque su único interés es aprobar,  y por parte del profesor, estas  pruebas no permiten identificar los procesos cognitivos aplicados por los alumnos. La evaluación formativa, no es  sinónimo de examen, su principal referente es el “proceso”, se interesa por observar, analizar y comprender por qué los alumnos aplican una estrategia u otra en la resolución de tareas, se apoya en la retroalimentación mediante comentarios del profesor o de los compañeros y lo lleva a reflexionar en qué  debe mejorar y responsabilizarse de su aprendizaje... ¿qué nos permite evaluar para aprender? ¿Memorización de información o interiorización de conocimiento?

¿Quiénes evalúan para aprender?

Anteriormente sólo los docentes tenía la responsabilidad de emitir un juicio valorativo, sin embargo  ahora los estudiantes son los protagonistas de su aprendizaje, por lo tanto atendiendo a esto se desarrollan otros tipos de evaluación dentro del aula como la autoevaluación en la cual el alumno reconoce y valora sus propios procesos de aprendizaje con el fin de mejorar su desempeño, pues al tener conciencia de sus errores, sabrá qué es lo que hay que mejorar y reforzar. La coevaluación, en ella los estudiantes valoran los procesos y actuaciones de sus  compañeros a fin de ofrecer sugerencias y estrategias para aprender juntos, la heteroevaluación  aplicada por el docente para mejorar los aprendizajes y crear las oportunidades necesarias para el logro educativo.

Así, podemos ver que no estamos solos, pues los alumnos se hacen participes del proceso enseñanza-aprendizaje, todo en un trabajo conjunto entre el propio alumno, sus compañeros y nosotros los docentes.

 

¿Cómo evaluar para aprender?                     

Es necesario que tengamos claro qué es lo que deseamos que el alumno adquiera o desarrolle mediante la realización de las actividades, así mismo identificar las estrategias y recursos  a emplear para lograr los fines establecidos. Una vez realizado lo anterior debemos elegir los instrumentos adecuados para obtener evidencias y recoger información. Según el Plan de Educación Básica (2001) algunos pueden ser: rúbricas, la observación directa, producciones escritas, registros y cuadros de actitudes observadas en los estudiantes en actividades colectivas, portafolios y carpetas de trabajos, pruebas escritas u orales.

Evaluar para aprender es sin duda un gran reto, pues implica una alta apropiación del currículo, así como de una visión clara de lo que esperamos que el alumno desarrolle y un total cambio en nuestras prácticas educativas; además de un aliado para el aprendizaje efectivo de los alumnos que, con esfuerzo lograremos realizar satisfactoriamente, ¿por qué no probar evaluar para aprender en vez de evaluar para acreditar? ¿Tú qué opinas?

 

Referencias

SEP. (2001) Plan de Estudios de Educación Básica. México: SEP.

San Martí N. (2007) 10 Ideas clave para evaluar. Argentina: Grao.


Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

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