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Año: 2012 Mes: OCTUBRE-DICIEMBRE Número: 66
Sección: PALABRAS PERIPATÉTICAS Apartado: Sociales
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ZYGMUNT BAUMAN, EL CONTEXTO COMO HERRAMIENTA ANALÍTICO SOCIAL, Y SU APORTACIÓN A LA REFLEXIÓN SOCIOLÓGICA CONTEMPORÁNEA. UNA INTROSPECCIÓN AL MODELO NEOLIBERAL COMO GENERADOR DE VIOLENCIA.
Claudio Escobar Cruz , Javier Lazarín Guillén 1
Introducción
Zygmunt Bauman (Poznan, Polonia 1925) sociólogo de origen polaco, de una humilde familia judía no practicante. Hubo de emigrar con su familia a Rusia cuando los nazis invadieron Polonia en 1939. Bauman se enroló en el ejército polaco, controlado por los soviéticos, cumpliendo funciones de instructor político. Participó en las batallas de Kolberg y en algunas operaciones militares en Berlín. De 1945 a 1953 desempeñó funciones similares combatiendo a los insurgentes nacionalistas de Ucrania, y como colaborador para la inteligencia militar. Durante sus años de servicio comenzó a estudiar sociología en la Universidad de Varsovia, carrera que hubo de cambiar por la de filosofía, debido a que los estudios de sociología fueron suprimidos por "burgueses".
En 1954 finalizó la carrera e ingresó como profesor en la Universidad de Varsovia, en la que impartió filosofía y sociología. Se mantuvo en la universidad hasta 1968, debido a la política antisemita desarrollada por el gobierno comunista polaco después de las protestas estudiantiles de marzo, y la posterior purga en el Partido Obrero Unificado Polaco POUP (Polska Zjednoczona Partia Robotnicza, PZPR) de ese año. Posteriormente a su salida de la universidad de Varsovia, ha enseñado sociología en países como Israel, Estados Unidos y Canadá. Ejerció la docencia primero en la Universidad de Tel Aviv y luego en la de Leeds, con el cargo de jefe de departamento.
Desde 1971 reside en Inglaterra. Es profesor en la Universidad de Leeds. En 1990, fue nombrado profesor emérito. Con el paso del tiempo se ha convertido en uno de los más importantes pensadores europeos, cuya influencia trascendió las fronteras del viejo continente. No sólo ancló su vida en Europa, sino también apoyó buena parte de su esperanza en ella; a la vez se ocupó de estudiar y describir su cambiante condición.
En una estancia en la prestigiosa London School of Economics, preparó un relevante estudio sobre el movimiento socialista inglés que fue publicado en Polonia en 1959, y luego apareció editado en inglés en 1972. Entre sus obras posteriores desataca Sociología para la vida cotidiana (1964), que resultó muy popular en Polonia y formaría luego la estructura principal de Pensando sociológicamente (1990).
Su trabajo ensayístico abarca numerosos sujetos, entre los que habría que destacar su personal tratamiento del enfrentamiento entre modernidad y postmodernidad, así como su obra dedicada a los movimientos obreros o la globalización.
Conocido por acuñar el término, y desarrollar el concepto, de la «modernidad líquida». Ha dedicado sus últimas obras a temas relacionados con la modernidad, sus consecuencias y los cambios culturales propiciados a partir del arribo de la modernidad reflexiva. Es decir, que el trabajo de Bauman está inserto en el llamado debate modernidad-posmodernidad. En la sociología, al igual que en otros campos, los temas de moda suelen ser determinantes para lanzar a la fama a los científicos sociales que se desenvuelven en este campo del conocimiento. Una nota sobre arte, ¿líquido?, de Zygmunt Bauman y otros1 José Luis Castillo.
Para Bauman la dominación política no se alcanza sólo a través de la legitimación de los valores sociales sino a través de la combinación de seducción y represión, procesos que estudió en La cultura como praxis (1973), Modernidad y Holocausto (1989) y en Éticas postmodernas (1993), una crítica que amplía en sus obras más recientes A la busca de políticos (1999) y Modernidad líquida (2000), centradas en el fenómeno de la desaparición del espacio público. A lo largo de su carrera, ha intentado desarrollar una sociología crítica y emancipadora.
En Modernidad Líquida Zygmunt Bauman explora cuáles son los atributos de la sociedad capitalista que han permanecido en el tiempo y cuáles las características que han cambiado. El autor busca remarcar los trazos que eran levemente visibles en las etapas tempranas de la acumulación pero que se vuelven centrales en la fase tardía de la modernidad. Una de esas características es el individualismo que marca nuestras relaciones y las torna precarias, transitorias y volátiles. La modernidad líquida es una figura del cambio y de la transitoriedad: “los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman constantemente: fluyen. Como la desregulación, la flexibilización o la liberalización de los mercados”
La modernidad líquida –como categoría sociológica– es una figura del cambio y de la transitoriedad, de la desregulación y liberalización de los mercados. La metáfora de la liquidez –propuesta por Bauman– intenta también dar cuenta de la precariedad de los vínculos humanos en una sociedad individualista y privatizada, marcada por el carácter transitorio y volátil de sus relaciones.
El amor se hace flotante, sin responsabilidad hacia el otro, se reduce al vínculo sin rostro que ofrece la Web. Surfeamos en las olas de una sociedad líquida siempre cambiante –incierta– y cada vez más imprevisible, es la decadencia del Estado del bienestar.
Bauman no ofrece teorías o sistemas definitivos, se limita a describir nuestras contradicciones, las tensiones no sólo sociales sino también existenciales que se generan cuando los humanos nos relacionamos. Dr. Adolfo Vásquez Rocca - PUCV - Universidad Andrés Bello.
Dedicado a investigar entre otros temas el paso de la sociedad de productores hacia la de consumidores (más detalladamente en Trabajo, consumismo y nuevos pobres) es también uno de los máximos teóricos de la posmodernidad, pero nunca ha sido su apologista. Luego abandonó este término y acuñó dos nuevos: “modernidad sólida” y modernidad líquida.
Jamás se deshizo del término capitalismo, hablando de manera paralela del capitalismo sólido y líquido (o pesado y leve), para describir el paso del capitalismo industrial al financiero. Tampoco se volvió antimarxista, subrayando que aprendió mucho tanto de Marx como de Engels y que les está muy agradecido: desde luego el mismo concepto de la liquidez evoca a la increíble fuerza del capitalismo para disolver todo lo sólido en el aire, imagen plasmada en el Manifiesto Comunista.
Zygmunt Bauman es actualmente uno de los sociólogos más influyentes en el pensamiento moderno y el análisis social. Su propuesta en torno a las consecuencias humanas de la globalización ha sido una nueva veta para que los investigadores más jóvenes re signifiquen su labor y busquen nuevos paradigmas de análisis y comprensión de la realidad social contemporánea y los problemas de sociedad a los que se enfrenta el hombre moderno, en una de las épocas más frías, utilitaristas, y violentas de toda la historia humana.
Su aportación y uso del contexto como herramienta de análisis e investigación puede ser muy útil para analizar problemas de sociedad tan importantes como el rastreo sociológico del origen de la violencia actual dentro del contexto neoliberal contemporáneo.
Hoy día, la violencia es un reflejo de la ingobernabilidad en la que han caído los estados-nación, y una secuela estructural de la toma de decisiones y la adopción de modelos económicos que son desiguales desde su origen, y poco idóneos para realidades y culturas que van más allá de la idea de bienestar, felicidad, y progresía que los países que han introyectado el “american dream” consideran como misión y objetivo fundamental de sus acciones e implementación de políticas públicas y sociales.
Estas acciones han provocado consecuencias humanas y problemas de sociedad que es necesario analizar, para que podamos pensar algunas pautas que propicien la libre interacción y el combate a la violencia en nuestro país y el mundo.
Siguiendo a estudiosos como Eric Hobsbawn, Gilles Lipovetsky, y Norman Lowe,[1] histórica y sociológicamente hablando, las bases del neoliberalismo se encuentran en las postrimerías de la primera mitad del siglo XX. Concretamente después de la segunda guerra mundial. Durante esta época se sentaron las bases del modelo económico-social que cimentó el devenir de buena parte de las sociedades occidentales desde la caída del tercer Reich hasta el contexto sociohistórico actual. Recordemos que parte de la victoria de los Aliados se debió a la solidificación e introyección del New Deal que el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt utilizó para que su nación y los países capitalistas se recuperaran de la primera gran crisis de sobreproducción que la sociedad moderna vivió (la famosa crisis del 29) y que a través de un pacto entre Gobiernos, empresas, y empresarios,[2] lograron que la estructura económica se recuperara, creando así un nuevo espacio social en el que el consumo, la auto evasión, el hedonismo, y el vacío, serían la constante de los nuevos tiempos.[3] Representados de manera simbólica por el american dream, el american way of life, y el Welfare State actual.[4] Este hecho fue crucial para que los opositores al nazismo pudieran unirse y lograr vencer a la Alemania de Hitler. Fue así como surgieron los tiempos que marcaron el fin de la sociedad de masas y vieron el nacimiento del neo individualismo y del modelo neoliberal de hoy.
Este nuevo contexto debe ser visto como el detonante directo de la violencia que estamos viviendo actualmente debido a que el tipo de sociedad, política, y gobierno que emanaron de él no hicieron más que fortalecer las desigualdades, la lógica de dominio, y el crecimiento de problemáticas que actualmente generan fuertes hechos anómicos que no permiten el desenvolvimiento pleno de la estructura social.
La aportación de Bauman y el uso del contexto como herramienta analítico social
Para explicar esto, pensadores como el sociólogo Zygmunt Bauman se vuelven fundamentales; Bauman nos dice que las relaciones entre el estado, las empresas, y los empresarios, no tienen en la actualidad objetivos primarios que busquen beneficiar a las personas que habitan las diversas regiones del mundo. Estas (las personas) son vistas en el mejor de los casos como “clientes” potenciales, lo anterior es el reflejo de las transformaciones que ha sufrido la sociedad capitalista la cual ha pasado de una sociedad de productores a otra de consumidores; de una sociedad orientada por la ética del trabajo a otra gobernada por la estética del consumo. En el nuevo mundo de los consumidores, la producción masiva no requiere ya de mano de obra masiva. Por eso los pobres, que alguna vez cumplieron el papel de “ejército de reserva de mano de obra”, pasan ahora a ser “consumidores expulsados del mercado”. Esto los despoja de cualquier función útil (real o potencial) con profundas consecuencias para su ubicación en la sociedad y sus posibilidades de mejora en ella (Bauman, 2008:12).
La dinámica de la sociedad de consumidores genera un ambiente seductor, nos ha llevado a depender del entusiasmo provocado por la sensación novedosa y sin precedentes que constituye el meollo en el proceso de consumo. El deseo no desea la satisfacción; por el contrario el deseo desea el deseo, en todo caso así funciona el deseo de un consumidor ideal. Para aumentar su capacidad de consumo, no se debe dar descanso a los consumidores. Es necesario exponerlos siempre a nuevas tentaciones manteniéndolos en un estado de ebullición continua, de permanente excitación y, en verdad, de sospecha y recelo. Los anzuelos para captar la atención deben confirmar la sospecha y dispar todo recelo: “¿Crees haberlo visto todo? ¡Pues no viste nada todavía!
En una sociedad de consumo bien aceitada, los consumidores buscan activamente la seducción. Van de una atracción a otra, pasan de tentación en tentación, dejan un anzuelo para picar otro. Cada nueva atracción, tentación o carnada, es en cierto modo diferente –quizá más fuerte- que la anterior (Bauman; 2008: 47). Para otros momentos solo importan cuando hay elecciones, o bien en la medida en que es necesario validar algún acto político, sustanciar el uso del presupuesto, o introyectar una moda o forma de control social. A esto lo conocemos como las consecuencias humanas de la modernidad, o como Bauman las llama: de la globalización.[5] Aquí está la importancia del contexto como herramienta analítico-social.
Estas consecuencias, que emanan directamente del contexto arriba señalado (el neoliberalismo), han provocado grandes cambios en la dinámica social, la interacción, la concepción del tiempo, el espacio, sobre todo la relación entre las personas y el estado, que al tiempo de hoy, ha perdido la mayor parte de las “competencias”, y “prerrogativas” que anteriormente detentaba.[6] Actualmente, el estado-nación ya no tiene la “supremacía de las competencias”, y solo conserva una parte de su “monopolio de la violencia legítima”, concretamente en su parte relacionada con el castigo. Con la punición, es donde el estado hace evidente que existe y que trabaja para que la “seguridad” de los actores adscritos a él se mantengan y consoliden sus diversas formas de sociabilidad, que como hemos señalado ya, están relacionadas con una idea de bienestar y felicidad hedonista y basada en el consumo que hace creer a las personas que estar vivo y sentirse vivo es proporcional a la cantidad de cosas, objetos, y mercancías que posean, y las representaciones sociales que introyecten.[7] Y para eso es necesario contar con un tipo de estado-nación y modelo económico que garantice esa salvaguarda y “burbuja” de seguridad.
Como podemos ver entonces, el declive del estado-nación y el modelo político-económico es una de las secuelas más importantes a tomar en cuenta para entender como se ha generado la violencia actual. Debido a que en una gran parte del mundo, el modelo económico, político, y social que se construyó después de la mitad del siglo XX trajo como consecuencia final que el estado mismo pasara a ser únicamente una especie de facilitador de los intereses de las empresas y empresarios que amparándose en el derecho, la libertad, y una idea de democracia que como dice Bauman: “existe de jure, pero no de facto”, y valida su existencia a través del castigo al otro, al transgresor, al que rompe con la “armonía”, pero a cambio de eso obstaculiza la libre interacción entre las personas, los aleja de unos y otros, los hace desconfiados, les introyecta miedos sociales diversos: miedo al hambre, a la pobreza, a dejar de ser jóvenes, a no poder alcanzar los estándares de consumo que les impone el contexto de modernidad, a los extraños, a las enfermedades, y al cambio social.[8]
Al respecto retomamos la postura que señala en relación a la hegemonía del pensamiento de la ley y el orden, donde se trata de ocultar que las sociedades contemporáneas cuentan por lo menos con tres estrategias principales para tratar las condiciones y las conductas que consideran indeseables, ofensivas o amenazantes. La primera consiste en socializarlas, es decir, actuar en el nivel de las estructuras y los mecanismos colectivos que las producen y reproducen: por ejemplo, para hacer frente al aumento continuo del número visible de personas sin techo que manchan el paisaje urbano, se construyen o subsidian viviendas o se les ofrece un empleo o unos ingresos que les permitirían conseguir una vivienda en el mercado de los alquileres. La segunda estrategia es la medicalización: se trata de considerar que una persona vive en la calle porque es alcohólica, drogadicta o sufre deficiencias mentales y, por lo tanto, se busca una solución médica a un problema que se define, desde el inicio, como una patología individual que deben tratar profesionales de la salud.
La tercera estrategia es la penalización: en este caso no se trata de comprender una situación de sufrimiento individual ni de contrarrestar una falencia social, el nómada urbano es categorizado como un delincuente y tratado como tal; deja de pertenecer a los sin techo apenas se coloca tras las rejas. La construcción legal de la situación de quien no tiene hogar como instinto de supervivencia socava sus derechos, lo reduce a un no ciudadano y facilita su enjuiciamiento penal. La penalización funciona como una técnica para la invisibilización de los problemas sociales (Wacquant, 2010:25).
Así se construyó la época actual, la de la violencia constante, que al parecer es la única legitimadora del modelo de gobierno vigente, y la base sustancial de sus acciones. Que como recién señalamos busca mantener un control que a través del castigo y el uso de la violencia solidifique los intereses de las clases dominantes, y así, estás mantengan sus privilegios y se sientan estables para seguir invirtiendo en las naciones a las que están adscritos y no trasladen sus dineros a otros lugares provocando caos y crisis en los estados que queden fuera de su tutela e inversión.
Es aquí donde debemos centrar buena parte de nuestra atención al hacer un análisis del contexto que nos ayude a esclarecer la raíz de la violencia que estamos viviendo actualmente. Y para profundizar en ella, habría que señalar que la secuela estructural más arraigada dentro del modelo neoliberal que hemos estado trabajando y que basa buena parte de sus acciones en lo punitivo ha generado un nuevo tipo de cultura que debe ser tomada en cuenta al momento de bosquejar y tratar de sociologizar el contexto actual.
La época moderna, utiliza la violencia como herramienta directa en la toma de decisiones y como evidencia de su quehacer y lugar dentro de la sociedad. Empero, en un contexto de modernidad en la que el estado ha perdido la supremacía de sus competencias y se ha creado un nuevo tipo de cultura,[9] esta ha servido para que mantengan los privilegios de unos cuantos, y las mayorías cada vez estén más atomizadas y desconfiados unos de otros, esto al final, retrasa no solo las formas de sociabilidad e interacción, sino el crecimiento mismo del estado, y la solidificación de las estructuras que anteriormente consolidaban a la sociedad. Volviéndose entonces un problema de sociedad que los estudiosos de la modernidad deben tomar en cuenta y analizar.
Actualmente, los estados buscan legitimarse ejerciendo la violencia ante los gobernados y esa es su manera de explicitar que están allí, que están presentes, y eso al final genera mayores problemas de los que supuestamente se buscan subsanar. Como ejemplos nada lejanos recordemos la postura y acciones realizadas por el presidente Uribe en Colombia contra las FARC y narcotraficantes, las acciones del presidente Chávez en Venezuela, los escuadrones de la muerte en Brasil, y la lucha actual contra el narcotráfico y el crimen organizado que al día de hoy el gobierno mexicano está llevando a cabo.[10]
La respuesta a estas acciones no se ha hecho esperar, y su impacto sociológico y estructural es tal, que la gente que habita regiones como las arriba señaladas vive con un miedo constante, desconfía de todos, no cree en las acciones del Gobierno, ha introyectado modelos de desarrollo y de representación social que no se habían imaginado nunca antes: niños sicarios, o que aspiran a ser narcos o delincuentes, ultra violentos, carentes de valores, hedonistas, consumistas, y totalmente vacíos. Pero sobretodo, se ha creado una sociedad que ha creado un nuevo imaginario cultural que tristemente reproduce socialmente la violencia, y por lo tanto mira en esta su única manera posible de solucionar problemas de interacción, sentido y forma. Nadie quiere hacer nada sin obtener el mayor beneficio posible, y sin obtener recompensas económicas, socio afectivas, sexuales, o político sociales. Porque en nuestros días, toda demora, dilación o espera se ha transformado en un estigma de inferioridad. La posición de cada uno en la escala jerárquica se mide por la capacidad (o la ineptitud) para reducir o hacer desaparecer por completo el espacio de tiempo que separa el deseo de su satisfacción. El ascenso en la jerarquía social se mide por la creciente habilidad para obtener lo que uno quiere (sea lo que fuere eso que uno quiere) ahora sin demora. Si uno acepta esperar, postergar las recompensas debidas a su paciencia, será despojado de las oportunidades de alegría y placer que tienen la costumbre de presentarse una sola vez y de desaparecer para siempre (Bauman, 2007: 23-24). Incluso los más pequeños han interiorizado esta nueva cultura, lo que ha generado fuertes problemáticas de interacción y desarrollo en lugares que nunca habían sido trastocados del todo por los cambios sociales y los problemas de sociedad. Estamos hablando de la escuela, y concretamente del llamado: Bullyng que al día de hoy es un asunto que aqueja la dinámica social y el desarrollo de los planes de estudio en la mayoría de los centros educativos de México y el mundo.
Los adultos, tampoco son ajenos a este contexto y al cambio de cultura, y como ejemplo tenemos el tema que Zygmunt Bauman llamó: “el problema de la liquidez social” que no es más que un reflejo de los tiempos actuales en el que vivimos las consecuencias de la aplicación de un modelo económico llamado neoliberalismo que no hizo más que acrecentar la desigualdad, el sinsentido, y el vacío social. El hombre líquido es llamado así como una metáfora de la modernidad que toma sus ejemplos empíricos de los fluidos, que recordemos, se volatilizan, se adaptan a cualquier recipiente, se solidifican, o se hacen gas, según les convenga o se les utilice. Esto, bajo la perspectiva actual, es un gran problema de sociedad, porque a un hombre líquido que ha retomado las características ya señaladas, no le importa mucho quién lo gobierne, cómo lo haga, y qué tipo de decisiones tome y la manera en que estas afecten su futuro o el devenir de lo que llamamos civilización.[11]
En el momento en que nos encontramos ubicados identificamos que en la modernidad líquida, las posesiones duraderas, los productos que supuestamente uno compraba una vez y ya no reemplazaba nunca más –y que obviamente no se concebían para ser consumidos una única vez-, han perdido su antiguo encanto. En el mundo de la modernidad líquida, la solidez de las cosas, como ocurre con la solidez de los vínculos humanos, se interpreta como una amenaza. Cualquier juramento de lealtad, cualquier compromiso a largo plazo auguran un futuro cargado de obligaciones que restringiría la libertad de movimiento y reduciría la capacidad de aprovechar las nuevas y todavía desconocidas oportunidades en el momento que se presenten. La capacidad de durar mucho tiempo y servir indefinidamente a su propietario ya no juega a favor de un producto. Se espera que las cosas como los vínculos, sirvan sólo durante un lapso determinado y luego se hagan pedazos, que cuando hayan agotado su vida útil, sean desechadas. El consumismo de hoy no se define por la acumulación de cosas, sino por el breve goce de las cosas (Bauman, 2007: 27-29).
Estos hombres están ya viviendo el sueño que el arquitecto británico: George Hazeldon introyectó para el mundo de la modernidad líquida. Él soñó con una especie de ciudad medieval de alta tecnología. Que debía estar aislada y protegida de los “peligros” del mundo. Cercada con electricidad de alto voltaje, con vigilancia electrónica en todos sus accesos, barreras, y llena de guardias armados. Vivir en una ciudad, colonia, o municipio parecido a lo que fueron los Burgos medievales te hará sentir “seguro” y alejado de los “miedos” y “peligros” del aterrador mundo exterior.[12]
Adentro de esas comunidades habrá todo lo que una persona “moderna” necesite: tiendas, escuelas, locales comerciales, seguridad, todos conocerán a todos, y los “vagos” y “malhechores” no estarán cerca o serán expulsados. Aquí estarán seguros, y a cambio de eso solo habrá que dejar de ser libre y vivir con un miedo constante. Un miedo que como señalamos en este escrito es la constante de los tiempos actuales, y la herencia que nos legó un modelo estructural conocido como neoliberal, y que al día de hoy, genera más problemas que resultados, y que como hemos visto es necesario repensar, analizar, y someter a una crítica para que desde las ciencias sociales y humanas, los científicos logren dilucidar algunas estrategias de cambio y reflexión que permitan salir de este contexto que cada día se vuelve más hostil y problemático hacia el ser humano, su entorno, y su devenir.
Con Bauman y su aportación analítica social podemos entender esto, y sobre todo, darnos cuenta que para hacer investigación social, tener el dominio del contexto es fundamental, ya que solo así podremos analizar y aportar algo para comprender el mundo de hoy, y encontrar nuevos paradigmas de investigación.
[1] Véanse los trabajos de Eric Hobsbawn, Historia del siglo XX, Barcelona, Crítica 2003; Gilles Lipovetsky, La era del vacío, Madrid, Anagrama, 2005; Norman Lowe, Guía de Historia mundial, México, FCE, 2000.
[2] Para ahondar en este apartado véanse los trabajos de Eric Hobsbawn, “El abismo económico”, en, Historia…, Op,Cit; p. 92-115; y Norman Lowe, “El New Deal”, en, Guía…, Op.Cit; p. 145-157; y el trabajo de John Kenneth Galbraith, Memorias de un liberal impenitente, Madrid, Gedisa, 1990.
[3] El consumo, la evasión, y el hedonismo, son temas que el sociólogo francés Gilles Lipovetsky desarrolló en su importante trabajo sobre las sociedades actuales, llamado: la era del vacío. En este escrito se analizan parte de las consecuencias que trajo al hombre y su mundo el fin de la sociedad de masas y la aparición de un nuevo modelo económico, político, y social en el que el consumo, la auto evasión, la lógica del costo-beneficio, y un nuevo tipo de cultura basada en el amor propio de corte narcisista, sentara las bases de la idea de modernidad que estamos viviendo actualmente. Esta época, conocida como la “era del vacío” se convirtió así en la constante de la contemporaneidad, la vida social, y política del hombre actual, que, tristemente vive para consumir, siente que es feliz si adquiere cosas que lo ayudan a no pensar, a ser a través de la ropa, modas, y accesorios, y que sobre todo no hace nada por nadie si no considera que obtendrá un beneficio, económico, sexual, o una representación social determinada que esté acorde con el contexto actual y su idea hedonista sobre el presente.
[4] El tema del “american dream”, “el american way of life”, y el del welfare state” es fundamental para entender los procesos simbólicos de estructuración e imaginales de los hombres que vivieron el fin de la segunda guerra mundial y el arribo de la modernidad en la que actualmente estamos ubicados. Estos símbolos introyectaron la idea de que los habitantes del Mundo nacieron y crecieron para ser “felices” y hacer todo lo posible por acceder a los accesorios y mercancías que la sociedad capitalista había creado para lograrlo: carros, casas, modelos ejemplares de familia, mascotas, accesorios diversos, comida rápida, tecnologías, entre otras cosas, que tenían como fin crear un “estado de bienestar” basado en el consumo, la evasión, y el hedonismo. Estas son las bases del “american dream” y “el american way of life”. Para más referencia, véase dos trabajos fundamentales de estos temas: Douglas Coupland, Generación X, Madrid, Ediciones B, 1998; y del mismo autor: Planeta Shampoo, Madrid, Ediciones B, 2000.
[5] Véanse los siguientes trabajos de Zigmund Bauman: La modernidad y sus parias, Madrid, Paidós, 1998; y, La globalización. Consecuencias humanas, México, FCE, 2003.
[6] Las competencias y prerrogativas del estado “tradicionales” pueden revisarse en el clásico de Max Weber, Economía y Sociedad, México, FCE, 2003; y el trabajo de Reinhold Zippelius, Teoría General del Estado, México, Porrúa, 1995. Cabe indicar, concretamente en este caso, que no estamos pensando la palabra “competencia” desde la vertiente socio pedagógica actual, sino que al hablar de competencias, nos remitimos a lo que compete a, que en el caso del estado, se relacionaba con el control, el poder, y la toma de decisiones. Para más referencias véase el trabajo de Bauman: los retos de la educación en la liquidez social, Madrid, Gedisa, 2010; también véase: La globalización. Consecuencias humanas.
[7] Michel Foucault nos legó con su teoría sobre la microfísica del poder y su ejemplo empírico en el libro: Vigilar y Castigar, México, Siglo XXI; algunas perspectivas interesantes en torno al asunto de cómo los que detentan el poder lo esgrimen de diversas formas para evidenciar que lo tienen. La violencia y su uso es la más usada. Es por eso que en este trabajo decimos que la punición es la evidencia directa que el estado actual tiene de esta prerrogativa. Aunque debemos señalar que al parecer en relación al contexto actual, es la única que le queda actualmente. Bauman hace una aportación muy importante en torno a este asunto en su trabajo: La sociedad sitiada, México, FCE.
[8] Véase, Zygmunt Bauman, Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias, Madrid, Paidós, 1998; Véase también: Miedo líquido, Paidós, 2008.
[9] Cabe indicar que al hablar de un tipo de cultura basada en la violencia, antes que nada estamos entendiendo la cultura desde una vertiente analítica contemporánea. O sea que para entender el constructo social cultura tomamos en cuenta reflexiones como las que hizo Humberto Eco en su trabajo sobre Apocalípticos e Integrados; que nos hizo ver que la cultura debe entenderse más allá de los contenidos, saberes y procedimientos que tradicionalmente hacían pensar a las personas que eran parte de una sociedad que se apropiaba de cierto tipo de conocimientos, y que con ellos generaba diferencias frente aquellos que no los tenían o habían accedido al privilegio de la educación; y a Clifford Geertz cuando escribió su teoría de la interpretación de las culturas, y señaló claramente que debíamos entender por cultura “a todas las programaciones externas a la fisicidad, corporeidad, y representación social de los individuos, que antes de concebirse a sí mismos como tales, no eran nunca ajenos a su entorno, contexto, y clase social. Eso los hacía parte de una cultura”. Para más referencia véanse los artículos: “el impacto del concepto cultura en el concepto hombre”, y “ethos, cosmovisión, y el análisis de los símbolos sagrados”, en, La interpretación de las culturas, Madrid, Gedisa, 2005. Bauman dice que toda esta cultura se refleja en asuntos como el “terror cósmico” Bajtiniano. Y aquí engloba parte de lo señalado por los dos teóricos citados líneas arriba, y también da su propia aportación. Para más referencia véase el libro ya citado: La modernidad y sus parias. Concretamente la parte sobre el terror cósmico.
[10] Sergio González Rodríguez, escribió en un trabajo muy reciente una de las reflexiones periodísticas más interesantes que se han hecho hasta ahora sobre las múltiples resonancias culturales y políticas que los estudiosos deben tomar en cuenta para analizar el clímax de la violencia en el mundo contemporáneo que se está viviendo actualmente. Véase: El hombre sin cabeza, México, Anagrama, 2009.
[11] Para más referencias en torno al asunto de la modernidad líquida, véanse los trabajos: Modernidad líquida, México, FCE, 2003; Vida líquida, Madrid, Paidós, 2005; Vida de consumo, México, FCE, 2007.
[12] Véase, Zymgunt Bauman, Modernidad líquida, México, 2003.
Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx