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Año: 2023 Mes: SEPTIEMBRE-DICIEMBRE Número: 97
Sección: MISCELANEA Apartado: Educación Ambiental
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EL FUEGO
Mtra. María Guadalupe Hernández Pérez
El fuego es uno de los cuatro elementos básicos de los que Empédocles nos habla, elementos que, al combinarse, dan sentido a la vida. El fuego precedido del agua, la tierra y el aire, son sin lugar a dudas, elementos físicos, que por la vía de la asociación y la corrupción, hacen el mundo.
En alguno de los mitos órficos, se plantea al fuego como agente que endurece la arcilla que fue formada por la combinación de agua y tierra, barro material, que al ser sumado con el aire, en calidad de aliento divino, concede al hombre vida y le da su ánima.
De hecho, los cuatro elementos de las cosmogonías tradicionales en Occidente, «presente en todas las grandes religiones», en la alquimia, en la astrología, en la filosofía esotérica, representa el fundamento material y espiritual del mundo. El fuego representa la energía masculina, al igual que el elemento aire, frente a los elementos tierra y agua, que se consideran femeninos.
Por el fuego, las cosas se purifican, se transforman. Por el fuego, el mundo adquiere otra significación. Por el fuego, el ángel rebelde (Luzbell) y preferido del ‘Buen Dios’, se transforma en la energía negativa (Lucifer), dueño de la tierra y de todo lo que en ella habita, citado esto, en la obra literaria del Dr. Fausto de J.W. Göethe en el período de la literatura romántica germana.
En la mayoría de los pueblos primitivos, el fuego es un demiurgo, hijo del Sol y su representante en la Tierra (de ahí que se asocie con rayos y relámpagos por una parte y por otra con el oro). El antropólogo George Frazer (citado en CIRLOT 1991), recogió abundante documentación sobre ritos en los que hogueras, ascuas, antorchas y cenizas eran usadas por considerarse benéficos para la agricultura, la ganadería y el propio ser humano.
El fuego se representa en los jeroglíficos egipcios con el sentido solar de la llama, asociado a la idea de calor corporal como signo de salud y vida. Mismo signo que se sigue usando en la Química para representan el calentamiento de cierto compuesto.
Desde la lectura mítica occidental, el fuego representa la luz, el conocimiento, el pacto de un atlante ‘Prometeo’ con la humanidad. Obsequio que lo encadenó eternamente al Cáucaso y que Kafka no narra magistralmente recuperando cuatro leyendas:
De Prometeo nos hablan cuatro leyendas.
Según la primera, lo amarraron al Cáucaso por haber dado a conocer a los hombres los secretos divinos, y los dioses enviaron numerosas águilas a devorar su hígado, en continua renovación.
De acuerdo con la segunda, Prometeo, deshecho por el dolor que le producían los picos desgarradores, se fue empotrando en la roca hasta llegar a fundirse con ella.
Conforme a la tercera, su traición paso al olvido con el correr de los siglos. Los dioses lo olvidaron, las águilas, lo olvidaron, el mismo se olvidó.
Con arreglo a la cuarta, todos se aburrieron de esa historia absurda. Se aburrieron los dioses, se aburrieron las águilas y la herida se cerró de tedio.
Solo permaneció el inexplicable peñasco.
La leyenda pretende descifrar lo indescifrable.
Como surgida de una verdad, tiene que remontarse a lo indescifrable
Franz Kakfa
El fuego, como a todos los elementos, le ocurrirá la misma suerte desencantada, al menos, el mismo intento, porque su fuerza primigenia siempre será indomable. Vayamos por partes. Iniciemos con el fuego como mito. Y otra vez a los inicios, a los primeros hombres, para quienes, por su pureza y actividad, el fuego era considerado como el más noble de los elementos, el que más se acercaba a la divinidad. Una viva imagen del sol, por ello fue venerado en prácticamente todas las mitologías.
Retomemos a Prometeo y su hazaña en favor de los humanos que iba contra las prescripciones de los dioses. Él es un Titán, cabe señalarlo, porqué siéndolo, pertenecía a una parte relegada dentro de la jerarquía olímpica. Recordemos que los Titanes se habían rebelado contra la dictadura de Zeus y pagaron cada cual su cuota. Por ejemplo, Atlante, hermano de Prometeo, que lleva sobre sus hombros al mundo como castigo. Con estos antecedentes, Prometeo sabe que la lucha contra los dioses es inútil, y por esto no se une a dicha batalla, lo que le deja en una posición bastante buena respecto a su lugar en el Olimpo, hasta, claro, andar de buen samaritano con los humanos. (Marín 2021)
Esta curiosa “previsión”, que es lo que significa su nombre, adquiere un carácter interesante respecto a su robo del fuego, porque es de suponerse que imaginaba las consecuencias de su acto. Es por eso que en el Prometeo de Eurípides resulta tan intrigante su denuncia sobre su inocencia ante el castigo divino de ser devorado eternamente por un buitre y calcinándose al sol; y es que parece muy dudoso que imaginara a Zeus contento por la acción, viendo iluminados y calientitos a los hombres, comiendo su carne cocida y encendedores para cigarros, apenas unos cuantos miles de años después; como diciendo, cómo no se me había ocurrido darles este regalito antes No. Entonces, podemos especular que el acto de Prometeo se trata en realidad de una sofisticada venganza contra Zeus, a quienes los hombres terminarían relegando a caricatura, e incluso hacia los mismos hombres, que también pasarían de trágicos a tristes caricaturas.
Gaston Bachelard dirá que Prometeo “es un ser límite, ni hombre ni dios”; un símbolo de la desobediencia constructiva”, y en una lectura totalmente positivista y freudiana nos dirá que “es preciso desobedecer a los padres para superar a los padres (…) la historia de los hombres en sus progresos es una serie de actos prometeicos”.
Por otra parte, también concluirá que “quien aporta el fuego aporta la luz, la luz del espíritu –la claridad metafórica-, la conciencia. Prometeo ha robado la conciencia a los dioses para dársela a los hombres”. He allí el crimen (Marín 2021).
II
El fuego fue transcendental para el hombre, de éste se obtuvo el calor necesario para soportar las inclemencias de la naturaleza, alargar la luz del día, cocinar y con ello, el aprovechamiento de los nutrientes de los productos cárnicos.
En términos sociales, el fuego se hizo a través de la fricción y persecución, y fue gracias a este descubrimiento por parte del hombre, que los antropólogos afirman que en este momento sintió superioridad y diferencias con respecto a otros seres vivos, no en balde tantos filmes hablan de la rosa de fuego ( 2Mowgley el niño de la selva” 1967; 1994; 1997: 1998; 2003, 2018))
A nivel científico, se conoce como fuego al calor y luz producidos por la combustión. También, alude a la materia encendido en brasa o llama; como carbón, leña, entre otros. Fuego, también alude a las extensivas porciones que arde de forma fortuita o provocada ocasionando la destrucción de cosas que no estaban destinadas a quemarse.
Por extensión, fuego es el modo de cocinar en el que se utiliza quemadores de calor a la temperatura deseada por el individuo. En sentido figurado, fuego es el ardor que excitan algunas pasiones del ánimo; como el amor, la ira, entre otras. Por ejemplo: el fuego de la ira lo domina (Significados 2021)
El fuego fatuo es una llama errática, que se produce a poca distancia del suelo, especialmente en lugares pantanosos y cementerios, por la inflamación del fosfuro de hidrógeno desprendido de las materias orgánicas en descomposición. Por otro lado, los fuegos artificiales, identifican a los cohetes y otros artificios de pólvora, que se hacen para regocijo o diversión.
El fuego conlleva una serie de consecuencias negativas –destrucción de las cosas a través de los incendios-, pero en el caso del individuo puede implicar problemas graves en su salud, como quemadores e intoxicaciones por la inhalación del fuego. En virtud del grado de la quemadura, puede provocar la muerte del individuo.
Desde la perspectiva mesoamericana, la ritualidad maya ha despertado un gran interés entre los estudiosos de esta antigua cultura. La relevancia de su vida religiosa influía en sus múltiples actividades cotidianas, de ahí que su conocimiento permita obtener una mayor comprensión de su realidad y desarrollo cultural. Por supuesto, llevaban a cabo un sinfín de rituales, donde el fuego era el centro del culto.
El fuego es un concepto plástico, dinámico, del pasado y del presente; es uno de los símbolos polisémicos que se manifiesta en toda su ambigüedad como elemento de cohesión social, de poder, de fertilización, además de ser un elemento indispensable para la siembra del maíz; no obstante, es un fenómeno poliédrico porque es a su vez destructor, no sólo daña al enemigo y destruye pueblos y cosechas, sino también provoca enfermedades como llagas, granos, quemaduras.
Los grupos mayas tuvieron una construcción religiosa en torno al fuego, porque surgió de la experiencia en su vida, a partir de la observación de sus propiedades en el mundo natural y material; a su vez, le atribuyeron ciertas facultades que fueron más allá de la vida diaria y lo situaron en un lugar relevante de su sistema religioso (Limón, 2001: 14).
El culto al fuego como elemento sagrado fue común durante el periodo Clásico en ceremonias organizadas por los grupos en el poder, lo que responde a que su uso sagrado es jerárquico; es por ello que aludiré a sus múltiples valencias como potencia sagrada, de purificación, protección, agregación, fundación, transformación y cómo se asimiló a las características o funciones de algunos dioses. Asimismo, es un centro común de la existencia social, garantía de la supervivencia de la comunidad.
El fuego representó el principio masculino y fecundador del mundo, por ello, para acercarnos a sus valencias, es necesario revisar algunos mitos en donde figura como fecundador del mundo y así comprender sus rituales. En varios textos epigráficos surge como el principio de la creación de un nuevo orden cosmológico.
El fuego desde esta perspectiva, es una potencia sagrada y uno de los elementos creadores del cosmos, así como responsable de su revitalización y continuidad. De ahí su intensa relación con el tiempo y su empleo como marcador para establecer una nueva temporalidad. Porque la creación se llevó a cabo a partir de una transmutación del fuego y dio como resultado el mundo donde habita el hombre (Limón, 2001: 16).
Cada vez que se encendía ritualmente, se producía un fuego nuevo y con este elemento no sólo se renovaba el tiempo, sino también se “invadían” diferentes espacios, ya sea edificaciones o cuevas, para consagrarlos, purificarlos, dotarlos de una existencia; así, se reactualizaba el momento prístino de la creación y con ello se convertían estos recintos en repositorios de los dioses. De hecho, podemos decir que en el instante en el que el fuego penetraba a un edificio, era cuando realmente se fundaba, adquiría una fuerza sagrada, y también en los casos en los que se volvía a inaugurar el espacio sufría una transformación; era a su vez un proceso por el que los seres sobrenaturales se apropiaban de ellos y permitían que los hombres los habitaran.
Por otro lado, era fundamental en uno de los procesos liminares que el gobernante realizaba durante su ceremonia de acceso al poder, indispensable para lograr una articulación entre un tiempo pasado y uno nuevo y marcaba la transición de un estado de vida a otro superior. El fuego fue asimismo una ofrenda para los dioses, no sólo como elemento, sino porque al ser el gran transformador, al quemar otras dádivas, como sangre o copal, las convertía en alimento ligero para las divinidades.
No podemos dejar de mencionar que políticamente también simbolizaba preeminencia, superioridad cultural y poder (Limón, 2001: 293), y por ello su uso y sacralización fue tan relevante para la clase gobernante. El fuego, cuando penetraba en las tumbas, se convertía en un intermediario entre los vivos y los muertos y funcionaba como el principal agente de cambio que permitió a los gobernantes que habían fallecido convertirse en deidades, proteger a sus sucesores y con ello autentificar que sus descendientes tenían el derecho pleno a regir.
Además, en Piedras Negras, la ceremonia de la entrada de la cuerda de fuego del hijo a la cámara mortuoria de su antecesor quizá era una forma de separar a los que habían iniciado su viaje por el camino de la muerte y ayudarlos a alcanzar su última morada. Y este componente ígneo, señala López Austin (2012, I: 370), es “el elemento transformador de todo lo existente, el que puede romper la barrera entre el mundo habitado por los hombres y los sitios en los que moran los dioses”.
III
Frases y refranes con fuego
- Sacar con la mano del gato las castañas del fuego.
- En invierno y en verano, el fuego es agasajado.
- Por el humo se sabe dónde está el fuego.
- Quien juega con fuego, sale chamuscado.
- Donde hubo fuego, cenizas quedan.
- Huir del fuego para caer en las brasas.
- El que juega con fuego se quema.
- Amor y fuego encendidos no pueden estar escondidos.
- El hombre es fuego, la mujer estopa; llega el diablo y sopla.
- A la guerra y al fuego búscale el comienzo.
- Fiesta de fuego, no la mires de cerca.
- Quien tiene el culo de estopa, teme al fuego.
- A fuego y a boda, va la aldea toda.
- No eches más leña al fuego.
- Amor de monja, fuego de estopa y zumo de culo, todo es uno.
- El mejor fuego no es el que se enciende rápidamente.
- El fuego de la leña verde proporciona más humo que calor.
- Sin fuego, no hay humo.
- Un tizón solo no hace fuego sin compañero.
- Humo sin fuego dura poco.
- El amor, la tos y el fuego, no pueden ser encubiertos.
- A mediados de septiembre, tu fuego enciende.
- Por el humo se llega al fuego.
- No enciendas el fuego que no puedas apagar.
- Leña torcida también hace fuegos rectos.
- Jugar con fuego, es peligroso juego.
- Donde fuego no se hace, humo no sale.
- Amor, fuego y tos, descubren su poseedor.
- “A fuego lento”: se da entender el daño o perjuicio que se va haciendo poco a poco.
- “Echar fuego por los ojos”: a través de la mirada el individuo muestra enfado o rabia.
- “Jugar con fuego”: jugar con alguien o con algún asunto que puede resultar peligroso.
- “Poner las manos en el fuego”: confiar ciegamente en otra persona
- Enciende un sueño y déjalo arder en ti.
(William Shakespeare)
- La vida es una llama que siempre está consumiéndose, pero que vuelve a reavivarse cada
vez que nace un niño.
(George Bernard Shaw)
- Partamos; un fuego sacro noche y día nos impulsa. ¡Ven, pues! Miremos lo abierto,
indaguemos algo propio, no importa su lejanía, por los confines del mundo.
(Friedrich Hölderlin)
- ¿Usted cree en eso? En un fuego inextinguible que te consume eternamente.
(De la película Amadeus)
- El cerebro no es un vaso para llenar sino una lámpara para encender.
(Plutarco)
- Jamás hay que dejar apagar el fuego de tu alma, sino avivarlo.
(Vincent Van Gogh)
- Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea
mentira, pero no dudes jamás de que te amo.
(William Shakespeare)
- La cosa más bonita que le puede pasar a un ser humano es descubrir el fuego sagrado,
el fuego de su alma hacer de todo para que la vida entera sea la expresión de esa alma.
(Annie Marquier)
- El fuego es un símbolo natural de la vida y la pasión, a pesar de que es el único
elemento en el que nada puede realmente vivir.
(Susanne K. Langer)
- El más tangible de todos los misterios visibiles – el fuego.
(Leigh Hunt)
- El fuego en el corazón manda humo a la cabeza.
(Proverbio)
- El hombre pudo haber descubierto el fuego, pero las mujeres descubrieron cómo jugar
con él.
(Candace Bushnell, Sex and the City)
- Infierno cristiano hecho de fuego; infierno pagano hecho igualmente de fuego; infierno
mahometano hecho de fuego; infierno hindú hecho de llamas. Si nos tomamos en serio
las religiones, Dios nació asador.
(Victor Hugo)
- Hereje no es el que arde en la hoguera, hereje es el que la enciende.
(William Shakespeare)
- Las hogueras no iluminan las tinieblas.
(Stanislaw Jerzy Lec)
- El fuego siempre ha sido y, al parecer, seguirá siendo siempre, el más terrible de los
elementos.
(Harry Houdini)
- El fuego es brillante y limpio.
(Ray Bradbury)
- El amor es un fuego. Pero si va a calentar tu corazón o quemar tu casa, nunca lo sabrás.
(Joan Crawford)
- El amor. Ciertamente, el amor. Fuego ardiente por un año, ceniza por treinta.
(Giuseppe Tomasi di Lampedusa)
- El amor es como el fuego, que si no se comunica se apaga.
(Giovanni Papini)
- El amor es como el fuego; suelen ver antes el humo los que están fuera, que las llamas
los que están dentro.
(Jacinto Benavente)
- El amore, al igual que el fuego, no puede subsistir sin un continuo movimiento y deja de
existir en cuanto se deja de esperar o de temer.
(Francois de La Rochefoucauld)
- Hacen falta dos pedernales para encender un fuego.
(Louisa May Alcott)
- Conocer el amor de los que amamos es el fuego que alimenta la vida.
(Pablo Neruda)
- ¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
(William Blake)
- No hay necesidad de fuego, el infierno son los Otros.
(Jean Paul Sartre)
- El hombre es fuego; la mujer, estopa; llega el diablo y sopla.
(Miguel de Cervantes)
- Hay algo de las llamas en la oscuridad que ata, distiende, excita a las personas. La noche
alrededor del fuego es, desde siempre, un momento para ligar, entretener, intercambiarse
informaciones sociales y compartir emociones.
(Polly Wiessner)
Fuentes de consulta
Cirlot, Juan-Eduardo (1991). Diccionario de Símbolos. Barcelona: Editorial Labor. ISBN 9788433535047.
Limón Olvera, Silvia 2001 El fuego sagrado: simbolismo y ritualidad entre los nahuas. México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, Universidad Nacional Autónoma de México.
López Austin, Alfredo 1996 Los mitos del tlacuache. Caminos de la mitología mesoamericana. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de investigaciones Antropológicas.
_____ 2012 Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas, IMéxico: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Antropológicas.
Marín, J (2021) El fuego y su mágico simbolismo. Revista VagabundaMX, México
Significados (2021) El fuego. https://www.significados.com/fuego/
Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx