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Año: 2023 Mes: ENERO-ABRIL Número: 95
Sección: PALABRAS PERIPATÉTICAS Apartado:
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BIODIVERSIDAD I (mi rito de iniciación)

Biodiversidad en nuestras vidas

Quizá no hemos racionalizado que estamos inmersos en un mundo natural, la ilusión de lo artificial de las ciudades, lo natural como algo ornamental o recreativo está alejado de la fuerza de la naturaleza viva a la que nos debemos como una especie más. Su presencia constante en todo momento de nuestra vida nos dice que está ahí, que es algo que el hombre ha violentado, pero también algo que ha marcado su vida. Cuando salimos de las murallas de la ciudad, nos damos cuenta de lo grandioso de la naturaleza de la riqueza de la vida y de lo frágiles y pequeños que somos en espacio y tiempo geográfico, aquí ofrecemos dos relatos similares a los que cualquiera de nosotros ha vivido al tener contacto con la naturaleza.

Mi rito de iniciación

Frente a la vecindad donde vivía estaba la casa del General (Gasca), sus paredes eran altas pintadas de blanco, sus ventanales estaban custodiadas por gruesas rejas de hierro, arriba, en el segundo piso había una amplia terraza que daba a un estudio o algo así, jamás supe de alguien del barrio que entrara a él. En esa barda se reunían los grandes, mis hermanos con los vecinos mayores, en esa ocasión era viernes santo, poco a poco llegaron y se acostaron pesadamente, traían su ropa terrosa, sus zapatos llenos de lodo, algunos de ellos venían descalzos, sus pies eran una llaga, otro a quien apodaban el “abuelo”, tenía una venda en la rodilla se apoyaba en un palo a modo de bordón, con mochilas o bolsas de mandado como tales regresaban de su fallida expedición a Chalma.

Sin brújula, sin experiencia, sin un mapa sólo orientándose por el sol y la luna me imagino, se perdieron en la noche en la montaña, según platicaban su aventura con penurias sólo pudieron llegar a Xalatlaco de donde decidieron regresar dado su estado de cansancio y la hora a la que habían conseguido arribar. Caminaron toda la noche en círculos tomando brechas que no los llevaron a ningún lado. Los aventureros tenían un sabor de decepción, habían hecho una manda que no habían podido cumplir llegar al santuario

Para la otra si llegamos decían, así fue al año siguiente, en el mismo estado lastimoso se volvieron a recostar en la barda de la casa del General, pero ahora si habían llegado, festejaban con bromas el haber encontrado la ruta que los llevó al Santuario de Chalma, habían salido el jueves en la mañana, habían arribado allá al mediodía del viernes, oraron dieron gracias para después aventurarse a entrar en camiones “guajoloteros” llenos a tope para regresar, algunos cuentan que se metieron por las ventanillas para ganar lugar. Esta aventura maravillaba a quienes la escuchaban, las terribles luchas que tuvieron con brujas (no les digas así decían), luces en la noche, la vista de nahuales entre otros animales fantásticos, arenales donde costaba trabajo caminar, un empinado cerro que en el descenso tenía forma de estadio, su noche en la escuela rural de Ocuilan, las estatuas de piedra de los peregrinos que se arrepentían o maldecían el camino, el baile para los que iban por primera vez a Chalma en el ahuehuete, el río de agua fría donde descansaron sus pies, el templo impresionantemente lleno.

Me emocionaba la idea de, como explorador de la selva, caminar esa ruta cumplir con la manda para regresar victorioso el único problema es que tenía poca edad, según decían los grandes, para ir mis 13 años con 86 kilogramos de peso no iban a ser obstáculo para correr por primera vez esa aventura. Inicié mi preparación corriendo en las mañanas en el parque hundido, su circuito es de un kilómetro, en mi imaginación decía que con una vuelta diaria tendría condición para llegar, por alguna razón empecé a bajar de peso no mucho, pero se notaba, mi uniforme de la secundaria de primer año me quedaba dos tallas grade, mi mamá acostumbraba a comprarlo -en el tranvía- una talla más grande así que amplié el margen de ganancia.

Cerca del mes de abril mes en que caía semana santa, le pedí, rogué, lloré a mi hermano mayor que me llevara con él, accedió, pero me dijo que si no aguantaba me regresaría con los que no llegaran en el primer pueblo, no cabía de contento, me iban a llevar en el grupo de la expedición. Mi Pá una persona religiosa y trabajadora como pocos, tenía sus ahorritos cuando supo que iba a ir a Chalma, jaló las llaves del ropero, tomó un saco, de él tomó 100 pesos, me los dio, me dijo que te vaya bien Armando. Mi Má nos preparó un poco de arroz además de huevos cocidos que colocamos en una bolsa, mi hermano llevaba su propia mochila, yo llevaba una bolsa del mandado, para caminar en la montaña los tenis de deportes me servirían.

El jueves de madrugada pasaron por mi hermano, caminamos hasta insurgentes, donde ahora está la “torre Manacar”, tomamos un camión a San Ángel en el parque “de la bombilla” esperamos, con mucha paciencia el camión que nos llevaría a contreras, sus amigos subieron en son festivo no eran los únicos con maletas para el campo, en el camión venían más personas igual que nosotros rumbo al santuario. Después de un recorrido tortuoso llegamos a la terminal, en Contreras aún era de madrugada la neblina con el frío no dejaban ver bien el camino ni la cañada, por ahí emprendimos nuestra caminata.

Contreras tenía entonces un río vivo, bajaba de la montaña, luego el camino más seguro para llegar al punto más alto era seguir su cauce por la rivera, pasamos de un paisaje de encinos a uno de pino encino, era muy tupido el bosque, como a eso de las 10 de la mañana llegamos a un punto donde se reunieron muchos peregrinos que también iban a Chalma venían de diferentes colonias del Distrito Federal. En ese lugar había unas cruces montadas sobre una montaña de rocas con latas, botellas rotas con marcas, creí que era el monte de las cruces donde el cura Hidalgo había vencido a las fuerzas realistas en la guerra de independencia, no, me dijo uno de los amigos de mi hermano, así llamaban ese punto los que conocían la ruta por tanta cruz, hacia abajo se veía el arduo recorrido que habíamos hecho.

Bajamos la montaña por un sendero a veces borroso, con marcas poco visibles en los troncos de los pinos, había variedad con abundancia de ellos no eran iguales entre sí, al ir bajando de nuevo empezamos a ver encinos, poco a poco bajamos hasta donde había sólo arbustos con juníperos, dejamos de ver tanto musgos como hepáticas, junto al camino había mucha hierba un zacatonal, pero hacia adentro estaban los juníperos, los encinos y pinos. Bajamos con mucho trabajo, la tierra estaba muy suelta, los pasos de los caminantes habían hundido el piso, casi a las dos de la tarde llegamos a Xalatlaco, un pueblo con una gran iglesia donde reposamos en la parte alta de su atrio.

Javier mi vecino guardó dos cascos de vidrio llenos de agua para el camino, anduvimos un tramo por la carretera había muchos magueyes pulqueros, atravesamos por el costado de un sembradío, según nos dijeron de alverjón con haba. Empezaba a caer la tarde, llegamos al pie de un cerro, le decían de Santa Martha, una loma muy empinada, sobre todo cuando ya teníamos más de 30 km en las piernas además habíamos escalado los dinamos, ese fue el paso donde algunos no subieron, prefirieron tomar el camión a Chalma, otros por el contrario tomaron el que se dirigía al D.F., empecé a subir esa cuesta a Santa Martha, me costaba cada paso, sentía que mis piernas se me endurecían, con trabajo respiraba, a la mitad ya no podía me decían no te dejes de mover porque te vas a engarrotar, me dieron una vara gruesa con ella me fui apoyando como bastón, por fin llegamos a la cumbre, el espectáculo valía la pena.

Al bajar pasamos por un camino arenoso, llegamos a un cruce entre cerros que tenía en la parte baja del desfiladero una zona de cultivo, desde arriba parecían que estábamos en la gradas de un estadio con su cancha abajo, así le decían a ese paso, al recargarse uno de los caminantes algo siseo, todos nos quedamos quietos, era una víbora que espantada escapaba cerro abajo, al momento no supe si era de cascabel, vimos pasar un zorrillo que parecía un gato corriendo, seguimos caminando por el estrecho paso hasta llegar a una zona abierta donde al caer la noche algunos caminantes habían decidido acampar, pues según ellos tenían miedo de los coyotes.

Descansamos un poco, los grandes platicaron con algunos de los viajeros, decidieron continuar la noche caía la luna alumbraba muy bien, mi vecino con el “Juanelo” – de verdad que se parecía al cantante- llevaban lámparas de minero pero no eran necesarias, la luna alumbraba nuestro paso, atravesamos no con poco trabajo el arenal, un lugar donde pesan los zapatos, en cada curva los matorrales proyectaban una sombra que no dejaba ver nada, ahí era donde la luz de mis compañeros era de gran utilidad, atravesamos un pequeño caserío ya eran cerca de las 11 el pueblo estaba dormido, atravesamos este lugar con la luz de la luna vi mi primera “bruja” en el cielo, eso que llamaban “mafufas”, nunca he sabido que eran, a la salida del pueblo me dijeron los de adelante -donde iba mi hermano- que habían visto pasar un nahual apresuramos el paso para que no se nos emparejara, con tanto polvo y tierra suelta la garganta se resecaba, el agua hacía falta, sólo Javier disfrutaba de sus pesados cascos con ese líquido, por fin llegamos a las orillas de Ocuilan, eran cerca de la una de la madrugada, el frío era muy fuerte. Decidimos quedarnos, ya no había lugar en la escuela o en el portal del palacio, nos quedamos a la orilla del pueblo, buscamos un tronco para prenderle fuego, el calor era placentero las llamas que se avivaron las aprovechamos para calentarnos, el frio era muy fuerte, el fuego nos cubría muy bien así que dormimos como pollos en rostizador, dando vueltas a la parte que se nos enfriaba.

A las dos de la mañana, un grupo decidió continuar, el resto nos quedamos dormidos hasta las cuatro, nos despertamos, apagamos el tronco que ya era cenizas para empezar nuestro descenso a Chalma, tomamos el camino de un río seco con grandes piedras redondas, en la madrugada con luz de luna se iluminaban muy bien esas rocas por las que podíamos ir brincando sobre ellas, llegamos al entronque con la carretera justo enfrente del ahuehuete, ahí comimos tlacoyos de chicharos duros con haba, acompañados de pequeños sorbos de café calientito, aún no amanecía el frío era intenso.

Iniciamos el camino por la vía empedrada que parte del ahuehuete, por la hora no vimos el ritual de mojar a los novatos para colocarles una corona de flores, pasamos este manantial, tomamos por la vía, de la que parte un gran número de peregrinos, nos unimos a uno de los grupos, con más  compañía el camino se hizo más agradable, no faltaba quien nos ofreciera un poco de café del que traían, o un pedazo de pan, en lo alto de la cañada se veían las figuras de roca de las personas que según la tradición no habían venido con devoción, por su falta de fe se habían convertido en piedra, no faltaba quien incluso descubría al cura pecador o a su suegra en esa galería, la vegetación había cambiado, ya no se veían árboles de encino ni de pino ahora se veían árboles de hoja caducifolia así como plantas con flores, me llamó la atención ver tantas nochebuenas en flor en la montaña .

Por fin llegamos por la parte alta de atrás del santuario, bajamos al atrio donde estaba los bebederos, ahí saciamos nuestra sed, aún era muy temprano apenas las siete, bajamos a la iglesia, nos persignamos con devoción, ofrecimos el viaje como manda por los pecados cometidos. Salimos para  dirigimos hacia el río, era muy temprano, aún no llegaba gente nuestra intención era lavarnos los pies pues teníamos mucha tierra, desde arriba vimos como mujeres de otra peregrinación, sin pena alguna se quitaban su ropa interior, con el pecho descubierto sin temor al frío la lavaban en el río, era una costumbre muy arraigada bañarse en el agua de Chalmita, mi amigo Inocencio -chenco para los cuates- se quitó su ropa para lanzarse desde una roca al río, se lanzaba para salir hacia la orilla temblando de frío, pero se volvía a lanzar con gran gusto, por cierto él no sabía nadar. Nuestra presencia no inquietó a las mujeres que siguieron con su limpieza de alma, cuerpo y ropa.

Una semana después, aún tenía destrozados mis gemelos, los músculos de los muslos los sentía entumidos, tenía rozada toda oquedad donde no me daba la luz del sol, pero ese viernes santo en la tarde fui uno más de los que llegaron victoriosos de su viaje, nos tiramos pesadamente en la pared del General para contar nuestras aventuras a los que quisieron escuchar, este fue mi rito de iniciación en la adolescencia.

Biodiversidad en México

México tiene una gran diversidad de vida, Biodiversidad es la cantidad de especies y la cantidad de cada uno de sus miembros, así como las relaciones que se dan entre ellas en lugares específicos. La diversidad se da en tres niveles de organización, intraespecífica a nivel de genes en una especie, interespecífica entre especies y en ecosistemas. La biodiversidad se puede apreciar mucho mejor cuando esquematizamos nuestro país en regiones biogeográficas o ecosistemas. Tenemos ecosistemas de: Selva húmeda, selva seca, bosque mesófilo (húmedo), bosque templado, pastizales, matorrales, zonas costeras (manglares), humedales, océano pacífico, océano atlántico.

Esta riqueza de ecosistemas se debe a que es nuestro país está en una zona de transición, pero también a que está lleno de montañas, tenemos muchas sierras que divide en pocos kilómetros un ecosistema de otro sólo por la cara que la montaña da ya sea al mar o al continente, la altura de las montañas permite que haya comunidades vegetales diferentes a diferentes altitudes, todo esto hace que México tenga una gran diversidad de especies nativas y endémicas. Las nativas viven en nuestro país, pero también lo hacen en otros, en tanto que las especies endémicas sólo están en México con frecuencia en un solo ecosistema.

La selva húmeda cubre parte de las montañas que dan en su vertiente hacia el mar, por ejemplo, en San Luis Potosí en la Huasteca, en Oaxaca en la zona del Istmo, en manchones de Tabasco en Balancán, en la parte occidental en Chamela en Jalisco Nayarit es donde encontramos mayor diversidad de plantas, animales y hongos. La selva seca sigue casi el mismo patrón de distribución, pero las hojas de sus árboles caen en época de secas, como lo podemos ver en el centro de Yucatán, en la montaña de la costa de Guerrero y Oaxaca. El bosque de humedad o mesófilo es una zona de transición por definición, su distribución montana y su vertiente puede ser hacia el continente o hacia el mar, en ambos casos capta la humedad por su altura y siempre está húmedo como en la sierra norte de Puebla, la bajada de Xalapa rumbo a Veracruz, el derrame del Chichinautzin en Morelos (Tepoztlán) por mencionar algunos.

Los bosques templados son bosques de altura, predominan las coníferas y encinales, su ubicación se da generalmente a alturas superiores a los 1000 metros, siguen la distribución de las grandes cadenas montañosas de México, sierras madre oriental, occidental, del sur eje Neovolcánico, regiones completas como el oeste de Chihuahua y su colindancia con Sonora y Durango son bosques continuos, lo mismo que en la sierra del Ajusco en el centro del país. Los pastizales son zonas planas muy grandes, auténticos llanos que son los lugares favoritos para los asentamientos urbanos y la agricultura extensiva. Se encuentra de forma natural en las zonas semiáridas como valles semidesérticos de, zonas amplias del norte del país.

La zona de matorrales es donde se encuentran los desiertos, se encuentran por ejemplo en el valle de mezquital en Hidalgo, el desierto chihuahuense, la región de Tehuacán – Cuicatlán en Puebla Oaxaca, el centro de baja california. Las zonas costeras se reconocen por grandes franjas de manglares, son zonas donde esta comunidad predomina, es resistente a la sal y prospera protegiendo una gran cantidad de especies y la costa misma. Los humedales se encuentran en grandes desembocaduras de ríos o lagunas, como en los pantanos de Centla en Tabasco (CONABIO, 2020).

Biodiversidad en nuestra vida

Este escrito lo empezamos recordando un viaje fuera de la ciudad de México, por un ecosistema de bosque templado, se describen algunas especies dominantes del bosque del Ajusco, como los pinos y oyameles en alturas de 3000 a 3700 msnm, al ir subiendo o bajando de altura se encuentra con los encinos, en Xalatlaco se ven magueyes pulqueros a pesar de estar a 2700 msnm. Aquí se observan áreas deforestadas que forman pastizales, pero no se dejan ociosas se emplean para el cultivo -de maíz, haba y chícharo-, hablamos de animales característicos de estos sitios como la víbora de cascabel, el zorrillo y los coyotes. Al ir bajando en altura de la sierra del Ajusco se llega a Ocuilan a una altura de 2300 msnm, ahí empieza un descenso pronunciado hacia Chalma, en pocos kilómetros se llega a 1700 msnm pasando la vegetación de pino oyamel a zona de árboles con flores. En pocos kilómetros se cambia de altura y de comunidad vegetal dominante, esto caracteriza a la geografía de nuestro país y propicia la biodiversidad.

Referencias

CONABIO (2020). México el país de las maravillas. México es un país de maravillas, disponible en https://www.paismaravillas.mx/mexico.html

Díaz – San Andrés, A. (2020). Biogeografía. Disponible en https://biogeografia.net/reinosbio8.html

DOF (30/04/2014). Programa especial de los pueblos indígenas 2014 – 2018. Disponible en https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5343116&fecha=30/04/2014#gsc.tab=0

Morrone, J. (2019). Regionalización biogeográfica y evolución biótica de México: encrucijada de la biodiversidad del nuevo mundo. Revista mexicana de biodiversidad. Vol. 90, enero – febrero. Disponible en https://doi.org/10.22201/ib.20078706e.2019.90.2980 

Pérez – Porto, J., Gardey, A. (2016). Biogeografía, qué es, clasificación, definición y concepto. Disponible en https://definicion.de/biogeografia/

 


Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

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