Se necesita un valor.

Puedes Buscar por: Año, Número, Autor, Artículo.

Menú Principal

Redes Sociales

Contador

Número de visitas: 97056 desde Febrero 2012

Sitios de Interés

Revista Xictli
Revista Xictli Nueva Época

Comentarios sobre el artículo

Comentarios (0)

Artículo

Estas viendo el artículo número: 227

Imprime el artículo

Año: 2022 Mes: SEPTIEMBRE-DICIEMBRE Número:
Sección: PALABRAS PERIPATÉTICAS Apartado: Gestión Educativa
Ver más artículos de esta sección

EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE PANDEMIA
SEMINARIO DE TITULACIÓN

Relato #1

REBECA MITRA MENDOZA

 

 

El cierre de escuelas por la pandemia de Covid-19 no tiene comparación      histórica, la educación se vio afectada por enormes cambios, el principal               fue la transformación de una educación presencial, a un escenario de     enseñanza-aprendizaje virtual donde muchos estudiantes comenzaron a aprender desde casa durante períodos que en algunos países se extendieron por más de un año, como sucedió en México.

 

Al vernos obligados a permanecer en casa, una parte de la esencia educativa se

esfumó, o al menos así parecía en los primeros meses, tanto profesores como alumnos perdimos la “normalidad” de nuestras aulas, la socialización del día a día, la espontaneidad de los alumnos, el contacto directo con nuestros iguales, así como los espacios de diálogo cuerpo a cuerpo. Ahora, la “normalidad” se encontraba en las pantallas, en la conexión wifi, en Zoom, Google Meet o Microsoft Teams.

 

Pero además, fue evidente la oleada de desigualdad no sólo social, sino digital que se presentó durante toda la pandemia, pues no todos tenían acceso a internet o incluso no contaban con algún dispositivo tecnológico para llevar clases a distancia.

 

En mi caso, tuve que pedir prestada una computadora para poder conectarme a mis clases en línea y realizar mis trabajos, ya que en el celular era más complicado hacerlo. Sin duda, los niños y niñas de familias con bajos ingresos corrían un mayor riesgo de verse excluidos del aprendizaje en línea porque no podían permitirse un internet o unos dispositivos suficientes.

 

Es por ello, que la brecha digital durante la pandemia afectó en gran medida a la educación de muchos niños y niñas, incluso ha sido forma de abandono escolar, debido a que no hay acceso a internet, aparatos electrónicos, dificultades en accesibilidad y los padres no son alfabetizados para apoyar a sus hijos, por lo que prefieren abandonar la escuela.

 

Por otro lado, en este nuevo contexto de aulas tecnologizadas, profesores y alumnos comenzaron asumir importantes retos, tanto en relación al dominio técnico de las herramientas tecnológicas como, sobre todo, a su uso pedagógico.

 

La mayor parte de los planteles no estaban preparados para dar una buena educación a la distancia ya que no se habían capacitado a la mayor parte de los docentes para la posibilidad de enseñar de forma virtual.

 

Para mi, fue muy sorprendente ver que la mayoría de mis profesores no tenían las competencias digitales que se requerían para ese momento, optando por enseñarnos y dar su clase de la misma forma que lo hacían en las clases presenciales, solo que ahora estábamos sentados enfrente de una pantalla, en vez de un pizarrón. Esto no despertaba el interés de nosotros como estudiantes y

hacíamos las cosas por cumplir, sin ningún aprendizaje significativo, ya que a la mayoría le cansaba mucho pasar 6 horas sentados frente a la computadora y otras horas más para realizar los trabajos.

 

Este motivo, me llevó a realizar mi proyecto de titulación sobre los medios digitales y su importancia para la formación continua de los docentes, ya que considero importante que los docentes adquieran las competencias que el presente siglo está demando y además, comprendan que la educación presencial y la educación a distancia no son lo mismo. Si se piensa que son iguales por tratarse de educación, es un error.

 

En general, la presencia de las tecnologías ha empujado a la sociedad hacia un cambio de paradigma en la vida cotidiana, desde los aparatos que tenemos en el hogar hasta las formas en que nos comunicamos.

 

Por otro lado, en México, existe evidencia de que los aprendizajes podrían haberse atrasado en un equivalente a dos años de estudio.

 

En mi caso, era muy difícil para mi poner atención a las clases en línea debido a la cantidad de distracciones que había a mi alrededor, ya que todos en mi familia nos encontrábamos en casa y no podía poner atención en las clases por todo el ruido y distracción que había, por lo que considero que el aprendizaje que adquirí fue muy poco a comparación a cuando tenía clases presenciales ya que considero que no es la misma atención que se pone.

 

Cuando uno junta los factores de problemas de brechas digitales, de capacitación de los docentes, de la adaptación a las tecnologías, uno empieza a observar cómo lamentablemente el sistema educativo no está preparado para enfrentar una contingencia que implica el cierre total de las escuelas en nuestro país.

 

Traspasar los umbrales de la realidad presencial a la virtual requería la transición de un escenario tradicional a uno nuevo e ineludible escenario virtual y digital a tiempo completo, evidenciando que nuestros sistemas educativos siguen ofreciendo variaciones de un modelo educativo del siglo pasado.

 

Sin embargo, no todo fue malo, también surgieron efectos favorables de la pandemia. Lo primero fue introducirnos a todas y a todos, tanto docentes como estudiantes, a una formación práctica intensiva y acelerada en el campo de las nuevas tecnologías. Al perderle el miedo a las nuevas tecnologías, descubrimos nuevas posibilidades para la enseñanza y el aprendizaje. Hubo posibilidades que nunca fueron ni siquiera sospechadas por algunas y algunos de nosotros.

 

Asimismo, el ahorro no sólo fue de dinero, sino también de tiempo. Se dejó de gastar el tiempo necesario para los desplazamientos en el interior de las instituciones y principalmente entre el domicilio propio y las escuelas o universidades. El tiempo ganado pudo utilizarse para leer, estudiar o preparar clases.

 

Sin embargo, los efectos desfavorables de la pandemia en los procesos educativos no compensan de ningún modo los efectos favorables. Unos y otros efectos no se ubican en los mismos planos o niveles. No ganamos de un lado lo que perdemos del otro.

 

Lo seguro es que el coronavirus trastornó la educación y causó profundos cambios en ella como aquellos a los que me he referido. Algunos de estos cambios no han sido revertidos y quizás terminen percibiéndose como irreversibles. Hay aspectos de los procesos educativos, especialmente los asociados con el uso de las nuevas tecnologías, que tal vez nunca vuelvan a ser como habían sido hasta ahora.

 

Para bien o para mal, nos encontramos en otro mundo que el conocido en 2019. Estamos aprendiendo a lidiar contra las catástrofes. Ojalá muy pronto, antes de que sea demasiado tarde, aprendamos a estar mejor preparados en las escuelas y universidades para afrontar situaciones como la pandémica, situaciones que podrían volverse cada vez más graves y frecuentes.

 

 

 

Relato #2

Areli

 

Al principio mi emoción principal fue esperanza y desesperación, ya que pensaba que iba a durar máximo hasta una semana después de la semana de Pascua, por lo que al menos yo, me encontraba bastante ansiosa al ya querer que se acabara ese plazo y poder regresar a la escuela, trabajo y volver a ver a mi novio que es el motor de muchos logros. 

Mi principal preocupación fue poner en riesgo mi salud y mi vida, así como la de mis familiares y personas allegadas, sobre todo desde una mirada crítica de las condiciones de vida de cada una y así mismo a la preocupación de responder a las exigencias escolares y de tiempos, tanto de la institución educativa como del trabajo.

El estar en casa implicó poner en perspectiva diversos aspectos, los cuales, en mi experiencia se enfocaron en tres: cómo adaptarme a las nuevas condiciones de aislamiento voluntario y en mi esfera familiar; cómo adaptarme a la mediación tecnológica, cómo mediar o trabajar mis preocupaciones y ansiedades frente a este nuevo contexto.

Sin descartar que sin duda en mi vida la pandemia no fue del todo mala ya que aprendí a pasar tiempo en casa incluso a quererme y valorarme como persona es algo que yo creía que la vida me debía saber que era tener una madre y por supuesto lo lamentable que sentía el ya no tener empleo, pero me sentía afortunada por estar viva por circunstancias de la vida y gracias a lo que haya permitido no quedarme sin sustento económico ya que me dieron una beca y eso fue confortante. 

La adaptación a nuevas condiciones implicó repensar el espacio privado, las relaciones familiares y la habitación como un área para tomar las clases virtuales y estudiar, Las primeras clases virtuales me permitieron reconocer que requería fortalecer mis habilidades digitales y conocimientos en el uso de la tecnología y de internet, la pandemia me dejo tantas experiencias y tanta conciencia humana pero sin duda es algo que jamás quiero volver a vivir pensar si el día de mañana estará o no mi familia, el estrés tan enorme que fue estudiar en casa la carga de tareas era enorme al punto que colapsaba en llanto hasta lograr calmarme y continuar.

Frente a nuevas modalidades de educación, es pertinente que las instituciones educativas generen estrategias para fortalecer las habilidades digitales de las y los estudiantes, tanto el uso de dispositivos como de plataformas y softwares de acceso libre o con licencia que pueda ser compartida por la institución sé que mi institución cuenta con esas licencias pero lamentablemente se informa muy poco y también no se preguntó y analizo cual era la situación en cuanto a tecnologías simplemente los docentes querían que estuviéramos y ya en muchas ocasiones hubiera sido pertinente preguntar cómo se sentía cada uno por que si bien muchos compañeros y me incluyo pasamos por situaciones difíciles.

Así que mi conclusión por el momento de esta experiencia es que hay que reaccionar de manera tranquila ante las situaciones adversas, ya que las hacen más llevaderas. También aprendí a valorar cosas tan cotidianas como la libertad de poder salir a cualquier lado sin tener miedo constantemente, algo de lo que lamentablemente no todos gozan. Finalmente, me hice aún más consciente de la posición privilegiada que vivo; incluso si las clases remotas no son lo más divertido que he experimentado, hay niños que les encantaría poder continuar estudiando y que no pueden hacerlo.

 

Relato #3

Ivette Palacios

 

El presente trabajo está desarrollado con base en la experiencia personal vivida durante la pandemia por COVID-19, una pandemia que tuvo lugar en el año 2019 y que afectó y trastocó cada una de las esferas de mi vida, de una u otra manera se vieron movidas y se generaron cambios para afrontar esa adversidad que no se pudo prevenir, vislumbrar ni predecir en la forma en que llegó y movió diferentes áreas de mi vida.

 

En el mes de marzo, encontrándome en el segundo semestre de la licenciatura en pedagogía, se comienzan a escuchar ciertos rumores sobre un virus desencadenado en China, un virus semejante al de la influenza pero con un índice de contagios, propagación y mortandad mayor que otros.

 

En ese momento, se veía muy lejana la idea de que ese virus llegara a nuestro país y más lejano aun, que llegara a tocar la vida propia y la de mi familia; consideraba que pronto sería controlado, que se haría una especie de vacuna o de medicamento y que prontamente seria solamente una noticia que alarmo un poco a dicho país pero que no pasaría a mayores.

 

Sin embargo, no fue así, en cuanto se comenzó a escuchar que el virus estaba ya en México, se empieza a ver que la distancia no era tanta y, que no quedaríamos exentos del virus, las autoridades trataron en primer lugar, de hablar de manera serena, para tranquilizar a la población y sobre todo tratar de hacer consciencia en ella,  para que tomara en cuenta y de manera responsable las medidas sanitarias y de higiene, situación que al inicio no fluyó del todo bien, ya que durante la primera cuarentena o tiempo que se suspendieron las clases, muchas personas aprovecharon para irse de vacaciones, en lugar, de guardar confinamiento en casa, pues la cultura del pueblo mexicano, no había sido instruida de esta manera, sino que solo se ocupaba y se ocupa un pretexto para hacer un festejo y aprovechar el tiempo, situación que sucedió en ese momento.

 

Conforme avanzaba el virus, se alargaba también el tiempo que se estaría en cuarentena, llegando así la incertidumbre ante el momento en que se levantaría la emergencia sanitaria. Dentro de unas semanas más, las noticias comienzan a instaurar cada vez más secciones, en donde se denota que el virus se propaga con mayor velocidad, que los hospitales están colapsando y el personal no es suficiente, que los síntomas son más graves en ciertas secciones de la población y que la categoría de este virus está por ser considerada como una pandemia por los niveles de casos y muertes alrededor del mundo.

 

En mi hogar, la situación comenzó con un poco de escepticismo ante el asunto, creyendo que se trataba solamente de una herramienta gubernamental para poner un poco de miedo en la población, si creíamos en el virus pero no en los efectos y catástrofes que se anunciaban en las noticias, un tiempo seguimos con nuestra vida cotidiana, aun ya en confinamiento, pues dentro de nuestro círculo social y a nivel estatal, no se habían presentado casos, sin embrago, con el paso del tiempo se comienza a tomar con mayor seriedad, se siguen las medidas de higiene y de confinamiento con responsabilidad.

 

Al comenzar a ver el cierre de ciertos negocios y escuchar rumores de contagios por parte de algunos locatarios de la colonia, se decide ir una vez a la quincena por el mandado a una pequeña central cerca del domicilio, en donde se puede encontrar casi de todo a un precio accesible, así que se decide hacerse de la siguiente forma: nos subimos en el coche 3-4 personas para ir, dos se quedaran en el coche cuidando y dos se reparten la lista para ir pos las cosas en el menor tiempo posible, llevando cubre bocas o careta, en cada puesto se pagará y el dinero irá en una bolsa desechable para no tener contacto directo con él, una vez terminadas las compras, de vuelta en el coche, las personas que se quedaron a cuidarlo salen y rocían son solución desinfectante a los que bajaron a comprar, ellos se limpian las partes del cuerpo expuestas y se dispone a volver a la casa, una vez en casa, se limpian los pues en una charola con sanitizante, luego en un trapeador y posteriormente cada uno va a cambiarse la ropa exterior y calzado por uno limpio. El dinero y cambo se pone en una charolita con sanitizante, las verduras y frutas se ponían en una tina grande, se lavaban y dejaban en antibacterial por un tiempo y después se enjuagaban, los demás suministros se limpiaban con jabón o con un trapo con alcohol y eran guardados.

 

Dentro de la colonia en que habitamos, no hay muchas casas o construcciones, ya que es una colonia con pocos años de comenzar, así que por las noches salíamos a caminar un poco, ya que el no poder salir a otros lados comenzaba a menguar el ánimo y la armonía en el hogar, más que nada porque en ese entonces tenía a mi pequeña con apenas 2 años, y el vivir aislados de familiares y niños de su edad le estaba haciendo tomar actitudes de una niña mayor.

 

Dentro de la familia, eran 2 personas las que proveían el sustento y la parte económica, uno de ellos, mi padre y el otro el papá de mi hija. Por parte de mi padre el trabajo no escaseo, él se dedica a la herrería y fabricación de muebles de carpintería con herrería, el continuaba trabajando en su taller desde casa; por parte del padre de mi hija, se dedica al ramo restaurantero y en ese entonces se encontraba trabajando en la zona de Santa Fe, en un restaurante japonés, al paso del tiempo se vio afectado en la parte económica debido al cierre de los restaurantes y por ende la baja en las propinas que recibía y complementaban el salario.

 

Con el paso del tiempo y el confinamiento vigente, se realiza un recorte de personal en el restaurante donde trabajaba el padre de mi hija, esto nos afectó y con el finiquito recibido decidimos iniciar a vender por cuenta propia la comida japonesa que el sabia preparar y venderla en un local ambulante, situación que nos sacó a flote unos meses, pero después de un tiempo se canceló la zona comercial en donde vendíamos y se tuvo que volver a un restaurante con un sueldo bajo para salir con los gastos. 

 

En cuanto a la situación escolar, al inicio continúe con mi semestre normal, sin embargo, cuando se inicia el siguiente semestre, mi pequeña comienza también sus clases en línea de preescolar, y al estar en casa sola con ella, contaba con una computadora y un dispositivo móvil, fue una situación complicada en algunos días, ya que las clases de ambas se empalmaban, el internet con el que contábamos no era muy bueno y en ocasiones fallaba durante las clases, de igual forma, la cámara de la computadora no era la mejor y había días en que no encendía.

 

Como mamá trate de generarla mejor de las experiencias para que mi pequeña disfrutara de sus clases, aunque a veces la inexperiencia de su maestra no ayudaba mucho, ya que había clases en las que la maestra no se podía conectar, o no sabía usar ciertas plataformas para reuniones virtuales y solo mandaba audios, lo que era poco motivante para mi hija, situación que al paso del tiempo cambio y fueron más divertidas y completas las sesiones.

 

Yo daba preferencia a la clase de mi hija, ya que tenía que ver en pantalla a sus compañeros y los ejemplos del trabajo que iba a realizar, entonces le cedía la computadora para que ella pudiera tener un mejor video que el que se veía en el celular. En las ocasiones en que nuestras clases se empalmaban, yo usaba mi celular con un audífono para estar lo más atenta posible y a su vez estar escuchando lo que la maestra le solicitaba a mi hija.

 

Fue un tanto complejo pero creo que fue llevadero y una experiencia que me permitió acercarme a mi hija y a su desarrollo y aprendizaje. En lo personal, puedo decir que las clases en línea me permitieron ciertas bondades en cuanto a que podía estudiar desde mi cama, sofá o alguna casa ajena si es que tenía que salir; por otra parte, no fue la mejor forma en que pude aprender, ya que no podía poner toda mi atención y concentración a las clases por estar pendiente de mi hija, sus clases y las situaciones que requería resolver en mi hogar, entonces los trabajos los entregaba muy al límite, a veces sin reflexionar en ellos o sin entenderlos completamente, situaciones que se dieron por distracciones, fallas en la red mía o de los compañeros y la carga excesiva de tareas que tenía y se juntaban con el lidiar con el encierro y todo lo que implicaba estar desde casa.

 

En cuanto al ambiente en el hogar, al inicio se sintió un descanso, pero al llegar las tareas escolares y demás fue un poco pesado. La convivencia fue un poco altibajo, ya que en ocasiones el hecho de convivir diariamente con quienes normalmente salían de casa a trabajar era complicado, pues salían a relucir actitudes, comportamientos, sentimientos y muchas cosas más que en unas cuantas horas no se habían visto, fue difícil pero permitió conocernos más y tener más interacción entre nosotros y con mi hija, participar de su educación, desarrollo y crianza fue benéfico, aunque el que ella no conviviera con niños pequeños tuvo repercusiones en su desarrollo, ya que ella comenzó a hablar como un adulto, usando expresiones que escuchaba en mis clases, la manera de hablar de los profesores y compañeros ella los utilizaba en sus clases, frases comunes como el asegurarse de que la estuvieran escuchando o viendo en la video llamada, el despedirse con un “eso sería todo de mi parte” o frases por el estilo, marcaron su forma de expresarse, y en el momento en que ella ingresa de forma presencial a las clases es notorio el desarrollo del vocabulario.

Un aspecto relevante para mí, fue el hecho de continuar profesando la fe que teníamos desde antes de la pandemia, el ser parte de una iglesia cristiana y el estar en confinamiento trajo consigo un periodo en el que nos vimos obligados a cerrar la iglesia de forma presencial y llevarla a una página de Facebook en donde participábamos de los cultos, estudios y servicios en línea, participando con el compartir algún mensaje o pequeño devocional para niños, un palabra de ánimo para los hermanos enfermos y siguiendo con la fe fortaleciéndonos unos a otros. Esta situación permitió que familiares y conocidos se agregaran a la página y se acercaran a Dios, inicialmente como una manera de estar en comunicación sincrónica con otras personas, comentar y escuchar en tiempo real una palabra de aliento, pero con el tiempo algunas de esas personas captadas a través de la página de Facebook se convirtieron a Jesús y continúan estudiando la palabra.

En cuanto a la salud, no estuvimos exentos de contagios, al inicio comenzó con vecinos cercanos que desafortunadamente fallecieron, después con familiares un tanto cercanos que se contagiaron pero tuvieron síntomas leves, y después con el contagio de un miembro del hogar y posteriormente yo misma. Al momento de comenzar con los síntomas pensábamos que sería leve como a otras personas cercanas, sin embargo con el paso del tiempo fue empeorando hasta llegar al hospital con una oxigenación de 80 y bajando hasta 70 por las noches; dentro de mi había temor, no por lo que podía llegar a sucederme, sino porque no quería que la enfermedad alcanzara a todos aquellos que me rodeaban, especialmente a mi hija, así que decidimos aislarme en un cuarto independiente de la casa, en donde estaba en un inicio el padre de mi hija contagiado y después de una semana me sume a su exilio, allí la situación era difícil el no poder ver  cuidar de mi hija en lugar de darme descanso y relajación comenzó a causar tristeza, y un ánimo bajo, afortunadamente después de 3 semanas me pude reunir con ella y abrazarla después de solo vernos por video llamada o desde una puerta y unas escaleras de por medio.

Durante la pandemia, la vida no se detuvo, las enfermedades “normales” gripa, fiebre, infección estomacal y accidentes no cedieron, la vida continuó con sus afanes, los pagos, la compra de alimentos, la crianza, la maternidad, los estudios y la fe. Pareciera que al estar en confinamiento nos estaríamos poniendo en pausa a esperar un silbato sonar para salir y recuperar nuestras vida normales, situación que hasta hoy sigue sin suceder, nada se detuvo, todo se adaptó y se solventó. Las situaciones difíciles en la parte económica o de salud pudieron ser las mismas o menores que antes del confinamiento, pero pesaban el triple, los días eran largos, inciertos y esperanzadores a un mañana mejor. Muchos usaron ese tiempo para ejercitarse, cambiar de look, estudiar o aprender algo nuevo, cuidar de su familia, conocerse a sí mismos y a quienes les rodeaban, pensar en aquello que no habían pensado y que estando confinados pudieron hacerlo, por más mínimo que fuera considero que todos nos reinventamos para salir a flote, emprendiendo algo, iniciando una nueva actividad o simplemente cambiando hábitos que no podíamos cambiar por el hecho de estar siempre a contrarreloj. Este confinamiento fue una experiencia agridulce en mi vida, pues me hizo valorar los buenos momentos que no se viven en un viaje de vacaciones en la playa ni rodeados de muchas personas, sino que se viven en la sencillez de estar bajo la lluvia en un patio trasero, improvisando una tarde de cine para mi hija y sus 23 hijas, el celebrar cumpleaños con un consomé de pollo y gorritos de hojas de colores, esas pijama das que duraban semanas y la creatividad que nos impulsó a no quedarnos derrotados, a no morir por las secuelas sociales, económicas, anímicas y de salud del Covid-19. Agradezco por permitirme crear recuerdos a partir de un aislamiento interminable, en donde el amor y la certeza del sostén de Dios prevalecieron ante la duda, el temor y la incertidumbre del mañana y del fututo.

 

Relato #4

Ivonne Luna

 

Era marzo del 2019, si bien no es necesario explicar el sentido de la palabra “pandemencia”, mi intención apunta a sintetizar las causas y los efectos que el COVID-19 ha generado en la forma de mi vida y la de las personas a escala planetaria. Ciertamente más significativa es la apropiación de la expresión, “Estamos en Pandemia”.

Al momento de escribir este texto, estamos a fines de la segunda mitad de mayo de 2023, un año para recordar. En esta instancia, estamos siendo atropellados por hechos que nos persiguen día a día. Vivimos bajo el terrible yugo de esta pandemia que nos afecta de un modo insano, demente (en el sentido específico de la locura). Por lo tanto, este texto se caracteriza por estar ciertamente aturdido, ya que se ha elaborado en medio de la desolación social causada por las medidas de distanciamiento y de la invasión de información que recibimos a diario.

 

La pandemia del Covid-19 ha dejado una huella profunda en la vida de millones de personas alrededor del mundo, y México no ha sido la excepción. A medida que el virus se propagaba, las restricciones y medidas de distanciamiento social comenzaron a afectar a la población mexicana de diversas formas. En este ensayo, exploraremos las experiencias de la gente en México durante esta crisis sin precedentes, examinando el impacto en la salud, las consecuencias económicas, los cambios en el estilo de vida, la solidaridad y resiliencia, así como las reflexiones y lecciones aprendidas.

 

Impacto en mi salud:

La pandemia ha cobrado un alto costo en términos de la salud de las personas en México. Desde los primeros casos de Covid-19 en el país, el número de contagios y fallecimientos ha sido alarmante. Las personas han enfrentado síntomas graves, dificultades para respirar y una angustia generalizada al lidiar con la enfermedad. Además, aquellos que han perdido a seres queridos debido al virus han experimentado un dolor inmenso y han tenido que hacer frente a los desafíos emocionales que esto conlleva. El sistema de salud mexicano se ha visto desbordado y ha enfrentado grandes dificultades para atender a todos los pacientes, generando estrés y preocupación en la población.

 

Consecuencias económicas:

Las medidas implementadas para controlar la propagación del virus, como los cierres de negocios y las restricciones de movilidad, han tenido un impacto significativo en la economía mexicana. Muchos trabajadores han perdido sus empleos o han experimentado reducciones salariales, lo que ha generado dificultades financieras y preocupación por el futuro económico. Sectores como el turismo, la gastronomía y el entretenimiento han sido especialmente golpeados. Las pequeñas y medianas empresas se han visto obligadas a cerrar, lo que ha llevado a una disminución en la producción y el comercio. La pobreza y la desigualdad han aumentado, exacerbando los desafíos que enfrenta la sociedad mexicana.

 

Cambios en el estilo de vida:

 

El distanciamiento social y el confinamiento han obligado a la población a adaptarse a un nuevo estilo de vida. Las interacciones sociales se han reducido drásticamente, lo que ha generado sentimientos de aislamiento y soledad. Las reuniones familiares y las salidas con amigos se han vuelto escasas, y muchos han tenido que renunciar a celebraciones importantes, como bodas y cumpleaños. Además, la educación y el trabajo se han trasladado al entorno virtual, lo que ha implicado desafíos tecnológicos y ajustes en la forma en que se realizan estas actividades. El hogar se ha convertido en el centro de nuestras vidas, y la separación entre el espacio personal y profesional se ha vuelto difusa.

 

 

 

 

Solidaridad y resiliencia:

 

A pesar de los desafíos, la pandemia ha revelado la resiliencia y la solidaridad de la gente en México. Se han creado redes de apoyo comunitario para ayudar a aquellos en situación vulnerable, se han impulsado campañas de donación y se han llevado a cabo acciones voluntarias para brindar asistencia a quienes más lo necesitan. Los profesionales de la salud han sido verdaderos héroes, arriesgando sus vidas para salvar a otros y enfrentando condiciones laborales difíciles. Además, hemos presenciado el trabajo incansable de organizaciones sin fines de lucro y de ciudadanos comprometidos que se han unido para enfrentar la crisis y brindar apoyo a los más necesitados. Estas muestras de solidaridad han demostrado la fuerza del espíritu humano en tiempos difíciles.

 

Reflexiones y lecciones aprendidas:

La pandemia ha llevado a la gente a reflexionar sobre su estilo de vida y prioridades. Ha destacado la importancia de la salud y el cuidado personal, así como la necesidad de fortalecer los sistemas de salud y la protección social. La crisis sanitaria ha puesto de manifiesto las deficiencias existentes y ha resaltado la necesidad de invertir en infraestructura y recursos para hacer frente a futuras emergencias. Además, ha generado conciencia sobre la importancia de la prevención y la solidaridad en la construcción de sociedades más resilientes. La experiencia de vivir una pandemia ha dejado una marca profunda en la forma en que nos relacionamos con los demás, con el entorno y con nosotros mismos.

La pandemia por Covid-19 ha dejado profundas huellas en las experiencias de la gente en México. Ha impactado la salud, la economía y el estilo de vida de millones de personas. Sin embargo, también ha mostrado la resiliencia y solidaridad de la sociedad mexicana. A medida que avanzamos hacia la recuperación, es importante aprender de estas experiencias y trabajar juntos para construir un futuro más fuerte y saludable. La pandemia nos ha enseñado la importancia de la prevención, la solidaridad y la resiliencia, y nos ha recordado la fragilidad de la vida humana y la necesidad de cuidarnos mutuamente. A través del aprendizaje y la acción conjunta, podremos superar los desafíos que enfrentamos y construir un México más preparado y unido.


Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

Imprime el artículo

Volver al Inicio