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Año: 2022 Mes: ENERO-ABRIL Número: 92
Sección: INVESTIGACIÓN Apartado: Gestión Educativa
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ACERCAMIENTO A LA EDUCACIÓN CON IGUALDAD DE GÉNERO: REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA
Gomez Maturano Katya Daniela.

Introducción:

La educación es un derecho y la igualdad forma parte de los principios básicos de los Derechos Humanos; no obstante, en el día a día, es visible para los principales actores de la educación que estos dos conceptos no suelen ir de la mano. Se ofrece educación de cualquier nivel porque es obligación del Estado impartirla, sin embargo, todavía en estos días son visibles los sesgos de desigualdad y sexismo en el sistema escolar. 

La coeducación surge como una posibilidad de enfrentar la desigualdad específicamente en el ámbito de lo educativo (que está vinculado estrechamente con lo familiar y social). Se trata de una educación no sexista, educar en igualdad a niñas y niños para que se desarrollen como personas y para evitar la discriminación por su sexo (Alfonso y Aguado, 2012).

Se revisarán los textos de dos autoras, la Doctora en Filosofía y Letras y catedrática de Sociología española, Marina Subirats con la publicación en la Revista Iberoamericana de Educación (Septiembre – Diciembre, 1994) Conquistar la igualdad: la coeducación hoy; y el texto de la investigadora asociada en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y Educación (IISUE) y Maestra en Psicología Clínica por la UNAM en México, Gabriela Delgado Ballesteros con la publicación en Península (Julio – Diciembre, 2015) Coeducación: derecho humano. Ambas mujeres con visible inclinación hacia los temas de género, educación y feminismo.

Ambos textos fueron seleccionados por tratar el tema de la coeducación, para conocer sobre este tema, cómo ha sido tratado históricamente en España con Marina Subirats y cómo lo ha sido en México con Gabriela Ballesteros. Además, los años que pasaron entre cada publicación también son de importancia. El principal objetivo ha sido reconocer que la escuela y la educación aún son espacios sexistas, se habla específicamente de las mujeres porque han sido quienes han sufrido mayor opresión y exclusión.

La igualdad es un principio básico de los Derechos Humanos; cada uno de los seres humanos posee características diferentes: rasgos físicos, clases sociales, color de piel, capacidades intelectuales y físicas, etc.; sin embargo, la cualidad en común que se tiene es que se puede disfrutar de los derechos básicos sin excepciones. Existen derechos humanos subjetivos y fundamentales, estos aunados a la posesión de garantías individuales y sociales, y sobre todo a obligaciones. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917 fue la primera en reconocer los derechos sociales en su texto; los principales el Derecho a la Educación, Derechos Agrarios, Derechos Laborales, Derechos de la Seguridad Social, Derecho de la Familia y el Menor, Derecho a la Protección de la Salud, Derecho a la Vivienda y Derecho de carácter económico.

A pesar de ello, hoy en día la desigualdad entre mujeres y hombres persiste y se reproduce. La reproducción de esta desigualdad ha sido cuestionada desde siglos pasados, con el inicio y desarrollo de teorías feministas. De las teorías feministas que han tenido más reconocimiento a través de este devenir histórico se encuentra el pensamiento feminista ilustrado liberal (siglos XVIII – XIX); el pensamiento feminista de la igualdad (siglo XX, década de los años sesenta); el pensamiento feminista de la diferencia (siglo XX, década de los años setentas); pensamiento feminista radical (siglo XX, década de los años ochenta); y una de las más recientes es la del pensamiento feminista e intervención de la teoría queer (siglo XX, década de los años noventa).

Las desigualdades entre mujeres y hombres son visibles en los sectores de la sociedad, dentro de lo político, lo educativo, lo laboral, lo familiar y lo social, todos relacionados estrechamente.

Como una posibilidad para llegar a lograr una igualdad entre mujeres y hombres, específicamente en la educación -como uno de los posibles espacios para iniciar este cambio de paradigma-, se propone la coeducación. Este concepto ha sido de principal interés para la Doctora en Filosofía y Letras y catedrática de Sociología española, Marina Subirats; y para la investigadora asociada en el Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y Educación (IISUE) y Maestra en Psicología Clínica por la UNAM en México, Gabriela Delgado Ballesteros. Ambas mujeres con visible inclinación hacia los temas de género, educación y feminismo; consecuencia a está palpable tendencia se puede observar una cantidad de proyectos, investigaciones y artículos. Marina Subirats con publicaciones como Rosa y azul. La transmisión de los géneros en la escuela mixta (1988), La coeducación (1991), Con diferencia. Las mujeres frente al reto de la autonomía (1998), Forjar un hombre, moldear una mujer (2013). Igualmente, Gabriela Delgado cuenta con publicaciones como Coeducación: Derecho humano (2015), Construir camino para la igualdad: educar sin violencias (2017), La igualdad sustantiva en momentos de crisis (2018), Igualdad educativa y postpandemia (2020).

De acuerdo con Subirats (1994), la coeducación se refiere comúnmente a la educación conjunta de dos o más grupos de población distintos. Es decir, la educación conjunta entre mujeres y hombres, esto con el fin de que ambos sectores humanos reciban la misma educación.

De la misma manera, Delgado (2015), habla de educar a cada persona fuera del modelo dominante según quien es, atendiendo a su diferencia. Es menester reconocer que no es lo mismo educar a las niñas y mujeres basándose en la educación estandarizada que ya sido pensada y asignadas específicamente para el sector masculino.

Esta propuesta de educación surge a partir del cuestionamiento de los planteamientos tradicionales de un modelo educativo que confundía la igualdad de acceso a la educación con la educación para la igualdad de oportunidades (Red2Red Consultores, 2008). Por igualdad de oportunidades se entiende el desarrollo eficiente de recursos que aseguren la equidad y calidad de vida de las personas con el objetivo de que estas tengan las mismas condiciones para potenciar sus capacidades y habilidades sin atentar contra su dignidad humana, o anular los derechos y libertades de cada persona. Este tipo de igualdad está relacionada con otro par de igualdades, como la igualdad jurídica, la igualdad sustantiva e igualdad de trato. Todas ellas, llegando a la igualdad de género ya que mencionan la necesidad de mismos recursos para asegurar las mismas oportunidades; la igualdad ante la justicia y la ley; necesidad de reconocer que debe existir una ausencia de cualquier distinción, exclusión y restricción basada en el sexo y género; y exigencia de que todos los seres humanos sean tratado con igualdad de consideración y respeto.

Aunque el concepto de coeducación supone un intervenir en la desigualdad entre mujeres y hombres, el hecho de que las mujeres reciban educación de la misma manera que los hombres ha sido cuestionada desde distintas épocas y desde distintas perspectivas.

La Doctora Subirats alude a tres momentos en la evolución histórica de la educación de las mujeres: un modelo separado y diferenciado desde el siglo XVIII, la defensa de la escuela mixta, la generalización de la escuela mixta y la escolarización femenina; y, por otro lado, la investigadora Delgado Ballesteros divide esta evolución en tres periodos: de exclusión, de segregación y de integración. Ambas autoras logrando con esto una aproximación para conocer la historia que da origen al concepto y la práctica de la coeducación en la escuela, identificando que está directamente relacionada con la evolución de la sociedad (Castilla 2008 citada por Delgado 2015).

De igual forma, al ofrecer un vistazo a la evolución de perspectiva en cuanto a la necesidad de una educación igualitaria para las mujeres, parten de lo general a lo particular, es decir, comparten nociones sobre el tipo de educación que proponía Rousseau en el Emilio y en Sofía. Para posteriormente, pasar a un reconocimiento de factores y perspectivas nacionales. La autora Marina Subirats en España y Gabriela Ballesteros en México.

Como ya se señaló, ambas autoras coinciden en que, aunque Rousseau el filósofo suizo y padre de la pedagogía, propuso los principios de educación en su libro Emilio (1762) también ignoró a las mujeres y subordinó a la mujer. La educación del niño para este filosofo debe permitir cultivas hábitos y no costumbres. El niño nace con la capacidad de aprender. La educación debe formar un niño robusto, sano, bien conformado, que empiece a distinguir y diferenciar; alegre vivaz, activo y expresivo (Montero, 2009). Mientras que la educación que se le imparta a Sofía debe está encaminada a la formación de un sujeto (mujer) dependiente y débil, porque el destino de la mujer es servir al hombre, por lo tanto, una educación como la de Emilio, que la convirtiera en un ser autónomo la perjudicaría para el resto de su vida (Subirats, 1994). De además de ello, las mujeres como sector excluido, no tenía derecho a la educación formal porque lo único que debían aprender eran los papeles o roles tradicionales vinculados al trabajo doméstico y al cuidado de la familia (Delgado, 2015). Se puede apreciar en este fragmento de Deleuze que:

La educación primera es la que más importa, y ésta sin disputa les compete a las mujeres; si el autor de la naturaleza hubiera querido fiársela a los hombres, les hubiera dado leche para criar a los niños. Así, en los tratados de educación se ha de hablar especialmente con las mujeres, porque además de que pueden vigilar más de cerca que los hombres, y de que tienen más influjo en ella, el logro les interesa mucho más, puesto que la mayor parte de las viudas se quedan a merced de sus hijos, entonces les hacen experimentar los buenos o los malos frutos de la educación que les han dado. […] Una madre quiere que su hijo sea feliz y que lo sea desde el momento actual. En eso tiene razón; cuando se equivoca en los medios, conviene desengañarla. Mil veces más perjudiciales son para los hijos la ambición, la avaricia, la tiranía y la falsa previsión de los padres, que el cariño ciego de las madres (Deleuze, 2005, citado por Montero, 2009).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La educación primera se entiende como la etapa infantil de los niños. Que se asevere que las mujeres son las encargadas de esta fase por el hecho de ser las que cuentan con las “capacidades naturales” de cuidado y amor es una forma de recalcar el sexismo. Sin embargo, en años posteriores se devela que las todas las capacidades físicas (excepto las referentes a la reproducción) y habilidades en sus personalidades que posee una mujer también puede poseerlas un hombre. Se elimina la idea de que la crianza y el rol domestico es inherente a sus capacidades biológicas.

Del mismo modo, se puede observar que en España durante el siglo XVIII y XIX persistía las actitudes sexistas. Si bien por una parte aumenta la necesidad de educar a las niñas, especialmente aquellas pertenecientes a las clases bajas para que obtengan conocimientos que las ayuden a trabajar; por otra se establece que la educación ha de ser distinta a la de los niños (Subirats, 1994).  Las mujeres y niñas iban a recibir educación, no obstante, no sería como la de los varones. Esta consistiría en impartir conocimientos sobre rezar y coser. 

Por otro lado, en México durante los esfuerzos del primer Secretario de Educación Pública José Vasconcelos, con las conocidas Misiones Culturales en 1923 que fueron una labor educativa, fruto de la historia de la formación de México del siglo XX (Tinajero Berrueta, 1993),  tenían como propósito la incorporación de campesinos e indígenas a la educación. A pesar de ser un proyecto de inclusión, se excluyó a las mujeres quienes tardaron en lograr acceder a la institución escolar (Delgado, 2015). La educación formal no era una necesidad.

Finalizando el siglo XIX en España, se comienzan a plantear propuestas sobre la necesidad de que las mujeres reciban una educación escolar más sólida y equivalente a la de los varones (Subirats, 1994), que niños y niñas se eduquen en los mismos centros, es decir se exigía la creación de escuela mixtas. Apoyado en la Escuela Nueva, un movimiento de renovación pedagógica (Narváez, 2006).

 

Las primeras defensas de la escuela mixta y de la coeducación se realizan desde el pensamiento racionalista e igualitario, que considera que la igualdad de todos los individuos comporta, a su vez, la igualdad de hombres y mujeres en la educación. Asimismo, la lucha por la emancipación de la mujer influye en las propuestas pedagógicas más progresistas de la época. La Escuela Nueva, que respondía a las aspiraciones y a la concepción del mundo de la burguesía liberal, propone la coeducación como uno de los elementos más significativos de su proyecto de una sociedad democrática e igualitaria. Las argumentaciones a favor de la coeducación están muy vinculadas en algunos casos a la visión de un nuevo rol para la mujer en una nueva sociedad (Subirats, 1994).

 

 

 

 

 

 

 

Esto con expectativa de lograr la coeducación, sin embargo, posteriormente se cuestiona esta necesidad, sobre todo la escuela mixta, ya que esto supone una carga ideológica que incidía en la manera de relacionarse socialmente las mujeres y los hombres. Hasta que en 1970 la Ley General de Educación anula la prohibición de la escuela mixta y crea las condiciones legales que la favorecen (Subirats, 1994). De acuerdo con Red2Red Consultores (2008), en este mismo periodo (1970-1980) se reflexiona sobre los efectos reales de la igualdad en el acceso a la información de los niños y las niñas, se evidencia que la escuela no es un terreno neutro.

Del mismo modo, en México se encontraba en lo que menciona Ballesteros como el periodo de segregación con ideas enraizadas en pensamientos excluyentes y sexistas; se abren las escuelas exclusivas para chicas. Cubriendo en su mayoría a la educación primaria que mantenía principios especialmente para la ida del hogar e incluía materias como artesanías e industrias domésticas (Delgado, 2015).

Es hasta el siglo XX que pensamientos feministas como el De La Igualdad en la década de los sesentas comienzan a adquirir más importancia en el mundo. Por ejemplo, se conocen los orígenes del concepto de género en El segundo sexo (1962) de Simone de Beauvoir; igualmente, el pensamiento feminista De La Diferencia en la década de los setentas, con Luce Irigaray y su principal obra Speculum. De l’autre femme (1974) es reconocido como uno de los más importantes. Es en este mismo tiempo que el proceso de integración nombrado por Ballesteros donde las mujeres comienzan a tener más participación en la sociedad. Se da la participación de ellas al voto, la participación de la píldora anticonceptiva y la apertura del sistema de educación en todos los niveles (Delgado, 2015). También, durante este siglo es que se realizan importantes investigaciones sobre lo que se afirmaba era inherente a la mujer biológicamente, por ejemplo, su rol en el hogar. Específicamente con la investigación de la antropóloga Margaret Mead sobre los comportamientos de hombres y mujeres. Mead llega a la conclusión de que en todas las sociedades analizadas se hace una distinción entre lo que se considera propio de los hombres y las mujeres (Subirats, 1994). Si las capacidades y aptitudes atribuidas a los dos sectores de la sociedad varían dependiendo de esta, de la sociedad y la época entonces se reconoce que existe un determinismo social. Ya lo mencionaba Simone de Beauvoir en El segundo sexo que no se nace mujer, sino que se llega a serlo (Subirats, 1994). 

De esta manera se reconoce que existen dos términos para identificar entre lo biológico y lo social, es decir, “con lo que se nace” y lo que se adquiere socialmente. El sexo hace referencia a las diferencias y características biológicas, anatómicas y cromosómicas que diferencias a los seres humanos como hembras y machos; mientras que el género es el conjunto de ideas, creencias y atribuciones sociales construidas en cada cultura y época, son cuestiones que pueden ser modificables y han sido aprendidas. Es importante señalar que el género suele interponerse sobre el sexo y a su vez, se reconoce la dominación del género masculino sobre el femenino. Lo que ha generado históricamente la desigualdad entre ambos géneros, esto es llamado sexismo, actitudes que introducen la jerarquización y desigualdad entre ambos géneros. El sexismo, es derivado del orden patriarcal de la sociedad (Subirats, 1994).

Cada uno de los conceptos mencionados interviene en la educación que ha sido impartida históricamente, en un principio solo en los niños y hombres y también las niñas y mujeres. Ya se mencionaba que tener acceso a la educación no significa que la educación sea igualitaria. Es una meta de la coeducación, sin embargo, la escuela y la educación impartida sigue siendo un territorio desigual. Aunado a esto, el curriculum oculto tiene un papel importante. El curriculum oculto hace referencia aquello que no está designado de manera formal para que sea compartido o transmitido por el docente frente a clase, no obstante, es lo que inevitablemente se hace. Esta acción tiene como característica especial el ser implícito y desarrollarse simultáneamente con los procesos abiertos de escolarización (Cisterna, 1999). Los docentes al formar parte de una sociedad se ven en la necesidad de invadir la ideología de sus alumnos y alumnas, de la mano con la sociedad en general y los padres de familia. No puede haber coeducación si no hay a la vez fusión de las pautas culturales que se consideraron como específicas de cada uno de los géneros. El tema requiere una reflexión, si se está dispuesto a alcanzar un modelo igualitario (Subirats, 1994). De acuerdo con Delgado (2015), la coeducación no sólo ocurre en el ámbito formal, se requiere de contemplar la educación informal y la no formal para evitar que aún existan ejemplos marcados por la cultura que se encuentran en algunos contenidos educativos.

La educación tradicional como la conocemos, con sesgos de sexismo e igualdad resguarda también el androcentrismo, entendido como el enfoque de un estudios, análisis o investigación desde la perspectiva masculina únicamente (Sau, 2000); y cabe señalar, la jerarquización androcéntrica de los saberes en el curriculum escolar (Subirats, 1994). Actualmente, la escuela parece haber acogido a las niñas sin transformar su androcentrismo, un régimen mixto no supone de inmediato igualdad, dada la permanencia de la cultura masculina en la escuela (Delgado, 2015).

Inmerso en el lenguaje podemos encontrar también el sexismo. Se puede observar en concreto el uso regular -y normativo- del masculino para designar colectivos que incluyen a personas de ambos sexos, incluso cuando la mayoría de estas personas son mujeres o niñas, o cuando en el grupo hay únicamente un varón (Subirats, 1994). El lenguaje evoluciona y puede crear caos, aunque parece que algunas personas aún no están dispuestas a aceptarlo.

Igualmente, los libros de texto y las lecturas infantiles legitiman los modelos a seguir de la sociedad del momento, por ello se observa y leen textos con connotación sexistas. Del mismo modo, la interacción en la escuela mixta actual ha diluido la identidad de las niñas bajo una cultura esencialmente masculina (Subirats, 1994).

La coeducación como alternativa necesaria de la educación cuenta principalmente con los siguientes aspectos: el marco teórico en el que se sustenta está en la tradición de la teoría feminista; parte de la idea de que el entorno es sexista y no neuro. Como parte de sus objetivos orienta hacia una transformación de las relaciones entre hombres y mujeres; e invita y potencia la transgresión de los roles estereotipados (Red2Red Consultores, 2008). Este nuevo modelo de educación supone y exige una intervención explicita e intencionada de la revisión de las pautas sexistas de la sociedad (Sánchez y Rizos, 1992 citados por Delgado, 2015). La escuela por sí sola no puede cambiar esta realidad mientras toda la sociedad no cambie (Subirats, 1994). La evolución de la coeducación está vinculada estrechamente con la evolución de la sociedad y viceversa.

La educación está ligada irremediablemente a la primera institución natural de los infantes forma parte: la familia. La familia se constituye así misma como esa clase de sociedad correspondiente y adecuada a la individualidad que es cada ser humano (Sánchez, 2014). Esta institución suele estar regida por costumbres tradicionales. Costumbres que suelen ser transmitidas de manera generacional, por ello, no es de extrañar que los infantes, al entrar a la escuela en los primeros años reproduzcan estas costumbres a las que han sido expuestos desde su nacimiento. Los niños y niñas llegan a la escuela con esa socialización primaria, en la cual permanecen muchos elementos de desigualdad por razón de sexo que ya han configurado muchos trazos de su personalidad (Subirats, 1994). Se transmiten actitudes sexistas y machistas porque es lo que está normalizado y no llega a percibirse como tal. Por ello, es necesario que, de la mano con la familia comiencen a visualizarse y se conscientes sobre acciones, actitudes y diálogos que pueden intervenir en el desarrollo pleno e integral de estas personas que inician su escolarización.

Del mismo modo, así como la familia interviene en la primera socialización de los niñas y niñas; ayuda a construir el ser mujer o ser hombre (yendo de la mano con el contexto histórico). Por esto, se requiere una deconstrucción y reconstrucción de comportamientos, valores y estereotipos desde diversos referentes y perspectivas. Desconstruir porque la construcción tradicional de la identidad de género determina que los roles se asuman como parte de las identidades (Delgado, 2015). Cuestionar y demoler para reconstruirlas, reconocer que hay una gran variedad de dimensiones, puntos de vista y enfoques.  Este hacer se vuelve una necesidad en las sociedades más complejas en las que se vive, tal vez el mundo no es como nos dijeron que es. Es menester que se contemple que:

No somos solo un sexo biológico, somos personas pensantes e inmersas en redes de sentimientos y afectos que hemos construido a partir de nuestras historias, de la cultura y de las relaciones que entablamos con nuestros congéneres, a ello se le llama género. Ahora bien, las cuestiones de género no son exclusivas de las mujeres, pues hacen referencia a la construcción de las identidades masculina y femenina, de la misma manera que la labor coeducadora es una función de hombres y mujeres, y afecta por igual a ambos sexos (Delgado, 2015).

 

 

 

 

 

Así como es importante que los niños y niñas se coeduquen, también es importante que lo hagan los profesores, asesores, administrativos e instituciones en general. La educación formal está siendo rebasada por la educación informal, de que forman parte las familias de los estudiantes, por lo tanto, es primordial que la familia reconozca la importancia de educar a sus hijos e hijas con perspectiva de género. Ya lo mencionaba Subirats (1994), la escuela por sí sola no puede cambiar la realidad desigual que se vive mientras toda la sociedad no cambie. La educación no puede hacer desaparecer las desigualdades, pero es una pieza esencial para reducirlas.

A manera de conclusión

Más que una alternativa, la coeducación se puede ver como una posibilidad para la sociedad cada vez más compleja en la que se vive. Por lo tanto, es necesario que las personas, además de los principales actores de la educación se involucren. En el desarrollo, principalmente inicial, de niños y niñas, se interactúa con múltiples microsistemas, es menester que los actores de estos microsistemas en lo que están inmiscuidos los niños y niñas comiencen a ver sus acciones y actitudes con perspectiva de género, que comiencen a cuestionarse lo que ha sido transmitido generacionalmente por mucho tiempo: ¿por qué es la mujer quién se encarga únicamente de los cuidados y crianza de los hijos? ¿por qué la mujer no tiene igualdad de oportunidades en cuanto al campo laboral, social y educativo? ¿son realmente limitaciones físicas? Actualmente se requieren personas críticas y reflexivas, deconstruidas y dispuestas a reconstruir, así mismos y al entorno en el que se desarrollan.

 

Referencias

 

Bibliográficas:

Red2Red Consultores. (2008). Guía de Coeducación. Síntesis sobre la Educación para la Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres. España: Instituto de la Mujer.

Sau, V. (2000). Diccionario ideológico feminista. Barcelona: Icaria.

 

Electrónicas:

Alfonso, P., & Aguado, J. P. (2012). Estereotipos y coeducación. Recuperado el 06 de Abril de 2022, de http://redongdmad.org/manuales/genero/datos/docs/1_ARTICULOS_Y_DOCUMENTOS_DE_REFERENCIA/D_EDUCACION/Estereotipos_y_Coeducacion.pdf

Cisterna Cabrera, F. (1999). Curriculum oculto: los mensajes no visibles del conocimiento educativo. REXE. Revista de Estudios y Experiencias en Educación., 41-55. Obtenido de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/208329.pdf

Delgado Ballesteros, G. (2015). Coeducación: derecho humano. Península, 29-47. Obtenido de http://www.scielo.org.mx/pdf/peni/v10n2/1870-5766-peni-10-02-00029.pdf

Montero González, M. S. (2009). El Emilio: niñó y educación. Magistro, 59-73. Obtenido de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3997889.pdf

Narváez, E. (2006). Una mirada a la escuela nueva. Educere, 629-636. Obtenido de https://www.redalyc.org/pdf/356/35603508.pdf

Sánchez Maíllo, C. (2014). La familia: una institución natural preexistente a la ley. Perspectivas sobre su regulación actual en España. Revista de la Asamblea, 177-194. Obtenido de https://www.asambleamadrid.es/documents/20126/64823/R.31._Carmen_Sanchez_Maillo.pdf/ee2a9c77-e068-02a0-11cd-aade0a3b92eb

Subirats, M. (1994). Conquistar la igualdad: la coeducación hoy. Revista Iberoamericana de Educación, 49-78. Obtenido de https://rieoei.org/historico/oeivirt/rie06a02.pdf

Tinajero Berrueta, J. (1993). Misiones culturales mexicanas 70 años de historia. Revista Interamericana de Educación de Adultos, 109-125. Obtenido de https://www.crefal.org/rieda/images/rieda-1993-2/historia1.pdf


Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

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