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Año: 2021 Mes: ENERO-ABRIL Número: 89
Sección: INVESTIGACIÓN Apartado: Educación Ambiental
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Una educación ambiental urgente para el Cerro de la Estrella
Mecuate Astrophytum

Resumen

 

El presente trabajo está dirigido a destacar la importancia y necesidad de una Educación Ambiental (EA) que rescate aspectos históricos, culturales y ecológicos del Área Natural Protegida (ANP) Cerro de la Estrella. En el texto se realiza un recorrido por la EA que se ha impartido y propuesto para las ANP en la Ciudad de México (CDMX), así como del pensamiento ambiental latinoamericano y la importancia ecológica, cultural e histórica del Cerro de la Estrella (Huizachtepetl). Con estos elementos se hace un llamado sobre la urgencia de plantear una EA adecuada al Cerro de la Estrella y a la crisis civilizatoria que enfrentamos. Se espera, este trabajo sea de utilidad para la labor interdisciplinaria, interinstitucional y la comunidad en general, además es un preámbulo que permitirá, en una próxima investigación, plantear una propuesta concreta de EA para este Parque Nacional.

 

Introducción

La actual crisis civilizatoria exige repensar desde diversos frentes las estrategias de conservación y Educación Ambiental (EA) que se han tejido hasta el momento. Dichas estrategias se han basado en la biología de la conservación que a su vez se fundamenta en la ciencia hegemónica, la cual puede ser devastadora si se usa cómo única forma de relacionarse con el mundo (Lagunes-Vásquez, 2020).

Un espacio idóneo para la reflexión y práctica de la EA son las Áreas Naturales Protegidas (ANP). Se entiende a las ANP como espacios abiertos no cerrados por sus bardas, en donde están vivas su diversidad biológica, cultural y lingüística; donde se pueden realizar ejercicios de reflexión para un proyecto transmoderno ya urgente. Se enfocan estas reflexiones en el ANP Cerro de la Estrella.

Aproximadamente 80% de las ANP en Latinoamérica están habitadas por grupos étnicos originarios; México no es la excepción, 46% de sus ANP les albergan; esto vuelve apremiante el diálogo de saberes. Al seguir el paradigma de patrimonio biocultural se pueden co-generar conocimientos horizontales situados; al sumar esfuerzos entre grupos humanos pertenecientes a pueblos originarios, visitantes y la ciencia occidental (Lagunes-Vásquez, 2020).

 

Áreas Naturales protegidas en la Ciudad de México

En la Ciudad de México (CDMX) se entiende a las ANP cómo espacios estratégicos para la protección y conservación de la biodiversidad; son espacios que no han sido alterados significativamente por actividades humanas o que deben ser preservados y restaurados, por su estructura y función (SEDEMA, 2021).

En la CDMX hay 28 ANP, que ocupan 18% de su superficie (SEDEMA, 2021). Están categorizadas, por la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente y la Ley Ambiental de Protección a la Tierra en el Distrito Federal. Cabe resaltar que el Cerro de la Estrella es la única ANP decretada como Parque Nacional y con una sección reconocida como Zona Ecológica y Cultural (Figura 1). Según la SEDEMA (2021; párrafo 5) “Es fundamental conocer la importancia de las ANP para disminuir su posible vulnerabilidad orientando la conservación, restauración, supervisión, protección, vigilancia y mantenimiento para la preservación de los servicios ambientales que generan a la Ciudad de México.”

Cabe mencionar que, en medio de las ciudades se tienen pocas áreas verdes, Iztapalapa es la alcaldía con menor proporción de ellas por habitante: 1 m2 (SEDEMA, 2016); mientras la Organización Mundial de la Salud recomienda 16m2 (CONANP, 2018).

 

Educación Ambiental en las ANP de la Región Centro y Eje Neovolcánico

Para la CONANP (2017), las ANP también tienen el fin de conservación y protección de los servicios ecosistémico y se conciben como espacios de educación ambiental para “conectar al ser humano con su esencia como especie y recordarle que … depende de los ciclos que se dan en la naturaleza… y se amplíe la participación social de manera creativa, comprometida e incluyente” (CONANP, 2017; 5). Sin embargo, no se ve en la realidad; Reyes y Castro (2009) describieron situaciones y problemas de la EA en las ANP de México; que aún persisten (CONANP, 2017).

Las y los educadores ambientales pocas veces cuentan con capacitación adecuada, se les encargan actividades que no corresponden a su cargo, tienen contratos temporales por lo que sus actividades carecen de seguimiento, hay pocas prestaciones, presupuesto e infraestructura e insuficiente planeación (Reyes y Castro, 2009). Algunas educadoras(es) afirman que el modelo de desarrollo, junto con políticas económicas y sociales, así como la prevalencia de la ecología como única visión que orienta sus actividades desfavorecen su labor.

A pesar de lo anterior se han tenido logros como las “Campañas por el orgullo”; la vinculación con la Secretaria de Educación Pública y centros académicos; promoción de eco-técnicas; construcción de senderos interpretativos; diagnósticos ambientales y estudios de flora y fauna; elaboración de materiales educativos (aunque con poca orientación pedagógica), entre otras (Reyes y Castro, 2009).

Resulta inquietante saber que la Región Centro y Eje Neovolcánico, a la que pertenece el Cerro de la Estrella, sólo contaba con 30 personas dedicadas a la EA, pero 18 de ellas no habían recibido capacitación sobre el tema (CONANP, 2017). De las 36 ANP solo 19 trabajan la EA; 12 tienen senderos educativos, 6 han elaborado un Programa de Educación Ambiental, 5 cuentan con un Centro de Cultura para la Conservación y 11 tienen material educativo.

Ante esta situación, se crea la “Estrategia de Educación Ambiental para las Áreas Naturales Protegidas de la Región Centro y Eje Neovolcánico” con el objetivo de: “Generar una dirección común y articulada de la educación ambiental … que permita … impulsar, junto con actores sociales estratégicos, una cultura para la conservación que conlleve a la sustentabilidad” (CONANP, 2017; 10).

Según la CONANP (2017), la EA se apoya en la interdisciplinariedad para posibilitar el respeto y cuidado del patrimonio natural y cultural del país, de la participación social corresponsable, de la justicia social y la convivencia democrática, además facilita el acceso a la información y promueve la concienciación para la conservación de los recursos naturales e interviene en los valores y formas de vida de las comunidades humanas “para hacer un uso sustentable de sus recursos”.

Sin embargo, es evidente que en los discursos se siguen manejando conceptos como servicios ecosistémicos y recursos naturales; se habla desde la biología de la conservación; ya criticada por el Pensamiento Ambiental Latinoamericano (PAL). Si bien se distinguen algunos puntos de encuentro con el PAL, como el rescate de saberes y la participación comunitaria, falta lo esencial “educar para la crisis de la civilización” (Galano, 2015), ese es el problema de fondo.

 

Pensamiento Ambiental Latinoamericano

Después de más de 700 acuerdos a nivel mundial sobre medio ambiente poco o nada se ha logrado (Pengue, 2017). Frente a esta situación cabe preguntarse ¿qué paradigma seguir? Desde América latina se han escrito propuestas, que tienen un punto de encuentro cuando Carlos Galano (2015) dice “educar para la época, es educar para la crisis de la civilización”.

El PAL, como una corriente plural, busca generar proyectos alternativos al modelo de desarrollo del norte global, lo que exige cambiar las formas de pensar, de hacer, de habitar, para modificar la política y economía depredadoras (Corbetta, 2015). Este pensamiento que nace frente a la crisis civilizatoria, que ha degradado las diversidades de la vida, diversidad que es biológica, cultural y lingüística (Lagunes-Vázques, Bobadilla-Jiménez, Beltrán-Morales y Ortega-Rubio, 2017).

Se entiende por crisis civilizatoria a una serie de problemáticas que surgen a partir de un sistema político-económico depredador. Es entender la situación actual más allá de una crisis ambiental o económica, que resultaría reduccionista y ciega al problema de fondo (Leff, 2017).

No se puede hablar desde un discurso conservacionista que nació de los mismos términos antropocéntricos, eurocéntricos y capitalistas, modelo que subyuga y destruye otros conocimientos, como los construidos por mujeres y culturas no occidentales. Es imprescindible ampliar los cuestionamientos, conocimientos y acciones, comparar las realidades de manera sincrónica y diacrónica, en términos epistemológicos, desde el diálogo de saberes y responder a diferentes interpretaciones, intereses, necesidades y re-creaciones culturales diversas (Lagunes-Vázques, et al. 2017).

Como expresa Corbetta (2015): “¿Por qué hablamos de interdisciplina y no hacemos interdisciplina? Las respuestas de por qué no, son todas del orden práctico… se encuentran proyectos de educación ambiental aislados, que empiezan y terminan… pero lo que no se logra, es poner a debatir el modelo de desarrollo… La educación en la crisis civilizatoria es ambiental o no es”.

 

El Parque Nacional Cerro de la Estrella y su Zona Ecológica y Cultural.

El Cerro de la Estrella acompaña este mundo desde el periodo cuaternario, pasó por múltiples ocupaciones civilizatorias con diferentes formas de relacionarse con la naturaleza. Sin embargo, para 1938 se concluyó que estaba en riesgo y que su resguardo podría ser una oportunidad para proteger los hallazgos arqueológicos y su biodiversidad, pero no fue suficiente, hoy solo queda el 10% (Ramírez 2014).

Figura 1. Delimitación del Parque Nacional Cerro de la Estrella y sección reconocida como Zona Ecológica y Cultural, se señalan los 3 vestigios arqueológicos más importantes: Templo del fuego nuevo, El Santuario y los que se encuentran dentro del Centro social Villa Estrella (modificado de la plataforma de Google maps).

Es imprescindible emprender actividades educativas que logren vincular a la comunidad con el reconocimiento y revalorización de esa memoria colectiva, así como de las distintas relaciones humanidad-naturaleza como formas alternativas de vida ante la crisis civilizatoria (Toledo, 2015). Esas potencialidades están resguardadas gracias a que es la única ANP en la CDMX bajo dos denominaciones: ANP en la categoría de Parque Nacional con una Zona Ecológica y Cultural (figura 1).

Importancia biocultural del Cerro de la Estrella

El Cerro de la Estrella, Huizachtepetl por su nombre en Náhuatl[1], ha sido descrito por su importancia ecológica, histórica y cultural. Por ello, podemos caracterizarlo como un elemento biocultural (Toledo, 2013), que posee importantes potencialidades de intervención y educación. Describiremos entonces cada una.

 

Importancia ecológica: de ríos de lava a fuente de biodiversidad

En realidad, el Cerro de la Estrella es un volcán monogenético con dos cráteres, hoy desdibujados por la erosión, que vio su origen hace unos 65 000 a 45 000 años (Serrano y Talavera, 2019). Esta característica, como refiere Ramírez (2014), juega un papel importante en la regulación del microclima de Iztapalapa.

Además de su importancia volcánica, climática y biológica, es un importante captador de agua pluvial. En sus inmediaciones se encuentra la planta de tratamiento de aguas residuales Cerro de la Estrella (la más grande de la ciudad), que inició labores en la década de los 70’s; parte de esa agua se destina a zonas chinamperas (Ramírez, 2014).

 

Importancia histórica: las raíces prehispánicas se conservan en recintos católicos

Es difícil separar aspectos culturales e históricos, la diferencia que se plasma aquí sólo tiene fines expositivos, pero se entiende que estos elementos convergen pues todo aspecto cultural tiene historicidad y todo hecho histórico también es cultural. El Cerro de la Estrella fue un punto estratégico militar y espiritual (Ramírez, 2014). Hoy sigue siendo estratégico para provocar reflexión sobre las problemáticas ambientales, históricas y culturales que vivimos.

Un indicio de su riqueza se puede reflejar en sus 144 cuevas y cavidades, descritas por Montero (2002), en ellas se realizan diversos rituales. Las cuevas se relacionaban con la oquedad creadora, por lo que se veían como la matriz de la naturaleza humana y divina (Serrano y Talavera, 2019). Según la cosmovisión Mexica, los cerros o Alteptl contenían las aguas subterráneas que llenaban el espacio debajo de la Tierra (Navarrete, 2011). Por ello, se encontran petrograbados relacionados con el agua, como Tlaloques y ranas.

Resaltan los vestigios arqueológicos ubicados en el Huizachtepetl. Uno es el bien conocido basamento piramidal en la punta, donde se ha realizado la ceremonia del Fuego Nuevo, pero hay otros dos muy importantes. El Santuario y el otro se encuentra dentro de las instalaciones del Centro Social Villa Estrella.

El Santuario contiene vestigios que datan del Preclásico superior y durante el Clásico tuvo ocupación de filiación teotihuacana, para quedar abandonado en el Posclásico. La comunidad actual se ha preocupado por cuidar estos vestigios de malos tratos, vandalismo, invasiones y basura (Moreno, 2019).

Los restos que se encuentran en Villa Estrella son parte de un conjunto habitacional con templos y adoratorios del periodo Epiclásico, asociados con la segunda etapa constructiva del templo del Fuego Nuevo. Estos a su vez se dividen en dos, el Sector A dentro del Centro Social y el Sector B ubicado en la escuela primaria aledaña (Gurrola, 2019).

Aunque se tuvo la noche victoriosa dirigida por Cuitláhuac el 25 de junio de 1520 (Ramírez, 2014), la conquista fue inevitable. Se trazan sus raíces en iglesias y conventos construidos sobre templos prehispánicos. Para 1533 los agustinos comenzaron su tarea evangelizadora y la continuaron en 1545 en Culhuacán; se edificaron la Capilla del Calvarito (del siglo XVI), así como la Parroquia y Convento de San Juan Evangelista (construido entre 1562 y 1569). En este último se enseñaban lenguas indígenas para tareas de evangelización (Ramírez, 2014).

Otro templo de especial importancia es el Santuario del Señor de la Cuevita, que surgió a partir de la historia oral de 1723 cuando unos señores de la comunidad de Etla, Oaxaca trajeron a restaurar la imagen de Cristo Muerto, pero ésta decidió quedarse en una cueva del Huizachtepetl, en donde se edificó su capilla. A partir de ello, se celebra una de las festividades más importantes, el día de la Santa Cruz. Así como este, existen otros templos religiosos edificados en las inmediaciones del Huizachtepetl como la capilla en San Andrés Tomatlán, la Parroquia de Nuestra Señora de Lourdes, cuyo altar mayor está en otra cueva (Ramírez, 2014).

Cómo bien afirma Ramírez (2014), las edificaciones religiosas han gozado de reconocimiento en la región, en 1933 el claustro fue declarado monumento histórico y fue restaurado en 1942. Hoy aloja al centro comunitario y Museo de sitio de Culhuacán. Además, algunos templos fueron declarados monumentos históricos por el INAH y en 2012 Culhuacán fue declarado Barrio Mágico.

Se dedica este apartado a los vestigios prehispánicos y a la historia de las iglesias porque sus cimientos, sus festividades y sus comunidades mantienen viva la historia de Iztapalapa y del Cerro de la Estrella. Las posibilidades educativas de este conjunto son muchas y muy valiosas; vestigios que se encuentra dentro de dos instituciones de educación formal y no formal, iglesias y museos con cuevas, festividades y rituales, entre muchas otras. Gurrola (2019) hizo propuestas educativas para Villa Estrella desde la arqueología, no obstante, es necesario realizar acciones educativas pensadas desde la realidad latinoamericana y la crisis civilizatoria.

 

Importancia cultural: con rituales, cuevas y festividades a la transmodernidad

En cuanto a lo cultural podemos identificar poemas dedicados al cerro, ceremonias diversas (como el Fuego Nuevo), cuevas con petroglifos y distintas festividades que posibilitan a Iztapalapa expresar su pasado rural a pesar de estar en medio de una de las más grandes ciudades del mundo (Garza, 2019).

Tal vez el evento cultural más importante e icónico del Huizachtepetl es la celebración del Fuego Nuevo cada 52 años. Durante este, se apagaban todos los fuegos de la cuenca de México; en penumbras un fuego sagrado se encendía en la cima usando mamalhuaztli ante el sacrificio de un cautivo. El Fuego era distribuido en los diferentes templos de la cuenca. El buen curso de este ritual significaba que los dioses permitían un periodo más de vida. Otro ritual relevante es la ceremonia del equinoccio de primavera (Serrano y Talavera, 2019).

Otro suceso importante es la procesión del Vía Crucis, celebrada desde 1944. Inicia en los ocho barrios hasta llegar al Jardín de Cuitláhuac, donde se representa la sentencia a Jesús. Posteriormente se hace un recorrido hasta el Predio de la Pasión donde se simula la crucifixión. Hay muchos otros eventos, rituales y festividades que son igualmente importantes, pero por razón de espacio no es posible describirlos.

En las cuevas, como en sus alrededores, se pueden encontrar diferentes petroglifos y aspectos culturales que se vinculan con la naturaleza. Un ejemplo es la cueva C-012, iluminada a través de una abertura en fechas próximas al solsticio de invierno, junto con algunos petroglifos parece conformar un reloj solar. Otra es la cueva C-069 conocida como Tepetzingo, la cual cuenta con varios petroglifos significativos (Helmke y Montero, 2019).

Además, hay 2 temazcales uno inaugurado el 30 de junio de 2010, donde se realizaron ceremonias de siembra de nombre, aniversarios y difuntos, actualmente ya no se le da uso (Ramírez, 2014).

Iztapalapa se ve muy urbanizada, pero no fue así hasta 1950, hoy es posible observar la importante relación con la naturaleza en las festividades rituales con un complejo sistema de cargos que se arraiga en un pasado agrícola y en una estructura político-religiosa; en los rituales de las cuevas del Cerro; en los temazcales; en el papel que desempeñaron las montañas sagradas como el Huizachtepetl (Navarrete, 2011). Es en el patrimonio tangible que se puede apreciar el intangible que se reelabora en la cotidianidad (Garza, 2019).

Todo ello permite la permanencia y resistencia frente al modelo hegemónico de cultura occidental; organizan y movilizan a la comunidad entera a través de un ciclo ritual de pasado agrícola. Se fortalece la colectividad y la memoria identitaria mesoamericana, reta al proyecto modernizante descontextualizador e individualizador (Garza, 2019), lo que podría dar lugar a lo que Enrique Dussel llama transmodernidad (Toledo, 2015).

 

La cultura actual como ambiental y deportiva

Dentro de la importancia cultural, también se incorpora la cuestión deportiva y ambiental, pues son parte de muchas actividades que se aprecian en la cotidianidad de las y los visitantes del Huizachtepetl. Es común encontrar a personas caminando y corriendo en los senderos. Diario suben personas a practicar yoga, box, crossfit, ciclismo de montaña, entre otras actividades. Se puede afirmar que hay una cultura del deporte de gran relevancia; evidenciada cuando en la cima se encendió el fuego de los Juegos Centroamericanos y Panamericanos (Ramírez, 2014).

Las y los deportistas muchas veces son quienes buscan cuidar el Cerro, ellas y ellos han organizado campañas de limpieza, reforestaciones y recorridos (en conjunto con Beatriz Ramírez cronista de Iztapalapa). Hay un fuerte vínculo entre la cultura ambiental y la cultura del deporte.

Se entiende por cultura ambiental todas las prácticas, conocimientos y saberes que se relacionan con los aspectos ecológicos del Cerro de la Estrella. Estos elementos se pueden manifestar de manera oral o escrita, en rituales y en actividades de la vida cotidiana. Dicha cultura está atravesada por diferentes aspectos históricos, políticos, económicos, de género e interculturales.

Se puede hablar de sucesos benéficos y perjudiciales en las relaciones humanidad-naturaleza. El más icónico podría ser la perdida de chinampas, por un largo proceso de despojos, para dar lugar a la Central de Abastos. Las personas ahí cultivaban hortalizas y flores, pescaban y cazaban, algunas tenían uso habitacional; se relacionaban con la naturaleza (Rojas, 2019). La chinampa se puede caracterizar como un sistema agroforestal fértil y productivo, de cultivo y vida rural, que aparentemente no entraba en contradicción con el ambiente de la cuenca de México (Moreno, Toledo y Casas, 2013). Hoy serían un referente en EA.

Otros malestares ambientales han sido la ya mencionada reducción del ANP, la explotación de tezontle, la introducción de especies exóticas, la alteración de nichos para especies nativas (como el murciélago) y la introducción de fauna feral que compite con las especies nativas. Además, se construyó una cabaña dirigida a la EA y campamentos que lleva varios años sin uso.

Si alguien visita de manera frecuente el Huizachtepetl podrá darse cuenta de que existe mucha cultura ambiental (contrario a lo que afirman para las ANP Reyes y Castro, 2009), aunque cabe aclarar que no siempre es bien implementada ni acorde a las legislaciones, hay personas que:

-    Cultivan milpa, con nopales, huauzontle, entre otras

-    Plantan y cuidan árboles frutales, hortalizas y de ornato

-    Incluso hay grupos y familias que reforestan por su cuenta

-    Otros se dedican a observar la naturaleza al caminar o correr por senderos

-    También hay recolectores de hongos, caracoles y chapulines

-    Y podemos ubicar rituales dirigidos a la naturaleza como la celebración del equinoccio de primavera y el solsticio de invierno

Además, infantes y adolescentes de distintos niveles escolares realizan actividades ambientales y deportivas (Chacón, 2019). Estas prácticas permiten afirmar la existencia de una cultura ambiental de los y las visitantes del Cerro. Sin embargo, también refleja la falta de una EA; una de las actividades imprescindibles según el Programa Parcial de Desarrollo Urbano del Cerro de la Estrella (PPDUCE) 2014.

Por parte de las instituciones correspondientes se llevan a cabo reforestaciones (en años anteriores con especies exóticas y recientemente con nativas) y brechas cortafuego. Desde el 2019 se han implementado varias acciones, la más importante fue el Plan Maestro “Proyecto integral para la rehabilitación socioambiental y conservación de la biodiversidad en el ANP Cerro de la Estrella” y cabe recordar un grupo de aproximadamente 20 brigadistas autonombrado como “Los guardianes del cerro de la Estrella” (Martínez, 2019).

Otra acción se dio por parte de la SEDEMA, en conjunto con la Secretaría de Cultura, que coordinaron un equipo de talleristas del programa TAOC para impartir talleres y realizar actividades de cultura comunitaria en favor del cuidado ambiental, sistema parecido al Programa de Empleo Temporal, del cual Reyes y Castro (2009) comentaban ya su inviabilidad.

 

De las intervenciones con el Huizachtepetl

El referente más importante para esta ANP, al menos hasta 2021 es el PPDUCE 2014. Dicho documento especifica numerosas actividades permitidas, entre las cuales figuran las “actividades de recreación y educación, así como la instalación de infraestructura necesaria y se pueden llevar a cabo investigaciones tendientes al conocimiento y conservación integral de la zona”.

También se consideraron acciones como el programa de “Preservación y Aprovechamiento del Patrimonio Cultural”, para la concientización de la ciudadanía con el fin de reconocer los valores culturales, arqueológicos y naturales de la zona, además se sugieren actividades culturales, como: espacios para conferencias y exposiciones, centros recreativos y de esparcimiento. Se específica la importancia de promover el establecimiento de instalaciones para la producción agrícola y forestal, tales como: invernaderos, viveros, jardines botánicos, instalaciones hidropónicas, huertos, y la implementación de centros ecoturísticos, de educación, de investigación, capacitación y adiestramiento ambiental (PPDUCE, 2014). Todos estos elementos se pueden rescatar en propuestas para una EA pertinente, considerando lo que ya mencionaron Reyes y Castro (2009) al respecto de la confluencia de diversas instituciones con objetivos e intereses distintos.

A lo largo de la historia como ANP, el Huizachtepetl ha tenido diferentes estudios e intervenciones, mencionaremos los más sobresalientes cronológicamente:

-        Época novohispana: despojo e invasión de las tierras de los indígenas.

-        A partir de 1908 políticas de reforestación que introdujeron especies no aptas. Posteriormente en 2007, 2008, 2011, 2013, 2014, 2019 y 2020 se realizaron otras, la mayoría con árboles nativos.

-        24 de agosto de 1938 se declaró Parque Nacional al Cerro de la Estrella.

-        En 1950, 1951, 1960, 1970, 1973 a 1976, 1997-1998 y 2002-2006 se realizaron diversas excavaciones y estudios arqueológicos.

-        1975 Rafael Álvarez, Manuel Maguey y Jorge de León; ganan un programa televisivo y destinaron el dinero a pavimentar la carretera escénica.

-        30 de mayo de 1991 se expropiaron terrenos y se declaró ANP con la categoría de Zona Sujeta a Conservación Ecológica.

-        1991 establecimiento de la Zona Arqueológica del Cerro de la Estrella.

-        1995 inauguración del museo en el Centro Comunitario Culhuacán.

-        1997 el Programa de Desarrollo Urbano de la Delegación Iztapalapa la clasificó como Área de Preservación Ecológica con la prohibición de uso de suelo habitacional.

-        De 1997 a 2001 Arturo Montero realizó el registro del sistema cavernario.

-        2002 la Universidad Autónoma Chapingo entregó Informe del programa de manejo de la zona sujeta a conservación ecológica Cerro de la Estrella

-        2002 se transfiere la administración del ANP a la Delegación Iztapalapa

-        2005 se declaró como ANP, bajo la categoría de Zona Ecológica y Cultural

-        2007 se publica el Programa de Manejo del Área Natural Protegida.

-        Del 18 al 19 de noviembre de 2011 Foro “Diálogo intercultural indígena”, en Museo Fuego Nuevo

-        2012 “Plan de Prevención y Seguridad Cerro de la Estrella”

-        2012 se presentó el documental Huizachtepetl de Xavier Robles

-        2013 se realizó el Foro “Dignificación del Cerro de la Estrella” donde participaron académicos, asociaciones y vecinos.

-        2014 publicación del libro Breve historia del Cerro de la Estrella. Espacio Sagrado de Iztapalapa.

-        2014 Plan de rescate de 10 años. Cuatro acciones: restauración ecológica, rehabilitación y embellecimiento del predio de la Pasión, rehabilitación de la Cabaña e iluminación desde la cabaña hasta Ermita Iztapalapa.

-        2019 Jornadas Culturales en las ANP de la CDMX, en el Museo Fuego Nuevo. Temas: Hongos en tu Ciudad, Naturaleza y Ciudad, un reencuentro, Flora, fauna y la historia del Cerro de la Estrella, Manejo de residuos urbanos, avistamiento de aves e insectos, agricultura urbana sustentable.

-        2019 charlas de Centro de Educación Ambiental Yautlica

-        2019 se comienzan operaciones del Plan Maestro “Proyecto integral para la rehabilitación socioambiental y conservación de la biodiversidad en el ANP Cerro de la Estrella”.

 

Reflexiones

Con el presente trabajo no se pretende reflexionar para la elaboración de una propuesta concreta de EA para el Huizachtepetl, es necesario elaborar una investigación más profunda que permita recuperar las experiencias de otras ANP, las diversas voces de la sociedad e instituciones, así como un rescate más profundo de la historia, cultura y ecología de este Cerro tan emblemático.

Es evidente la gran riqueza cultural, ambiental e histórica del Cerro de la Estrella para hacer una propuesta de Educación ambiental que responda a sus necesidades y a la crisis civilizatoria. Es posible decir que las diversas intervenciones realizadas con anterioridad no parecen rescatar un problema de fondo como lo es la Crisis civilizatoria, lo que si hace el Pensamiento Ambiental Latinoamericano.

Por ello, se propone establecer un conjunto de propuestas que no solo hagan pertinente desde la conservación una la EA para el Huizachtepetl, sino que responda a cuestiones en lo político, histórico y económico. Actividades muy interesantes resultan los foros realizados en años previos, aunque poco se sabe sobre los resultados obtenidos. Es importante retomar la historia de todos los estudios e intervenciones, más allá de lo que hace el presente trabajo, para fortalecer una propuesta de EA.

Por lo anterior, se propone pensar más allá de la conservación, más allá de los servicios ecosistémicos de las ANP; tomar en cuenta la implementación de la interculturalidad, el diálogo de saberes, la interdisciplinariedad, contemplar el diálogo sincrónico y diacrónico, así como el encuentro de afectividades y sensibilidades (Lagunes-Vásquez, 2020), para re-crearnos en la co-construcción de respuestas a los desafíos que enfrentamos, en el habitar, en la praxis.

 

Referencias

 

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[1] Es importante comentar que se le han adjudicado otros nombres como Huizachtecatl. Sin embargo, este es un debate que excede a los intereses de este artículo.


Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

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