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Año: 2012 Mes: JULIO-SEPTIEMBRE Número: 65
Sección: INVESTIGACIÓN Apartado: Historia de la Educación
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MAESTROS A LA ANTIGUA
Vicente Paz Ruiz

En la primera entrega, relatamos la llegada de Carmen, nuestra futura maestra y su familia a la megalópolis en la década de los 50, la ciudad de México los había acogido y ella había hecho todo su esfuerzo por ingresar a la Nacional de maestros, este es su primer día de clase…

La vida en la escuela

Salón cuatro, salón cuatro, éste es, ¿me permite pasar maestro?, pase hija, pase, Carmen es recibida por la figura, apacible y bonachona, del maestro responsable del curso de “Historia de la cultura”, que viste un traje gris con chaleco, del que rasca rítmicamente un reloj para ver la hora, desde su tarima en una esquina del inmenso salón cuatro, ve cómo se acomodan sus alumnos, uno por uno van llegando y sin saludar a sus compañeros se aíslan en su banca. Bien muchachos, futuros colegas, sean bienvenidos a esta escuela, ya la maestra Caty les ha de haber leído la cartilla, por mi parte sólo les diré que disfruten su existencia de estudiante, son unos chiquillos y tiene toda la vida por delante, esta es la mejor escuela, aquí sólo vienen a instruirse en algunas cosas que a ustedes les puedan ser útiles, si con ellas intentan ver más allá de sus narices, bien, si no lo hacen pues van a perder el tiempo.

Los alumnos de primer ingreso en la Nacional de maestros de la ciudad de México, procedían de los más recónditos lugares de la geografía nacional, se dividían en dos, aquellos que carecían de todo y eran matriculados en el internado y aquellos que al menos tenían familiares y escasos recursos para velar por ellos. Sin darse cuenta, forman grupos que los separan en los hechos. Los estudiantes de los municipios más desprotegidos son enviados al centro del país para prepararse, buscando que vuelvan a ayudar a resolver los problemas de sus terruños, desafortunadamente la tasa de migración es positiva hacia la ciudad de México y pocos, muy pocos de aquellos que llegan regresan a sus estados, por el contrario se quedan a trabajar y vivir en la ciudad en crecimiento. Por su parte los estudiantes que radican en la ciudad, no son nacidos necesariamente en la capital, la mayoría de ellos son hijos de migrantes que buscando una vida con más alternativas para ellos y sus hijos llegaron a la ciudad. El trabajo de sus padres, de escasos recursos, sin preparación alguna y con bajos salarios les da un sustrato para que ellos busquen escalar posiciones, la movilidad social era algo posible en el México de los 50 a partir del estudio, esa es la esperanza de los padres al inscribir a sus vástagos en la escuela.

¡Hay, no sé cómo hacerle!, tengo que llegar a ayudar a mi mamá a la venta y me tengo que quedar a hacer el trabajo del maestro, ¿cómo aviso?, capaz que si no les digo, se apuran y me vienen a buscar, piensa Carmen mientras camina hacia la biblioteca, en eso va cuando la alcanzan: Luís, Gonzalo, Roberto, Guillermo y Laura, compañeros de grupo. Hola Carmelita, te acompañamos, vamos a hacer la tarea juntos, anda mana, dice Laura quien la toma del brazo y juntas ríen de los piropos que les lanzan sus compañeros de grados superiores.

Luís, muchacho de 16 años, ve furtivamente a Carmen mientras lee el libro que le sirve de escudo a sus ojos, más de una vez ella lo ha sorprendido viéndola y él apenado se esconde detrás de su lectura, el juego les hacer sentir una rara sensación, desconocida hasta entonces por ellos, no se hablan directamente y triangulan para dirigirse ideas, Laura se vuelve el centro de la mesa de trabajo, su belleza y desparpajo naturales son bienvenidos entre sus compañeros, quienes se unen en derredor de esa fuente de energía.

Carmen escribe lo más rápido que puede, copia lo que cree más importante, sabe que cada minuto que se retrase es un apuro para su madre, que seguramente la ha de estar esperando. Se levanta repentinamente y despidiéndose de sus nuevos amigos se dirige a la salida, Laura anima con la vista a Luís para que la acompañe. Éste sin decir palabra alguna la sigue, pero viéndola por la espalda, no tiene valor para acercarse, pero tampoco puede dejar de seguirla, está en conflicto, siente miedo de hablarle y siente una atracción que no puede dominar, Carmen atraviesa la avenida de Tacuba y aborda el camión que la dejará en San Juan de Letrán, esquina con artículo 123, su parada rumbo al mercado para avisarle a su padre que ya ha llegado. Por la ventanilla no puede evitar voltear a ver su escuela, donde reconoce a Luís, quien al verse descubierto finge esperar a alguien.

Al día siguiente en el amplio y frío salón, iluminado por grandes ventanales, se escucha sólo el garrapateo de los manguillos al arrastrarse sobre las hojas, el ruido es quebrado por arranques repentinos de impotencia ante una tarea tan nueva, escribir algo que no es copiado, sino propio, impotencia que se convierte en bolas de papel estrujadas con manchas de tinta. Bueno ya fue mucho tiempo, a ver usted linda cómo se llama, Carmen maestro, ande pase a cada uno de los lugares y recoja las hojas de sus compañeros. Moviendo la cabeza ininterrumpidamente, el maestro Horacio desaprueba lo que lee, no es ni remotamente lo que quiere de sus pupilos, pero sabe que es un proceso largo el que empiezan, así que con calma, toma asiento tras de su escritorio y desde ahí los anima. Bien hijos, bien, algunos hasta escribieron media cuartilla, otros son más cortos, sólo escribieron un renglón… bien hijos, copien lo que está en el pizarrón, la próxima semana me entregan un resumen de una cuartilla de esto, es todo, pueden salir.

Al término de las clases, Laura invita a la biblioteca a sus compañeros, media docena de ellos la siguen, entre ellos Carmen y Luís, quienes a pesar de que caminan uno al lado del otro, son incapaces de voltear a mirarse, sienten una tensión con su cercanía que les incomoda, pero al mismo tiempo los atrae.

El cielo se ha oscurecido, las luces de la ciudad opacan a las estrellas de la noche, en casa de la familia Córdoba García, doña Concha y don Andrés se han retirado a dormir, Andrecito y Conchis duermen en la improvisada recamara que hace las veces de sala, comedor – estudio. Sin mucha preocupación Carmen ve como dos cucarachas se pasean por el borde de la mesa, la cual limpia para no engrasar sus hojas, más de una vez la han reprendido por entregar sus trabajos con manchas de achiote. Deja un espacio donde puede sentarse a leer y escribir, la mesa donde trabaja está cubierta con un mantel de hule, que tiene impresos motivos de cocina.

Ya han pasado ocho meses de que ingresó a la Normal y las calificaciones no son lo que esperaba, se ha esmerado pero no alcanza a entender por qué, por más que estudia no comprende igual que otros de sus compañeros, ¿seré tonta?, se pregunta repetidamente, no pasa por su mente la importancia del capital cultural que las familias de algunos de sus compañeros tienen, ella es la que empezará a acumular éste para su familia, su lucha es fatigosa. Son las cuatro de la madrugada y aún no termina el resumen de su maestra de Psicología, “hay madrecita, que hago, no he comenzado el de técnicas y ya va a amanecer”, se presiona mientras arrastra su manguillo sobre la hoja blanca que se resiste a ser violada por la tinta que no fluye, atorada en cavilaciones.

Cuando más cansada está, antes de amanecer, sigilosamente la saluda Andrés, quien sale a la pileta central del patio y lava su cara y manos en el agua helada que serena la madrugada, entra a buscar un bote de hojalata, donde está su jabón, brocha y un rastrillo, se rasura mientras canta “Tampico hermoso, o puerto tropical tu eres la gloria de toda mi nación … “, poco después despierta Concha, pone una olla de peltre desportillada en la estufa de petróleo para preparar café “Gran vía”, la estufa suelta una pequeña humareda antes de encender, se amontonan lo dos esposos en la cabecera de la mesa, para no estorbar el trabajo de Carmen, junto a las cazuelas con restos de comida, Concha recalienta algo para su marido, quien a pequeños sorbos bebe su café y come unos tacos de frijoles refritos.

Notan que Carmen está casi al punto del llanto, su esfuerzo no le alcanza para cumplir con 13 materias que lleva en la normal. Es demasiado, estalla en llanto, su frustración se convierte en lágrimas que no puede reprimir, ella sabe que no puede defraudar las esperanzas que sus padres depositan en ella, ellos sólo la pueden mirar no pueden ayudarla, no saben de lo que escribe, Concha es casi analfabeta al igual que Andrés.

Señorita Córdoba, por favor pase al frente y lea su escrito a la clase, la maestra Sarita de Economía política y problemas económicos de México es quien la llama, Carmen ha despertado un especial afecto en ella, la alienta al mínimo atisbo de calidad en su trabajo. El escrito lo titulé el nacimiento de los sindicatos y el de los maestros; empieza a leer sintiendo la mirada de todos sus compañeros, especialmente de Luís, quien admirado la recorre de piso a techo. Ella se esconde tras sus hojas y lee lo más claro que puede. “El sindicalismo en México fue poco favorecido… En 1943, se funda a iniciativa del presidente de la República General Manuel Ávila Camacho, el Sindicato Nacional de trabajadores de la Educación, que agrupa a los maestros y trabajadores de la educación de todo el país con delegaciones en cada uno de los estados, territorios y el Distrito Federal.” Gracias señorita Córdoba, por favor ocupe su lugar, le dice la maestra.”

Roja como la pasta de achiote que prepara todos los días, baja de la tarima y se dirige a su lugar, sintiendo que flota de la emoción, leyó sin equivocarse y a la maestra le gustó su trabajo. Laura le dedica una gran sonrisa lo mismo que sus compañeros Memo, Chalo y claro de su admirador, Luís.

En el trayecto del salón al gimnasio, donde los espera su maestro de Educación física, son abordados por Rubelio e Isabel, ambos de Guerrero y compañeros de su grupo. Oigan amigos, les dicen, los invitamos a una plática que los compañeros de Guerrero del internado van a dar.  Los cinco amigos prosiguen su camino, se ven unos a otros y comentan entre sí, “¿a qué vamos?, estos son políticos y nos quieren de borregada, dice Memo, anti sindicalista declarado. Yo fui hace una semana, vienen unos maestros a dar unas pláticas y unos volantes para que los apoyemos en el movimiento de democratización del sindicato. ¿Pero de qué sindicato?, pregunta Luís, de cuál ha de ser del SNTE, un grupo de Guerrero, el Movimiento Revolucionario del Magisterio quiere quedarse con él, un tal Othón Salazar es de los líderes y como son sus paisanos pues lo apoyan los de la casa.

Laura les dice, pues miren a mi me han dicho que el sindicato es el que hace que nos den materiales, camiones para las prácticas y el dinero para las becas que tienen Memo, Ale y otros compañeros, quien quita y el año que viene me gano una beca, si le ganan a este sindicato me quedo sin nada y a la mejor hasta tenemos que pagar colegiatura. Carmen no se atreve a opinar, ya los ha acompañado a eventos en apoyo al MRM con los compañeros de la casa de Guerrero que la han invitado a las pláticas de organización política del SNTE, afines al MRM, según le dicen y no ve con malos ojos pegarse a ellos, sobre todo cuando le dicen que es más fácil que tenga un buen trabajo al salir de la normal.

Buenas tardes, señora, soy amigo de su hija, estudiamos en la Normal, dice de manera vacilante Luís, quien accedió a acompañar a Carmen a su humilde casa, la familia del muchacho no es rica, vive modestamente en un departamento que el gobierno le ha cedido a su padre, trabajador del departamento del Distrito Federal, en el recién inaugurado Centro Urbano Presidente Alemán, el “multi” como le dice, en la colonia del Valle. Pásele joven, dice Concha apenada, limpiando de manera compulsiva una silla que le ofrece para sentarse, siéntese. ¡Hay muchacha del demonio!, me hubieras avisado que ibas a venir acompañada para arreglar la casa, le murmura a su hija cuando pasa cerca de ella, no que me paras del puesto y … señora mire...he…er…, los muchachos me eligieron a mí para pedirle permiso a usted para que deje a Carmen ir a unas pláticas que nos van a dar en la escuela en la noche, es sobre orientación vocacional, y van a terminar tarde, así que si usted la deja yo se la traigo en cuanto termine el evento.

Por mi no hay problema joven, nada más que su padre es bien delicado, por qué no va a decirle a él. Ya pasé má, no estaba en la carnicería, se fue con los compadres Porfirio y Nacho por eso venimos a decirte a ti. ¡Hay hija! bueno, a ver si no la agarra conmigo por andar de alcachofa, ándeles pero lueguito termine me la viene a dejar joven. Si señora gracias.

Al término de las pláticas, sin hacer preguntas, como autómatas, poco a poco los estudiantes de la generación 57 - 59 fueron abandonando el majestuoso auditorio abierto, donde Orozco plasmó “Alegoría nacional” una de sus obras cumbre, frente a él se le “Lux Pax Vix”, lema de la ENM, ¿qué te pareció?, casi no has hablado desde que salimos de la plática, pregunta Luís a Carmen, no se responde, no sé, hay partes que no entendí, creía que era bueno lo que nos estaba diciendo el maestro de traje, pero luego que viene este ”rojillo” y ya ves lo que nos dice, que si estudiamos en la ciudad vamos a ser burócratas, no vamos a ser maestros de verdad. ¡Pues será pero yo quiero ser maestro para ayudar a mis padres!, nada más cuentan conmigo, dice Luís, ya están grandes y mi papá desde que se lastimó la cadera está todo el día en casa, yo le ayudo a ir al doctor, por eso hace falta que trabaje primero para mi familia y luego a ver a quién ayudo.

Yo no sé, quedé confundida, dice Carmen, ya te platiqué que soy de Veracruz, por allá la gente es muy pobre y no hay escuelas, la única primaria del rancho es una palapa que mantiene la maestra “catita”, ella la sostiene porque si no tendríamos que ir lejos a la escuela, a cada rato se van los maestros, sólo la maestra Catita sigue ahí, por cariño a sus niños, a eso échale que mis amigos se los llevaban a cortar caña o a cuidar las reses, por eso no iban a la escuela. Quisiera ayudar a mis paisanos, pero necesito primero ayudar a mi familia, ¿cómo le hago para hacer las dos cosas?

Luís y Carmen han roto el turrón, se hablan y siguen uno al otro y durante los meses que llevan en la normal se han vuelto inseparables, se gustan y platican de sus problemas familiares, son novios, pero saben que primero está la escuela, porque las dos familias de donde proceden hacen fuertes sacrificios para que ellos estudien. Es casi cotidiano que él la acompañe a su casa, caminando desde la Normal hasta el Mercado de San Juan. A pesar de ser tan unidos y de clase desprotegida, su imagen de maestro es diferente la una de la otra, Luís se identifica con el burócrata profesionista, en tanto que Carmen siente afinidad por la imagen de misionera.

 

La seducción del sindicato

Hola Luís, ¿y Carmen?, quien así habla es Laura, la bella compañera de grupo. Se quedó en el gimnasio, contesta Luís, le cuesta mucho trabajo pasar educación física, le tiene miedo al agua de la alberca y prefiere jugar voli, como está larga el maestro la escogió para el equipo, le prometió que si se esfuerza y se queda en él, la pasa, ¡hum!… los venía a invitar para que fueran a unas pláticas que va a dar el papá de Roberto, es a final de mes, vienes 27 en la tarde, a ver si se animan, ya les dije a todos los del salón y sí van a ir. Va a hablar del sindicato y de cómo nos pueden ayudar para conseguir trabajo saliendo.

Roberto el novio de Laura, hijo del ingeniero Roberto Eleazar ex alumno de ingeniería, de la ESIQUIE del Poli, nunca pudo pasar del primer mes de la carrera pero como miembro de la casa del estudiante, pasó a formar parte de las fuerzas de convencimiento del sindicato. En la casa les daban alojamiento, alimento, servicio de lavandería y una cantidad mensual para sus gastos, también recibía a fin de semestre un vale para comprar ropa, libros y útiles, a cambio debería de tener un promedio alto y un comportamiento fiel al grupo de Oaxaca, sección dominante de la casa del estudiante.

Nunca pudo terminar el primer semestre de su carrera, pero con su amplios estudios de ingeniería ingresó a dar clases de matemáticas en una Voca, ahí su ayuda fue invaluable para que el grupo al que pertenecía se hiciera del control de la escuela, gozando así de privilegios, reparto de recursos así como de canonjías para desarrollar su trabajo. A pesar de no contar con méritos académicos, como otros de sus compañeros que si lo tenían, él era el jefe de ellos, la mayoría de sus colegas estaban en la misma situación, estudiantes de carreras truncas, pero si alguien no estaba de acuerdo el ingeniero les recordaba, con sutileza, la lealtad que debían al grupo y las consecuencias de ser ingratos.

Sus anchas espaldas, a pesar de su baja estatura lo hacían temible y respetado entre sus colegas, su piel morena, brillante por la mezcla de grasa sudor y su facciones recias denotaban su extracción humilde, sus ostentosos anillos, el impecable vestir con trajes cortados por sastre y de las mejores telas hacían ver que dentro de ese cuerpo de origen humilde, se encontraba un hombre firmemente decidido a olvidar su cuna llena de privaciones y a velar porque sus hijos no supiera que era eso.

Él como todo el grupo al que pertenecía se vio inmiscuido y acusado por reprimir con violencia los atisbos de rebeldía en “su” Voca, e incluso en la Normal superior a donde fue requerido en 1954 para aplacar una revuelta. Su capacidad de negociación le valió para ser delegado del sindicato en su escuela y posteriormente representante en las reuniones que se hacían periódicamente, donde logró llegar a ser hombre de la entera confianza del Ingeniero y maestro Robles Martínez, líder magisterial, quién, en más de una ocasión, fue testigo de la efectividad de los argumentos que esgrimía su subalterno para limpiarle el paso, o calmar a algunos rijosos descontentos que nunca faltaban en las reuniones –tormentosas- del sindicato, era enjundioso como pocos y de una bravura digna de mejores fines.

Roberto, hijo del “ingeniero”, había sufrido penurias en su infancia, era tan bronco y pendenciero como su padre, pero desde que éste se había hecho de una plaza y sobre todo de las confianzas del líder magisterial su situación cambió, pasó de ocupar un cuarto de vecindad en los cinturones de miseria que rodeaban la colonia del Valle a vivir con lujos ahí mismo como una forma de revancha, su casa era amplia con jardín, cochera, planta de dos pisos con amplios ventanales y servicio de empleada doméstica. Dos casas destacaban de entre las casuchas, encerradas en un callejón, el 8 y el 10, que eran los números oficiales, ocupadas por Roberto padre y Carlos su inseparable amigo, también de la Mixteca.

El junior –Roberto- se había encaprichado con Lucía, cuya belleza era abrumadora, al igual que su sagacidad e inteligencia. Hacían una bonita pareja; ella alta, de piel clara, pelo corto, ojos grandes, piernas largas que hacían juego con lo delgado de su cuello, su talle, su andar cadencioso y altanero, él era moreno, bajito como su padre y de igual complexión robusta, miembro de los “bulldogs” el equipo de fut bol de la normal que así se le conocía, donde se distinguía por su ferocidad, su piel morena contrastaba con lo blanco del uniforme y su pelo crespo lustroso por la gran cantidad de vaselina que usaba para domeñarlo, se ocultaba en un casco dándole un aspecto realmente temible, al igual que su padre, siempre vestía impecablemente.

Para éso y para más daba el sindicato del magisterio, creado a iniciativa del presidente Ávila Camacho, nació con un pecado original, que nunca ha intentado seriamente subsanar. El ingeniero Roberto, cómo gustaba de ser llamado, no era de la cúpula de poder del Sindicato, era secundario, siempre buscando llamar la atención de Robles Martínez mostrándole su fidelidad y servilismo, eso, él lo sabía, le allanaba el camino a los recursos que fluían, a cambio de ese río de oro el gobierno en turno, rector del sistema educativo mexicano, necesitaba de un control sobre aquellos que impartían clases en las escuelas, el control recayó en los líderes pro gobiernistas del SNTE, dando por un lado presencia al sindicato, un peso político alto y por otro, recursos casi ilimitados que fomentaban la corrupción entre sus cúpulas directivas. El control de esos recursos y el poder intrínseco que representa el ser el líder de un sindicato de dimensiones descomunales, hizo que se debatiera en su interior una lucha primitiva por el control del mismo.

Las tajadas de poder que los líderes del SNTE negociaban con la SEP los comprometieron para ejercer un control férreo de los agremiados, lo que hicieron a la perfección, dando paso a lo que se llamó desde entonces la legalización de la anti democracia sindical (corporativismo “tradicional”), personajes como el ingeniero Roberto y su compañero Carlos eran necesarios para reprimir a todo el que se saliera del redil, esa brutalidad represiva fue lo que movió a los maestros a buscar movimientos democratizadores al interior del SNTE, para lograr un reparto equitativo de los logros, evitando el viciado de la clase dirigente. El primero de ellos estalló en 1955 en el Distrito Federal. A este siguieron otros, destacando el iniciado el 26 de junio de 1956, en pleno sexenio ruizcortinista cuando se realizó el primer paro magisterial en el D. F. por aumento salarial, el apoyo del grupo guerrero de la normal no se hizo esperar, Rubelio a la cabeza de ellos era líder del contingente juvenil de alumnos democratizadores.

Vamos Carmencita, vamos anda amiguita vamos a hacer revolución, le decía Isabel a Carmen y a sus compañeros de grupo, ella como parte del grupo Guerrero, alentaba a los alumnos a que los acompañaran a los mítines del líder de Ayotzinapa, Otón Salazar, vamos Luís, anda Carmen vente. No vayas Carmen, te puede pasar algo, no seas miedoso Luís, ¿qué nos puede pasar?, nada más vamos a ver, vámonos le insistía Carmen a Luís, ¿qué ganamos por andar con estos rojillos?, ripostaba él,  vámonos ándale le suplicaba ella, vete tú si quieres por fin le dijo Luís, yo no voy, y dejándolos en la entrada de la Normal, Isabel, Carmen y un nutrido grupo de alumnos se encaminaron al monumento a la revolución, donde Rubelio y otro contingente de compañeros ya los esperaban, de ahí se desplazaron a la SEP, donde formaron parte del mitin que apoyaba al Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM), con varios líderes, destacando Othón Salazar, Rubelio Fernández y Encarnación Pérez quienes impulsaban una corriente sindical democratizadora.

Luís es bien coyón Carmencita, no es que sea coyón chabelita, lo que pasa es que no le gusta ésto, dice que si se porta bien y no se mete en argüendes va a ser más fácil que se quede aquí en México a trabajar para ayudar a sus papás, por eso se junta mucho con Roberto y Laura, a mi me caen bien me ayudan, incluso a veces nos acompañan a mi casa, mi mamá los recibe bien, se echan unos tacos de los que vendemos y se despiden, ya ves Roberto nos consiguió un montón de libros y más material del que nos dieron aquí.

Si mujer, no digo que Laura sea mala, ni Roberto, es buen compañero, nos ayudó a conseguir el camión para la salida a Xochimilco, por eso lo escogimos como jefe de grupo, pero su papá es “charro”, jajaja, ríe Carmen al oír eso, oye chabelita ¿qué no es de Oaxaca?, allá no hay charros, no mujercita, así le dicen a los que están con el gobierno, el es del sindicato que no defiende a los trabajadores y si los golpea y amenaza, es un “charro”, ¿y por qué les dicen así?, no se mujer, dicen que por los ferrocarrileros, no se pero suena bien, ¿no?, pues si, mira ese es Othón Salazar mi paisano, como lo ves, hay yo creía que era viejo y fachudo, pero está rete joven, no está mal, ¡ándale síguele con el paisano y le voy con el chisme a Luís!, ambas ríen de la ocurrencia de Isabel. Othón, junto con otros compañeros se encaramaron a un camión que estacionaron frente a la puerta lateral de la SEP, en pleno centro, se habían arremolinado en la plaza de Santo Domingo sobre la calle de Brasil junto con los maestros disidentes, los estudiantes de la normal, los de la prepa y también estaban algunos ferrocarrileros.

“…Robles Martínez y toda su camarilla, son quienes dominan el sindicato aunque tengan como secretario general a un pelele, ellos no nos representan, se representan a ellos mismos y sus intereses, ¡ya basta!... ya no queremos autoridades educativas despóticas, no queremos líderes ineficientes, queremos justicia…”

A poco no es calzonudo mi paisano, dice Isabel a Carmen, así somos por allá, tanta miseria nos ha hecho así, entrones, nomás que el paisano es inteligente, por eso lo corrieron de Oaxtepec y de Ayotzinapa, ése es mi  paisano orgullosa repetía Isabel a Carmen, quien como embrujada seguía las figuras de Chón Pérez, Rubelio su compañero de la normal y sobre todo de Othón, excelente orador que la había cautivado.

“…los bajos salarios de los maestros, la diferencia de cobro entre un maestro de la ciudad y uno en el campo, las diferentes situaciones de trabajo no son fáciles de justificar pero el Ingeniero, así se dice ese “charro”, hace su mejor papel usando todo tipo de métodos de convencimiento, no siempre pacíficos, como los que usó en la normal superior hace  años, el SNTE está comprado por el gobierno como represor…”

Decía así en su discurso Othón cuando Carmen ve de reojo que unos señores con palos los empiezan a rodear, vámonos chabelita, vámonos córrele, jalando a su amiga se escabullen por los arcos de los evangelistas, y salen casi corriendo por las calles de Palma, ¿qué te pasa amiguita?, ¿no viste?, eran unos señores con cuchillos y palos, corrían por Palma cuando vieron que tras de ellos venían en desbandada sus compañeros y otras personas perseguidos por policías y los golpeadores que había visto Carmen, ¡córrele amiguita, córrele!, corriendo a lo que daban sus piernas, escuchaban el rumor de la lucha que se desataba a sus espaldas, los comercios cerraban sus puerta, ¡métanse chiquillas, métanse aquí!, que si las alcanzan les pegan, un comerciante gritaba a las amigas que se resguardaron en una librería la que cerró inmediatamente, hay chiquillas en que líos andan, escucharon la carrera, los pasos, los golpes que se daban y las maldiciones de un sujeto que apodaban “la bruja”, comandante de los golpeadores, “a estos cabroncitos ya les quitamos lo sabrosos”, dijo profiriendo una risotada que fue festejada por sus compinches, después de un buen rato ya no se escuchó nada, con discreción el librero abrió una rendija de su puerta y vio a varios jóvenes caídos, heridos, quienes después de ser golpeados, habían sido abandonados, tanto por sus compañeros, como por los golpeadores.

Con temor salieron, mira es Rubelio, el aludido tendido en el suelo tenía una alcancía en la cabeza, su compañero Carlos había corrido con peor suerte, tenía una herida en la pierna, los dos sangraban abundantemente, ¿Qué te pasó paisano?, mira como te dejaron, pinches culeros, ya me los encontraré de nuevo y vas a ver como los dejo, Carmen e Isabel intentaban ayudar a sus compañeros pero todos estaban en mal estado, poco a poco se incorporaron y se fueron alejando. La sirena de la cruz verde las despertó de la impresión, dos enfermeros no atendieron a los caídos, sólo a los más graves que era el caso de Carlos y otros, que fueron llevados en ambulancia, como detenidos.

La sangre de Rubelio había manchado el uniforme de las amigas, Carmen llevaba a su casa a Isabel, a Rubelio y a otros dos compañeros éstos últimos no en mejor estado, no sin antes dar las gracias al librero, que por más respuesta cerró de golpe su cortina.

Ya estaba cayendo la tarde cuando llegaron al mercado de San Juan, su papá Andrés “el matador” y sus padrinos “el moritas” y “el polar”, estaban tomando unos litritos de nautle y cachondeándose a unas güilas cuando se sobresaltaron al ver las manchas de sangre en sus ropas, ¿qué te pasó m´ija?, soltando un llanto largo y abrazando a su padre contó ente sollozos lo que habían vivido, Isabel recibía de un comerciante amigo un pedazo de pan con azúcar, “pal susto niña”, en tanto Rubelio recogió de un pescadero un buen trozo de hielo para su cabeza, los locatarios, que se encontraban limpiando sus locales, curaron las heridas de los muchachos y los rodearon para preguntarles que había pasado.

Contaron atropelladamente que estaban en el mitin y que después los corretearon y golpearon, Carmen e Isabel habían escapado de milagro pero el resto no, Ya ve compadre, le digo que eso de la escuela es pura pendejada, decía “el moritas”, ya ve, mire nada más a lo que van, a que los puteen y les partan la madre, ya compadre no sea así, no ve que no sabían de que se trataba, no mames compadre, como no van a saber, si andan de desmadrosos a chingadazos se los van a quitar, no padrino, no me regañe, de veras que no sabíamos que iba a pasar, sollozando contesta Carmen al “moritas”, a que escuincla, fueras mi hija ya te hubiera zurrado pero mi compadre es bien alcachofa. Ya párela compadre no ve que vienen con susto, les va a hacer daño, si hacen bilis les va a dar azúcar.

Ya con mejor cara y más calmadas se despidieron dieron las gracias y se enfilaron a casa de Carmen, ahí la vemos compadres, voy a dejar a la chamaca, si me tardo no me vayan dejar a pie, ahí me aparta una, no se las vayan a comer solitos, apúrele compadre, acá lo esperamos con las damas para quitarnos la muina y el susto, rió el “moritas”. El “matador” no dijo más, se adelantó para hablar con Concha su esposa y les dieron de comer a los compañeros, les pusieron el agua a calentar en una hoguera en medio del patio y uno a uno se fueron bañando, en el baño comunal de la vecindad escurría una mezcla de mugre y sangre, Carmen le prestó a Isabel una muda de ropa y ya bañados, curados y comidos se dispusieron a marcharse, gracias señora, no hay de que jóvenes, cuídense mucho, gracias por traer con bien a mi hija.

Al otro día en la Normal, el mitin y la golpiza era el tema en el salón y en toda la escuela, Luís entre enojado, espantado e indignado vociferaba a Rubelio que a pesar de la hinchazón de la descalabrada y molido por los golpes que había recibido, recriminaba a éste que no los hubiera acompañado y que fuera tan coyón, no soy zacatón, pero dime ¿cómo se te ocurrió arriesgar a las compañeras?, de veras ¿estás pendejo o qué?, ya sabes que siempre que hay un mitin llega la policía y a repartir madrazos, antes te dejaron entero, pero… ya cabrón nos agarraron desprevenidos, pero para la otra vamos a llevar con que quererlos, ¿y qué ganas pinche Rubelio?, cómo que qué gano, que cuando salgamos no tengamos un sindicato tan corrupto, que el gobierno no sea tan represor y que uno pueda expresarse como se le antoje… fíjate, si así los pusieron por un mitin, cómo los van a poner por otra cosa más grande, ya Luis no seas tan puto, para otra vez nos acompañas y a ver si es cierto, ¿y Carlos?, dice Carmen que se lo llevaron los cuicos, si ya fueron a preguntar por él, no aparece en ningún hospital, su mamá está bien preocupada ya vino a preguntar temprano y nadie le dio razón.

Roberto y Laura llegaron a terciar la plática, Rubelio dio la media vuelta y se fue, no sin antes prometer que seguiría buscando a Carlos… échanos la mano Roberto a la mejor tu papá sabe donde lo metieron, dijo Luís a la pareja. Al rato cuando llegue a la casa le hablo a mi jefe, dijo el aludido.

Carlos por fin apareció, los buenos oficios del Ingeniero Roberto lograron que fuera dejado en su casita por una ambulancia de la Cruz Verde, acompañado por éste agradecido alumno, se presentó el viernes 27 cómo estaba acordado, el auditorio Berlanga fue rellenado por acarreados de todos los grupos de la normal afines al sindicato. Buenas noches muchachos, saludó el ingeniero, compañeros de mi hijo a quienes considero como mis hijos mismos, hoy los hemos convocado ya no como chiquillos, sino como compañeros que hemos de enfrentar los retos de la educación de nuestro país, una horda de comunistas nos ha invadido y quiere, no sólo quitarnos lo que es nuestro, para repartirlo entre ellos, sino que amenaza la religión de nuestros padres y la gratuidad de la educación. Su violencia no tiene límite, vean como dejaron a su compañero Carlos, lo tuvimos que sacar de la Cruz verde golpeado y acuchillado por esas bestias negras.

Eso es lo que quieren los comunistas, violencia, anarquía, pero el sindicato está para protegerlos, ustedes gozan, en buena medida gracias a las gestiones del SNTE de las mejores instalaciones que un estudiante se pueda imaginar, ayudamos a gente que como yo, de origen humilde tiene deseos de verdad de estudiar para que tengan cabida en esta hermosa escuela, sostenemos junto con el gobierno el internado donde varios de ustedes disfrutan de una sana compañía, comida, un techo, servicios como agua, electricidad que en sus pueblos ni conocen, además les damos una pago mensual para su ayuda y para que puedan tener distracciones propias de su edad, se han preguntado ¿de dónde salen los pagos de los camiones que los llevan a Xochimilco o Santa Martha a sus prácticas?, algunos de ustedes gozan de una beca, que es el pago que la escuela, la secretaría y el sindicato les otorga por el esfuerzo de alcanzar las mejores calificaciones, se les da un vale y materiales para que no tengan que comprar útiles escolares, todo eso es fruto de la negociación del sindicato con la SEP.

Una mano se alzó titubeante, ingeniero preguntó, ¿es cierto que nos van a mandar lejos a trabajar cuando terminemos nuestros estudios?, en el presídium en un papel secundario, como era su jerarquía en el sindicato, el director de la escuela tomó la palabra. No hagan caso a esas habladurías, no es cierto que los manden lejos, varios de ustedes tienen maestros que estudiaron aquí pregunten a ellos, verán que los alumnos que van a sitios lejanos son los que ahí vivían antes de venir aquí, sólo regresan a sus sitios de origen a esparcir la semilla de la cultura y la educación. Si otros compañeros llegan a comunidades lejanas es por su voluntad, si ustedes conservan un promedio alto se quedarán seguramente en la ciudad, pero si no podrán optar por ir a ayudar a comunidades que los necesitan en todo nuestro territorio nacional, además así quedó establecido desde 1941, para poder ejercer en la ciudad necesitarán haber trabajado dos años escolares en servicio en comunidades desprotegidas del país.

Luís escuchaba, junto a Carmen, quién le hace una seña para salir del auditorio, afuera todo parece en calma, la noche es limpia y sin luna, caminan bajo los inmensos pilares que enmarcan la señorial torre coronada con las letras ENM, oyen el rumor de los alumnos que dejando sus salones se dirigen a los talleres, ¿qué te pareció el discurso del papá de Roberto?, pregunta Carmen, bien ¿no?, responde Luís, los maestros estudiamos en la escuela del gobierno y vamos a trabajar en el gobierno, debemos defender al gobierno. Ay Luís, si que pareces tonto, no te das cuenta que ellos quieren usarnos para pelearnos entre nosotros en su beneficio, deberías de escuchar lo que dice Othón, la vez que fui al mitin con los compañeros, decía que el sindicato y el gobierno eran lo mismo y que deberían de ser diferentes las cosas… mira Carmen, no sé qué tiene de malo que el sindicato y el gobiernos sean lo mismo, al cabo que en la escuela se juntan y nos ayudan a tener la escuela y a estar bien. Luís, le contesta Carmen, no entiendes de a de veras o te haces, a mi no me gusta que el papá de Roberto nos venga a decir que hacer y cómo ayudarlos, que ellos se peleen y que no dejen en paz, ya cuando seamos maestros ya decidiremos si nos vamos con melón o con sandía, ¿por qué a él lo dejan hablar y casi nos obligan a ir al auditorio? y ¿por qué los de Guerrero lo tienen que hacer casi a escondidas?

No nos vamos a poner de acuerdo Carmencita, sí, entiendo que si ayudo al sindicato voy a tener trabajo y voy a ayudar a mi papá, entiendo que si no los ayudo me va a costar más trabajo conseguir chamba y la mera verdad necesito dinero para ayudar a mi familia y tú ¿nunca has pensado en casarte y tener algo para ti?, si Luís pero no así, que sea porque me lo gano, así me han enseñado mis papás y así lo hago, trabajo en la tarde con mi mamá, estudio en la noche y vengo a la escuela en la mañana, nadie me regala nada y no se lo quiero deber a nadie, para que no me lo embarre en la cara y además me lo cobre, mejor lo prefiero así.

La pareja ya había llegado hasta la Ribera de san Cosme, y seguían caminado rumbo a puente de Alvarado, era el camino para la casa de Carmen. Al llegar a la alameda, él la abrazó la atrajo a su cuerpo, ella tembló de emoción, las discretas caricias se convertían en la oscuridad, en cálidos efluvios de lava, las respiraciones se agitaban, su humor se dispersaba agridulce de sabor de jóvenes queriendo amarse, aroma que se disipaba al salir de las oscuras sendas del parque central, pasaron por el barrio chino y llegaron juntos hasta Artículo 123, tomados de la mano, apretándose para no soltarse, sin decir nada más, disfrutaban de su compañía mutua, a pesar de sus diferentes formas de pensar se querían bien, uno era pro SNTE y la otra no.

Tiempo después, Luís enseñaba a Carmen un periódico donde se leía que el comunismo había sido derrotado y repudiado por los buenos mexicanos, Othón Salazar y otros cinco maleantes (maestros) fueron declarados formalmente presos por disolución social y otros delitos. Carmen no había dejado de ir a los mítines a pesar de las amenazas y de las golpiza a sus compañeros, que se repitieron cada vez con más saña, en cada refriega se fueron curtiendo los del grupo Guerrero y otras corrientes del internado, contaban con la simpatía de Carmen, ella iba sola para evitar que sus padres lo supieran, ellos le rogaban que no se metiera en otro problema, su ideal de maestro la impulsaba a desobedecer a sus padres con tal de apoyar en lo que ella creía.

Como futura maestra empezaba a vislumbrar un dilema, por un lado le daban cosquillas a sus manos para acepta el poder, que como gremio se obtenía en la organización sindical, pero quedaba debiendo su plaza y sitio de trabajo al sindicato por lo que debería de serle fiel, ya había visto con sus ojos y palpado el miedo de ser perseguida por estar en contra de ellos, parecía una decisión fácil, dejarse de problemas y alinearse con el sindicato, pero empezaban a despertar en ella sus ideales básicos, de una persona de campo llegada a la ciudad; no tener un cacique, ofrecer una resistencia al control de siglos a su raza, luchar para que las comunidades pobres, como aquella de donde venía, tuvieran maestros y escuelas dignas, y nunca mostrarse servil, ni bajar la cabeza ante el poder descarnado y violento del Estado. Palos o premios, reconocimiento o desprecio, la decisión era seductoramente fácil, sólo las conciencias como las de Carmen no la veían así. Luís y Carmen eran estudiantes con ideas diferentes, con formas casi contrarias de ver la vida, pero eso no obstaba para que soñaran en el futuro que deseaban construir juntos… (Continuará)


Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

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