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Año: 2020 Mes: ENERO-MARZO Número: 86
Sección: PALABRAS PERIPATÉTICAS Apartado: Política Educativa
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UNA MIRADA SOBRE POLÍTICA, CULTURA Y EDUCACIÓN
Mtro. J. Raúl Castro Rico

Introito

El presente documento intenta responder, a la invitación y/o provocación que hace algunos ayeres me planteó el Dr. Francisco García Olvera, viejo amigo y admirable filósofo, que desde la academia advertía ya, la necesidad de hacer una serie de reflexiones que sobre el tránsito del anthropos al hombre integral o ciudadano que vive en la polis y sabe el sentido de ésta.

 

A  juicio del autor habría que trabajar en la búsqueda y precisión de algunos conceptos al interior  de un trabajo de investigación de carácter antropológico filosófico, la idea es conformar a un hombre holístico, un hombre autónomo, autárquico, y autosuficiente.

 

Es en este sentido, que en este primer acercamiento se reflexiona los sentidos de la política, cultura y educación que  desde mi quehacer docente como profesor de filosofía, me han permito recuperar buena parte de las afirmaciones,  que si bien son producto de un  libelo del  Dr. García Olvera, aparecen como cuestiones fundamentales que el maestro  nos obsequió y que alcanzan el proceso educacional que es motivo central de esta reflexión.

 

En este sentido, recuperaré la metodología del autor al  separar el documento por fragmentos, tal como lo hiciera en el documento original y, que responde a una manera muy peculiar de realizar el  análisis sobre política y cultura y educación

 

Corpus

 1.- Si bien es cierto, que en la actualidad la política es una actividad bastante desprestigiada, ya que refiere un proceder poco fiable y hasta tramposo en la búsqueda del beneficio propio por encima de los demás.

 

Desde nuestra óptica, la Política es la actividad que tiene por objeto lograr hacer efectivo el bien común en la ciudad, en la polis; es por el bien común, que de la ciudad deviene en comunidad. Es en este contexto, que es necesario precisar que las personas en la ciudad forman comunidad, un estar en común, lo que constituye una urbe y que da sentido al quehacer ciudadano, político y urbano actual

 

La actividad humana en este sentido político, busca el bien común, por ello, es entendida como un quehacer político, que busca en última instancia la salud, la educación y la riqueza del todo social, todo ello contenido en lo que llamamos cultura.

 

Formar  a los ciudadanos en la civitas, es entendido como cultura por antonomasia, es decir, enseñar a los hombres a vivir congregados, porque el hombre, el anthropos  desde Aristóteles, es visualizado como un Zon Politikon; una animal que se congrega, que vive en agregación.

 

Ya que el hombre es un animal social y solo así, se desarrolla todo su potencial social, al interior de la civitas, de la ciudad o espacio de humanización que representa a la polis como centro de reunión y de transmisión de cultura. Desde este sentido, hablar de política es hablar de cultura. Ya que la política es un muestra de cultura de los pueblos.

 

Creer que se pueden separar cultura y política es ignorar lo que sean ambas y con frecuencia las expresiones acerca de ellas, así lo delatan.

 

2.- La política sólo es posible en un pueblo con cultura; expresión tautológica, ya que política es cultura en el sentido de que transforma a los individuos humanos en ciudadanos, civis, en latín, politikon en griego.

 

Cabe señalar, que si bien la sociedad occidental recupera locuciones grecolatinas, en la actualidad, pareciera que el lenguaje ha perdido su sentido, y es precisamente esto, lo que nos da la posibilidad de una revisión de sentido. Asunto que la semiótica como quehacer del signo, nos ayuda a precisar y a reflexionar; dos flexiones en esto que somos y necesitamos del lenguaje para aprender a ser y a hacer. Porque el hombre es ante todo un ser simbólico, un ser de lenguaje y de signos.

 

El término cultura, nos dice –García Olvera- es la forma nominal latina del verbo colere, que en castellano se entiende como cultivo o cultivar. Acción de cultivar, de hacer crecer, de ayudar al crecimiento humano. La cultura nombra a la acción y al resultado colere.

 

Así podemos reconocer  a una cultura que nace del campo y vive en el campo, en calidad de agricultura, quizá a la crianza y desarrollo de los conejos como cunicultura, lo que impone fines y modifica sujetos.

 

La cultura es una actividad propia de los hombres sobre otros seres vivos. Cuando el hombre no interviene en ello, designa a aquello como lo salvaje, la selva, como una  acción azarosa de la naturaleza.

 

Así entonces, el cambio que se ejerce sobre un objeto de la cultura, se le califica como cultivado o culto, supone crecimiento, cultivo, acción consciente del hombre sobre aquello que pretende modificar y que desde luego percibe una cultura humana.

 

Cuando los hombres viven en grupo, de manera ordenada y con el fin de buscar el bien común del grupo, tienden a modificar su modo individual de vivir y eso es precisamente lo que realiza la cultura, advierte  -García Olvera-. Cultura en la civis y en la polis, que llega a entenderse como política.  

 

3.- En efecto, cultivar una planta es protegerla de sus enemigos naturales y de cualquier peligro que ofrezca la naturaleza; propiciar su desarrollo, asegurándole el agua necesaria y los alimentos indispensables y también, si es preciso, proporcionarle apoyos en sus primeras etapas cuando es débil.

 

Dígase lo mismo de cultivar una bestia o un hombre –afirma García Olvera-.

 

Esa actividad y sus resultados es lo que recibe el nombre de cultura…acción de cultivar, cuidar, criar, para que vivan y se desarrollen de acuerdo a su naturaleza, en las mejores condiciones.

 

La cultura es el cuidado y la crianza de los entes vivos y también es cultura el resultado de ese cuidado y esa crianza. Cuidar a algo o a alguien es ocuparse de él, atenderlo, prepararlo, advertirlo, prevenirlo, preocuparse por él, defenderlo, protegeros de los daños y peligros, medicarlo, purgarlo, corregirlo, sanarlo –señala- e autor.

 

Criar algo o a alguien es mantenerlo, alimentarlo, propiciarle lo necesario para que viva, favorecer su crecimiento y desarrollo, darle techo, hogar, familia, considerarlo, reconocerlo, propiciar su aumento de valor.

 

Pero cuidado, no confundamos valor con bienes, somos en función de ese plus que cultivamos, no en función de lo que tenemos ‘cuanto tienes, cuanto vales’; nuestro quehacer consiste en hacer crecer a ese ser, cualificarlo, darle valores que no tenía en un principio.

 

4.- La cultura humana es el cultivo de seres humano: la protección del ente humano y la propiciación de su desarrollo; el cuidado y crianza de hombres.

 

Para cultivar al hombre –señala Olvera- hay que reconocer su ser, su naturaleza, sus cualidades y sus circunstancias; sólo así, se puede saber de qué hay que protegerlo y qué se debe propiciar para que llegue a ser un hombre plenamente y en las mejores condiciones.

 

El conocimiento de sí mismo y el reconocimiento de la propia plenitud, alcanzada en determinados circunstancias y relaciones, confiere a quien los tiene la capacidad para que pueda proteger la vida de otros seres humanos y propiciar la vida de otros hasta alcanzar la plenitud humana.

 

El hecho de poder hacer crecer a alguien, de poder levantarlo hasta su perfección, de mejorarlo, es lo que se llama autoridad. La cultura de los hombres siempre es una actividad de una autoridad.

 

El conocimiento de sí mismo, revela por analogía el conocimiento de los demás y por lo mismo permite la cultura de los otros.

 

5.-  El hombre es un ser en situación en medio de un entorno que constituye sus circunstancias, como lo decía el pensador José Ortega y Gasset, en los albores del siglo XX, ya el que medio no se puede separar de mi persona.

 

Estoy inmerso en un tiempo y en un espacio donde la cultura imperante me mueve a asumir determinados valores y descartar otros, asumir determinadas significaciones y buscar soluciones a algunos problemas que se me presentan según las posibilidades que el mismo medio me brinda o me quita (CERINI 2018).

 

Cada ser personal piensa, siente, quiere, analiza y crea, según el tiempo en el que vive, elementos que merecen la participación efectiva y plena en la polis.

 

El hombre concreto de cada época sabe que ha tenido y tiene muchas experiencias, tiene sensaciones y sentimientos, percepciones y emociones, intelecciones y voliciones; actúa, hace y produce, adquiere habilidades. Este hombre sabe que puede modificarse y modificar su entorno: piedras, plantas, bestias y hombres.

 

Este hombre se da cuenta de que es necesario bastarse a sí mismo, es decir, llegar a ser autosuficiente y por ello, su actuar debe ser autónomo, el decide sus acciones y no depende de otro para actuar y por último que es dueño de sí mismo y se gobierna, es por tanto autócrata.

 

La Autarquía, la autonomía y la autocracia constituyen lo que hemos denominado como adultez, ser con plenitud, ser integral: La cultura human en este contexto consiste en proteger y propiciar, en cuidar y criar a un ser humano en ciernes, para que llegue a ser maduro y adulto.

 

A ello le denominamos como cultura de individuos humanos, cultura individual, que tiene en cuenta la naturaleza humana compleja como una totalidad, es decir, cuerpo y alma, que procura proteger y propiciar el desarrollo de ambos elementos.

 

A esa cultura individual es a la que se le ha dado el nombre específico de educación.

 

 

Conclusiones

Si bien es cierto, que hemos que el sentido etimológico de las palabras logran orientar nuestro quehacer docente, es evidente que se hace necesario recuperar el sentido de los conceptos clave de esta discusión.

 

El quehacer humano no puede escapar a su naturaleza social, ya que si bien es cierto como afirma Fullat (1992)  el hombre no nace, se hace, es decir, solo la convivencia lo hace humano, su hacer se humaniza en razón a la polis, al logos y a la ananké.

 

El hombre es un ser con necesidades y necesita al otro a los otros para ser y hacer. Se sabe en grupo, congregado, en la civis y en la polis y solo así es como se sabe en situación, en un entorno al que llamamos circunstancia.

 

El quehacer político es precisamente este aprender a convivir con los otros, aprender a desarrollar lo que los otros, sus iguales quieren ser y desean ser. El porvenir como utopía posible señalaba Zemelman (1998)

 

BIBLIOGRAFÍA

Cerini, Ana (2018) Yo soy y mi circunstancias. Iberoamérica Divulga. [Consultado en la Red]  https://www.oei.es/historico/divulgacioncientifica/?Yo-soy-yo-y-mis-circunstancias

 

Fullat, 0. (1992). Filosofías de la EducaciónPaideiaBarcelonaCeac

 

Fullat, 0. (1987). FILOSOFÍA DE LA EDUCACION: CONCEPTO Y LÍMITE. Consultado en la RED

42178-Texto%20del%20artículo-90344-1-10-20071025.pdf

 

García Olvera, Francisco (1997) Reflexiones sobre política y cultura. Editorial SCISA Cultura en Servicio.

Glosbe (2018) Diccionario etimológico Español-Latín. [ Consultado en la RED ]

https://es.glosbe.com/

 

Zemelman, Hugo (1995)  Sobre bloqueo histórico y utopía en Latinoamérica Política y Cultura,       núm. 4, primavera, 1995, pp. 43-51 Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco

Zemelman, Hugo (1998)  Utopía. Su signifiado en el discurso de las Ciencias Sociales.UNAM México


Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

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