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Año: 2012 Mes: ABRIL-JUNIO Número: 64
Sección: PALABRAS PERIPATÉTICAS Apartado: Epistemología
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BREVES REFLEXIONES EN TORNO DE THOMAS REID Y EL CONOCIMIENTO
Oscar Priego Hernández
La verdad surge más fácilmente por el error que de la confusión
Francis Bacon[1]
Introducción
Para mejorar el conocimiento que ofrecen las diferentes disciplinas que se presentan ante nosotros, es útil detenernos a reflexionar en algunos conceptos cuyo significado usualmente no discurrimos. En la lectura de los diferentes textos así como en el uso del lenguaje hablado o escrito, empleamos numerosos vocablos cuyo sentido debemos explicarnos con más claridad para su mejor comprensión. En este trabajo hemos querido detenernos a examinar expresiones como mente, percepción, conciencia, imaginación, y sensación, entre otras. La reflexión de tales conceptos permite una mejor comprensión de los procesos del entendimiento que ayuda, entre otras cosas, a mejorar el planteamiento de los problemas y por consecuencia obtener una mayor calidad en el diseño de los proyectos de investigación. De manera particular, dentro del ámbito educativo ayuda a mejorar el diseño de las estrategias educativas que se llevan a cabo en el aula.
Es amplio el número de pensadores que se han ocupado del tema de la mente, así desde Platón, Demócrito y Aristóteles a Descartes pasando por San Agustín, entre otros, hasta nuestros días, han elaborado abstrusos trabajos al respecto (Reid, 2003,5). En virtud de la complejidad del tema y de lo amplio que se muestra, he decidido ayudarme utilizando los conceptos que enuncia Thomas Reid (1710-1796) por lo sencillo de su lenguaje. En este sentido conviene mencionar lo que dice el Dr. José Hernández Prado en la introducción que hace a su versión castellana de la Filosofía del sentido común. Breve antología de textos de Thomas Reid, en la que señala a Reid como el creador de “enunciados o juicios «de sentido común», capaces de guiar a todos los seres humanos en sus percepciones sensibles, sus reflexiones y sus acciones” (Reid, 2003, 133).
La mente y sus operaciones
Para Reid la mente es aquello con lo que razonamos, pensamos o queremos. Así, todos aquellos aspectos que percibimos por medio de los sentidos los registramos en la mente como una actividad mental; de esta manera cuando vemos y oímos lo que ante nosotros se presenta y lo recordamos o bien resolvemos, provocamos con ello sentimientos en nosotros como amar y odiar, entre muchos otros y de esta manera estamos utilizando nuestra mente o alma (Reid, 2003, 133). Dice Reid que la mente humana es, en su naturaleza, viviente y energía activa en cada uno de los sujetos, operando de manera diversa, por lo que las diferentes formas de pensar de cada uno de nosotros las denomina como operaciones del pensamiento (Reid, 2003, 133).
Las palabras y las acciones que observamos en los demás, sugieren capacidades de entendimiento parecidas a aquéllas de las que somos conscientes en nosotros mismos. Ciertas muecas del rostro, sonidos de la voz y gestos del cuerpo indican determinados pensamientos y disposiciones de la mente. Las operaciones de la mente en los demás tienen como signos naturales al semblante, la modulación de la voz y los gestos (Reid, 2003; 256). Las operaciones de la mente suponen una capacidad para operar y cada capacidad requiere de una facultad del pensamiento. Señala Reid (Reid, 2003; 135) que capacidad y facultad de la mente pueden parecernos términos sinónimos, sin embargo, a la expresión facultad debemos relacionarla con las potencialidades de la mente debido a que son parte de su constitución, en tanto que la capacidad es el resultado de los hábitos del pensamiento que se adquieren mediante el estudio de las diferentes disciplinas del conocimiento o de los movimientos corporales repetidos[2].
Cuando los sujetos se someten a la disciplina del pensamiento que supone el estudio de los diferentes ámbitos del conocimiento desarrollan un pensamiento educado en ése ámbito específico del conocimiento y que Reid denomina como capacidad. Dependiendo de las diferentes operaciones del pensamiento de los sujetos, podemos decir que desarrollan diferentes capacidades en la esfera de su ejercicio profesional, así -por ejemplo- los politólogos desarrollan una capacidad específica en el área de su desenvolvimiento profesional; lo mismo podemos decir de todos los sujetos que desarrollan su trabajo profesional. De manera parecida sucede con quienes se entrenan en las diferentes disciplinas físicas y en las que la capacidad se manifiesta cuando observamos las diferentes habilidades que los sujetos desarrollan, como los deportistas, los cirujanos, los dentistas, los carpinteros o los conductores de un vehículo, por ejemplo.
Martin Heidegger (1889-1976) hace una interesante relación entre la mano, el habla y el pensar. Se refiere a la mano en cuanto a su esencia, no como un órgano prensil corpóreo porque, dice Heidegger, el mono tiene un órgano prensil, pero “sólo un ser que habla, o sea piensa, puede tener mano y ejecutar mediante su manejo obras manuales”. El sujeto establece esta relación entre lo que hace manualmente, el habla y el pensar, así el pensamiento se construye en la medida en que ejecuta acciones con la mano porque, dice Heidegger:
[La mano]… no sólo aprehende y coge, no sólo presiona y empuja. La mano ofrece y recibe, y no solamente objetos sino que se da a sí misma y se recibe a sí misma en la otra. La mano mantiene, la mano sostiene, la mano designa. (…) Cada movimiento de la mano en cada una de sus obras se mantiene, se gesta en el elemento del pensar (Heidegger, 2005, 24).
2. Pensar
Reid distingue entre objetos en la mente y objetos externos a la mente, señalando que tal distinción no consiste en los objetos en sí mismos sino en cuanto que pertenezcan al pensamiento del sujeto. Para que los objetos formen parte del pensamiento del sujeto requiere que éste piense el objeto, es decir, que efectúe el acto de pensar. Por cuanto a lo que se refiere al acto de pensar dice Reid que “Pensar es una palabra muy general que incluye todas las operaciones de nuestra mente. A ella se le entiende tan bien, que “no necesita definición” (Reid, 2003, 136).
Sin embargo, debemos hacer una distinción: cuando Reid se refiere al término pensar, coloca a esta acción como parte del pensamiento cotidiano, es decir, al discurrir diario cuando ejecutamos las acciones habituales durante el día. Ahora bien debemos extender nuestra reflexión al pensamiento no cotidiano, es decir, al pensamiento científico. En este caso conviene regresar de nuevo con Heidegger quien expresa en sus reflexiones en torno del tema que, cuando hablamos del pensar cotidiano, es claro que no es necesario idear alguna definición porque este tipo de pensamiento se caracteriza en que ofrece explicaciones sin demostraciones críticas.
Continuando con las deliberaciones de Heidegger respecto al significado de pensar, podemos afirmar que la razón acompaña al acto de pensar, es decir, que cuando efectuamos un proceso de razonamiento estamos pensando. Por otra parte, cuando ante nuestro entendimiento son presentados los objetos podemos afirmar o negar algo de ellos porque, sólo si entendemos aquello que ha de ser pensado es cuando pensamos. En el pensar se encuentra la memoria que -según afirma Heidegger- es la reunión del pensar (Heidegger, 2005, 13).
Por su parte para Mayz Vallenilla el pensar es un diálogo con los problemas: “Dialogar con ellos significa obligarlos a revelar el camino que conduce a su encuentro y hacerlos testificar la verdad que encubren.” (Mayz, 1992, 9) Es decir que, para Mayz Vallenilla pensar es un diálogo que entablan el sujeto y el objeto de conocimiento mediante las preguntas que hace al objeto porque, ¿de qué otra manera sino, mediante las preguntas que le hacemos al objeto de conocimiento permite revelar la verdad en torno de él? En este sentido, es más la pregunta que la respuesta.
Continuando con lo que significa pensar, dice Reid que existen ciertas cosas que no pueden ser sin un sujeto al que pertenezcan y de las que, dichas cosas, son atributos del sujeto. Para mejor explicarse Reid utiliza dos ejemplos (Reid, 2003, 136): “el color requiere estar en algo coloreado y la figura en una cosa configurada”. Siguiendo este orden de ideas afirma Reid que, así como la sabiduría existe sólo en un ser sabio y la virtud en un virtuoso, el pensar no puede estar más que en un ser que piensa, todo lo demás es exterior al sujeto que piensa, aun cuando su pensar se manifiesta en su hablar y su hacer (Reid, 2003, 136):
…la distinción entre cosas en la mente y cosas externas a la mente no se refiere al lugar que ocupan estas entidades de las que hablamos, sino a su sujeto
Podemos afirmar que el pensamiento es el resultado de la acción de pensar, para que pensemos es necesario que estemos dispuestos a pensar. “Al pensamiento llegamos cuando pensamos” (Reid, 2003, 136), dice Heidegger. La especie humana se distingue porque tiene la capacidad de pensar y “con razón”, agrega Heidegger, porque el hombre es el animal racional. Cuando pensamos la razón se pone en acción, la razón, el logos, el entendimiento es pensar. “El hablar supone el pensar, hablar es pensar, sólo habla quien piensa” (Heidegger, 2005, 24); el habla es el medio por el cual el sujeto comunica su pensamiento y cuando el hombre habla, el habla y el logos entran en oposición, es decir que no todo lo que decimos corresponde necesariamente con enunciados estructurados de manera correcta porque no se someten al juicio crítico de la razón, y es que el pensamiento de los sujetos puede ser dogmático porque se ajusta al principio de autoridad, es decir, “lo que el maestro dice”: magister dixit.
Los sujetos, las mujeres y los hombres, pensamos siempre que lo deseemos. Sin embargo, el poder pensar, no es necesariamente una garantía de que lo hagamos, es decir, que no siempre estamos en disposición de pensar. Sin embargo Heidegger afirma que para pensar debemos aprender a pensar y hace una severa crítica al afirmar que, lo grave del asunto de pensar es que la especie humana no piensa, porque estamos más ocupados haciendo, que pensando. Nos preocupamos más por el hacer, que por el pensar en qué es lo que hacemos, más en el cómo que en el qué. Dice Heidegger que “…el hombre en lo que lleva de existencia, ya hace siglos, ha obrado de más y pensado de menos” (Heidegger, 2005, 14). Dicho de otra manera: nos ocupamos más por el método que por los principios que determinan el objeto de conocimiento.
Kant afirma que todo conocimiento empieza con la experiencia, es decir, que nuestra facultad de conocer sólo es posible por medio de los objetos que afectan nuestros sentidos (Kant, 2008, 42). De acuerdo con Kant, podemos afirmar que todo pensamiento empieza con el conocimiento que obtenemos como resultados de las experiencias que tenemos con los objetos.
Reid, al acto de pensar lo refiere a las operaciones del pensamiento como: percibir, recordar, estar consciente, concebir o imaginar. Percibimos a los objetos por medio de nuestros sentidos, dice Reid, pero concebimos o imaginamos como producto del trabajo mental. Para aclarar el asunto Reid usa como ejemplo a los caballos alados que son producto de nuestro pensar, pero que no son objetos cuyo conocimiento sea resultado de un acto de percepción, pues nadie -agrega- ha visto nunca un caballo alado. Así, la percepción se aplica a objetos externos a la mente, es decir, al acto de pensar. Reid asocia a la percepción con el tiempo porque, dice él, la percepción es algo presente y no pasado (Reid, 2003, 136). Es la percepción producto de un acto presente porque, cuando pertenece al pasado es un recuerdo, es decir, que la memoria es, para Reid, producto del pensamiento.
Concibe Reid el acto de percibir como lo que está referido a los objetos externos al pensamiento, todo aquello que está referido a algo interno, como un dolor de estómago, no es una percepción sino la operación del pensamiento que denomina como conciencia, de acuerdo con este planteamiento podemos afirmar que el conocimiento, dado que es un proceso interno al sujeto y como parte de su pensamiento, es un acto de conciencia.
Dice Kant que “…aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia.” y, agrega más adelante, “podría ocurrir que nuestro mismo conocimiento empírico fuera una composición de lo que recibimos mediante las impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer produce…” (Kant, 2008, 42).
Así tenemos dos tipos de conocimiento: el conocimiento sensible que se produce con el uso de nuestros sentidos y que tiene como contexto los escenarios que son externos a nosotros: este tipo de conocimiento produce en nuestro pensamiento imágenes mentales[3]. El otro tipo de conocimiento, que no es externo a nosotros, es aquél que se genera como producto puro de la utilización de nuestra facultad de entendimiento: nos estamos refiriendo al conocimiento que resulta de la constitución y aplicación de estructuras conceptuales de mayor complejidad y que ya no se derivan directamente de las experiencias.
Detengamos aquí nuestras reflexiones en torno del pensamiento de Thomas Reid y el conocimiento, entendiendo que el horizonte que el tema muestra es sumamente amplio y profundo, valga recordar lo que Reid afirma al respecto “la ambigüedad de las palabras y su aplicación vaga e inadecuada ha arrojado más oscuridad en la materia, que la sutileza y lo intrincado de aquello que estudia” (Reid, 2003, 160).
Referencias
Abbagnano, N. (2010). Diccionario de Filosofía. Actualizado y aumentado por Giovanni Fornero. Tercera reimpresión. Ciudad de México, México: Fondo de Cultura Económica
Heidegger, M. (2005). ¿Qué significa pensar? Traducción de Haraldo Kahnemann. La Plata, Buenos Aires, Argentina: Terramar, Ediciones
Kant, E., (2008). Crítica de la razón pura. Traducción de Pedro Ribas. Tercera reimpresión, de la segunda edición. México: Taurus, Santillana
Mayz, E. (1992). El problema de la nada en Kant. Primera edición. Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores. Latinoamericana
Reid, T. (2007). La filosofía del sentido común. Breve antología de textos de Thomas Reid. (Primera reimpresión).Versión castellana e introducción de José Hernández Prado. Ciudad de México, México: Universidad Autónoma Metropolitana. Azcapotzalco
[1]Citado por Thomas S. Kuhn en La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica; p. 45
[2] El tema ha dado pie a diferentes estudios que son denominados como Praxiológicos. El término praxiología fue creado por Kotarbińsky para designar la teoría general de la actividad eficaz (Praxiology, An Introduction to the science of Efficient Action, Oxford, 1965).
[3] También es conocimiento sensible el que se da en el tiempo, que no es externo a nosotros, pero que está relacionado con el espacio
Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx