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Año: 2018 Mes: MAYO-AGOSTO Número: 81
Sección: INVESTIGACIÓN Apartado:
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LA ESCUELA Y LA EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE ESCENARIOS INCIERTOS
Claudio Escobar Cruz

Universidad Pedagógica Nacional

vangogh7610@gmail.com

Introducción

Una democracia de calidad requiere de instituciones sólidas, un efectivo sistema de pesos y contrapesos entre poderes del Estado, condiciones para el ejercicio pleno de la ciudadanía política y dirigentes con talante democrático. En esa tesitura la corrupción, la violencia y la desigualdad han generado un impacto “corrosivo” en nuestro continente. Dichos fenómenos aumentan el repudio de los ciudadanos a la política y las instituciones, socavando la gobernabilidad y erosionan el tejido democrático (Guerrero 2016), sin posibilidad de garantizar la satisfacción de las amplias necesidades y demandas de las sociedades de la región.

El reinado del mercado es totalizante, irrumpe en lo político, laboral, económico y por ende en el educativo. Bajo la lógica mercantil conceptos como: justicia e igualdad, lo público, lo privado, el éxito, el fracaso, el consumo, el estatus y la individualización son algunos de los rasgos en los que el impacto del mercado ha sido más significativo (Jiménez, 2010).

En el presente ensayo, lo que nos ocupa, es la revisión del escenario educativo, ante la dinámica mercantil que, bajo el discurso de la calidad, enfrenta a la educación pública, a una presión inusitada de distintos actores sociales. Que en un sentido más profundo implica el desmantelamiento del papel del Estado respecto de la rectoría sobre el sistema educativo. 

Desarrollo

En ese tenor, se pretende ocultar que la escuela[1], como institución encargada de distribuir de manera sistemática los conocimientos, enfrenta la dificultad de poder hacerlo de manera equitativa, en consecuencia, lo hace de forma desigual, lo que disminuye la posibilidad a estudiantes de sectores socialmente menos favorecidos cuenten con las condiciones para estar y mantenerse en una carrera educativa.[2] Lo que se pretende permear con el discurso de igualdad, son las condiciones en las que ingresar, mantenerse o continuar en la escuela, significa ser seleccionado socialmente a modo de ocupar espacios exclusivos que requieren una formación sistemática, permanente que brindan expectativas de una vida cualitativamente mejor y más confortable[3]. La función de la escuela moderna es y sigue siendo selectiva.

La mejora de la calidad de la educación y una mayor equidad en la distribución de las oportunidades educativas requiere de atender lo que en países más prósperos persiste la preocupación porque los niños de los segmentos económicos más empobrecidos acuden a escuelas de más bajo desempeño y obtienen los peores resultados[4]. El proceso que aborda el fenómeno se conoce como “ecología de la equidad” este concepto se refiere a la influencia que tienen los contextos externos y los componentes ambientales (demográficos, culturales, históricos y socioeconómicos) en las experiencias de los estudiantes en las escuelas.

Por lo tanto, es necesario analizar tres ámbitos interrelacionados en los cuales surgen problemas de desigualdad: factores intraescolares, vinculados con las prácticas y políticas existentes; factores interescolares, que provienen de las características de los sistemas escolares locales, y factores extraescolares, que incluyen la demografía, la economía, la cultura y la historia de las localidades. Se ha demostrado que en el aprendizaje de los estudiantes no sólo influye lo que ocurre dentro del salón de clases y la escuela, sino también las circunstancias demográficas y ambientales. Ocuparse del aprovechamiento de los estudiantes no se limita a la enseñanza de alta calidad, sino incluye crear un sistema sólido de apoyo externo que ayude a los alumnos a tener acceso a servicios de salud, actividades extraescolares, tutorías, preparación para el ingreso a la universidad y oportunidades sociales edificantes para ellos, sus familias y sus comunidades (Ainscow, 2016: 101-105). Estas variables constituyen como se sabe, los principios orientadores de cualquier proceso eficaz de cambio educativo.

Ante tal panorama, dar más educación, no significa hacer más de lo mismo (más escuela, más maestros, más matrícula). De acuerdo a datos oficiales del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE). En México, nueve de cada 10 escuelas carecen de materiales impresos adicionales al libro de texto que permitan a los alumnos explorar el mundo natral y social, fortalecer su pensamiento matemático desarrollar actividades de expresión artística. A ello se suma que 21% de planteles carecen de bibliotecas de aula, mientras que 7 de cada 10 directores afirmaron que sus escuelas no cuentan con materiales básicos suficientes, como papel lápiz reglas, tijeras y otros para atender a los estudiantes. Con base en los resultados sobre materiales de apoyo educativo, incluidos en la Evaluación de las Condiciones Básicas para la Enseñanza y el Aprendizaje (ECEA) elaborado por el INEE, en las escuelas primarias de todo el país, al menos 24 % de los estudiantes recibieron sus libros de texto cundo comenzó el curso escolar, mientras sólo 6 de cada 10 alumnos, de cuarto a sexto de primaria tenían completo su paquete. A eso se suma que 8 de cada 10 maestros reportaron que en el plantel no cuentan con materiales audiovisuales ni equipo de reproducción, así como para actividades físicas y deportivas; o si hay son insuficientes. El INEE destaca que los datos que reflejan el estado “no deseable” de la condición evaluada deberían reducirse a cero, “que todas las escuelas deben de tener independientemente del lugar donde se ubiquen o el tipo de población que atiendan. Son los mínimos irreductibles que deben garantizarse para el bienestar de sus integrantes, así como ara el buen desarrollo de la enseñanza y el aprendizaje en los centros escolares” (Poy, 2017b, 32). Las demandas y necesidades educativas de la población son diferentes y cada vez se hacen más evidentes; sin embargo, ante realidad, tan desoladora para el futuro educativo de las actuales generaciones de estudiantes, la política educativa[5] actual, en buena medida sólo se ha traducido en una reforma educativa que plasma en el papel el ideal educativo, sin que eso signifique ir al fondo de la problemática que como queda evidente con las cifras arriba mencionadas, las carencias de infraestructura, pone en duda los resultados de dicha reforma educativa.

Las diferencias de todo tipo (étnicas, culturales, sociales, de género) tienden a afirmarse y considerarse como legítimas, las distintas aspiraciones no pueden ser satisfechas mediante una simple expansión de la oferta educativa clásica. Estamos instalados en una situación epocal, que ha desarticulado esquemas, e intenta con enormes esfuerzos constituir formas distintas de interacción social; de ahí que, las necesidades educativas sean distintas de las tradicionales porque se conformó una trama de relaciones diferente a la que la escuela mantenía con otras agencias de socialización, de manera especial la familia y los medios de comunicación masiva. (Tenti, 2005:20-21, Tedesco, 1995).

De lo anterior se concibe que el “destino” de las personas está en función del acceso al conocimiento, tanto más cuanto más cualificado sea, lo que significa que la educación se convirtió, una vez más, en el eje central de la “nueva” sociedad; sobre todo y en la medida que la sociedad tiene como uno de sus rasgos más esenciales, el vertiginoso ritmo del cambio; que obliga a dilucidar sobre la manera en que se distribuirá el conocimiento a modo de que no produzca una desigualdad mayor (sobre todo en sociedades como la mexicana); la otra cuestión a solventar es sobre lo que debe transmitir la escuela, dada la velocidad y fugacidad de las cosas. Los cuestionamientos, las dudas de lo que la escuela tiene que hacer o decidir sobre ella misma se complejiza, porque como en ningún otro momento de la historia, resulta particularmente complicado, establecer los fines de la educación.

Hoy más que nunca se hace apremiante que la escuela “debe educar para la vida”, y, sin embargo, los sistemas educativos siguen reproduciendo los viejos esquemas y modos de transmisión de la cultura “académica”, con unos contenidos ajenos a las preocupaciones reales de los educandos, contenidos que se adquieren por imposición legal, para olvidarlos inmediatamente. Podemos estar de acuerdo en que la opción más cercana a resolver las dificultades de la educación y de la escuela es la que nos lleva por el camino del aprendizaje relevante, un aprendizaje que parta de la cultura propia del educando, una cultura que no sólo se caracteriza, como en el pasado, por una serie de experiencias personales y familiares, sino que se integra la televisión, dotada de un poder extraordinario, y por la red de internet; uno de los detalles en relación a este planteamiento está relacionado no en el qué, sino en el cómo y en el quién debe llevar a cabo dicho proceso, sin duda que una parte recae en el docente, la inquietud radica, en la manera que debe hacerlo el docente, que a todas luces es producto de una educación tradicional, se trata de que la escuela ofrezca al sujeto de la educación los imprescindibles marcos de referencia, las pautas que le permitan entender el mundo actual (Puelles de; 2012).

 

Comentario final

Al respecto, la escuela está mal equipada para competir en ese terreno. Por una parte, sus rutinas más elementales resultan especialmente tediosas y exigentes, en relación con la divertida y confortable trivialidad de la televisión, los videojuegos o los ordenadores; por otra, sus penosas y grises incursiones en la cultura en sentido fuerte no tienen nada que hacer frente al cúmulo de oportunidades que ofrece un mundo globalizado. Desde mi punto de vista significa que la forma en que se dinamiza la sociedad, está ordenada por parámetros sociales inspirados en una lógica de interacciones que no articulan las necesidades del capital y los requerimientos de los distintos grupos sociales, donde instituciones como la escuela sigue anclada a una lógica tradicional, vertical, autoritaria, sin establecer un verdadero diálogo interno que logre involucrar a todos los actores educativos, para que su actuación no vaya en direcciones adversas a las exigencias de los individuos, sean estudiantes, docentes, directivos y padres de familia.

La escuela, desde luego, no va a crear ni a sustituir a las instituciones globales de las que carecemos. Pero puede desempeñar un papel muy importante en el desarrollo y consolidación de la comunidad moral que debe luchar por ellas y servirles de sustento, pues esta comunidad moral no es otra cosa que la agregación de muchas conciencias morales conscientes de lo que las une. La función de los educadores no es predicar ni despotricar contra la globalización, sino potenciar aquellos valores morales que se necesitan para corregirla y encauzarla, es decir, para gobernarla con el fin de disfrutar mejor sus beneficios, sus costes y proteger a los más débiles contra sus riesgos (Fernández, 2009:58-60).

Sin lugar a duda lo que ha privado en la configuración del modelo económico y social pasa por la óptica de la ganancia, una disputa desde el discurso hegemónico que intenta esconder que el mercado no posibilita la inclusión, sino por el contrario potencia dejar fuera a los que menos condiciones tienen para competir. 

Referencias.

Ainscow Mel (2016). Equidad, el gran reto de los sistemas educativos. En El rumbo de la transformación educativa. Helen Janc Malone (Coord.) Fondo de Cultura Económica. México.

Barragán Alberto Sebastián (2017). Educación: filtros y vínculos rotos. En la Jornada, Opinión, p. 16. México. 8 de abril.

Fernández Enguita Mariano. (2009). Educar en tiempos inciertos. Morata, Madrid.

Guerrero Aguirre Francisco. (2016) Latinobarómetro 2016. Escepticismo y desconfianza. En Excélsior, Opinión. En http://www.excelsior.com.mx/opinion/francisco-guerrero aguirre/2016/09/14/1116758   Consultado: 10/09/2016    

Jiménez Edgar. (2010). Formación docente y el contexto de América Latina. En El oficio de docente: vocación, trabajo y profesión en el siglo XXI. Emilio Tenti Fanfani. (comp.) Ed. Siglo XXI, UNESCO, IIEP, fundación Gosdle. México.

Poy Solano Laura (2017a). Sin libros de apoyo adicionales, nueve de cada 10 primarias. En la Jornada, Sociedad, p. 32. México. 12 de abril.

Poy Solano Laura (2017b). Falla el actual modelo educativo en comprender la pobreza: expertos. En la Jornada, Sociedad, p. 36. México. 31 de marzo.

Poy Solano Laura, Rodríguez Israel (2017b). No hay garantías de la continuidd de la reforma educativa, dice Nuño. En la Jornada, Sociedad, p. 36. México. 31 de marzo.

Puelles Benítez Manuel de. (2012). Problemas actuales de la policía educativa. Ed. Morata, Madrid.

Schleicher Andreas (2016). Comparaciones internacionales como impulso para la reforma de políticas. En El rumbo de la transformación educativa. Helen Janc Malone (Coord.) Fondo de Cultura Económica. México.

Spillane James P. (2016). Diagnóstico y diseño de prácticas escolares. En El rumbo de la transformación educativa. Helen Janc Malone (Coord.) Fondo de Cultura Económica. México.

Tedesco Juan Carlos (2010). Educar en la sociedad del conocimiento. Fondo de Cultura Económica, México.

Tenti, Emilio. (2005). La condición docente. Ed. Siglo XXI. México.


[1] Las escuelas se encuentran en la situación nada envidiable de tener que dirigir el mejoramiento de la instrucción en este entorno empobrecido, desorganizado e inestable al que llamamos sistema educativo (Spillane, 2016)

[2] Para el caso mexicano, aunque las escuelas han mejorado de manera significativa en comparación con las generaciones previas, la falta de voluntad política para reformar drásticamente las escuelas merma la importancia de la política educativa en el discurso público de México (Schleicher 2016)

[3] El primer reto es garantizar la cobertura educativa. Sin embargo, según datos del Panorama educativo de México 2015 no se ha cubierto a la población en edad escolar. Para valorar las condiciones de la cobertura, existe un indicador que estima el porcentaje de alumnos inscritos según la edad del nivel escolar. Los niños de 3 a 5 años (edad preescolar) están matriculados en 81%. A pesar de que se lleva más de 10 años de ser obligatoria. Para el caso del nivel primaria, de 6 a 11 años, prácticamente está inscrito el 100% de los niños. De los 12 a 14 años, correspondiente al nivel de educación secundaria, hay una matriculación de 96.2% de adolescentes. Del total de la población inscrita en cada nivel, por distintos motivos, se presentan casos de abandono dentro del ciclo escolar (intracurricular) o en el tránsito de uno a otro grado o nivel educativo (intercurricular). En primaria hay deserción de .8%, en secundaria de 4.1% (Barragán, 2017, 16).

[4] Respecto al nuevo modelo educativo, los especialistas, afirman que: el modelo carece de una mejor comprensión de la pobreza y de lo que implica estas desigualdades para las familias y las comunidades en el apoyo en el aprendizaje de niños y adolescentes. La miseria, destacaron, no sólo es un tema de deciles de ingreso. Tampoco se ha presentado, un verdadero diagnóstico sobre los alcances que ha tenido en las escuelas las políticas públicas emanadas de la reforma educativa que ya se ha puesto en marcha. Advirtieron sobre los obstáculos que aún deben solucionarse para garantizar una educación de calidad en México, entre ellas, llevar a la práctica medidas efectivas de compensación, que no se ven por ningún lado (Poy, 2017ª, 36)

[5] El Secretario de Educación asegura que: el nuevo modelo educativo solamente puede salir adelante si se tiene un respaldo político muy grande y fuerte, y si se trabaja de manera decidida; insiste, que la reforma y el nuevo modelo educativo permitirán aplicar “transformaciones radicales” a un sistema que no sólo es de baja calidad, sino que favorece la brecha de desigualdad; afirma, que uno de los planteamientos centrales de la reforma y el modelo educativo es que “nuestro sistema formativo tiene muchas deficiencias, de lo contrario, no hubiera sido necesario hacer un replanteamiento del modelo, pero estamos en ese proceso” (Rodríguez y Poy, 2017a, 36)


Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx

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