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Año: 2016 Mes: SEPTIEMBRE - NOVIEMBRE Número: 77 - 78
Sección: INCLUSIÓN Apartado:
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Jean-Jacques Rousseau: uno de los primeros sociólogos en reconocer al otro y a la diversidad a través de la cultura
Javier Lazarín Guillén
Jean- Jacques Rousseau: uno de los primeros sociólogos en reconocer al otro y a la diversidad a través de la cultura.
Por: Javier Lazarín Guillén
Introducción:
El historiador Robert Darnton ha sido uno de los principales estudiosos contemporáneos sobre la obra de Rousseau y su impacto social y mediático en la Francia de la Ilustración, y los siglos recientes. Darnton ha concluido que Rousseau fue el más leído de todos los escritores de la Francia pre revolucionaria y que su obra era tan bien recibida que muchos lectores de su tiempo veían al autor como una especie de Cherpa o guía de vida que al escribir daba voz y presencia a gran parte de las personas que habitaban el mundo ilustrado o vivían su día a día en la corte francesa o en las calles de Paris.[1] Si tuviéramos (como decía Claude Lévi-Strauss) que buscar un ancestro tribal que evidencie el estudio del otro a través de su reconocimiento y el papel que juega la cultura en él y su diversidad, acercarnos a Rousseau puede ser una gran decisión. Cada época ha tenido a su Rousseau y lo ha visto como uno de los primeros filósofos, antropólogos, pedagogos o humanistas, pero en los tiempos que hoy vivimos, Jean Jacques Rousseau (nos dice Robert Darnton) es uno de los primeros sociólogos que hizo su trabajo y crítica a la realidad social a la cultura, utilizando a la cultura como su objeto de estudio y al otro y a la diversidad como los insumos principales de su pensamiento e investigación social.[2]
Rousseau: el reconocimiento del otro y el tratamiento a la diversidad a través de la cultura.
El mítico historiador: Bernhard Groethuysen sentó las bases modernas para estudiar a Rousseau (nacido en Ginebra en 1712 y fallecido en Ermenonville en 1778), señalando que Jean-Jacques es uno de los paladines de la democracia y, sin exageración, el primero de los modernos. Al contrario de otros pensadores de su tiempo, Rousseau tomó siempre en cuenta al hombre real, al otro, no como un ser abstracto, sino como parte de una diversidad social que al vivir su día a día tenía contacto constante con el mundo real y su devenir. Aquí radica la actualidad de su pensamiento, y la importancia de su obra, nos dijo Groethuysen.[3]
Rousseau analizó y escribió sobre su tiempo tomando en cuenta su propia historia de vida. El fue hijo de un relojero en la frágil república de Ginebra, Rousseau (nos dice Darnton) vino al mundo en una posición modesta dentro de la jerarquía social y al poco tiempo se sumió hasta el fondo. Su madre murió; su padre desapareció; sus parientes se encargaron de arreglar su ingreso como aprendiz con un abogado y con un grabador, pero el niño no se disciplinó. Un domingo en la tarde, cuando jugaba con los amigos afuera de los muros de la ciudad, Rousseau escuchó el toque de queda. Corrieron hacia la puerta. Demasiado tarde: estaba cerrada. Tendrían que pasar la noche fuera y la mañana siguiente recibir el castigo de la negligencia. Como era la segunda ocasión que a Rousseau le daban de varazos por la misma falta, Jean-Jacques, un adolescente de quince años, le dio la espalda a Ginebra y cogió camino.
Durante los trece años siguientes vivió de un lado para otro. Como converso a sueldo del catolicismo, trabajó como lacayo en una propiedad de nobles y aquí convivió tanto con nobles como con lacayos. Vagando por los Alpes convivió con muchos campesinos, mujeres, y para sobrevivir de otra manera se mantuvo dando clases de música mientras iba aprendiendo a leer partituras. También fue intérprete y presentador y así fue yendo de aquí para allá hasta que una tarde decidió como muchos jóvenes de su tiempo, marchar a Paris, para que desde Grub Street pudiera conocer a los philosophes y buscar la manera de entrar a Le Monde y el mundo de la Ilustración.[4]
Andar por las calles de Paris, convivir con mucha gente y reconocer en cada uno de ellos su talento, ingenio y lugar social, permitió a Rousseau ir construyendo su ethos para que él comprendiera que las obras que impactan en el otro son las que lo toman en cuenta y les hacen reflejarse en su historia de vida y representación. Darnton nos dice que este imaginario permitió a Rousseau hacerse de un lugar importante en el mundo de la Ilustración, y sobretodo a ser muy leído y consultado, a un nivel tal, que su aportación más conocida para la ciencia actual, que conocemos como: El contrato social, fue dilucidado “una tarde de 1749, cuando Rousseau se dirigía a visitar a Denis Diderot a Vincennes, y en el camino se encontró una gaceta literaria en la que se invitaba a pensadores a escribir sobre el tema: ¿corrompió o purificó la moral el progreso de las ciencias y las artes?”.[5]
Sabemos bien, que Rousseau construyó un tratado al respecto que ha sido hasta el día de hoy uno de los trabajos más importantes para la ciencia política y las humanidades que buscan encontrar las raíces históricas de la democracia y algunas otras formas de gobernar. Pero pocas veces nos hemos detenido a pensar que detrás de las ideas de Rousseau tanto en el contrato social como en muchas de sus otras obras. El punto central de su argumento es la cultura, ya que para él era en esta donde se sustanciaban la mayor parte de los actos humanos, los contenidos, y las propuestas sociales que generaban cambios, y validaban el progreso o la corrupción de las sociedades.
Validar las ideas del otro, su derecho, y el respeto a la diversidad, sus ideas, y tradiciones, o sea, su cultura, permitía el progreso de las sociedades o su corrupción sino se les oía o prestaba atención. Rousseau sabía que en Grub Street se plantearon las principales ideas que influyeron en la gente que hizo la revolución y el cambio social que desquebrajó las estructuras del antiguo régimen. Aquí estaban los otros, los diversos, y ellos que eran parte de la cultura que traía el cambio fueron escuchados por muchos (Rousseau sobretodo) y cuando se dieron cuenta que la estructura estaba mellada los cambios se dieron por si solos. La política y el rencor generado por muchos que los aristócratas y burgueses no vieron, hicieron el resto. La revolución francesa inició. Mientras, Jean-Jacques Rousseau entró al mundo de las letras de la manera más importante que un autor puede trascender al tiempo y el espacio: impactó y nutrió muchas cabezas. Después de eso, dejó Francia y volvió con su mujer a pasar sus últimos años a su Ginebra natal.
A manera de conclusión:
Cada época ha dado un nombre y lugar a Rousseau. Actualmente vemos en él a uno de los primeros que cuestionó y estudió la cultura a través de la cultura y esto es uno de los ejercicios que el sociólogo hace día con día. Por eso, y de acuerdo con Darnton, él es uno de los primeros sociólogos, que además vivió en un mundo en el que la necesidad primaria de sobrevivir y a hacerse ver bajo cierta forma y manera lo llevó a construir una idea sobre sí mismo que no podía desarrollarse ni expanderse en lo social y lo mental sin reconocer al otro y su diversidad. Nadie es sin el otro, y al no olvidar esto, Rousseau se convirtió en el autor más leído y comentado de su tiempo. Los otros se veían a sí mismos al leer su obra, y eso, sirvió para que Rousseau trascendiera el tiempo y siga teniendo la presencia social y científica que tiene hasta hoy.
[1] . Robert Darnton en el artículo llamado: “Los lectores le responden a Rousseau” deja muy en claro que Rousseau fue muy leído, citado, y sobretodo influyente en la historia de vida de muchos franceses y europeos que al leer sus escritos veían el mundo con otros ojos y estaban viviendo según los cánones e ideas que Jean Jacques dilucidaba en sus obras. Rousseau era tan influyente que Danton utiliza como ejemplo una serie de cartas que un francés de la época de Rousseau escribió por muchos años a la casa editorial donde el pensador ginebrino publicó la mayor parte de su obra. Jean Ranson se llamaba este personaje, y estaba tan influido por el autor del Contrato Social que hasta sus dos hijos se llamaban Jean uno, y Jacques el otro. En el sentir y la expresividad de lo escrito por Ranson, (nos dice Darnton) podemos percibir la influencia y el lugar que ocupaba en su mundo y sobretodo en la Francia y Europa de su tiempo. Para más datos al respecto véase el libro: La gran matanza de gatos y otros episodios en la historia de la Cultura francesa, México, FCE, 2003. Aquí se incluye el artículo indicado en esta nota.
[2] . Véase: Robert Darnton, “La vida social de Jean-Jacques Rousseau. La antropología y la pérdida de la inocencia”, en, El coloquio de los lectores, México, FCE, 2003.
[3] . Véase: Bernhard Groethuysen, Jean-Jacques Rousseau, México, FCE, 1985.
[4] . Para ahondar en la historia de vida de Rousseau véanse sus Confesiones , México, Porrúa, 1990. Y el artículo de Darnton citado en la nota anterior.
Grub Street era la calle donde se desarrolló la mayor parte del movimiento social e intelectual que conocemos como la Ilustración. En esta calle vivían poetas, escritores, philoshopes, literatos y gente sin estudios ni fortuna, que al interactuar unos con otros le dieron forma y sentido al mundo y la cultura popular que influyó mucho más en Paris y gran parte de Europa que los tratados eruditos y de gabinete de los ilustrados apoyados por la corte del Rey y los salones de los palacios. Para profundizar en esta calle y su representación social el histórica véanse los libros: Literatura y Subversión, México, FCE, 2006; y Los Best Sellers Prohibidos en Francia antes de la Revolución, Argentina, FCE, 2008. Ambos textos son del historiador Robert Darnton.
Le Monde era el nombre que recibió (simbólicamente hablando) el mundo de la Ilustración.
[5] . Véase: Robert Darnton, “La antropología y la pérdida de la inocencia. La vida social de Jean-Jacques Rousseau”, en, El coloquio…, op. cit., p. 262-263.
Denis Diderot fue junto con Alambert el orfebre y mentor intelectual del libro que inició el negocio de la modernidad actual: La enciclopedia. Diderot fue muy cercano a Rousseau y ambos influyeron mucho en su pensar y actuar social durante estuvieron vivos. Para más referencias véase el libro de Robert Darnton: El negocio de la Modernidad. Historia General de la Enciclopedia, México, FCE, 2007.
Artículo publicado en la Revista Xictli de la Unidad UPN 094 Ciudad de México, Centro, México. Se permite el uso citando la fuente u094.upnvirtual.edu.mx